El 29 de octubre, el barro colapsó la vida de Valencia arrastrándolo todo a su paso. La provincia aún supura dolor y lágrimas, pero el fútbol regresa a Mestalla como sentido homenaje y vía de escape emocional, como alivio para un pueblo que lucha por alzarse, justo como lo hace su equipo también desde el fondo de la clasificación. Ante el Betis, el reto es mayúsculo: convertir en energía y goles toda la carga emocional acumulada en estos días hor
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"Deporte sí, genocidio, no" rezaba una de las pancartas. Pero, no, el baloncesto no salió indemne en el Roig Arena. El partido entre el Valencia Basket y el Hapoel Tel Aviv se jugó en un recinto casi fantasmal, blindado por un dispositivo de seguridad de 500 agentes que protegieron al equipo israelí hasta detrás del banquillo. 11.000 abonados del conjunto taronja se quedaron sin poder alentar a su equipo, aunque alguno lo dio por bien empleado y acudió a las concentraciones con la camiseta y la bufanda entrelazada con la bandera palestina.
La protesta tomó las calles aledañas para clamar por la libertad de Palestina y el apoyo al pueblo de Gaza, durante mucho tiempo de manera muy pacífica, pero sin poder evitar que las protestas más enérgicas de un pequeño grupo que invadieron la calzada con la intención de cortar el Bulevar Antonio Ferrandis acabaran provocando una carga policial, dejando cinco detenidos y una mujer herida trasladada en ambulancia. No fue una batalla campal, pero los ánimos por momentos estuvieron encendidos. Y es que la protesta contra "un partido que blanquea un genocidio" congregó a mucha más gente que la manifestación convocada en el centro de Valencia. Antes de que arrancara el partido a las 20.30, la Policía lanzó varias salvas al aire y la concentración se dispersó.
Los colectivos propalestinos habían pasado dos horas apostados en las cuatro esquinas de la nueva casa del Valencia Basket desde primera hora de la tarde con balones pintados de rojo simulando la sangre, con banderas palestinas al viento y de "Israel asesina, basket patrocina", que mutó después la coletilla final para convertirla en "Roig patrocina" o "Europa patrocina". Las consignas llamando a la resistencia al pueblo de Gaza y los ataques verbales a Netanyahu fueron una constante. Pero el Hapoel ni los vio ni los escuchó.
Pocos minutos antes de las seis de la tarde, el equipo accedió directamente en autobús a las entrañas del Roig Arena sin que casi nadie lo percibiera. Un acceso pensado para estrellas del rock acabó convirtiéndose en su refugio. Fue el mismo trayecto que hicieron a las 12 de la mañana para entrenar en una cancha que nunca han visitado porque está de estreno.
Arena desierto con barreras antiavalancha
Para entonces, el perímetro del arena estaba blindado. La tienda del equipo y los restaurantes de los anillos exteriores tuvieron que cerrar y hasta el entrenador del Valencia Basket Femenino, Rubén Burgos, tuvo que suspender la rueda de prensa previa a su partido de Euroliga de este jueves. Nadie podía entrar en el Roig Arena y hasta las alcantarillas fueron revisadas minuciosamente por los cuerpos y fuerzas de seguridad. Tampoco los gritos se filtraban porque si de algo presume la casa del Valencia Basket es de una insonorización casi absoluta.
Concentración propalestina junto al arena del Valencia Basket.A. ESCOBAREFE
Sin público -lo que provocó las protestas de las peñas-, el dispositivo se centraba en controlar que nadie pudiera irrumpir en el recinto, donde en cada puerta de acceso se colocaron barreras antiavalancha y la seguridad privada se reforzó. Una de las razones que llevó al club a cerrar las gradas fue la amenaza de sanciones de la Euroliga si el partido tenía que suspenderse en algún momento por razones de seguridad.
En la cancha, nada ocurrió más allá de los gritos de un speaker que nadie podía alentar. Hapoel, a diferencia de lo que ocurrió con Maccabi hace dos años, cuando lució camisetas pidiendo la liberación de los rehenes de Hamas, y una gran bandera de Israel en el banquillo. Eso no se repitió. Se vistió de normalidad un partido anormal.
"Estoy para aportar mi granito de arena". Athenea del Castillo vino a Suiza con una idea muy clara: estaba en una lista de privilegiadas, iba a competir y a aprovechar su momento, aunque Montse Tomé no le tenga reservado un papel de titularísima. Lo asume, lo digiere con naturalidad y lo aprovecha. Es una más de un bloque de 23 que la seleccionadora pretende que sea muy dinámico, y eso le da momentos para aprovechar su chispa. Ante Italia le tocó ser titular y estrenarse como goleadora en una fase final. No pudo marcar en el Mundial, tampoco en la final de la Nations League pero le llegó la ocasión ante Italia en su segunda Eurocopa y no la desaprovechó.
"He entrado en diagonal y he visto a Alexia. Se la he dado porque me esperaba que algo iba a hacer, porque Ale tiene magia", contaba mientras miraba en el móvil la jugada. "Ah, pues es más bonito ahora. No pensaba que la había ajustado tanto", explicaba entre risas con una naturalidad que nunca disfraza.
Hizo más de lo que le pidió Tomé: "Nos da amplitud, uno contra uno, es capaz de desbordar y tiene pegada metiéndose en el área, como ha hecho en el gol". Por si no fueran suficientes argumentos, de ella nació también el gol de Patri Guijarro.
Ese papel que destaca la seleccionadora lo lleva trabajando meses con una psicóloga que estaba con sus familiares en la grada en Berna a los que dedicó el gol. Las pautas que le marca las sigue a rajatabla... y las complementa. Athenea en sus ratos libres hace los "deberes" que le pone muy concentrada -"me gusta subrayar para enterarme muy bien de lo que leo", explica- y se ha traído a Lausana un libro de liderazgo al que dedica los ratos después de la comida. "Me habéis pillado porque no recuerdo el título", admitía en rueda de prensa entre risas. "Llevo 50 páginas. Es sobre el liderazgo y trabajo en equipo, que es algo superimportante de cara al año ilusionante que tenemos en el Real Madrid. Es importante encontrar el liderazgo que quiero tener en el club", explicaba.
Madridista confesa, ha estado pendiente del desempeño de su equipo en el Mundial de Clubes y de Xabi Alonso. "Tenía muchas ganas de ver cómo iba a jugar el equipo porque, como todos los madridistas, estoy muy ilusionada con su llegada. Tengo muchas ganas de conocerle", admitía la jugadora en entrevista a Efe hace unos días. Iba a "picar" a Olga Carmona, que acaba de cambiar el Real Madrid por el PSG, pero el tiro le salió por la culata.
Su gran apoyo en esta concentración está siendo María Méndez, la central con la que comparte club. "Somos Pili y Mili. En el bus las dos supimos que íbamos a ser titulares y ella me dijo que lo estaba haciendo muy bien y seguro que marcaba". No se equivocó.
Lo que peor lleva Athenea es que falta casi una semana para los cuartos de final ante Suiza, el próximo viernes de nuevo en Berna. "Como futbolista, te diría que quiero jugar mañana mismo, pero bueno, ahora tendremos momentos para desconectar y luego volver a prepararnos", comentó.
Montse Tomé fue más explícita: "Me han pedido libre, sí, pero ya lo teníamos previsto, por equilibrio mental", aseguró. Algo que ella no tendrá: "Hemos visto a Suiza, pero todavía no lo hemos analizado. Desde que está Pía como entrenadora, tienen una línea de cinco, como todas las estructuras que nos hemos encontrado en esta primera fase. Me espero un equipo arropado por su gente, que en los últimos minutos pasa a cuartos y tiene grandes jugadoras con buen rendimiento. Vamos a ver cómo podemos desajustarlas".
«Tienes que perder para luego ganar/ Y aun sin ver, creer». Son estos versos y la voz de la fadista Mariza lo que ha inspirado a Roberto Martínez (Balaguer, 1973) para meterse a todo Portugal en el bolsillo. En apenas un año y medio, el primer entrenador de habla no portuguesa que dirige a la selección lusa se ha ganado al país y a los jugadores. De Cristiano Ronaldo al jovencísimo Joao Neves, a quienes ha traído a Alemania como única selección invicta en la clasificación, con diez victorias, 39 goles a favor y sólo dos en contra. «Hay que soñar muy alto. Vamos a crear recuerdos», se impone como reto el español.
La mirada está en volver a ganar un título que los lusos ya levantaron en 2016 antes del adiós de una «generación superlativa». El técnico español se perdía por los pasillos de la Casa dos Atletas de Federación Portuguesa los primeros meses, pero su plan estaba claro: se lanzó a conocer la estructura futbolística de un país de sólo 10 millones de habitantes, pero productor de tanto talento que tiene a 71 futbolistas en equipos Champions.
En su primera lista apuntó 200 jugadores, que después recortó a 90 y luego a 52 que monitorizó para hacer más fácil la criba de 20 y tres porteros que necesitaba para esta Eurocopa. El idioma del fútbol lo dominaba después de una larga experiencia en la Premier y con Bélgica. Pero sentía que necesitaba más. «Me gusta empaparme de la cultura y la forma de vida del país», confiesa siempre. Por eso se trasladó con su familia a Lisboa y comenzó clases de portugués, una lengua que se esforzó en dominar. La primera sonrisa de complacencia se la sacó a su afición entonando La Portuguesa, el himno nacional, en su primer partido en el banquillo.
Después ha sido capaz hasta de participar en la gala de los Premios de la Música Portuguesa, precisamente junto a Mariza, y de ser actor principal en el vídeo promocional de selección para la Euro. Roberto Martínez es una estrella que, además, ha conseguido la mejor versión de un equipo resquebrajado tras el Mundial.
«Trabajo, respecto y honestidad» es lo que pide y lo que se ha ganado de unos futbolistas a los que empezó por curar. «Cuando un entrenador no controla las emociones, no puede controlar el juego ni dar soluciones tácticas», advierte el catalán.
Su Portugal tiene un repertorio que explota las capacidades no sólo de Cristiano Ronaldo, reconvertido a sus 39 años en delantero y domesticado en trato, sino de toda la pléyade de estrellas que concentra y a las que convenció con charlas uno a uno por todo el mundo. «Portugal tiene la misma exigencia que un club grande y le va bien tener jugadores tan exigidos, por ejemplo, en la Premier», admite el seleccionador pensando especialmente en dos de sus líderes, Bruno Fernández y Bernardo Silva. Pero quiere más.
Cristiano Ronaldo y Pepe, durante un entrenamiento.M. A. LOPESEFE
A ellos encomienda el juego, en el que tendrá papel Joao Neves a sus 19 años e incluso Joao Félix, de quien espera su mejor versión. «Ellos nos van a abrir espacios y las estructuras defensivas que casi todos los rivales proponen en el fútbol moderno», reflexiona.
Cristiano, sin privilegios
A Cristiano y a Pepe, los dos 'cuarentones, les da el mando en el vestuario. «Tienen una experiencia y una forma de trabajar contagiosa». A Ronaldo incluso lo ha amansado e integrado en grupo, restándole poder para vivir al margen y rodeado de su corte, pero dándole los galones que le motivan. Incluso le ha inventado un papel distinto en el once titular que ya tramó con él en Riad su primera visita hace meses. «Llegamos al último tercio del campo con facilidad y tener tres puntas de lanza es nuestra idea. Cristiano es un jugador que queremos en el área por su potencia, su disparo e incluso su juego aéreo», advierte.
El arma que pretende explotar en esta Eurocopa, donde se encontrará con la República Checa, Georgia y Turquía, es una desconcertante flexibilidad táctica. Nadie sabe cómo jugará Portugal. «Queremos provocar la duda en los rivales», confiesa. «Puede hacerlo porque los jugadores han sido muy receptivos a esa conversación táctica. Han visto que les da un plus a su competitividad. Además, él es capaz de ver claras las soluciones que aparecen durante un partido», comenta el entorno del técnico.
En la clasificación ha tenido pocos partidos complicados y sabe que ahora es el momento «de crecer». El único entrenador español junto a De la Fuente no quiere pensar más allá. Aunque en su contrato marque que las semifinales son el objetivo, no parece posible que Portugal le abra la puerta a quien que se ha anudado su bandera al cuello.