Luz, mucha luz en la Ciudad de la Luz, luz en la pista de vóley playa instalada a los pies de la Torre Eiffel y, al mismo tiempo, también oscuridad, la más negra, cruda y desagradable oscuridad. El próximo domingo, Stevan Van de Velde, un jugador holandés de voleibol sobre arena, vivirá su debut olímpico en un escenario único y sólo cinco días después se cumplirán 10 años del atroz delito que cometió.
El 3 de agosto de 2014, cuando tenía 19 años, voló de su casa en La Haya a Milton Keynes, en Reino Unido, para encontrarse con una niña de 12 años que había conocido en Facebook, invitarla a beber hasta que perdiera el conocimiento y violarla repetidas veces en los alrededores de un lago Furzton. "Antes de venir a nuestro país entrenabas para representar a Países Bajos en los Juegos Olímpicos. Ahora tus sueños se han acabado", sentenció el juez Francis Sheridan del juzgado de Aylesbury, en Inglaterra, cuando en 2016 le condenó a cuatro años de cárcel. Pero no estaba en lo cierto. En absoluto.
Su regreso en 2018
Van de Velde se declaró culpable de tres cargos, entre ellos, abuso sexual a una menor, pero al mismo tiempo reclamó el traslado a una cárcel de su país, donde se ajustó su pena y en poco más de un año ya era libre. En 2018, de hecho, ya disputó el Europeo y a final de temporada llegó a colgarse un bronce en la Copa del Mundo. Pese a la violación, volvía a estar bajo los focos. Oscuridad en la luz.
Con su anterior pareja de juego, Christiaan Varenhorst, no consiguió billete para los Juegos de Tokio, pero hace unos meses con su compañero actual, Matthew Immers, logró plaza para París y su historial delictivo ya saltó a los titulares, especialmente a los de los tabloides británicos. ¿Debía ser excluido por el Comité Olímpico Internacional (COI) o directamente apartado por su país? Ni una cosa ni la otra. Ni el COI puede hacerlo ni Países Bajos quiere hacerlo.
"Van de Velde ha demostrado ser un profesional y un ser humano ejemplar. No ha habido motivos para dudar de él desde su regreso", comentaba Michel Evaraert, director general de la Federación Neerlandesa de vóley y añadía: "Ahora cuando él se mira al espejo ve a un hombre maduro y feliz, casado y padre de un niño hermoso". El Comité Olímpico de Países Bajos también ha ratificado que permitirá que compita, aunque no se hospedará en la Villa para evitar las críticas de deportistas de su propio país y no acudirá ni a entrevistas ni a ruedas de prensa. Algunos medios británicos apuntaban que se había contratado seguridad especial para Van de Velde, pero el COI niega esa máxima.
"Ya no puedo hacer nada al respecto"
El jugador, que durante su juicio aseguró que él no era "un depredador sexual", pidió perdón hace unos años, cuando volvió a la competición internacional, y desde entonces no ha vuelto a hacer ninguna aparición pública. "Cometí un grave error, nadie lo puede negar. Ya no puedo hacer nada al respecto", dijo Van de Velde en 2018 en una entrevista concedida al ente público holandés NOS: "No puedo revertir mis actos, así que tengo que soportar las consecuencias".
Las instituciones holandesas ya han lamentado que el delito de Van de Velde se haya hecho noticia en todo el mundo y temen que genere protestas de asociaciones ajenas al deporte como la inglesa National Society for the Prevention of Cruelty to Children (NSPCC), que ya ha pedido su exclusión. A favor de la discreción, sólo las escasas opciones de medalla de Van de Velde, un outsider en el circuito del vóley playa. Pero tanta oscuridad resultará llamativa en el que será, durante unos días, el lugar más luminoso de la tierra.