El Barcelona, ganador de las dos anteriores ediciones del torneo, quedó eliminado en semifinales de la Liga de Campeones de balonmano masculino, este sábado en Colonia, al perder ante el Magdeburgo alemán.
Los azulgranas se lamentan tras la semifinal perdida.RONALD WITTEKEFE
El choque terminó igualado al término del tiempo reglamentario (38-38) y los germanos se impusieron en los penales (2-1).
El héroe del Magdeburgo, que regresaba a la ‘Final 4’ de la Champions de balonmano después de nueve años de ausencia, fue su arquero Mike Jensen, que detuvo los penales lanzados por Hampus Wanne, Dika Mem y Ludovic Fabregas.
Magnus Saugstrup firmó el penal que clasificó al Magdeburgo para la final del domingo, contra el París Saint-Germain francés o el Kielce polaco.
El Barça no pudo salir victorioso de la tanda de penales, que fue precisamente donde consiguió ganar la final el año pasado ante el Kielce.
En cualquier caso, el Barça es líder destacado del palmarés de la competición, con 11 títulos, seis más que el segundo, el Gummersbach alemán, que tiene cinco -el último de ellos en 1983-.
El Magdeburgo aspira a conquistar su cuarta Liga de Campeones, después de las logradas en 1978, 1981 y 2002.
Una oportunidad y otra y otra y... al acabar las semifinales ante Alemania, los jugadores de España no se podían quitar de la cabeza los últimos tres minutos de partido en los que pudieron marcar y no lo hicieron. La selección volvió a caer en las semifinales de unos Juegos Olímpicos, un muro histórico -ocurrió en 1996, 2000, 2008 y 2020-, y seguramente ésta fue la vez más dolorosa. Incluso si mañana (09.00 horas) se cuelga el bronce en la final de consolación ante Eslovenia, el pivote Javi Rodríguez recordará los dos lanzamientos a bocajarro que tuvo para anotar y estrelló contra el portero germano, Andreas Wolff.
Al acabar el encuentro, Rodríguez, el más joven del grupo, de sólo 22 años, lloraba en el banquillo tapándose el rostro con la toalla blanca mientras sus compañeros se marchaban hundidos a vestuarios. El golpe fue tan importante que esta vez no hubo unión. Cada uno por su lado trataba de superar lo ocurrido, de digerir la rabia, de tranquilizarse.
Era complicado. Más de la mitad del grupo ya sufrió el mismo golpe hace sólo tres años en las semifinales de los Juegos de Tokio y ayer se veía en la final, por fin en la final olímpica, la primera de la historia de España. «Ahora mismo no sé qué decir, no puedo animar a la gente, no puedo hablar. Es bastante jodido sacar palabras de ánimo porque lo hemos tenido en nuestras manos. Hemos tenido oportunidades y no las hemos aprovechado», comentaba Jorge Maqueda justo al acabar el encuentro. «Hemos sido claros dominadores del juego, pero no de la finalización, que al final es lo que te permite ganar el partido», analizaba el seleccionador, Jordi Ribera, en una zona mixta en la que se mezclaban los sentimientos. Hubo disgustos y hubo enfados.
El recuerdo distinto de Tokio
Pese al mérito en las paradas de Wolff, el portero alemán, algunos señalaban que faltó más paciencia y más puntería en los lanzamientos. «Wolff es un gran portero, pero le hemos metido nosotros en el partido con tiros mal seleccionados. Es más culpa nuestra que mérito suyo. Era una oportunidad única que no hemos sabido aprovechar. Duele más porque sabemos que no es un equipo superior a nosotros», aseguraba Gonzalo Pérez de Vargas con cierta razón.
Al contrario de otros equipos en estos Juegos, como Egipto, rival en cuartos de final, Alemania no impuso su juego por encima de España, pero igualmente dominó el marcador. Hasta dos veces el equipo de Ribera estuvo muy por debajo (10-6 en el minuto 18 y 19-16 en el minuto 42) y hasta dos veces tuvo que remontar. Su virtud: la defensa y los contraataques. La virtud de Alemania: sus lanzadores, especialmente Renars Uscins, el hombre que eliminó a Francia.
Contra ellos había que poner el pecho, todo el cuerpo, el alma detrás y delante dejar que hicieran Ian Tarrafeta o Agustín Casado. El plan funcionaba y el único obstáculo para la victoria era Wolff. Antes incluso de sus paradas salvadoras a Javi Rodríguez, el portero alemán ya llevaba una racha asombrosa y así acabó: detuvo 22 de los 45 lanzamientos que recibió, entre ellos el único siete metros que hubo a favor de España. Aleix Gómez, con un 100% en el torneo hasta entonces, contabilizó su primer fallo.
SAMEER AL-DOUMYAFP
«Estamos fastidiados, pero habrá que hacer borrón y cuenta nueva. Las fuerzas las sacaremos de dónde sea, pero costará, costará», reconocía Maqueda que sabía que la situación era muy diferente a la vivida hace tres años. Entonces en el Gimnasio Nacional Yoyogi de Tokio hubo una conjura entre veteranos y jóvenes: para algunos, como Raúl Entrerríos, Julen Aguinagalde o Viran Morros, el bronce suponía una fabulosa despedida y para los otros, como el propio Pérez de Vargas o Alex Dujshebaev, su primera medalla olímpica. Las semifinales, ante Dinamarca, también habían sido muy distintas, con pocas opciones de victoria. Ahora los que ya estuvieron en Tokio querían más y de ahí el enojo.
«Lo más rápido que podamos habrá que levantar la cabeza y pensar que todavía podemos ganar el bronce», aseguraba Pérez de Vargas antes de meterse en el vestuario, donde ahí sí, había que recuperar la piña y empezar a rehacerse para mañana marcharse de los Juegos con un bronce, otro maldito bronce, el quinto, aunque perdure el recuerdo por los goles perdidos.
España empezó con buen pie el Mundial de balonmano que se celebra de manera conjunta en Croacia, Dinamarca y Noruega. A pesar de un inicio un tanto dubitativo, el equipo que dirige Jordi Ribera, apoyado en gran parte en las buenas intervenciones que firmó bajo los palos un Sergey Hernández que acabó siendo nombrado mejor jugador del partido, se impuso finalmente sin mayores problemas a una selección de Chile que trató de plantar cara, pero que se vio finalmente superada por el mayor poderío de los españoles.
Tras un arranque igualado, en el que Chile devolvió golpe por golpe los zarpazos de los de Ribera en unos primeros diez minutos en los que marcaron 10 tantos, España se deshizo de sus titubeos iniciales para irse al descanso con un 17-13 que sólo las buenas intervenciones de Felipe García evitaron que fuera más abultado.
Con Imanol Garciandia como máximo anotador, con cuatro tantos, un Dani Fernández capaz de anotar tres, pese a ver cómo el arquero le paraba dos lanzamientos desde los siete metros, un Djordje Cikusa cuya entrada coincidió con el inicio de la remontada y un Alex Dujshebaev siempre solvente, el conjunto de Jordi Ribera encontró sus mejores minutos e, incluso, fue capaz de atacar con peligro aún con uno menos en la pista.
En la segunda parte, el paso al frente de un Sergey Hernández, los buenos minutos de Dujshebaev y un mayor acierto ante la portería rival, por mucho que Vicente González se las arreglara para dejar también algún buen detalle en la portería chilena, le permitieron a España hacerse con una máxima ventaja de nueve tantos que, al final, pese al conato de reacción rival, acabó por mantenerse hasta el final del partido.
El 31-22 conseguido por los españoles, una vez superados los siempre tan temidos nervios del estreno, les permiten sumar un triunfo para afrontar con excelentes sensaciones el duelo del sábado ante un conjunto japonés al que batieron por 37-33 en París y que será la antesala del choque ante Suecia del próximo día 20.