El escalador que cayó 120 metros en Montserrat y no se hizo un rasguño: “Estoy vivo y no me he hecho nada”

El escalador que cayó 120 metros en Montserrat y no se hizo un rasguño: "Estoy vivo y no me he hecho nada"

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El libro ‘Metres avall’ editado por Desnivel recopila 20 accidentes de escalada que, pese a su gravedad, no acabaron en tragedia.

Vicenç Barberà antes de su caída en 1972.ARCHIVO JORDI PINA

El 5 de noviembre de 1972, Vicenç Barberà, un escalador experimentado, bajaba haciendo rápel por una pared clásica de la montaña de Montserrat, la paret dels Diables, cuando una cuerda se soltó del seguro. Dos compañeros que estaban más abajo, Ángel Vedo y Rafa Jariod, vieron pasar por su derecha una bola roja y negra y pensaron que era una mochila, pero no, no era una mochila. Barberà cayó, cayó y cayó, hasta 120 metros cayó, durante cinco segundos vio su vida pasar, llegó a alcanzar los 170 kms/hora y al final… Como haciendo puenting, rebotó. No se hizo ni un rasguño.

Vedo y Jariod, mucho más arriba, gritaron durante un buen rato sin respuesta hasta que al final Barberà contestó: «Estoy vivo y no me he hecho nada». Un milagro. «Estaban abriendo la vía y fue un desplome total. He estado buscando en crónicas de todo el mundo y no he encontrado una caída más grande sin consecuencias. Si hubiera pasado en Estados Unidos hubiera sido recibido por el presidente y ahora habría un documental en Netflix», proclama Jordi Pina, el autor del libro Metres avall [Editorial Desnivel, 2023], un libro insólito.

Normalmente en el montañismo, el himalayismo, la escalada o incluso en el trail running se relatan las aventuras exitosas o las peores tragedias, pero hay un limbo que nadie recoge: los accidentes que evitan la muerte. Con Montserrat, su montaña, como referente, Pina recoge hasta 20 grandes caídas que no acabaron en funeral pese a lo increíble que parece en varios casos. «Hace dos años yo mismo me accidenté en Montserrat, caí 30 metros, pasé varios meses recuperándome y durante ese proceso mucha gente me relató caídas. Soy ingeniero, no soy escritor, pero colaboro con la revista especializada Vertix y pensé en escribir un artículo. Empecé a investigar, a hacer entrevistas y salió el libro», detalla Pina, de Manresa y empleado de la Seat de Martorell, es decir, con Montserrat como nexo de su vida.

El autor del libro, Jordi Pina, antes de su accidente.

Allí ocurrieron todos los incidentes que cuenta, aunque asegura que se podrían hacer recopilatorios similares de todos los puntos emblemáticos de la escalada en España. «El accidente más antiguo que narro ocurrió en 1961 y el más reciente, en 2015. Por eso también intento explicar en cada caso el contexto histórico, el momento de la escalada en el que ocurrió, el material que utilizaban… Por ejemplo en los años 80 había una zona de Montserrat muy influenciada por lo que llegaba desde Estados Unidos. Eran los inicios de la escalada deportiva, un salto de nivel considerable, pero también eran tiempos de mallas de colores, psicodelia y droga sintética», anota Pina.

La marihuana, la culpa

En su libro cuenta percances que no se podían haber evitado, culpa de la meteorología o de un fallo de los arneses, pero también otros debido a la irresponsabilidad. En 2002, Eli Alari cayó 55 metros rapelando en el Cavall Bernat, la pared más conocida de la montaña barcelonesa, y los bomberos descubrieron que lo había montado todo al revés. Los efectos de la marihuana. Para su fortuna en su caída se llevó cuatro coníferas y se frenó entre la quinta y la roca.

«Relato su caso porque me ha dado permiso, pero hay seis o siete capítulos que no he publicado porque sus protagonistas no han querido que lo hiciera. No quería ser morboso, quería ser respetuoso. De ahí también que no explique ningún accidente mortal», puntualiza el escritor amateur, que asegura que todos los escaladores nombrados en el libro siguieron escalando después de sus impresionantes caídas, y que ya piensa en su siguiente proyecto.

«Quiero hacer un libro de entrevistas a los escaladores en solo integral que hay en Cataluña, que hay muchos. Conocemos a los estadounidenses, incluso han hecho películas, pero no conocemos a los de aquí», finaliza Pina, quien hace dos años descubrió en sus propias carnes que hay muchas maneras de caerse.

kpd