La semana pasada, Dani Olmo salió a charlar con los medios. Alguien le preguntó por su futuro, un mantra que cada verano se repite con el futbolista todavía del Leipzig. La respuesta fue tal que así: «Estoy abierto a posibilidades que puedan surgir, pero te voy a soltar un topicazo: estoy centrado en el primer partido de la Eurocopa». Hubo risas en la sala de prensa de Donuaeschingen, igual que con otros portagonistas que han ido pasando por el m
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Conviene, en estos torneos, romper a sudar. Y España todavía no había roto a sudar desde que llegó a Alemania. Un poquito contra Croacia, si acaso, y otro porquito contra Italia, pero paren de contar. Ayer sudó, y sudó bien sudado, pues pese a la holgura final, España pasó un mal rato ante Georgia, a la que sólo doblegó a falta de un cuarto de hora después de tener que remar contra la corriente durante 75 minutos para terminar, sí, goleando y con la sensación de que el torneo, por fin, ha empezado. El viernes, a las seis de la tarde, espera Alemania en Stuttgart en los cuartos de final, y allí llegará España sudada, que es como hay que llegar a esas citas. [Narración y estadísticas (4-1)]
Georgia es una selección menor. Con el veneno de quien juega por algo más que una victoria, con el vigor nacido en un sentimiento nacional de rebeldía, con el brío de quien lucha por su gente, que no por su Gobierno. Con la sensación, en fin, de poder lograr mucho más que un estúpido acceso a los cuartos de final de una Eurocopa, de lograr, por qué no, cambiar la historia de su país. Con todo eso, sí, pero Georgia es una selección menor.
De hecho, de no ser por la parafernalia que acompaña a los partidos en un gran torneo, con sus controles de seguridad, sus perímetros exagerados, su colorido en las calles por la mañana y sus 52 tipos calentando en el campo, podría pasar por cualquiera de esos choques que juega España contra un rival inferior en cualquier capital de provincia un sábado de octubre camino de alguna fase final como esta. Georgia es una selección menor, pero hizo sudar a España la gota gorda porque, llegados a este punto del torneo, la ausencia de red provoca vértigo, y durante mucho tiempo España temió caerse y perder contra una selección menor.
De repente, el caos
De la Fuente no tocó el once, para qué, y en la primera jugada Nico Williams encaró a Kakabadze y sacó un centro. En la segunda Carvajal centró también tras una conducción de Lamine. Los dos primeros intentos de contragolpe de Georgia murieron en su propio campo y el primer balón que le llegó a Unai Simón lo paró y lo jugó sin riesgos para Rodrigo. Eran los primeros cinco minutos y todo tenía muy buena pinta, una de esas noches en las que lo único por lo que se puede apostar es en por el minuto en el que llegará el primer gol. En este caso fue en el 17 y fue de Le Normand, pero como fue en propia puerta, lo cambió todo. En el primer pasillo que encontró Georgia, el lateral derecho, de nuevo Kakabadze, llegó al lateral del área y su centro, muy tenso, golpeó en el central español para meterse en la portería.
Y de repente, el caos. Pedri no era capaz de domar un balón, Carvajal se resbalaba, Rodrigo entregaba melones en lugar de balones, los contragolpes de Georgia salían bien a dos o tres toques... Era el momento de medir el cuajo de la selección española, a la que de momento en este torneo le había ido todo de cara, jugando bien como contra Italia, regular como contra Croacia y regular también como contra Albania con los suplentes. Era el momento de calibrar esas otras cosas que no son exactamente fútbol: saber controlar la ansiedad, no dejarse atrapar por los nervios, jugar con la presión de quedarse fuera... Y durante unos minutos España no dio sensación de sobreponerse al gol.
Había rematado Fabián, y el propio Pedri, los dos por arriba, pero el balón ya no fluía, las piernas pesaban y los ojos no veían bien. Conforme pasaba el tiempo, peor pinta tenía. La sombra del partido de Inglaterra, disputado antes, empezó a sobrevolar Colonia. Por suerte para España lo evitó Rodrigo, ayer más impreciso de lo habitual, pero quirúrjico en un disparo con la zurda desde la frontal (hasta ahí permitía controles Georgia, aculada sobre Mamardashvili en eso que los modernos llaman bloque bajo y que en realidad se llama poner el autobús). La posición de Morata, en fuera de juego y en la trayectoria del balón, dejó alguna duda, pero el VAR dio el visto bueno y España llegó aliviada al descanso. Que no era poco.
Dani Olmo por Pedri
A la vuelta del refrigerio no hubo tiempo para demasiadas cosas. En una jugada de esas que definen las diferencias entre esta España y otras recientes, Lamine tiró una diagonal, y eso terminó con una falta en la frontal que él mismo lanzó. El paradón de Mamardashvili dio origen a una segunda jugada en la que, de nuevo Lamine, puso un centro maravilloso de fuera a dentro que Fabián, metido a delantero centro, remató para poner por delante a la selección, a la que Luis de la Fuente le metió una alternativa: quitó a Pedri, bastante oscuro toda la noche, y metió a Dani Olmo. Había más de media hora por delante, y aunque el equipo ya mandaba en el marcador, ni de lejos tenía el partido solventado.
En esos minutos perdonó Lamine el tercero, y De la Fuente quitó a Morata para meter a Oyarzabal y a Cucurella para meter a Grimaldo. El cansancio de los georgianos, un equipo bastante veterano en su estructura, también ayudó lo suyo. El árbitro anuló el tercero a Lamine por un fuera de juego bastante claro, pero justo después se activó la otra motocicleta de la que dispone España. Fue Fabián el que, nada más recuperar la pelota en un ataque nada benévolo del rival, lanzó un balón largo a la carrera de Nico Williams. El extremo todavía del Athletic arrancó desde su campo, se plantó en la frontal, regateó y la puso arriba, imposible para Mamardashvili.
Quedaba un cuarto de hora y, ahí sí, respiró España, definitivamente en calma con el cuarto, obra de Dani Olmo. Vivió plácido el final la selección, mirándose la camiseta y sabiendo que, ahora sí, una vez que empiezas a sudar, las cosas van mejor. Un susto, si se solventa, ayuda en el futuro.
La Comisión Gestora de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) ha aprobado este miércoles por unanimidad la convocatoria de elecciones para el próximo 6 de mayo. Ajenos al ruido generado por los registros de hace dos semanas, ajeno el actual presidente a las sospechas que hay en torno a su gestión, las elecciones se van a celebrar (en principio).
En la reunión celebrada en la Ciudad del Fútbol no se ha confirmado que Pedro Rocha, actual presidente de la Gestora, se vaya a presentar a dichos comicios, aunque la intención del dirigente es hacerlo salvo que el TAD (Tribunal Administrativo del Deporte) lo inhabilite próximamente (algunas fuentes anuncian que este mismo jueves podría haber decisión). De hecho, ha presentado su dimisión como presidente de la Gestora, paso imprescindible para ser candidato. En su lugar será Rafael del Amo quien dirija el proceso electoral.
Esta convocatoria se iba a realizar el pasado 20 de marzo, cuando la Guardia Civil irrumpió en las oficinas para ponerlo todo patas arriba. De modo que, pasado el sofoco, el calendario electoral anunciado es el siguiente: el próximo viernes, día 5, se oficializará la convocatoria y al día siguiente, sábado 6, será pública. Desde el lunes 7, los interesados tendrán cinco días para presentar sus candidaturas. Transcurrido ese plazo, habrá dos días para presentar recursos ante el TAD y, una vez resueltos, las candidaturas serán firmes.
¿Y quién se puede presentar? Cualquier ser humano de nacionalidad española, que no tenga antecedentes ni causas pendientes con la justicia y que consiga el aval del 15% de la Asamblea, que en origen era de 140 miembros y que hoy apenas sobrepasa el centenar, pues muchos de ellos, Luis Enrique o Jorge Vilda, por ejemplo, ya no están.
Precisamente por este motivo Miguel Galán, presidente del Centro Nacional de Formación de Entrenadores de Fútbol, ya ha anunciado que va a impugnar esta convocatoria, y es que, según él, hay casi un 30% de los miembros de la asamblea que han causado baja y no han sido sustituidos, como marcan los Estatutos de la Federación. En la propia Federación, en cambio, dicen contar con informes jurídicos que avalan su propuesta electoral.
Las sombras se acumulan sobre Rocha, al que el sumario de la Operación Brody, desvelado ayer por EL MUNDO, dibuja como un hombre que, a través de terceros, ha ido maniobrando todos estos meses para perpetuarse en la presidencia. Los agentes de la UCO, de las escuchas telefónicas a Tomás González Cueto, concluyen que el ex asesor jurídico externo de la Federación intenta que "en el próximo proceso electoral pueda mantener la actual Junta Gestora y así perpetuar sus cargos", según el informe de la Guardia Civil.
Para conseguir ese objetivo, Cueto habla con varias personas, entre ellas el director general del Consejo Superior de Deportes, Fernando Molinero, "para que convenza a terceros" en cuestiones relacionadas con el proceso electoral. Por último, el informe sobre esas escuchas concluye: "Rocha solicita opinión a Cueto para tomar ciertas decisiones e incluso actúa siguiendo las directrices de éste".
Tal y como está la Federación española, explicar por qué un España-Colombia se juega en Londres es un fastidio. Aunque no haya nada que sospechar (de momento) pues todas las selecciones están viajando para sacarle unas monedas a sus amistosos (Italia se ha ido estos días a jugar dos amistosos a EEUU), el clima de desconfianza que esta Federación se ha ganado a pulso va a tardar un tiempo en irse. Si es que se va. Pero en fin, más allá de eso, que no es poco, a Luis de la Fuente le quedan cuatro partidos (tres ya) para probar cosas antes de la Eurocopa, así que más allá del escenario, el asunto tenía su interés. Una España de laboratorio, en pruebas, perdió con Colombia siendo mejor, aunque esto viene a ser lo de menos, siendo verdad, como es, que perder es una de esas cosas que siempre molesta. [Narración y estadísticas].
Adivinar la alineación era tan sencillo como meter todos los nombres en un cubilete de los de jugar al parchís, tirar y que salieran boca arriba los once que eligió Luis de la Fuente. Se da por hecho que el seleccionador dispuso a esos futbolistas basándose en algo más que el azar, pero más allá de eso, lo que sí quedó claro es que priorizó el partido del martes contra Brasil en el Bernabéu. Acaso porque el de ayer era un viernes primaveral en España, previo a Semana Santa, acaso porque se jugaba en un estadio semi vacío, acaso porque quiere ver a los 26 que se ha traído a esta concentración, el caso es que se vio un equipo irreconocible hasta ahora, y que poco o nada tendrá que ver con el que comience la Eurocopa en junio.
Debutó Vivian, el central del Athletic de Bilbao que ha entrado en la pelea por acompañar a Laporte y Le Normand a Alemania, y volvían Sarabia, Gerard Moreno, Grimaldo o Pedro Porro. De entre todos ellos, sobresalieron dos en un partido destensado por la propia inercia de estas alturas de la temporada y por su condición de amistoso. Vivian y Gerard Moreno. El defensa ofreció un curso de cómo debe comportarse un central, reculando ante los balones largos, encimando cuando recibían los delanteros y asegurando el pase en la salida del balón, conduciendo para dividir al contrario si era preciso o jugando en largo si esa era le mejor opción. Fuerte, rápido y con mucha personalidad, no empaña su noche la jugada del gol, donde perdió el paso ante un jugador descomunal como Luis Díaz.
Buena noticia
En el otro extremo del campo alzó la voz Gerard Moreno. Acosado de mala manera por las lesiones, es un futbolista casi imprescindible en una convocatoria de 23, no sólo por su capacidad de jugar centrado o en banda, sino por su concepción del fútbol, su excelencia en el juego de espaldas o la facilidad que tiene para girar la pelota de un lado para otro. En el otro extremo, no dijo nada Pedro Porro, un futbolista algo tosco, voluntarioso, sí, pero atropellado en la toma de decisiones, no como, en el lateral opuesto, Grimaldo, de lo mejor que ha pasado por ese lugar del campo en las pruebas de De la Fuente para buscarle un acompañante a Gayá en la Eurocopa.
Así las cosas, la noche en Londres transcurrió sin sobresaltos, con una España mejor que Colombia. Mejor con balón y sin balón, mejor, en fin, aunque con pocas opciones de hacer gol. Un remate de Merino a centro de Grimaldo y un par de uys en centros laterales fueron lo mejor de una primera parte de la sesión insípida, despachada en un estadio precioso pero sin ninguna relación con los contendientes y con un 90-10 a favor de Colombia en la grada. Cosas del fútbol moderno, se supone.
A la vuelta del descanso debutó Remiro, el portero de la Real Sociedad, y Gerard Moreno tuvo la mejor ocasión en un remate desde dentro del área que salvó Cuesta como pudo. Respondió James, al que el traje le queda un poco justo, pero que sigue teniendo una zurda envidiable. El partido lo rompió Luis Díaz. El delantero del Liverpool, en carrera, mareó a Vivian y su centro lo remató en el segundo palo Muñoz para poner por delante a los suyos. Sin merecerlo, España estaba por debajo. De ahí al final, pese a la entrada de Morata, Nico, Baena, Lamine Yamal o Cubarsí, que al fin hizo su aparición, no pasó gran cosa. Al chico le tocó pasar desapercibido los últimos 10 minutos de una noche que no será recordada por nadie. El laboratorio de las pruebas cerró hasta junio, pues el martes, contra Brasil, será otra cosa. Más seria.