No solo el fútbol es un estado de ánimo. Después de poner sobre el tablero el debate de la salud mental en el ajedrez, el gran maestro chino Ding Liren ha demostrado en el Mundial de Kazajistán su capacidad de recuperación. Primero confesó que estaba deprimido y ausente. Luego jugó como un flan y perdió con blancas la segunda partida. Muchos empezaron a cavar su tumba de forma algo precipitada.
El ruso Ian Nepomniachtchi, al que hemos visto en algún meme relamerse como el gato Silvestre ante Piolín, jugó este jueves rápido e impreciso. Demostró que entre las fallas de su carácter destaca la impulsividad. Perdió en 47 movimientos, aunque su derrota se vio venir en el horizonte desde mucho antes, después de que Ding castigara un error táctico con un sacrificio de material brillante y definitivo: la partida fue también una pequeña derrota del materialismo, quién sabe si dialéctico.
El Mundial de Ajedrez recobra así la igualdad, después de cuatro partidas. Con el carrusel de emociones vivido, la balanza se inclina ahora del lado chino. Anish Giri, número 6 del mundo, escribió que después de la victoria de Ding le da un 80% de probabilidades de conseguir el título. Unas jugadas antes, el neerlandés criticaba con acidez uno de sus movimientos, que consideraba un error estratégico obvio. Quedan diez asaltos, si nadie cae antes por un KO más contundente.
Lo cierto es que Ding Liren ya había dado muestras de su regreso en la anterior partida. Después de perder la segunda con blancas, jugar la tercera con negras era como caminar por la cuerda floja. Jugó como en sus mejores tiempos, cuando encadenó cien partidas seguidas sin conocer la derrota, y entabló sin dificultad. Luego declaró que se encontraba mejor gracias a sus amigos: “Ellos me han ayudado a lidiar con mis problemas emocionales. Ahora me siento más cómodo en el escenario”, dijo en rueda de prensa.
La diferencia entre ser y estar
El valor para afrontar las miradas no es un asunto menor. En las primeras partidas, el chino pasaba casi más tiempo en su salita de descanso que en el escenario de Astaná. El público asistió durante demasiados minutos al espectáculo, impensable en cualquier otro deporte, de que ninguno de los dos contendientes estaba presente. Las piezas seguían en el tablero, eso sí, esperando a que aparecieran los humanos para cambiarlas de sitio. En cuando estos ejecutaban su movimiento, regresaban a sus cubículos. Ding se protegía del mundo y Nepo aprovechaba para comer, quizá otro de sus defectos como deportista de élite.
Al principio del Mundial, DIng Liren estaba pero no era él. A veces ni siquiera estaba. En unas horas hemos pasado a verlo de nuevo con ganas, casi siempre delante de sus soldados, no como un general que da las órdenes desde una retaguardia lejana. No es casualidad que ‘men’ en inglés también signifique ‘piezas’.
Si hemos aprendido algo en estas cuatro partidas, por otro lado, es que es mejor no hacer demasiados pronósticos, aunque en el ambiente flota la mala fama del candidato ruso después de encajar una derrota, cuando le suele entrar la flojera. El viernes será día de descanso y ambos harán mucho más que tumbarse en el sofá para ver la tele.
El torneo de Candidatos es la mayor competición que puede jugar un ajedrecista después del Campeonato del Mundo. Sus ganadores, de hecho, obtienen el derecho a retar a los campeones, que ahora mismo son dos chinos: Ding Liren y Ju Wenjun. En la primera jornada del torneo que se celebra desde este jueves en Toronto no faltaron emociones, pero a la hora de la verdad solo una partida de las ocho disputadas no acabó en tablas. Tan Zhongyi, excampeona mundial en 2017, venció a la actual subcampeona, Lei Tingjie.
La importancia de esta competición es tan grande que cabía esperar que en la primera ronda imperara la prudencia. Por otro lado, el formato de juego es una liga a doble vuelta en la que, para evitar posibles compadreos, la FIDE fuerza que los jugadores con la misma nacionalidad se enfrenten entre sí en las primeras rondas. Ese factor, de un modo u otro, también suele incrementar el porcentaje de tablas.
Pese a todo, no solo el duelo entre las chinas ofreció una lucha a muerte. Los dos estadounidenses, números 2 y 3 del mundo y grandes favoritos para ganar el torneo absoluto, libraron una batalla vibrante. Hikaru Nakamura, con negras, planteó una variante rara y arriesgada de la defensa siciliana, una línea con la que logró sorprender a Fabiano Caruana.
Nakamura se marca un Luis Enrique
El propio Nakamura explicaba su elección de la apertura en un vídeo publicado minutos después de terminar la partida. Sorprende que en pleno torneo de Candidatos pierda el tiempo en mantener viva su actividad como 'streamer', pero ahora mismo es su principal vía de ingresos, por encima de los premios que consigue en los torneos. El italoamericano, por su parte, acusó la sorpresa y empezó a gastar demasiado tiempo, aunque se las arregló para conseguir una pequeña ventaja.
Nakamura, que jugó muy rápido la primera mitad de la partida, empezó a sentirse en peligro y trató de salvarse con un sacrificio de torre que lo dejó al borde del precipicio. Si Fabiano Caruana se hubiera comido la pieza, no habría podido evitar las tablas, pero el gran favorito del torneo es un tipo serio, enseñado desde pequeño a no aceptar regalos de desconocidos. Fabi, casi la antítesis del 'showman' nacido en Japón, quiso castigar su espíritu juguetón, pero en un momento dado eligió un plan erróneo: cambió una torre y ya no pudo esquivar las tablas. El resultado no era malo del todo, pero después de ver cómo se produjeron es probable que anoche tuviera que contar demasiadas ovejas.
Otro de los duelos más interesantes de la jornada fue el que mantuvieron dos de los más jóvenes participantes, el francés Alireza Firouzja (20 años) y el indio Rameshbabu Praggnanandhaa (18). El primero, con blancas, construyó una posición con vistas a la victoria, pero su joven rival no se dejó impresionar y, después de algún desliz mutuo, encontró la salida a todos sus problemas por un camino tan estrecho como resbaladizo.
Las otras dos partidas del Candidatos masculino tuvieron menos historia. El ruso Ian Nepomniachtchi no encontró el modo de doblegar al más débil del torneo, el azerí Nijat Abasov, quien ha llegado a Canadá con una pierna herida, pero la cabeza sobre los hombros. En el duelo entre dos de los tres indios, por último, Gukesh (17), el más joven del grupo, tuvo que defenderse contra Vidit Santosh Gujrathi, quien pese a llevar las piezas negras y a figurar entre las supuestas víctimas de la competición fue quien arriesgó y dio espectáculo.
Torneo de Candidatas
En el cuadro femenino, las tres primeras partidas también acabaron en tablas, pero en la última en terminar, Lei Tingjie perdió con blancas contra su compatriota Tan Zhongyi. Estamos en los albores del Candidatos, pero la primera ya tiene cuesta arriba volver a jugar un Mundial, tras su experiencia del año pasado. En 2023 perdió en su primer asalto al título contra Ju Wenjun.
En el resto de partidas hubo pocos sobresaltos, hasta el punto de que uno de los detalles más significativos, seguro que casual, fue que la búlgara Nurgyul Salimova planteara la defensa rusa a la ucraniana Anna Muzychuk. Además de su empate, las indias Vaishali Ramershbabu y Humpu Koneru firmaron otro aún más soso, mientras que las rusas Aleksandra Goryachkina y Kateryna Lagno, dos subcampeonas del mundo, tampoco encontraron motivos para matarse entre ellas con tanto torneo por delante.
Son curiosos los nombres de las aperturas en ajedrez. Los primeros movimientos de una partida suelen bautizarse en honor a su creador o al lugar donde se hicieron populares, lo que permite un nacionalismo suave y sano. En la duodécima jornada del torneo de Candidatos, el único gran maestro francés jugó contra una defensa francesa, el italoamericano eligió la apertura italiana y uno de los indios optó por la defensa nimzoindia. El ruso esta vez jugaba con blancas, pero siempre que ha podido ha apostado por la defensa rusa, por supuesto. ¿Casualidad?
Lo que no es fruto del azar es lo apretada que está la cabeza del torneo, del que saldrá el próximo retador del campeón mundial. Ian Nepomniachtchi, líder en solitario, nunca pareció perseguir la victoria contra el indio de 18 años Praggnanandhaa Rameshbabu, quien demostró mucho más coraje y un nombre como mínimo igual de complicado de deletrear. Puede que fuera una estrategia premeditada del ruso, que la jornada anterior se encontró con un regalo de Vidit Gujrathi. Si fue así, no le salió bien porque Pragg no perdió la cabeza y las tablas permitieron a la jauría de perseguidores dar caza al gran oso ruso.
En las dos rondas que quedan, podría pasar de todo. Además de Nepo, ocupan la cabeza el estadounidense Hikaru Nakamura, que lleva tres victorias seguidas tras su debacle contra Vidit, y el indio Gukesh D, que está jugando el ajedrez más serio de todos los participantes. Tampoco debemos olvidar que el ruso es el único invicto hasta ahora y, sobre todo, que siempre ha ganado este torneo cuando lo ha jugado. Su calma es proverbial y su habilidad para defenderse en posiciones delicadas lo ha salvado ya varias veces. Judit Polgar, la mejor ajedrecista de la historia, destacaba ayer en la retransmisión la fuerza mental de Nepo, que curiosamente tiene fama, seguramente injusta, de venirse abajo en cuanto sufre alguna contrariedad. El problema para los demás es que casi nunca le ocurre.
Pasión contra frialdad
Como en una película de espías, el americano Hikaru Nakamura es todo lo contrario. Solo hay que ver su rostro para saber que donde el ruso pone frialdad él derrocha pasión. En contra de lo que enseñan a los principiantes, Naka no dudó en lanzar su dama al ataque en las primeras jugadas. Es algo que solo hacen los niños (véase 'En busca de Bobby Fischer'), las máquinas y los ajedrecistas suicidas. En la jugada número 18, Naka ya estaba bastante mejor y su rival, el francés Alireza Firouzja, exprimía su reloj en busca de soluciones.
Nakamura no supo rematar, sin embargo, y su oponente inició una defensa numantina. Los apuros de tiempo son algo curioso. Cuanto menos tiempo le quedaba a Firouzja, mejor se defendía, mientras el estadounidense iba perdiendo su ventaja. Cuando llegaron al control de la jugada 40 y Alireza pudo pensar, porque ahí los ajedrecistas reciben una inyección de 30 minutos, cometió el error decisivo, que le acabó costando la partida.
Gukesh lo tenía más difícil porque jugaba con las piezas negras, y más fácil porque su rival era Abasov, probablemente con el ánimo por los suelos. El indió arriesgó desde el principio y llegó a una posición dudosa, a juicio de Polgar, pero difícil de castigar por un humano. Las ventajas pragmáticas de la elección eran evidentes: jugar en territorio desconocido es muy complejo, incluso con ventaja, sobre todo si el enemigo se ha molestado en dibujar un mapa y conoce los sitios donde preparar las mejores emboscadas. La guerra de guerrillas del indio dio sus frutos y fue ganando posiciones como un tanque, lento pero seguro, hasta que las defensas enemigas se derrumbaron.
Fabiano Caruana, el cuarto beatle
El estilo de Fabiano Caruana no es tan agresivo, aunque preparó una idea con veneno en la apertura italiana, con ayuda de uno de sus segundos, el español Miguel Santos. La línea funcionó y Vidit se fue quedando cada vez más tieso.
El rey negro cruzó el tablero en busca de refugio, pero como en la vieja historia de la muerte en Samarra, esa huida le permitió a Caruana prepararle una encerrona justo en el flanco en el que pretendía contruir su barricada. Con sus vaivenes, la partida siempre estuvo más cerca de la victoria blanca, que al final llegó, que del empate que buscaba el indio.
Fabiano está a medio punto de los tres líderes y aún tiene opciones, si demuestra la misma eficacia que ayer en las dos partidas que quedan. Antes, este viernes viviremos una jornada de descanso.
Una china jugará el Mundial femenino
En el Candidatos femenino, harían falta varios milagros para que no ganara la actual líder, Tan Zhongi, o su compatriota Lei Tingjie, que está a medio punto. La primera se libró ayer de una derrota que parecía segura, pero en este torneo se están perdonando aún más vidas que en el absoluto.
Las dos rusas en liza, Kateryna Lagno y Aleksandra Goryachkina, están ya a dos puntos de la primera clasificada, al igual que la india Humpy Koneru. Todas parecen agotadas y solo Vaishali Rameshbabu, hermana de Pragg, le está dando vidilla a la última fase del torneo. Lleva tres victorias consecutivas, todas ellas trufadas de momentos en los que no es difícil echarse las manos a la cabeza.
El ajedrez es un mar en el que puede beber una pulga y bañarse un elefante, dice un proverbio indio. El juego milenario es tan versátil que permite que compitan juntos ancianos y niños. No hay distancia que no pueda unir un tablero. En los últimos días, hemos visto en Madrid dos ejemplos excepcionales que prueban que la edad es el menor de los obstáculos. En el polideportivo de Moratalaz, Manuel Álvarez Escudero era uno de los 149 participantes del torneo internacional que se celebra cada año en su barrio. Muchos de sus rivales podían ser sus nietos, como mínimo. Manolo cumplió ayer 104 años.
Álvarez es un ejemplo de longevidad excepcional, pero la historia del ajedrez está llena de viejitos con buena cabeza que desafían el tiempo. El pasado agosto, fallecía a los 102 años otro de nuestros ajedrecistas centenarios, Vicente Moral, un asiduo del torneo de Benidorm. El verano anterior nos dejó Joan Codina, con 103, aunque al contrario que los dos citados, el catalán ya no jugaba de forma regular. Álvarez no sólo sigue vivo, sino que después de la pandemia ha regresado con entusiasmo. Su espíritu de lucha es inigualable y aún da guerra en las competiciones donde comparece. En el último Open de Moratalaz mejoró su Elo, la puntuación que otorga la Federación Internacional después de cada partida o campeonato. Quién sabe hasta dónde puede llegar Manolo.
Días después de esta hazaña, el argentino Faustino Oro, de 11 años, lograba varias plusmarcas mundiales en un torneo cerrado en el que, por supuesto, era el participante más joven. El Messi del ajedrez, también comparado con Wolfgang Amadeus Mozart, logró su primera norma de gran maestro (necesita tres para que le den el título) y superó los 2.500 puntos Elo. Ningún otro ajedrecista ha saltado tan alto a su edad. En la Nave Bellver de Madrid, Fausti era sobre el papel el segundo peor de los maestros inscritos, pero ganó el torneo con un punto y medio de ventaja. Su actuación -el ajedrez tiene unidades de medida para todo- correspondió a la de un jugador con 2.759 puntos Elo, una cifra suficiente para afianzarse en el top 10 mundial.
A la caza del niño prodigio
La propia Federación Internacional no quita ojo a los progresos de Faustino Oro, que participará como invitado en la próxima Copa del Mundo, en la India, donde acudirán los mejores ajedrecistas del planeta. No es la primera vez que el niño argentino se enfrenta a los adultos más duros del circuito. En internet es aún más temido. En chess.com acaba de alcanzar los 3.200 puntos y ya está en el puesto número 12 absoluto. Magnus Carlsen e Hikaru Nakamura, los dos mejores del mundo, saben lo que es perder contra él. El chico le quita importancia: «Sólo fue un bullet», recuerda, sin perder la sonrisa, cómo ganó al noruego. En las partidas bullet [bala], cada jugador sólo dispone de un minuto para todas sus jugadas. La mente de Fausti vuela tan rápido que para él es una ventaja.
En la India, el pequeño Oro tendrá una nueva oportunidad de demostrar su talento, aunque al ser una competición por eliminatorias, como los torneos de tenis, el azar puede hacer que caiga a las primeras de cambio. También estará en la Copa del Mundo su viejo conocido Ilan Schneider, un chico de 14 años que participó en el torneo Leyendas y Prodigios. No es tan joven ni tan famoso, pero a los ocho años ya era número uno del mundo en su edad. Siguió entre los mejores hasta que la pandemia (la que ayudó a Fausti a aprender a volar) frenó su proyección. El año pasado, Ilan consiguió el título de maestro internacional -es el segundo más joven de Argentina- y también sueña con ser campeón del mundo.
Hace poco, Ilan disputó un torneo en Italia donde le ofrecieron entrenadores, una casa y trabajo para sus padres si aceptaba el cambio de bandera. Ni él ni su padre quisieron dar el salto. A Ram Schneider se le saltan las lágrimas cuando habla de su hijo, un chico magnífico, además de un pequeño genio. Cuando lo llevó a sus primeras clases, el profesor lo llamó aparte para hablar con él. Pensaba que el chico la había liado, pero era para cantarle las excelencias del muchacho.
Manuel Álvarez Escudero.F.M.B.
La parte más difícil es la económica. Tener un prodigio en casa no es barato. Schneider sigue escolarizado, pero sólo se presenta un par de veces al año y no para de viajar a torneos. Aprobar no es un problema, pero al contrario que los Oro, los Schneider se resisten a salir de su país y les gusta que su hijo no sólo juegue contra adultos. Pese a su sana rivalidad, avivada por los aficionados -empezaron en el mismo club bonaerense-, estos dos jóvenes están llamados a liderar la selección argentina durante décadas.
Casi cada mes surge una nueva estrella infantil. La británica Bodhana Sivanandan, de 10 años, ya es maestra internacional femenina. La misma edad tiene el ruso Roman Shogdzhiev, que le quitó a Faustino el récord como maestro internacional más precoz de la historia. Kaushik Aswath, de Singapur, acaba de convertirse a los ocho años en el maestro FIDE más joven del mundo. Hace unas semanas, Carlsen alababa el juego de un niño indio de tres años, que ya practica un ajedrez «decente» y tiene Elo internacional.
El columnista más longevo
También pegado a las 64 casillas, merece la pena citar el caso de Leonard Barden (96), que mantiene su columna semanal en The Guardian, donde debutó en septiembre de 1955. Hijo de un basurero, aprendió a jugar en la Segunda Guerra Mundial y representó a Inglaterra en cuatro Olimpiadas de Ajedrez. Es además un prolífico autor de libros y, como Manuel Álvarez, sigue teniendo una cabeza privilegiada.
Con supervivientes así y tantos chiquillos de creciente precocidad no sorprende ver partidas entre jugadores separados por muchas décadas. Hace dos años, vimos a Manuel Álvarez jugar contra Martín, un niño de ocho años. La diferencia era de 94.
Entre las estrellas también ha habido casos notables. La televisión rusa organizó en 2017 un encuentro entre Yuri Averbaj, gran maestro que entonces tenía 95, contra el pequeño Misha Osipov, de cuatro. El pequeño era famoso desde los tres, cuando rompió a llorar en otro plató tras perder contra Anatoli Karpov. Por lo visto, esperaba derrotarlo. Por si alguien se lo pregunta, ahora tiene 12 y no parece ningún portento.
Caruana y Korchnoi, durante su partida en 2011.JOHN SAUNDERS
Otro de los duelos intergeneracionales más famosos fue la partida entre Viktor Korchnoi, el mejor ajedrecista sin corona (culpen a Anatoli Karpov) que a los 79 años derrotó en Gibraltar a una estrella ascendente, Fabiano Caruana (19). Es probable que el actual número tres del mundo repase aquella partida en sus peores pesadillas.
En los torneos abiertos, es ya un lugar común entre los jugadores de más edad maldecir el emparejamiento con algún niño. A partir de los 50, muchos se refugian en las competiciones de veteranos sólo para estar a salvo de insolentes pequeñajos. Lo importante es seguir jugando, a ser posible hasta más allá de los cien años.