A Fernando Alonso (Aston Martin) las cosas le han ido relativamente bien este sábado en Hungría. Ha aprovechado las mejoras de su coche para volver a colarse con cierta comodidad en la Q3, donde ha fianlizado séptimo, un puesto por delante de su compañero, Lance Stroll. Sin embargo, el asturiano estaba enfadado a cuenta de un incidente ocurrido al final de esa calificación y que podría haberle dejado todavía en mejor posición.
¿Qué ocurrió? Que los comisarios decretaron una bandera roja tras el accidente del japonés Yuki Tsunoda (Visa Cash App RB) justo cuando Alonso “estaba en la última curva” y llevaba un ritmo de mejorar al menos una décima su mejor tiempo. Y claro, eso no ha gustado al piloto español, que no se ha mordido la lengua.
“Ha sido un fin de semana de mala suerte. No hice ninguna vuelta con las blandas y la FIA a veces lo hace bien y otras comete errores groseros, y hoy ha sido uno de esos errores groseros porque ha puesto bandera roja en la última curva, lo cual es sorprendente porque teniendo un accidente en la curva ocho, normalmente siempre esperan a que los coches completen la vuelta, que es la norma hablada”, explicó en declaraciones a DAZN al término de la sesión de clasificación.
Aseguró que cuando entró al ‘pit lane’ le hicieron entrar en el parque cerrado “para luego reabrirlo”, algo que “normalmente no pasa” en carreras como la Formula Uno.
No obstante, dijo sentirse contento y positivo porque Hungaroring era un circuito “en el que sobre el papel” no tenían muchas esperanzas, pero “las mejoras han traído algo más de prestaciones” y pudieron entrar en la tercera ronda con los dos coches, a pesar de haber tenido que “reajustar muchas cosas” respecto a la jornada del viernes.
“Mañana hará más calor, así que habrá que beber bastante, pero ojalá tengamos buena carrera, porque somos séptimo y octavo y hay que amarrar esas posiciones como sea”. Lando Norris ha logrado la pole para la carrera de este domingo, con Piastri, su compañero en McLaren, segundo y Verstappen tercero. Carlos Sainz justo detrás, cuarto.
Fue en Collserola, la montaña de Barcelona, donde Shahid Ashraf encontró su lugar. Un par de años atrás, siendo todavía menor de edad, había llegado de Pakistán a España sin la compañía de sus padres y había pasado por varios centros de acogida para menores tutelados. La integración, siempre en el centro del debate, no es tan sencilla: el idioma, la cultura, cómo hacer amigos, cómo encontrar trabajo. Pero alrededor de las atracciones del Tibidabo todo se veía de otra manera.
«Mi referente en el centro de acogida me llevó una vez a los Pirineos a hacer una caminata y después conocí a un grupo de runners y comencé a correr por la montaña. Me ayudó muchísimo a hacer amigos y me sentía muy bien. Era muy distinto a estar en un centro de acogida o en un bar; no sé por qué, pero era mucho más fácil abrirme, hablar, entablar relaciones. Quizá era la naturaleza o el hecho de no estar todo el rato mirando el móvil», cuenta Ashraf en Bagà, en el Prepirineo, donde anteayer participó en la Salomon Ultra Pirineu, la carrera de 100 kilómetros más importante de la región. Como corredor popular su tiempo apenas tiene importancia, pero su compañía merece atención: animándole en la subida al Niu de l'Àliga o en el Pas dels Gosolans estaban varios de los pupilos que han seguido sus pasos.
Ashraf no se conformó con hacer amigos en sus inicios en España gracias al trail running: quiso que otros vivieran su misma experiencia y, hace cinco años, puso en marcha un proyecto que hoy ya tiene su peso. Se llama Enforma Inspira, cuenta con el patrocinio de Salomon y lo integran más de 40 menores tutelados de Barcelona y alrededores. «Empezamos justo después de la pandemia y sólo se apuntaron tres chicos. Ahora hemos llegado a ser casi 100 en una iniciativa que también llevamos a cabo para limpiar Barcelona. La montaña me ayudó a conocer a gente; ahora tengo más amigos españoles que pakistaníes y quiero que otros corran la misma suerte. Con nosotros siempre vienen corredores de aquí y veo cómo se crean relaciones muy bonitas», explica Ashraf, que añade: «Si montara un equipo de fútbol vendrían más chicos, pero no conoces a nadie jugando un partido contra él. Al principio salir a correr les parece aburrido, pero luego ven que se genera un espacio para hablar, para conocerse».
¿Qué trato recibe un menor tutelado en España?
Mi experiencia es muy positiva, siempre me he sentido acogido. En general la gente intenta ayudarte, aunque también te encuentras personas a las que no les gustas. Dicen que los menores tutelados se meten en líos, pero hay que tener en cuenta que son chicos de 15 o 16 años. A esa edad los españoles también se meten en líos. Me parece mal que se utilice eso en la política.
Un grupo en Bilbao, otro en Madrid
Ashraf, que estudió un Grado Superior de Actividades Físicas en la Escola Pia de Sarrià, trabaja en una tienda Decathlon y combina sus entrenamientos con las iniciativas del proyecto Enforma Inspira. Están los entrenamientos habituales del grupo y hay propuestas diferentes, como cuando hace unos meses visitó el centro penitenciario para menores de La Roca del Vallès, al lado de la cárcel de Quatre Camins, para ofrecer el deporte como alternativa a los internos.
«Fue una experiencia bonita. Como digo, a veces los jóvenes se equivocan y, en lugar de estigmatizarlos, lo mejor es mostrarles otro camino», asegura, mientras ya planea hacer crecer su idea. El año pasado formó un grupo de menores tutelados en Bilbao, que ya ha superado la docena de miembros, y ahora intenta lo mismo en Madrid.
«Lo mejor que me ha pasado es ver cómo algunos de los jóvenes forman sus propias amistades, crean sus propios grupos y luego nos encontramos todos en las carreras. Eso me encanta», finaliza Ashraf, que ya ha completado tres veces la Salomon Ultra Pirineu y cuenta en su historial con participaciones en carreras como la Zegama, la Transgrancanaria o incluso la Tromsø Skyrace, que organizaba Kilian Jornet en la región ártica de Noruega. A través de otro proyecto de integración conoció a Núria Burgada, la madre del mejor corredor de montaña de todos los tiempos, y gracias a ella pudo disfrutar del viaje. Las oportunidades que ofrece el trail running, las amistades que crea la montaña.
"No tenemos nada que perder", aseguraba Gonzalo Vinuesa, medio de apertura de la selección española de rugby, ante la final del Campeonato de Europa, el segundo nivel del rugby continental tras el Seis Naciones. El rival, Georgia, partía como favorito. Campeón invicto en los siete años anteriores, vencedor ocasional de selecciones como Gales o Italia, habitual en los mundiales. Ante un equipo tan bien armado, el quince de Pablo Bouza no sólo ha aguantado en Tiflis, sino que ha dominado el partido en el primer tiempo. Con cabeza y bien plantado, ha sorprendido por su iniciativa, ha tenido más balón (58% de posesión al descanso) y ha llevado el juego a campo local aprovechado con el pie de Gonzalo López Bontempo las indisciplinas locales.
Jugar contra Georgia supone una prueba de resistencia hasta el agotamiento. Aun así, los Leones, muy exigidos -como era previsible- en las fases estáticas, también han respondido en la primera mitad en el combate en juego abierto. Han perdido, sin embargo, varios balones cuando se acercaban a la zona de marca. Con menos oval, el conjunto georgiano se ha mostrado mucho más peligroso al oler la zona caliente: dos ensayos de touche-maul y otro a la carrera, rompiendo placajes, del ala Tabusadze para firmar una remontada muy ajustada (17-16) al descanso.
El reto añadido del los choques contra los Lelos reside en que, probada la resistencia rival, meten una marcha más. Lo han demostrado al regreso del vestuario. Su melé ha empezado a arrastrar a la española, a ganar golpes de castigo, a llevarlos al saque de lateral, a montar las plataformas, a sumar ensayos. Tres en once minutos (34-16) para asegurarse la final.
La selección española ha reaccionado con casta, ha retomado la iniciativa, ha vuelto a campo rival pero, al contrario de lo habitual, ha fallado en los saques de lateral y no ha podido recortar diferencias (46-28). Este domingo, con todo, tiene el premio de una plata bien ganada, merecida, que supone un avance respecto al bronce de 2024.
Gonzalo Vinuesa distribuye el juego en la final contra GeorgiaGeorgia Rugby
El primer objetivo, el Mundial
Los leones arrancaron este campeonato venciendo en Madrid (53-24) a Países Bajos en el partido decisivo para conseguir la plaza en Australia 2027. Ese domingo exhibieron su productividad en ataque. Con un 44% de posesión de balón -según datos de Rugby Europe- metieron siete ensayos por tres de los visitantes. Esperaban un partido más igualado frente a un equipo basado en la delantera. No rehuyeron el contacto, pero lo afrontaron donde más les interesaba. El mejor ejemplo fue el maul después de touche; de esa formación arrancaron cuatro marcas. "La touche en el rugby actual es fundamental, es un punto de conquista clave para lanzar nuestro juego desde diferentes partes del campo, sin la touche no sería posible", destaca Ignacio Piñeiro, 22 años, delantero en el equipo filial del Oyonnax francés y saltador habitual con su 1'98 de estatura.
En el juego abierto, sin embargo, fueron menos al choque que el rival. Buscaron mover el oval, desbordar a unos rivales más voluminosos. "Teníamos indicaciones de tratar de jugar lo máximo posible y así lo intentamos, el ataque fue bastante fluido, yo creo que salió bien", explica Gonzalo Vinuesa. Desde su posición de medio de apertura, el jugador de Complutense Cisneros suele dirigir a la tres cuartos en la selección.
La velocidad, en el siguiente partido en Suiza, la prendió el zaguero Feta Casteglioni. Argentino de madre española, afincado en nuestro país desde 2013 y con una década en la selección. No ha sido un fijo en las convocatorias, él mismo lo señala, pero ha estado disponible hasta en los peores momentos. Sus carreras sorteando rivales despertaron aquel día al equipo. A España le bastaba la victoria ante un conjunto a priori muy inferior. Pero el quince de Bouza se mostró incómodo, errático, en ocasiones incluso inseguro.
España gana una touce en el partido contra Países BajosVíctor LerenaEfe
Casteglioni lo atribuye a la resaca mental del triunfo anterior. "Éramos superiores, te vas relajando o no estás del todo enfocado, esas pequeñas cosas te llevan al nerviosismo, fue una mezcla de todo". En la segunda mitad en Suiza, la selección atravesó por un momento delicado, con 13-28 en el marcador y obligada a defender sobre su línea de marca. Resistió, retomó la iniciativa y acabó ganando con claridad (13-43) pero sin brillantez. Aun deslucida, esa segunda victoria consecutiva devolverá, 28 años después, a los Leones a un mundial. "Fue como resumir todo y decir que por lo menos valió la pena estar luchándola tanto", expresa, en términos personales, el zaguero del Recoletas Burgos Caja Rural.
El último partido de la fase previa, contra Georgia en Madrid, sólo decidía los cruces de semifinales pero se presentaba como una buena oportunidad para la celebración con los aficionados. No hubo motivo, España tampoco jugó bien. Plantó cara a un rival superior hasta el minuto 25 (13-15) y, a partir de ahí, se difuminó. 14-37 al descanso y 32-62 al final. Mal en la disciplina, mala defensa -diez ensayos encajados-, malas sensaciones.
Pese a lo anterior los Leones no sólo anotaron esos 32 puntos, sino que se enfrentaron en el cuerpo a cuerpo a una delantera que podría estar al nivel de algún equipo del Seis Naciones. De los cuatro ensayos españoles, tres partieron del saque de lateral y en dos de ellos se alcanzó la línea percutiendo centímetro a centímetro. Aspectos en los que, afirma Ignacio Piñeiro, el paquete español está progresando. "Destacaría la agresividad en los puntos de encuentro, tanto en la melé, como en el maul y el pick and go; son las fases donde poco a poco nos estamos encontrado más cómodos".
El mejor partido, la semifinal en Portugal
Este domingo, en un choque de mayor intensidad, el marcador y sobre todo las sensaciones han sido distintas. Aun así, la diferencia de nivel entre ambas escuadras no la marca sólo el desafío físico. Para Casteglioni radica en que, a diferencia de los españoles, casi todos los georgianos forman parte del entorno muy profesionalizado de las dos primeras categorías francesas. "Juegan partidos durísimos todos los fines de semana y eso se nota mucho . Salvo algunos como Niniashvili, que es un crack, los demás en destrezas o en ciertas cosas no son muy superiores a nosotros, pero la intensidad marca una diferencia".
"Hicimos una autocrítica muy dura tras el primer partido contra Georgia", ha reconocido el seleccionador Pablo Bouza. La "agresividad" que citaba Piñeiro salió a relucir en la semifinal. A domicilio y contra Portugal, un equipo que ha destacado desde el mundial disputado en 2023. La selección española no le dio tregua. Tuvo más iniciativa y posesión (58%), se impuso en las fases estáticas, ganó la línea de ventaja 105 veces -el doble que el rival-, hizo retroceder a la defensa y exhibió una continuidad en el juego (127 rucks por 80 de los locales) plasmada en dos ensayos en los que, entre cargas, limpieza en el suelo y pases, intervino la mayoría de los Leones. España encontró, además, otro asidero en el pie de Gonzalo López Bontempo: 27 puntos, sin apenas fallos, en los tiros a palos, algunos desde el centro del campo.
Rugby EspañaJavier IzquierdoReal Federación Española de Rugby
"Hubo mucha cabeza, el análisis previo de los entrenadores creo que fue muy bueno", recuerda Casteglioni. Apunta que, aun con algunos fallos españoles en el placaje, la peligrosísima tres cuartos portuguesa no desequilibró. "Creo que pudimos controlar en gran parte del partido a los backs de ellos, que son muy habilidosos". El zaguero califica de "impresionante" la actuación de los delanteros españoles. Lo corrobora Vinuesa. "Pasamos por arriba a los a los delanteros portugueses y eso te da mucha facilidad. Cuanto más dominen los delanteros, más cómodo estoy yo para jugar y sobre todo más espacios hay por todos lados".
"Creo que tenemos equipo para ganar el oro", había asegurado otro de los jugadores españoles, Mario Pichardie, hace unas semanas en EL MUNDO, en una afirmación que retrata sobre todo la ambición del grupo. La clasificación para el Mundial y el desafío, este domingo, a Georgia en muchos minutos de la final resitúan a España en el escaparate.
El próximo paso será progresar contra los conjuntos de un nivel parejo. "A Portugal, seguir ganándole; a Georgia, acercarnos lo más posible; a los de parecido nivel, Uruguay, Rumanía, ir ganándoles estos dos o tres años; y Estados Unidos nos ha ganado las últimas dos veces, pero creo que estamos ahí". Casteglioni completa esa ruta con las vibraciones positivas del equipo. "Bouza hace mucho foco en que los vínculos entre nosotros sean muy buenos, eso te hace sentir parte de algo y esa pertenencia te hace dar más siempre".