El actual presidente de la Federación Española derrotó al candidato francés y ocupará durante los próximos cuatro años uno de los cargos más importantes del baloncesto mundial
Garbajosa, durante un acto reciente.Borja Sánchez TrilloEFE
Nunca un español pisó tan alto en los puestos de mando del baloncesto mundial. Jorge Garbajosa (Torrejón de Ardoz, 1977) ha sido elegido este sábado en Múnich como presidente de FIBA Europa, tras una votación en la que derrotó al francés Jean Pierre Siutat, presidente de la Federación gala. Sucede en el cargo al turco Turgay Demirel.
En la Asamblea de FIBA Europa votaron los máximos mandatarios de las 50 federaciones continentales.
Tras este salto del ex jugador internacional, que accedió a la presidencia de la FEB en 2016 (y fue reelegido en 2020), Garbajosa está obligado a abandonar su cargo antes del comienzo el próximo 25 de agosto del Mundial de Filipinas, Indonesia y Japón, lo que abriría un periodo electoral en la Federación para escoger un sucesor. Elisa Aguilar, actualmente directora de Competiciones de la Federación, es la principal candidata, lo que la convertirá en la primera mujer presidenta de la FEB.
Los éxitos de la Federación española a nivel institucional y deportivo han impulsado la ambiciosa candidatura de Garbajosa. Con la selección masculina, vigente campeona de Europa y del Mundo y número uno del ranking FIBA, como punta de lanza y con las categorías de formación firmando veranos inolvidables de medallas, también ha ayudado al ex jugador de Unicaja y Real Madrid, entre otros, su carácter conciliador en mitad de las grandes pugnas que dividen al baloncesto.
Han transcurrido 200 partidos (ya sólo por detrás de Antonio Díaz Miguel), 15 años (con el impás de los dos torneos en los que Orenga estuvo al frente de la selección en 2013 y 2014), ocho medallas y 155 victorias. Un extraordinario periplo en el que Sergio Scariolo firmó episodios inolvidables con España. Ante Angola en La Fonteta, el italiano estaba de aniversario. Otro triunfo pero un desafío total este fin de semana con el objetivo de no descabalgar a la selección del que fue su lugar natural todo este tiempo, estar en los Juegos con las 12 mejores en unas semanas.
Serían los cuartos para el de Brescia, nada menos. Otra muesca más en su leyenda. De momento, el Preolímpico cumple las expectativas. Sin demasiadas alharacas, pero tampoco sin más sudores de los esperados. El paseo ante Líbano dio paso a un duelo mucho más áspero ante Angola. Pero España supo contrarrestar "la 'fisicalidad'" africana. Perdió el rebote, pero consiguió manejar sus cualidades, su "superioridad técnica individual y de calidad ofensiva" para ganar incluso sin Juancho Hernangómez.
Es precisamente el madrileño del Panathinaikos uno de los desvelos del seleccionador. Aunque las pruebas no han mostrado lesión, las molestias en su aductor le hacen ser más que duda para el fin de semana. "Casi no puede ni caminar con normalidad. Va día a día", puntualizó Scariolo. El sábado aguarda el ganador del Polonia-Finlandia que se disputa este jueves (20.30 h.). De superar ese primer obstáculo, será casi con toda probabilidad Bahamas el rival por el billete olímpico el domingo. Y, por lo visto hasta ahora, los caribeños exigirán una proeza. Buddy Hield y compañía asustan.
Pero antes de eso, España tiene dos días en Valencia para ponerse más a punto. A Scariolo se le intuye satisfecho y calmado. Alabó la labor de sus jugadores ante Angola, pese a perder el rebote, no acertar con demasiados triples y cometer algunos errores que no le permitieron romper en ningún momento la noche contra los de Pep Clarós. No hubo rumor de 'angolazo', pero tampoco florituras.
En la parte positiva, la conexión ofensiva recobrada entre Willy y Lorenzo Brown. Y, sobre todo, el salto de Aldama, todopoderoso aunque él todavía no se considera macho alfa en este grupo. "No necesariamente me siento un líder, me sale natural, con la experiencia. El año de reflexión (tras el pasado Mundial) me ha ayudado para entender a cómo ayudar al equipo. Buscar las maneras de ser más efectivos. Se trata de ganar todos los partidos. Lo que sí noto es una conexión mayor en el grupo con respecto al año pasado", explicó a pregunta de EL MUNDO el pívot de los Grizzlies.
El "mejor seleccionador que podíamos tener" en palabras de la presidenta Elisa Aguilar el día del acto de su renovación hasta 2028 (tendrá 67 años), se congratuló de la efeméride en sala de prensa, de sus 200 partidos y sólo 45 derrotas. "Es un motivo de orgullo. Muchos partidos, muchas victorias, alguna derrota... He aprendido muchísimo, hemos ganado muchos títulos y medallas pero he podido establecer relaciones personales y humanas con gente fantástica y esto es de lo que estoy más contento. Es importante celebrarlo con una victoria difícil, aunque no haremos una fiesta", reflexionó.
«¡Aún soy grande! Son las películas las que se han hecho pequeñas». Podría pronunciar LeBron James lo que Norma Desmond o aceptar el crepúsculo. También Steph Curry o Kevin Durant, los que fueron dioses del mejor baloncesto del mundo, los que dominaron los últimos 20 años de la NBA y ahora, por primera vez en 19 temporadas, ni siquiera se asoman por el segundo escalón de los playoffs.
Estos días toca ir asimilando los nombres de los que avisaban con reinar en el futuro y ya lo hacen con el presente. Empezando por el descomunal Anthony Edwards y siguiendo por Jalen Brunson. Donovan Mitchell, Jayson Tatum, Shai Gilgeous-Alexander o Tyrese Haliburton. Ninguno más de 27 años, todos protagonistas absolutos de la actual lucha por el anillo. Es la nueva hornada de estrellas, que habría que separar, por formación y origen, de los europeos Nikola Jokic, Giannis Antetokounmpo (con él lesionado, sus Bucks fracasaron ante los Pacers, por segunda temporada seguida fuera en primera ronda) y, por supuesto, Luka Doncic.
De 2012 a 2022, entre LeBron (39 años) y Curry (36), ganaron ocho anillos y acumularon galardones, récords y halagos. Fueron las 'divas' de la NBA, que aún mantienen estadísticamente su pujanza, como incluso Kevin Durant (los tres estarán este verano con el USA Team en París). Más que perder prestaciones -tampoco hay rastro ya de Joel Embiid, James Harden...-, han visto como tira la puerta abajo la nueva generación, chicos muchos de ellos pregonados, pero otros no tanto.
Jalen Brunson, durante la serie contra los Pacers.ELSAGetty Images via AFP
Nadie estos días como Anthony Edwards, que fue número 1 del draft de 2020, pero que en su progresivo despegue ha sido esta temporada cuando ha terminado de estallar. Y más aún en los playoffs, donde sus Wolves, que ya eliminaron a los Suns de Durant en primera ronda, tienen contra las cuerdas al mismísimo campeón. Los movimientos atildados y los mates espectaculares de Ant Man, que el gran público pudo ver como Némesis de Juancho Hernangómez en la película Garra, recuerdan por momentos a los del mismísimo Michael Jordan y, como Kobe Bryant, fue capaz de anotar más de 40 puntos en dos partidos consecutivos de playoffs con menos de 23 años. Abandonado por su padre, luce apellido materno aunque ella murió de cáncer cuando tenía 13 años. Por entonces escribió en la pared de su habitación: «Futuro jugador de la NBA». Sus prestaciones y promedios se han disparado en postemporada, donde lidera a un equipo lanzado e invicto en terrenos que no pisaba desde hacía 20 años: 32,3 puntos y porcentajes por encima del 40% en triples y del 60% en tiros de dos.
Los Knicks
Si todos avanza como parece y ni Jokic ni Doncic logran revertir el rumbo de las semifinales, en la lucha por el trono del Oeste se producirá toda una revolución, pues los Thunder parecen más frescos y decididos que los Mavs. El equipo más joven de siempre capaz de ganar esa conferencia está liderado por el canadiense Gilgeous-Alexander, un tipo de 25 años (el más veterano del quinteto) que en su día los Clippers incluyeron como moneda de cambio por el traspaso de Paul George.
Aunque para infravalorado, el otro gran nombre propio del panorama. Si alguien ha tenido que labrarse su propia historia ese ha sido Jalen Brunson, un fenómeno en la Gran Manzana. El zurdo sólo bajó de 40 puntos la última noche tras cuatro consecutivas (algo que no ocurría desde Jordan en el 93), aunque sus Knicks, que barrieron a los Sixers en primera ronda, se impusieron a los Pacers de Haliburton, reviviendo una histórica rivalidad: Reggie Miller, Johs Starks, Spike Lee... En el Madison no disputan una final del Este desde hace 23 años. Crisis encadenadas que ahora hace olvidar un base que no llega a 1,90, hijo de Rick (nueve temporadas NBA), que no apareció hasta el puesto 33 del draft de 2018 (pese a haber conquistado dos títulos de NCAA con Villanova) y que, tras tres temporadas algo olvidado en los Mavericks, fue traspasado en la cuarta, ya en pleno despegue. En seis años ha pasado de no promediar más de 10 puntos a 28,7 este curso, que son 35,6 (además de 8,1 asistencias) en los presentes playoffs en los que nadie parece capaz de detenerle (lanza casi 30 tiros por noche). «La fortaleza mental es muy importante, la capacidad de superar las cosas. Dar lo mejor de ti cuando sea necesario, incluso cuando no te sientas lo mejor posible. Eso es lo que él es. Un gran líder», le elogió Tom Thibodeau tras el segundo partido, heroico después de superar unas molestias físicas.
Si los Knicks avanzan, allá estarán los Celtics, los que mantienen el orden, cumpliendo con su rol de favoritos y con su consistencia habitual. Pese a la baja por lesión de Porzingis. De las estrellas emergentes, sólo Tatum hizo valer todas las predicciones. Los Cavaliers van pagando su modo arrollador pese a la compulsiva acción de Donovan Mitchell.