'Litus' Ballbé, olímpico en Londres 2012, ahora sacerdote: "Mis rivales pensarán que es imposible que ahora sea cura porque era lo peor"

‘Litus’ Ballbé, olímpico en Londres 2012, ahora sacerdote: “Mis rivales pensarán que es imposible que ahora sea cura porque era lo peor”

Un cura al que llaman 'Litus', empezamos bien. En la parroquia de la Bonanova, en plena zona alta de Barcelona, Carlos Ballbé, 'Litus', se presenta con un hábito clerical bastante 'urban', un stick de hockey hierba y mucho, mucho humor. Explica que este año ha empezado a entrenar con los veteranos de su club de siempre, el Atlètic Terrassa, y que ya teme el día que le toque jugar porque él en el campo siempre fue «tremendo» y a ver si va a blasfemar. «Estoy acojonando con el debut, a ver si me comporto. Por suerte, los domingos trabajo», bromea en conversación con EL MUNDO.

Ballbé combinó el hockey hierba con el seminario y llegó a disputar los Juegos Olímpicos de Londres 2012 con España, pero después se retiró, se ordenó sacerdote y hasta hace poco no había vuelto a tocar un stick. Ahora, a los 40 años, además de jugar de nuevo, es vicario en la parroquia de la Bonanova y coordina la Pastoral del Deporte, una comisión de la Conferencia Episcopal Española que busca mezclar goles con fe.

No es habitual que un deportista español admita que cree en Dios. Que uno se meta a cura ya es una rareza absoluta.
Pero en otros países es lo más normal del mundo. En Estados Unidos, hay deportistas de la NBA o la NFL que hacen retiros religiosos; en Brasil, muchísimos futbolistas muestran su fe abiertamente; en los países balcánicos, también es muy habitual. En España cuesta más, es verdad. Hay más deportistas creyentes de los que se piensa, pero hay pocos que lo expresen, quizá por vergüenza. Lo comprendo, por supuesto.
¿A usted le avergonzaba?
Ser creyente nunca me dio vergüenza y tampoco ir a misa. Si viajaba con el Atlètic o con la selección española, preguntaba en la recepción de los hoteles por la iglesia más cercana y me iba a misa los domingos por la mañana antes de los partidos. Mis entrenadores y mis compañeros siempre me lo pusieron fácil, aunque me caían todas las bromas del mundo. Cuando volvía de misa, le decían al míster que ya no hacía falta charla técnica porque Dios iba con nosotros. Yo me reía, siempre era de buen rollo.
Pero cuando entró al seminario se lo comunicó a sus compañeros del Atlètic por email.
No era por vergüenza, era por miedo al rechazo. Un cura me lo dijo: «Prepárate porque puede haber quien lo acepte y puede haber quien no lo acepte». Pensaban que algunos compañeros me rechazarían por friki y que los más íntimos me rechazarían por no habérselo explicado antes. Pero no pasó ni una cosa ni la otra. Todos me aceptaron y fue un regalo para mí. Alguno, de cachondeo, me preguntó qué estaba fumando y por qué no lo compartía. Pero siempre me mostraron su apoyo. Empecé en el seminario cerca de Pamplona y a jugar en el Atlético San Sebastián.

David RamírezAraba Press

¿Por qué quería ser sacerdote?
Siempre fui creyente, como mi familia, también iba a un colegio religioso [Viaró de Sant Cugat], pero aquel año sentí que ése era mi camino. Coincidió con el fallecimiento de mi abuela y con una peregrinación a Medjugorje, en Bosnia, que me marcó mucho.
Sus excompañeros cuentan que antes era un fiestero de manual.
Salía de fiesta, no te lo voy a negar. De hecho, algún domingo fui a misa con resaca. Si ahora entrase en la iglesia un chaval como yo le pediría que se fuese a casa, que para estar así mejor no estar. Recuerdo una vez que ganamos la Liga con el Atlètic y mientras todos mis compañeros seguían de celebración, yo me fui a misa. Para mí no era una obligación, iba porque quería. Era consciente de mis debilidades, nunca me he visto como un buen cristiando, pero siempre quería ir a misa porque me ayudaba.
¿Sus compañeros le cuestionaban sobre su fe?
Constantemente y yo lo agradecía, incluso lo incentivaba. Compaginé el hockey hierba con el seminario durante cuatro años, algunos en San Sebastián y otros de vuelta a Terrassa, y en ese tiempo mantuve conversaciones realmente interesantes en los vestuarios, en los hoteles y en los desplazamientos. Había coñas, pero también preguntas existenciales, mucha curiosidad. Me ayudó a ahondar en mi fe.
Al escribir «Carlos Ballbé hockey», Google sugiere «expulsado». ¿Realmente era tan peleón en el campo?
Algunos rivales pensarán que es imposible que ahora sea cura porque yo era lo peor. Me encantaría decir que fui un ejemplo en el campo, pero no fue así. Era muy pillo, protestaba mucho, era tremendo. Aunque cuando entré en el seminario ya cambié un poco. Empecé a pensar en el deporte como filosofía, en mi crecimiento como persona, en la solidaridad, en el trabajo en equipo... muchos conceptos relacionados con la fe.
Ballbé, en acción, durante los Juegos de Londres 2012.

Ballbé, en acción, durante los Juegos de Londres 2012.EFE

Para prepararse los Juegos Olímpicos de Londres 2012 aparcó el seminario y se fue a Bélgica a jugar. ¿Por qué?
Necesitaba coger aire. Había crecido en el Atlètic, había jugado en San Sebastián, había vuelto al Atlètic y, antes de los Juegos de Londres, quería alejarme un poco de todo y decidir realmente qué hacer con mi vida. Estuve una temporada en Bélgica, pero a finales me costaba entrenar, ya pensaba que realmente quería acabar el seminario, que tendría que estar en la iglesia, que quería ayudar a los demás. Así que poco después de los Juegos Olímpicos colgué el stick.
Entre los deportistas creyentes hay muchos que piden ayuda a Dios para ganar o incluso para jugar bien o marcar. ¿Cómo lo ve?
Para ganar un partido no hay que rezar, hay que entrenar. Igual que para aprobar los exámenes no hay que rezar, hay que estudiar. Dios te ayuda, te acompaña, te hace mejor persona, pero tiene cosas más importantes que hacer que seguir un partido. Cuando jugaba recuerdo que antes de los partidos rezaba para portarme bien, para no liarla, para no montar algún número, pero Dios no siempre me hacía caso.
¿Ha conseguido que alguno de sus ex compañeros de equipo se haga creyente y vaya a misa?
Qué va, ni uno. Pero desde que era niño mis padres me enseñaron la fe y la libertad. Yo era libre para creer y ellos, por supuesto, también lo son. Me consuelan dos cosas. La primera, que muchos me han acompañado en misas largas, misas importantes para mí que igual duraban dos horas y media. Eso es un tesoro que guardo. Y la segunda que, aunque no vayan a misa, quizá reflexionan más sobre determinadas cosas y ahondan en su bondad gracias a conversaciones que mantuvimos durante aquellos años.
Alejandro Carbonell, el referente del hockey hielo en España pese a aquel maldito pastillazo: "Perdí cuatro dientes, me operaron de urgencia..."

Alejandro Carbonell, el referente del hockey hielo en España pese a aquel maldito pastillazo: “Perdí cuatro dientes, me operaron de urgencia…”

Muchos años después, Alejandro Carbonell no recuerda aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. «No te sabría decir. Tendría tres años o incluso menos cuando empecé a patinar», reconoce y de aquella infancia, esta vida. Carbonell nació en el hielo, creció en el hielo, sigue en el hielo: es el capitán de la selección española y referente del Jaca de hockey hielo y, aunque en la mayoría del país su deporte es desconocido, en el Pirineo aragonés es casi una estrella. «Fuera de aquí se sorprenden, pero en Jaca la gente me para, los niños me piden fotos. Nos pasa a todos los jugadores. El hockey es algo nuestro. Yo de crío hacía lo mismo», explica antes del inicio de una Liga española con particularidades.

En primer lugar, porque compiten siete equipos, un número impar que viene de «un desastre» que requiere explicación. En segundo lugar porque uno de ellos es portugués, el Porto, por eso se llama Liga Ibérica. Y en tercero porque el clásico se disputa entre dos pueblos pirenaicos, el Jaca, vigente campeón, y el Puigcerdà. «Somos dos pueblos muy parecidos que vivimos de lo mismo, del turismo de segunda residencia, del deporte de montaña... es un duelo bonito», comenta el jugador. En esos partidos, la enorme Pista de Hielo de Jaca se suele llenar, es decir, se juntan 2.200 de los 12.000 vecinos del lugar. Normal que paren a Carbonell por la calle.

El sueño de competir en Francia

«Mi primo, Juan José Palacín, era uno de los mejores jugadores de España y crecí viéndole. Antes incluso que hubiera equipo para nosotros, mi hermano y yo ya practicábamos en el garaje. Lo único que recuerdo fue el primer partido que jugué, a los siete años, en un torneo internacional en Vitoria. Nos llevaremos allí por ser el Jaca y un equipo francés, el Anglet, nos ganó por 33-00. Éramos tan pequeños que las medias no nos llegaban a cubrir las espinilleras», rememora quien luego precisamente acabó en la liga francesa, la League Magnus, la competición profesional más cercana. Si en España no cobra casi nadie y los jugadores se tienen que comprar su propio material -unos patines profesionales cuestan más de 1.000 euros-, al otro lado de los Pirineos hay sueldos de hasta 100.000 euros, es decir, el sueño de la plena dedicación al hockey hielo.

RFEDH

«En 2016 tuve la suerte que el seleccionador español, Luciano Basile, también entrenaba allí y me llevó al GAP para jugar con el filial. Llegué a debut en el primer equipo, me hice un hueco, pero por problemas económicos del club no me renovaron y al año siguiente lo intenté en el Annecy, en la segunda división francesa. Allí me dieron un pastillazo y se acabó la experiencia», repasa Carbonell y... espera, ¡¿Un pastillazo?! «Sí, sí, pasa poco porque hay que tener muy mala suerte, que la pastilla se cuele justo en el sitio del casco, pero me dieron de pleno en la boca. Perdí cuatro dientes, me operaron de urgencia y estuve seis semanas comiendo con una jeringuilla, todo líquido. Pesaba 76 kilos y bajé a 69. Me costó mucho volver a entrenar y decidí regresar a España», comenta quien ahora compagina el hockey hielo con su empresa de gestión deportiva, ArokSport, con un mal recuerdo por partida doble.

La desaparición del Barcelona

Por el pastillazo y porque el equipo al que regresó en España ya no existe: el Fútbol Club Barcelona. Por las obras alrededor del Camp Nou, la Pista de Gel se fue a tierra y, con ella el conjunto. Es «el desastre» por el que ahora la Liga Ibérica es impar. «Es una verdadera pena que se haya dejado morir el proyecto. El Barça era un ejemplo de club polideportivo en España. Cuando estaba allí sufrí una pequeña lesión y me trataba junto a Rafinha, de igual a igual. Ha hecho mucho daño al hockey hielo en España», explica Carbonell, cuyo Jaca, ya sin el Barça, vuelve a ser favorito a todo. Con la competencia del Puigcerdà, el Porto, el Txuri Urdin de San Sebastián, el Milenio Panthers de Logroño, el Majadahonda y el Huarte, el conjunto aragonés buscará otro título a la espera que la competición crezca.

En muchas poblaciones, de Vitoria a Boadilla, de Granada a Vielha, hay pistas de hielo, pero faltan practicantes del hockey, incluso falta que se sepa que existe el deporte. «Fuera del Pirineo, cuando digo que juego a hockey hielo, aún hay quien me habla de las peleas de la NHL estadounidense. Aquí en Europa están prohibidísimas», señala Carbonell, al que siempre le quedará Jaca, donde es casi una estrella.

La selección femenina conquista su octavo título mundial

La selección femenina conquista su octavo título mundial

Actualizado Domingo, 22 septiembre 2024 - 02:14

La selección femenina de España se proclamó campeona del mundo de hockey sobre patines este sábado tras derrotar en la final a Portugal (0-2), con goles de Sara Roces y María Sanjurjo, en el Pala Igor de Novara (Italia).

El combinado español, dirigido por el seleccionador debutante Sergi Macià, rubricó así un campeonato casi perfecto, en el que, tras debutar con un inesperado empate ante Chile (1-1), enlazó las victorias contra Gran Bretaña (0-14), Italia (3-0), Francia (8-2) y la anterior campeona, Argentina (1-4), hasta alcanzar la final.

Pese a partir como favorita en el partido por el título, la disciplina defensiva de Portugal y las intervenciones de la portera lusa Claudia Vicente impidieron a España trasladar su dominio al marcador en los primeros minutos.

El combinado español monopolizaba la bola y acumulaba disparos de peligro, pero el gol no llegaba. Aun así, la selección dirigida por Sergi Macià no perdió la paciencia y encontró el botín deseado en el último minuto de la primera mitad.

Aina Florenza recibió una falta dentro del área y Sara Roces, con un tiro seco y ajustado a la escuadra, estrenó el marcador desde el punto de penalti (0-1, min.24).

España asestó el golpe definitivo tras el paso por vestuarios. Florenza asistió desde detrás de la portería a María Sanjurjo, que tras un primer remate en falso logró enviar la bola al fondo de la red (0-2, min.26).

Aunque la segunda mitad acababa de empezar, Portugal ya no tuvo capacidad de reacción y España administró la renta sin demasiados sobresaltos para, de este modo, proclamarse campeona del mundo por octava vez en su historia, la cuarta en las últimas cinco ediciones.

España pierde el bronce en hockey hierba ante India

Actualizado Jueves, 8 agosto 2024 - 16:40

"Yo soy español, español" o "esa España, esa España". La grada patria trataba de animar en la recta final del partido al equipo español de hockey hierba en el encuentro contra India en el que se jugaban la medalla de bronce, pero el buen ambiente no ha sido suficiente para darle un empujón final al grupo, que ha perdido ante su rival 2-1.

La de hoy era la única opción del equipo de hacerse con una medalla en París tras perder la lucha por el oro en las semifinales contra Países Bajos, cuando cayó derrotada 4-0.

En este encuentro, España empezó ganando en el segundo cuarto, tras un primero más reñido, pero India empató segundos antes del ecuador del encuentro y luego anotó un segundo tanto.

Los españoles multiplicaron las ocasiones para intentar igualar el partido y pasar a la prórroga, pero chocaron con la defensa india, que era mucho más fuerte. "Lo hemos intentado desde el principio, pero estos partidos son decisivos y cada segundo cuenta", ha dicho al acabar el encuentro Rafael Villalonga.

"La diferencia es que ellos han metido y nosotros no", ha señalado Borja Lacalle, sobre los intentos fallidos del equipo. "Ahora habrá que corregir todo eso y pensar en Los Ángeles y prepararnos para ello", ha dicho.

El hockey hierba español se despide de su sueño de volver al podio olímpico 16 años después, tras Pekín 2008, cuando fueron plata.

La última vez que España luchó por ser tercera fue en los Juegos de Atenas 2004, aunque, como ha ocurrido hoy en París, no pudo conseguirlo. Alemania la dejó después fuera del podio. India obtuvo la medalla en los Juegos en Tokio 2020 y en este ciclo fue novena en el Mundial de 2023, en el que fue anfitriona.

Hockey: El "pasito extra" que necesitaba España: "Hemos hecho historia, pero queremos la medalla"

Hockey: El “pasito extra” que necesitaba España: “Hemos hecho historia, pero queremos la medalla”

Actualizado Domingo, 4 agosto 2024 - 19:31

«Habíamos apuntado esta fecha en nuestro calendario. Hoy es el mejor día de mi vida». Las palabras de Chefo Basterra, uno de los héroes de la victoria ante Bélgica (3-2), compendiaban las emociones del hockey masculino español, en la lucha por una medalla olímpica por primera vez en 16 años. A tres minutos para el final, Marc Miralles anotó ayer el gol que suponía la revancha contra su verdugo en los Juegos de Tokio. El vigente campeón olímpico, el equipo más regular de la última década, el mismo que les tumbó en los siete últimos precedentes. «Hoy celebramos y mañana veremos cómo ganar el próximo», advirtió Miralles. El adversario será Holanda.

La heroicidad en el Stade Yves-du-Manoir llegó ayer de la mano de la agonía, merced a una provindencial intervención de Luis Calzado. Con el tiempo cumplido y los españoles festejando el triunfo, el cuarteto arbitral -formado por dos holandeses, un argentino y un indio- aceptaron la reclamación de Bélgica, que aún dispuso de una opción postrera de penalti córner. «Esa parada ha sido el pasito extra que nos faltaba», admitió el seleccionador Max Caldas.

El técnico argentino ha liderado la reconstrucción desde 2021, cuando la derrota frente a Bélgica en cuartos (3-1) desencadenó el fin del ciclo de Fred Soye en el banquillo y el adiós de referentes del vestuario como Pau Quemada, David Alegre o Quico Cortés. Desde entonces, los RedSticks sólo pudieron acabar sextos en el Europeo 2023, lo que les obligaría a sellar su billete para París en el Preolímpico de Valencia. No llegaban como favoritos al podio, pero ahora se ven a un triunfo de la medalla. Sería la quinta, tras las platas de Pekín 2008, Atlanta 1996, Moscú 1980 y el bronce de Roma 1960.

Sin complejos

«Hemos jugado contra muchos equipos a priori mejores y les hemos sabido dominar con la bola. Nuestra tarea pendiente suelen ser algunas desconexiones en momentos puntuales que nos cuestan goles», admitió el capitán Miralles. La primera fase, cerrada con dos victorias ante Alemania (2-0) y Sudáfrica (3-0), un empate frente a Francia (3-3) y dos tropiezos contra Gran Bretaña (0-4) y Holanda (3-5), evidenciaron las virtudes y defectos de un grupo joven y sin complejos, pero aún con cierto vértigo en los momentos de la verdad.

Bonastre, durante el partido ante Holanda.

Bonastre, durante el partido ante Holanda.AFP

Desde luego, España necesita seguir creciendo para seguir la senda de aquel equipazo de Maurits Hendriks que sólo tuvo que inclinarse ante Alemania en la final de los Juegos de Pekín (1-0). Sin embargo, el octavo puesto en el ránking de la Federación Internacional (FIH) tampoco explica por sí mismo su poso competitivo. «Este vestuario sabe que ha hecho historia, pero no quiere que se acabe aquí y quiere una medalla», valoró Marc Reyné, autor del 1-2 frente a un rival plagado de jugadores con dos medallas olímpicas en su palmarés.

El siguiente escalón, por supuesto, se antoja extremadamente complicado. Holanda se quitó ayer de encima a Australia (2-0) con goles de Duco Telgenkamp y Thijs van Dam tras el descanso. Después de seis partidos en París, la vigente campeona europea sólo ha cedido un empate frente a Gran Bretaña (2-2). Hace sólo tres días, España llegó a dominar 2-1 a la Oranje antes de ceder frente a su gran verticalidad (3-5).