El Messi del ajedrez que aprendió a jugar para no romper cosas con el balón en la pandemia

El Messi del ajedrez que aprendió a jugar para no romper cosas con el balón en la pandemia

Lo llaman el Messi del ajedrez, pero las comparaciones no le asustan: “No siento presión, me gusta”, asegura Faustino Oro por videollamada, justo antes de convertirse en el ajedrecista más joven, con nueve años, que supera los 2300 puntos Elo, lo que le otorga el título de Maestro FIDE. ¿Podría ser el gran maestro más precoz de la historia? “Síííí”, responde el chico sin dudarlo, arrastrando la “i” con su acento porteño. Su padre, prudente, echa mano de un discurso que resulta familiar: “Iremos torneo a torneo”. En todo caso, para lograr el récord no puede relajarse. Lo estableció el estadounidense Abhimanyu Mishra en 12 años, cuatro meses y 25 días, no sin cierta polémica, aunque esa es otra historia.

Oro tiene su propio canal en Youtube, ‘Faustichess’, y ya sabe lo que es derrotar a maestros y grandes maestros, en vivo y por internet. Dicha experiencia era impensable para los niños de otras generaciones. Veselin Topalov, que se proclamó campeón del mundo justo en Argentina, comenta el caso del pibe de oro. “Yo no pude jugar contra campeones hasta que tuve 18 años. Los chicos de ahora viven esa oportunidad todas las semanas”, explica.

MÁS PRECOZ QUE CARLSEN

¿A Faustino no le asusta ningún rival? “Miedo no tengo, me siento de lo más bien”, responde. En plataformas como Lichess y Chess.com su Elo ronda los 2800, que solo consiguen unos pocos. En la vida real del ajedrez clásico, solo Magnus Carlsen tiene más puntos. Faustino, que cumplirá 10 años el 14 de octubre, lleva semanas encadenando plusmarcas inalcanzables incluso para Carlsen, quien no apareció en la clasificación internacional hasta los 11.

Fausti, como lo llaman en casa, fue número uno sub’8 y ahora lo es sub’10. En febrero sobrepasó los 2200 puntos, el más joven en lograrlo desde que la FIDE implantó en 1970 el sistema matemático creado por Arpad Elo. Este mes, alcanzó los 2300 puntos después de vencer al maestro internacional español Horacio Saldaño en el torneo internacional de Villa Martelli, en Buenos Aires.

AJEDREZ EN FAMILIA

A Fausti el ajedrez le corre por las venas. Su abuelo Luis Oro es maestro nacional, pero el chico no aprendió a jugar de él. El mérito lo comparten su padre, Alejandro, un aficionado que trabaja como contable, y su madre, Romina, que solo quería que el muchacho dejara de romper cosas con la pelota durante la pandemia. Fausti, hincha de Vélez, admite que con el balón no es bueno, “pero tampoco malo”.

A todo esto, ¿qué tiene de especial este muchacho? “Fausti entiende el ajedrez de forma distinta y calcula muy bien”, cuenta su padre. “Uno de sus profesores decía que sabe intuitivamente dónde van las piezas. También encuentra jugadas raras, imposibles, con una facilidad increíble”.

El propio chaval cree que el suyo es un talento innato, y eso que al principio no se sintió atraído por el ajedrez. Veía a su padre jugar en el móvil y decía: “¡Ajedrez, qué aburrido!”. El 30 de mayo del año de la pandemia cambió todo. Aprendió a mover las piezas y le crearon una cuenta en Chess.com. “Papi, este juego es muy difícil”, se quejó al poco. “Claro, es para pensar”, respondió Alejandro.

“Como yo trabajaba desde casa», relata el progenitor, “él fue autodidacta por completo, viendo vídeos en YouTube, porque tampoco ha leído ni un libro de ajedrez”. Para animarlo, llegaron a un acuerdo: por cada 100 puntos que subiera, le darían un premio. “Pasó una semana y me golpeó la puerta. Papi, gané el premio. Dos días después ganó el siguiente. El tercer día que vino, en la misma semana, pensé que le estaría dando el mate pastor a todos. Descubrí sorprendido que calculaba combinaciones de varias jugadas”.

Alejandro le enseñó entonces las partidas al abuelo y Éste corroboró que el talento de Fausti no es normal. Los Oro apuntaron a su hijo al club Torre Blanca, que daba clases por internet. “El profesor ponía problemas de mate en cuatro y Fausti los sacaba tan rápido que los otros chicos no tenían tiempo ni de ver las piezas. Hablé con mi mujer y le buscamos un profesor particular”.

demasiado rápido

Uno de los defectos que han pulido sus maestros es su propensión a ir demasiado rápido. En uno de sus primeros torneos derrotó a Florencia Fernández, cinco veces campeona nacional. Alejandro Oro enumera la lista de víctimas y se hace interminable. “Al principio, Fausti jugaba todo al toque. Se paseaba por las mesas mientras el otro se quedaba colorado, transpirando, perdido…”.

Fausti entrena tres o cuatro horas al día, de lunes a sábado. “Cuando tiene ganas”, apostilla el padre. En los estudios no va mal, pero tampoco es ningún prodigio. “Creo que tiene una habilidad específica, una habilidad maravillosa para el ajedrez”, reflexiona Alejandro. Fausti cree que el juego le ayuda en matemáticas. También le gustan las clases de castellano e inglés.

¿Será profesional del ajedrez? “Sí”, responde el pequeño sin esperar la opinión familiar. “Él tiene sus ”chances’ de dedicarse a lo que realmente le gusta y eso es fantástico”, añade Alejandro. “La mayoría de la gente no tiene esa oportunidad”.

Fausti sostiene que es “un chico normal” al que no le cuesta hacer amigos. Y no encaja tan mal las derrotas como otros niños prodigio: “Me pongo mal, pero no suelo llorar. Y me recupero rápido”. ¿Prefieres ser campeón del mundo de ajedrez o de fútbol? “Ajedrez, obvio, aunque de fútbol tampoco estaría mal…”.

kpd