Buenas y malas noticias para Carlo Ancelotti en la previa de la ‘final’ contra el Girona en el Bernabéu, donde el Real Madrid podría ampliar su ventaja al frente de LaLiga y verse superado por el conjunto de Míchel. El técnico italiano recuperó este viernes a Vinicius Júnior y Antonio Rüdiger, que entrenaron con normalidad con el resto de sus compañeros, pero perdió definitivamente a Nacho para el duelo contra los catalanes.
El central alemán ha superado sus molestias tras el golpe sufrido ante el Getafe, que le obligó a perderse el derbi contra el Atlético. “Ha tenido buenas sensaciones hoy y mañana pasará otra prueba. Si está a tope jugará, pero no lo vamos a poner riesgo. Lo que cuenta es la sensación del jugador, hoy ha tenido buenas”, valoró Ancelotti.
El delantero brasileño también se encuentra mejor de los dolores cervicales que le dejaron fuera del derbi en el calentamiento y apunta al once: “Está bien y puede jugar todo el partido“, anunció Carletto.
Nacho, por su parte, sufre una sobrecarga, está descartado para jugar ante el Girona y es duda para el encuentro del martes en Alemania contra el Leipzig. “Creo que estará bien para el martes“, declaró el técnico.
La ausencia del defensa español, unida a las bajas de Militao y Alaba, deja a Ancelotti con pocas opciones para los cuatro puestos de la retaguardia: Carvajal, Rüdiger, Tchouaméni y Mendy aparecen como claros titulares mañana. “Enero se decía que era un mes complicado y creo que hemos aguantado bien, ahora vuelve la Champions y va a ser otro mes importante”, aseguró el entrenador.
Sobre el Girona, que esta semana colgó una lona en una calle de Madrid con el lema “Cuando el currículum no lo es todo“, Ancelotti bromeó con que “tienen mucha ilusión, y mucho dinero, porque colgar eso en Madrid no ha de ser barato”. “Será un partido exigente contra un equipo que lo ha hecho mejor que todos los demás. Vamos con mucho respeto y tenemos toda la confianza”.
"Este no es mi Mbappé", admitía Florentino Pérez en los meses más duros de las negociaciones con el futbolista. Una frase que llegó a todos los aficionados del Real Madrid. "Este sí es mi Mbappé", debieron pensar ayer el presidente y las miles de personas que llenaron el Santiago Bernabéu. El delantero se transformó en superstar, anotó dos goles que pudieron ser más, guió la remontada de los blancos ante Las Palmas y asaltó el liderato de LaLiga. [Narración y estadísticas (4-1)]
Y eso que el partido empezó cuesta arriba para el Madrid. Todavía asentándose en el mismo césped sobre el que había sufrido en la noche del jueves copero, los blancos se encontraron por debajo en el marcador en el segundo 28 del partido. En la primera jugada, Moleiro zigzagueó entre rivales, Silva abrió a Sandro en la derecha, el ex del Barça dibujó un buen centro y Silva, llegando a la espalda de Lucas, anotó ante Courtois.
El gol pudo poner al Madrid y a Ancelotti contra las cuerdas en un domingo que parecía propicio para dar un golpe a la moral de Atlético y Barça tras sus pinchazos del sábado. Otro tropiezo madridista provocaría más silbidos en un Bernabéu con más dudas que alegrías. Y ahí apareció Mbappé. El galo había señalado el escudo y había negado con el dedo al anotar contra el Celta después de los abucheos de la grada, y contra Las Palmas hizo directamente suyo el logo del equipo. El Madrid creció a sus hombros.
Rodrygo, en la izquierda
Sin Vinicius, Rodrygo se acomodó en la izquierda y cuajó uno de sus mejores partidos, dejando el centro libre para los movimientos de Bellingham y Mbappé. El francés, más ágil, coordinado y acertado que nunca, empató de penalti en el 17 tras una clara zancadilla de Sandro a Rodrygo. Cillessen ya había salvado varias veces la igualada, pero no pudo detener la pena máxima.
Tras las tablas, el Madrid fue un huracán y sólo los vuelos del portero holandés evitaron más goles, siempre con Mbappé en modo superstar, bailando sobre la marca de los centrales canarios, cayendo a banda, moviendo el ataque y gustándose por momentos. Quitándose toda la presión de los primeros meses.
En el 32, el galo arrancó un contraataque tras sortear la entrada la Herzog. Llegó al borde del área, probó a Cillessen y el despeje del portero llegó a Lucas, que asistió a Brahim para el 2-1. Era un Madrid eléctrico, activo con y sin balón en una versión totalmente distinta a la del equipo espeso y sin ideas que había mostrado en Arabia Saudí y por momentos contra el Celta.
Brahim anota el 2-1, el domingo en el Bernabéu.EFE
Con Ceballos, extraordinario, y Valverde en el eje, Las Palmas permitió demasiados metros a Bellingham, Rodrygo y Mbappé y la movilidad de éstos rompió su defensa. En el 36, Rodrygo apareció en izquierda, cedió a Jude dentro del área, el inglés dejó pasar la pelota y Mbappé, de primeras, encontró la escuadra de Cillessen.
Sin tiempo para saborearlo, Mbappé anotaría su hat-trick a los cinco minutos al empujar un pase de Rodrygo tras una gran asistencia de Bellingham por encima de la defensa. El gol, eso sí, acabaría anulado por fuera de juego del francés en el inicio de la jugada. Mbappé era un vendaval y se fue a vestuarios tras disparar al palo izquierdo de Cillessen.
El regreso de Alaba
Después del intermedio, el Madrid mantuvo la marcha. Incansable, necesitado de alegrías y sensaciones. Bellingham perdonó el cuarto al rematar desviado tras regatear al portero y Rodrygo culminó una buena combinación entre Mbappé y Fran García para anotar con facilidad en el centro del área.
El Madrid disfrutó después de varias semanas complicadas, asalta el liderato de LaLiga en solitario y coge aire de cara a las dos últimas jornadas de Champions, claves para conocer su rival en las eliminatorias.
Los canarios jugaron la última media hora en inferioridad tras la roja a Benito, que golpeó en el muslo de Lucas. De modo que Chamartín siguió con el día festivo. Ancelotti le dio minutos a Alaba, de vuelta 13 meses después de su grave lesión de rodilla, Bellingham y Valverde marcaron pero sus goles fueron anulados por fuera de juego y el técnico le dio la oportunidad de debutar a Chema, joven centrocampista del Castilla.
Clavó el balón en la escuadra de Álvaro Fernández, corrió hacia la banda, pegó un saltó y aterrizó con los dos pies a la vez para celebrar su golazo con una celebración que ya es marca de la casa: brazos cruzados y mirada a la grada. Después, soltó al aire un grito de rabia mientras todos sus compañeros llegaban a su lado para repartir abrazos y collejas por igual. Fue el gol número 14 de Kylian Mbappé como jugador del Real Madrid, el décimo en la Liga, el cuarto de manera consecutiva, el quinto en los últimos seis partidos y el sexto en los últimos ocho. El francés despega.
«Su tiempo de adaptación se ha terminado, lo está demostrando... Y se demuestra que de vez en cuando tengo razón», admitió con sinceridad, entre broma y broma, un orgulloso Carlo Ancelotti.
Los primeros cinco meses de Mbappé han sido complicados. Ha alternado buenas rachas goleadores con sensaciones lejanas al futbolista que había mostrado ser en otras temporadas, especialmente en las visitas a un Bernabéu que se había enamorado de él en Champions League. El penalti fallado en Anfield Road, en una noche clave para el Madrid en el torneo continental, le hundió. Pero fue el error en San Mamés, también desde los once metros, el que le hizo tocar «fondo». Así lo reconoció justo al terminar el año.
«En Bilbao toqué fondo. Fallé el penalti, pero creo que me hizo bien. Es el momento en el que me di cuenta de que tenía que dar el máximo por esta camiseta y que debía jugar con personalidad. Puedo hacer mucho más. Sé que tengo en las piernas mucho más», reflexionó el galo sobre el césped, donde anunció que «la adaptación se ha acabado». «Nos conocemos mejor, mi llegada cambió algunas cosas y ahora me siento bien, se puede ver en el campo, me entiendo mejor con mis compañeros y jugamos mejor», insistió.
En la sala de prensa, Ancelotti celebró el gol del galo, como el de todos, y se congratuló de «llegar vivos al año nuevo». «Y vosotros también», vaciló a los periodistas. El italiano puso como punto de inflexión del curso la derrota contra el Milán en el Bernabéu, momento en el que el cuerpo técnico y los jugadores tuvieron una reunión para «arreglar las cosas». «Tras esa derrota arreglamos las cosas en el vestuario, claramente. Vimos el problema», declaró el transalpino.
Carletto dejó claro que no ha sentido falta de confianza desde la directiva: «Nunca he notado el peligro. Sé que cuando las cosas no salen bien soy el responsable, pero el club nunca me ha mostrado preocupación, siempre calma y tranquilidad, que es lo que se necesita. Y confío en lo que me ha dicho el club».
Navas, emocionado
Pero más allá de los goles y el resultado, el partido fue especial por ser el último de Jesús Navas como profesional. El capitán del Sevilla se despidió del fútbol en el Bernabéu después de un emocionante homenaje antes y después del duelo. En la previa, ambos equipos le hicieron un pasillo, recibió la ovación de Chamartín y Modric le entregó una camiseta firmada por todo el vestuario del Madrid.
El público volvió a aplaudir cuando saltó al campo y le despidió con honores, abrazado por sus compañeros, por los rivales y por Ancelotti, que en la sala de prensa le definió como «leyenda» y «ejemplo».
En la zona mixta, rodeado de periodistas, Navas rompió a llorar. «No he visto nada igual en un campo rival. En la vida», reconoció, antes de parar durante un minuto para soltar lágrimas. «En los últimos minutos no veía nada, miraba al suelo recordando todos los momentos que he vivido. Me quedo con que la gente me dice que con todo lo que he conseguido he sido siempre el mismo». Y se fue, no para siempre, porque seguirá siendo faro del Sevilla y el sevillismo.