El gran maestro chino confesó que está sometido a “demasiada presión”
Ding Liren no está solo en Astaná, como acostumbra, pero igual le iría mejor. El gran maestro chino ha llegado al Mundial de Kazajistán acompañado por sus propios demonios. Después de la primera partida contra Ian Nepomniachtchi, tablas, el aspirante al título mundial confesó lo inconfesable en el deporte élite, que se sentía “deprimido” y sometido a “demasiada presión”. Un desastre absoluto en el deporte más mental que existe. En la segunda partida, con blancas, colapsó y perdió. Quedan 12 oportunidades para igualar, pero pinta mal para él.
“No estoy contento; estoy un poco deprimido. Durante la partida, sentí un flujo de inconsistencia. En la primera parte no podía concentrarme y pensar en el ajedrez. Mi mente estaba llena de recuerdos y sentimientos. No podía calcular por la presión de la partida”. No era un farol, como se vio en la segunda partida. Se sabe que el año pasado rompió con su novia, pero después ha asegurado que tenía una buena amiga. El problema, como mínimo no es solo sentimental. Los largos periodos de aislamiento que tuvo que soportar durante la pandemia le han pasado factura.
Lo cierto es que Ding Liren ha llegado a Astaná con un ayudante, el rumano (antes húngaro) Richard Rapport. Lo ha fichado para tratar de aprovechar su creatividad. De hecho, en la partida de este lunes, la cuarta jugada del candidato chino fue un movimiento nuevo, un experimento que no salió bien. “La idea era buena, pero la partida fue un desastre”, admitió.
“Recuerdo cuando Kramnik me pedía inventar jugadas nuevas, pero que fueran buenas”, recordaba el español Miguel Illescas en Twitter. Buena o no, cuando el chino dejó de jugar lo preparado y tuvo que improvisar, se vio que su estado mental no era el adecuado para un campeonato del nivel más exigente.
El gran maestro ruso, que tuvo alguna oportunidad de ganar en la primera partida, no desaprovechó su segunda ocasión. Este martes tendrá lugar la primera jornada de descanso, lo que dará algo de cuartelillo a Ding. Deberá intentar repetir su remontada del último torneo de Candidatos. En Madrid, también empezó mal y luego hizo un final de torneo excelente, suficiente para lograr la segunda plaza, que tras la renuncia de Magnus Carlsen le permite ahora afrontar una ocasión única de proclamarse campeón mundial.
Enfrente no solo tiene a un ajedrecista tan bueno como él. Se dice que Nepo tiene acceso al superordenador Zhores, perteneciente al Instituto de Tecnología de Skolkovo. De ahí el afán de Ding por jugar líneas poco conocidas, que difícilmente ha podido preparar el ruso. En el ajedrez moderno es frecuente entre los grandes maestros sin acceso a equipos informáticos de esa potencia recurrir a servicios en línea, que permiten alquilar el uso de computadoras avanzadísimas para poner a prueba sus ideas antes de confiar en ellas en las partidas de verdad.
El campeón ausente
A todo esto, Carlsen no se ha mostrado demasiado interesado en el duelo entre Nepo y Ding. Su desdén parece incluso excesivo. “No me importa quién gane”, aseguró. Tampoco tiene planes para seguir muy de cerca las partidas. “Probablemente lo haga, pero no creo que cambie mis rutinas. Después las veré, eso seguro”, dijo como quien no ve un partido de fútbol y se conforma con buscar las repeticiones de los goles.
No deja de tener su lado poético que en su última partida como campeón mundial, el noruego perdiera contra el estadounidense Hikaru Nakamura debido a un descuido con su ratón. Un error en el manejo, habitual en el ajedrez rápido, le hizo perder su dama y por tanto la partida.
En Kazajistán no se juega con ratón y los errores no son simples accidentes. Por eso duelen más y es mucho más difícil recuperarse después. La única buena noticia para Ding Liren es que el Mundial acaba de empezar y hay más tiempo para remontar.