Lo decía el comentarista durante la transmisión del Madrid-Messaggero del sábado: «Ferry hace algunos buenos movimientos, pero es una pena que no hayamos podido ver más de ellos». Y tanto. Pedro Barthe, al menos, estaba viendo en aquel preciso momento el susodicho buen movimiento, seguido de una canasta de Danny Ferry. Los telespectadores, no. Como tampoco vieron un triple de Antonio Martín. A cada vez estaban contemplando las -sucesivas- repetic
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La duda era cómo iba a reaccionar. Y entre la desconfianza y la rabia, el Real Madrid eligió lo segundo. Que el dolor de la derrota en la final de la Euroliga, tan reciente como las 72 horas que apenas habían pasado desde Berlín, fuera el "combustible" que pedía Campazzo. Porque fue precisamente el argentino el que elevó las revoluciones, de principio a fin, el que contagió al resto, un torbellino que se llevó por delante al Barça en el primer partido de semifinales. [97-78: Narración y estadísticas]
Campazzo (20 puntos, 10 asistencias), que no siempre en el pasado se había encontrado cómodo ante Ricky, firmó una noche suprema. Ni rastro ya en su mente del Panathinaikos, de las puñaladas de Sloukas, de esa horrible segunda parte que les costó la corona. O quizá estaba todo ahí y ese fue su acicate, con el que conectó a todos, especialmente a Tavares (18 puntos y 15 rebotes). Si el anuncio de su renovación es cuestión de horas, él lo festejó mostrando que sigue siendo el pívot más dominante de Europa.
El Barça acudía más descansado desde que el pasado jueves eliminara al Tenerife en cuartos. Pero salió a la expectativa, siempre a remolque de los designios del rival, con tan poca personalidad como acierto, dominado completamente en el rebote. Sin nadie dispuesto a convertirse en héroe y, para colmo, desesperado con un arbitraje algo errático.
Nada más amanecer se comprobó el ansia local, una agresividad de cuchillo entre los dientes, ocho canastas en la pintura de un Barça que achicaba agua, a la espera de que amainara la tormenta. Entre el Facu y Tavares habían anotado los 15 primeros puntos blancos y luego llegó la conexión del base con Hezonja, otro con propósito de enmienda, incluso en la defensa sobre Jabari Parker, bien mentalizado por Paco Redondo en los minutos previos. Porque el croata empezó al cuatro, con Causeur en el quinteto y Eli Ndiaye, el titular de la Final Four, fuera esta vez. Una canasta del Chacho cerró el primer acto con la máxima (24-14), aunque el Barça iba a reaccionar a la vuelta, con la irrupción de Da Silva y su energía (un parcial de 2-11 hasta que regresaron a pista Campazzo y Tavares).
Los de Grimau incluso se habían puesto por delante tras un técnica a Llull, que protestó una falta clarísima a Tavares que obviaron los árbitros (luego compensarían con una antideportiva a Satoransky). La noche en el WiZink era ya electrizante, todo un clásico, aunque fuera en la rareza de unas semifinales, algo que no ocurría desde 1995.
Yabusele abrochó la primera parte con una canasta imposible sobre la bocina y, tras el paso por vestuarios, Musa se subió al partido, Campazzo siguió a lo suyo y el Madrid asestó un parcial de 17-2, puro rock and roll, que pareció decantar la batalla (máxima de 23, 61-38) demasiado pronto.
Pero el Barça se empeñó en no darlo todo por perdido y el Madrid, como le ocurrió en el Uber Arena, mostró algo de su falta de consistencia, sus pequeñas desconexiones mentales, como el cabreo de Hezonja esta vez. Pero la distancia era grande y Llull clavó cuatro triples seguidos tan asombrosos que sólo alguien como él es capaz de hacer algo así. Fue la guinda que elevó al WiZink y terminó de hundir al Barça. El viernes, segundo asalto.
El Valencia Basket levantó en Huelva la primera Copa de la Reina de su historia tras batir al Casademont Zaragoza, vencedor el pasado año, por 77-53, triunfo con dedicatoria especial para la internacional Raquel Carrera, lesionada de gravedad en el encuentro de cuartos, y también importante para Alba Torrens, que completa su extenso palmarés con el título que le faltaba en competiciones de clubes.
El conjunto valenciano dominó de principio a fin en el ambientado Palacio de Deportes Carolina Marín un duelo repetido por octava vez esta temporada la final disputada. Una intensa defensa y un efectivo ataque, con muchos recursos, marcó diferencias en todo momento ante un Casademont Zaragoza que no pudo hacer brillar su potencial. La mejor jugadora de la final fue Leticia Romero (19 puntos, 23 de valoración), seguida de Alina Iagupova (17).
El ya campeón arrancó la final muy acertado en el tiro exterior y con triples de Queralt Casas y Leticia Romero, junto a una férrea defensa, se colocó 10-2 y provocó el tiempo muerto de Casademont. En la reanudación amplió su ventaja y nuevo triple, de Fingall, puso el 17-5. Acabando el cuarto Gulbe de tres recortó algo las distancias (21-12).
En el segundo cuarto, no sin dificultad, Zaragoza fue encontrando la forma de atacar por dentro, con la referencia de Diallo y Fiebich, que consiguieron bajar de 10 puntos la desventaja (24-16). Pero Valencia seguía llevando la iniciativa, con menos errores que su rival, y con la aportación ofensiva de varias jugadoras, siendo la mejor Leti Romero, que llegó al descanso con 14 puntos (47-30).
En el tercer cuarto Valencia puso la directa y en tres minutos, con una defensa intensa y un efectivo ataque, elevó la diferencia por encima de los 20 puntos (51-30). Leti Romero en transición, Iagupova de tres y Fingall bajo el aro desesperaron al equipo maño, que pidió tiempo muerto (56-33).
Zaragoza se afanó en limar diferencias, pero le costaba cada canasta. Un triple de Gulbe acabando el cuarto logró estar momentáneamente por debajo de 20 (60-41). Pero en el cuarto final la maquinaria valenciana siguió siendo implacable. Iagupova y Fingall la llevaron a 27 puntos (68-41) y con la final más que resuelta ya sólo quedaba por dilucidar por qué marcador, que acabó 77-53 y con fiesta naranja en la grada.
El Barça sometió al Baskonia en una noche donde dominó desde el salto inicial, impulsado por la consistencia defensiva, el acierto en el tiro (12/23 en triples) y la intensidad, que le permitió superar en capturas al equipo más reboteador de la Euroliga (35 a 34). [Narración y estadísticas (91-68)]
Con la lección aprendida de la derrota del 20 de octubre en la Liga Endesa (89-93), el conjunto de Joan Peñarroya regresó a la senda de la victoria para seguirá otra jornada en la zona alta de la tabla. Jan Vesely (10 rebotes, 17 puntos y tres triples) y Kevin Punter (15 puntos) lideraron la actuación coral del cuadro azulgrana, mientras Trent Forrest (17) capitaneó la resistencia del Baskonia, que sigue sin ganar a domicilio y, pese a sus 17 pérdidas se resistió a la rendición.
El Barça arrancó mucho más intenso, duro en defensa para aislar a Howard -cubierto por Satoransky y marcado por dos hombres a la salida del bloqueo directo-, atento al rebote para acelerar el juego y certero en ataque para castigar desde la media distancia por mediación de Punter, Vesely y Jabari Parker.
Paso adelante en defensa
El duelo tendía a la igualdad y Markus Howard, con ocho puntos seguidos -máximo anotador al descanso con 11-, apretó el marcador secundado por Forrest (10), ante un Barça fallón y permisivo (32-29, min.15). Saltaron las alarmas en el banquillo local, y Peñarroya introdujo de una tacada a Punter, Parker y Satoransky. El efecto fue inmediato. Con su energía, el checo impulsó el paso adelante en defensa del Barça, que endosó un parcial de 10-0 con la aportación de Darío Brizuela y los tres recién incorporados.
Y en la primera jugada del segundo tiempo, Alex Abrines estableció la máxima ventaja (+15) con un triple más falta adicional, pero ni este revés ni la inspiración de Punter, autor de siete puntos seguidos, doblegaron al Baskonia, que se agarraba al partido gracias a los tapones de Donta Hall, la energía de Tadas Sedekerskis, y los puntos de Chima Moneke y Forrest (62-51, min.30).
Con todo, el crono corría a favor del Barça, que pegó el estirón definitivo al final del último cuarto con dos triples de Vesely y un mate de Justin Anderson al contraataque (76-56, min.34).