Otra historia
El científico, cuyo nombre bautizó un pequeño territorio, planea una visita. “La Antártida no se va a derretir”, dice a sus 70 años, tras décadas investigando el agujero en la capa de ozono.
«Mi isla en la Antártida es una isla pequeñita que apareció hace unos años. Antes se pensaba que era parte de la isla Snow, pero con el calentamiento se derritió el hielo que las unía y se comprobó que no había tierra debajo. He soñado muchas veces con ir, pero tengo 70 años y no soy Carlos Soria. No sé si me dará el físico. Hay un par de bases cerca, una de ellas española, pero tendría que acercarme con barco y velero y ver si puedo desembarcar. Es un desafío, un desafío bonito».
«Mi isla», dice Javier Cacho y no es un error. No nació o vivió allí, no se apropia de ella en sentido poético, por supuesto no la ha comprado. Es realmente su isla. La isla Cacho. Un bloque de hielo de 1,6 hectáreas al norte de la Península Antártica que hace tres años recibió el nombre del científico español «por su contribución a la investigación del continente helado y por su apoyo al programa antártico búlgaro». Cacho fue el primer jefe de la base antártica española Juan Carlos I en 1986 y repitió tarea en varias ocasiones hasta 2006. Luego ayudó a la base antártica búlgara y se entregó a la divulgación con numerosos libros, por lo que este año ha recibido el Premio de Comunicación de la Sociedad Geográfica Española. Pero volvamos a su isla. O intentémoslo.
- ¿Qué hay que hacer para llegar a la isla Cacho?
- A la Antártida sólo puedes ir como científico, como turista o como deportista. Como científico debes pertenecer a un centro de investigación o una universidad y, con su aval, recibir el permiso del Comité Científico para la Investigación en la Antártida. En avión puedes llegar a la isla Rey Jorge, que está al norte de la Península Antártica, a sólo 1.000 kilómetros de Argentina y desde ahí moverte normalmente en barco. Piensa que los desplazamientos científicos no tienen coste, son parte de un acuerdo entre países, pero son un puzzle. Deben cuadrarse desplazamientos entre equipos y eso significa esperar. Dependes de otros, de las condiciones meteorológicas, es un viaje cansado. Debería prepararme físicamente. Tengo planes, pero dudo.
Ya jubilado, en sus años en activo, Cacho se dedicó a estudiar el agujero en la capa de ozono desde la Antártida y a conocer el continente más extremo del planeta. «Hay que tener en cuenta que la Antártida es enorme y la mayor parte de la actividad se desarrolla en la Península Antártica que es una parte muy pequeña. Allí las condiciones no son tan exigentes, allí están la mayoría de bases, como las españolas, y allí incluso hay lugares turísticos a los que cualquiera puede acceder. Pero hay puntos muy alejados donde es muy difícil llegar, casi imposible en invierno. Las bases que están en el interior del continente, la Vostok o la Amundsen-Scott, están incomunicadas y a temperaturas muy bajas durante buena parte del año. Si en el espacio de buen tiempo hay algún problema, pueden estar dos temporadas sin recambio. Combustible y comida tienen de sobra, pero psicológicamente es duro quedarse un año más», comenta Cacho que, pese a ello, asegura que no quedan grandes aventuras antárticas, ya no es tiempo para exploradores.
«En el campo de la exploración geográfica ya no queda casi nada que hacer. Hoy en día hay satélites, vuelos de observación… no vamos a encontrar una montaña nueva o un valle nuevo. Pero queda mucha exploración científica, sin duda», asegura.
- El agujero de la capa de ozono se está recuperando, los estudios científicos se centran en el deshielo. ¿Hasta qué punto hay que preocuparse?
- Hay que diferenciar la Antártida del Ártico. El Ártico está sufriendo un proceso de pérdida de hielo terrorífico, pero en la Antártida eso no pasa. Las pérdidas de hielo se dan en la Península Antártica, la parte que toca al continente, pero el resto tiene suficiente hielo. Aunque subiese la temperatura más de tres grados, la Antártida resistiría. De hecho hay estudios que aseguran que el hielo que se pierde en el Ártico se gana en la Antártida. Hay que ser muy prudente al hablar de deshielo, no podemos asustar a la sociedad. No se va a fundir la Antártida. Hay que cuidar mucho el medio ambiente, cambiar nuestra forma de vida, disminuir el consumo brutal de recursos, pero no caer en sensacionalismo.