El deporte y las hormonas ‘guays’

El deporte y las hormonas 'guays'

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María Salvo, durante un entrenamiento.Pedro Salado / Araba PressAraba

Habitualmente la gente desarrolla estrategias para solventar el estrés cotidiano. Una de ellas es la práctica deportiva: «Cuando corro, mis problemas se van», «montando en bici, encuentro soluciones», «cuando juego al pádel, salgo nuevo»… y podríamos continuar con multitud de ejemplos.

La ciencia avala estas afirmaciones. Hacer deporte incrementa los niveles de dopamina (responsable de engancharte al deporte), serotonina (inductora de sentimientos positivos) y endorfinas (generadora de efectos analgésicos y ansiolíticos). No es de extrañar que la gente siga practicando deporte cuando prueba las denominadas «hormonas guays».

Si bien la neuroquímica puede ayudarnos con determinados estresores, para las verdaderas desgracias la psicología sabe que hay que poner en funcionamiento la cognición y la voluntad.

María Salvo, copiloto de rallies, sufrió una verdadera desgracia en 2020. Desde entonces se enroló en varias pruebas deportivas de los denominados deportes endurance. De nuevo la ciencia nos indica que la focalización en objetivos retadores hace que la atención mental ayude a la evitación por estrés postraumático.

El deporte es uno de los últimos resquicios de esta sociedad líquida, en donde la demora de la recompensa es real. Los resultados no son rápidos. Hay que trabajar duro y pacientemente. Quizá es de las pocas actividades que nos conecta con el concepto atávico de penitencia y sus efectos catárticos. Quizá sea por eso de que, ante verdaderas desgracias, las personas se embarcan en auténticas «penitencias deportivas» en una suerte de ritual liberador que dedicar a los seres queridos que ya no están. Conseguir objetivos, ponerse al límite o luchar hasta la extenuación para experimentar la suerte de estar viva al tiempo que se exorciza la culpa que a veces nos invade cuando seguimos viviendo mientras que otros ya no pueden hacerlo.

En definitiva, el deporte nos libera y nos sostiene, utilizando mecanismos tan profundos e incomprensibles que, en ocasiones, simplemente trascienden nuestra razón.

RUBÉN MORENO

Doctor y profesor de Psicología del Deporte en la Universidad Europea de Madrid.

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