La tarde fue granota en Valencia. No había otro color en la ciudad que el de las barras azulgranas de las camisetas del Levante. Un río de aficionados afloraron de todos los rincones para poblar las calles del centro histórico y acompañar a sus héroes en su rúa con la que celebraron el ascenso a Primera División. Gafas de sol, bufandas al cuello, y una sonrisa pintada en el rostro. Amplia era la de Carlos Álvarez, que con su golazo encendió corazones; más comedida la de Vicente Iborra, el capitán, al que, a cada poco, se le llenaban los ojos de lágrimas por la emoción.
La fiesta empezó en el Ciutat de Valencia y acabó en la Fuente de las Cuatro Estaciones en la Alameda, pero no falto nadie en ningún punto del recorrido. “Hemos venido para quedarnos, el Levante no puede volver a Segunda”, vaticinaba el entrenador Julián Calero, que no firmó menos autógrafos que sus chicos. Es una de las estrellas de este equipo que regresa a la máxima categoría.
Eso debió pensar la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, granota confesa, que salió a la Plaza del Temple a buscar a todo el equipo y a abrazar a Calero. “Este ascenso es el premio a la capacidad de resistencia de un club con una masa social cada vez más joven y muy fiel que ha aguantado los sinsabores de tres temporadas duras en Segunda”, destacó Bernabé, a quien aún le escuece aquel gol de Villalibre en 2023 “que el karma nos ha devuelto”.
La delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, junto al entrenador Calero.
Después llegó el turno de ir a la Basílica, donde Iborra grabó la entrada “porque es un momento muy emocionante”. Allí había ido el presidente Pablo Sánchez antes del partido ante el Elche, y el equipo ganó, y repitió antes de subirse al tren camino de Burgos. “Nunca vengo a pedir nada, y menos de fútbol, pero me senté recé y hablé con ella”, confesó ante la Virgen de los Desamparados ante la atenta mirada de toda la plantilla, del presidente de honor, Paco Fenollosa, y del máximo accionista, José Danvila, artífice de la supervivencia del club en estos dos duros años. Junto a él, quizá un futuro jugador levantinista, porque genes para ello tiene. Es Luis, el bebé de apenas unos meses de José Luis Morales, el Comandante, y la ex jugadora y consejera Ruth García. Este ascenso, en buena parte, el levantinismo se lo debe también a sus papis.
Mazón, junto a toda la plantilla, en el Palau de la Generalitat.
Después llevó una parada breve en la Diputación y directos a Saló de Corts del Palau de la Generalitat, “que no se abre para todos”, les dijo el presidente Carlos Mazón. Estaba acompañado por los consellers Vicente Martínez Mus, José Antonio Rovira, Marián Cano y Nuria Martínez. Si alguno no tenía afición futbolera, Mazón tiene de sobra por eso sabe lo que cuesta un ascenso. “Sois una referencia en saber ganar, esforzaros y demostrar que ese esfuerzo e ilusión tiene premio. Sois un orgullo para la Comunidad Vaenciana, més granota que mai“, recordó antes de acabar con un ‘Macho Levante’.
Desde allí quedaba una parada, la Plaza del Ayuntamiento, abarrotada por miles de personas y un balcón que es el de la felicidad. Les esperaba la corporación municipal, pero sobre todo, los miles de aficionados que tampoco dejaron a su equipo solo en la fuente de la Alameda. Y aún queda una fiesta, el domingo en el Ciutat.