Agustín Casado y el “alma” de la selección de balonmano: “Nadie tiene nuestro espíritu”

Actualizado Jueves, 8 agosto 2024 - 01:41

Agustín Casado (Carboneras, 1996) es un novato olímpico de 28 años. Después de los Juegos de Tokio 2020, cuando se retiró la generación dorada, llegó a la selección española y desde entonces nadie lo ha movido del lateral izquierdo. Ayer, en los cuartos de final de los Juegos de París ante Egipto, sus cuatro goles fueron claves para una remontada que en algunos momentos parecía improbable. Del atasco en ataque hasta el descanso (8-12) a la victoria en la prórroga a base de corazón (29-28).

«Hemos estado espesos. No hemos hecho el partido que queríamos, pero este equipo tiene cosas más allá de la táctica, tiene alma, tiene espíritu, tiene sacrificio. Pase lo que pase peleamos hasta al final. Eso es lo que nos hace especiales», cuenta Casado, que mañana afrontará sus primeras semifinales de unos Juegos contra Alemania, un rival que ya se impuso a España en la fase de grupos (33-31). A lo largo de su historia, la selección ha jugado cuatro semifinales olímpicas y ha perdido todas para después llevarse siempre el bronce.

¿Cambiará esta vez esa estadística, la historia?
Eso queremos. Alemania nos ganó la semana pasada en la fase de grupos, pero hicimos un buen partido y tuvimos mala suerte. Nos prepararemos de la mejor manera posible, iremos a por todas y nos dejaremos la piel, eso seguro.
En la pista, después de ganar a Egipto, se han lanzado todos a abrazarse. ¿Qué ha pasado después?
Ha habido un poco de locura por cómo ha ido el partido, la prórroga... Ha sido emocionante, pero en el vestuario ya hemos estado más tranquilos. Estamos muy contentos por jugar una semifinal olímpica, aunque sabemos que aún no hemos conseguido nada y que tenemos que descansar. Además, nos hubiera gustado París, pero jugar aquí en Lille nos ayuda a estar más lejos del barullo.
Entre la crisis y la retirada de las leyendas siempre creemos que España bajará el nivel en balonmano y nunca pasa.
Hemos entrado gente nueva, pero tenemos el mismo alma que antes. Somos un equipo. Es un tópico, pero nosotros no sólo lo decimos, también demostramos que es así sobre la pista. Somos conscientes de nuestras limitaciones y trabajamos para taparlas. No seremos los más grandes, pero nadie tiene nuestro espíritu. Aunque cambien los nombres, venga quien venga. Hay que vivirlo en primera persona para darse cuenta que es así.
Casado arma el brazo durante el partido ante Japón.

Casado arma el brazo durante el partido ante Japón.EFE

Lo de «somos un equipo» se rompe si juegan al mus.
Sí, sí, ahí sí hay pique. Pasamos mucho tiempo fuera de casa, todos juntos, no hay nadie que pase tiempo solo y tenemos que encontrar pasatiempos. En la Villa jugamos a algún videojuego en una sala que había, veíamos otros deportes, pero principalmente nos dedicamos a jugar a cartas. Lo del mus a veces sí se calienta.
¿Quién gana?
Yo tengo mis días, tengo mis días.
Pero... ¿Generalmente quién gana?
A ver, tengo que confesar que Adrià Figueras va en cabeza, se le da bien, sí, sí. Pero que no se confíe. También los vascos, Kauldi [Odriozola] e Imanol [Garciandia], tienen mucha pose para el mus, debe de ser algo de su tierra.
¿Cree que son sus Juegos?
No, son los Juegos Olímpicos de todos. Somos varios debutantes en unos Juegos, pero llevamos todo el ciclo olímpico juntos. Ya jugamos el Europeo de 2022 [subcampeones, allí ganaron a Alemania por 29-23] y el Mundial de 2023 [terceros] y aquí venimos con experiencia. Sabemos que tenemos que ir paso a paso y ver dónde nos pone la competición. Hacer nuestro trabajo, básicamente. Ni pensar que vas a ganar el oro antes de jugar, ni por supuesto pensar que no tienes posibilidades.
¿Cómo vive alguien que ha dado tantos tumbos en sus clubes?
Son situaciones difíciles, las vueltas que te hace dar el balonmano. Pero, bueno, ahora llevo un año en Veszprem, voy a estar allí un año más seguro y estoy más tranquilo. Además ahora ya estoy preparado para lo que venga. Si tengo que volver a mudarme, lo haré y ya está.
Balonmano: Hungría despide a España de los Juegos tras infligirle su cuarta derrota en cuatro partidos

Balonmano: Hungría despide a España de los Juegos tras infligirle su cuarta derrota en cuatro partidos

Actualizado Jueves, 1 agosto 2024 - 16:37

El partido contra Hungría era un cara o cruz y salió cruz para las Guerreras (24-27), que sumaron su cuarta derrota en el torneo olímpico de París, ciudad que abandonarán con el gusto amargo de no haber peleado con la garra que se les supone.

A falta del último duelo contra Francia, campeona olímpica y del mundo, las españolas dejan en evidencia que hay mucho trabajo para reconstruir el equipo y volver a situarse a la altura del que conquistó el bronce en Londres.

A esta España le falta continuidad, juega a trompicones y si es cierto que puede dar un elevado nivel, adolece de problemas defensivos que le han llevado a caer frente a Brasil, Angola, Países Bajos y ahora Hungría, que con este triunfo se garantiza un puesto entre las ocho mejores.

Era el partido a vida o muerte para las Guerreras, que incluso ganando tenían difícil seguir adelante, pero que debían aferrarse al último resquicio para tratar de continuar. No fue posible.

Había que recuperar el espíritu guerrero, aferrarse a la última oportunidad frente a un combinado húngaro que persigue reverdecer viejos laureles y el tono estuvo enseguida sobre la pista. Shandy Cabral recuperó el tono que no tuvo en los primeros duelos y las Guerreras llegaron incluso a colocarse con una ventaja de tres goles, 7-4 antes del minuto 10.

Pero el retorno de Hungría fue violento. Katrin Klujber emergió en el equipo magiar y con un parcial de 5-0 dio la vuelta al duelo, en el marcador y en el control del partido.

A remolque, las españolas trabajaban duro para no dejar escapar a Hungría, que llegó a tener una renta de cuatro a falta de cinco minutos, una renta que el empeño final de las Guerreras dejó en dos al descanso.

Tras el intermedio, las españolas no supieron sacar partido a una exclusión de Petra Vamos y Hungría volvió a poner tierra de por medio, cinco goles de margen en el 35, 14-19, que obligaban de nuevo a un golpe de orgullo.

Llegó de la mano de Shandy, de la inspiración de Nicole Wiggins en la portería, que devolvió a las Guerreras al partido, 21-20 en el ecuador de la segunda parte.

Las cartas se repartían de nuevo, los dos equipos eran un manojo de nervios, las imprecisiones se multiplicaron y las porteras emergieron buscando ser las heroínas de la noche. Hacían falta manos calientes capaces de afrontar el momento crítico. Klugber y Vamos fueron las más lúcidas en esos instantes en los que cada gol valía su peso en oro.

A España le tembló más el pulso y Hungría abrió de nuevo un hueco de tres, un colchón sobre el que ganar confianza para afrontar el tramo final. Ya no hubo combustible para una nueva reacción de las Guerreras.

Un chasco antes de empezar: Brasil noquea a España y le complica mucho los Juegos

Actualizado Jueves, 25 julio 2024 - 15:47

Acabó su duelo contra Brasil y entonces, sólo entonces, España descubrió que estaba en unos Juegos Olímpicos. No venía la selección de balonmano femenino de su mejor ciclo, con algunas decepciones en Mundiales y Europeos, pero incluso así su debut en el pabellón 6 del recinto Puerta de Versalles fue desesperanzador. Errores, errores y más errores. Lamentos, lamentos y más lamentos. Brasil atropelló a España con el carácter con máximo argumento. La selección sudamericana no es favorita a la medalla ni mucho menos, si la lograra sería la primera de su historia, pero apareció en París con ganas y eso le sirvió para volar. Al final el resultado fue inequívoco, 18 a 29.

Aunque la fase de grupos es amable y queda un rival en principio asequible, Angola, España ahora tendrá que ganar a Hungría, Francia o Países Bajos sólo para estar en cuartos de final. Para evitar a favoritas como Dinamarca o Noruega en esa fase necesitará sumar tres o cuatro victorias. Mal asunto.

La primera línea, perdida

España llegaba a los Juegos con jugadoras capaces de generar goles, una mezcla de las dos últimas generaciones, Shandy Barbosa, Mireya González, Lara González y Paula Arcos, pero ninguna de ellas encontró el camino, más bien lo contrario. Ante la defensa feroz de Brasil y bajo el ruido de un público carioca entregadísimo -París parecía Río-, la primera línea española entró en un laberinto del que no salió en los 60 minutos del encuentro. Se acumularon pérdidas, faltaron los goles.

ARIS MESSINISAFP

Mientras se crecía la portero brasileña, Gabriela Moreschi, y sus dos laterales, Bruna de Paula y Patrícia Matieli, España desaparecía con los únicos chispazos de sus extremos y de los siete metros provocados por sus pivotes. Mal asunto.

España padece y padece para clasificarse para los Juegos Olímpicos

España padece y padece para clasificarse para los Juegos Olímpicos

Para alcanzar la Villa Olímpica hay que cruzar un abismo. Algunos deportistas saltan de golpe, ¡alehop!, y ya están en los Juegos, pero la mayoría sufren horrores sólo para clasificarse. El billete olímpico a veces es más complicado que una medalla. Hay muchísimo que perder -la presencia en la élite, dinero en becas, la máxima atención mediática- y poquito que ganar. Por eso los torneos preolímpicos son tan desagradables. Nervios, sudores, agobios y, al final, si hay suerte, una celebración efímera. La España de balonmano lo descubrió este viernes de mala manera: el trámite ante Argentina se convirtió en una pesadilla de la que sólo pudo despertar en el último minuto.

La selección ganó (23-26), logró matemáticamente el pase para los Juegos de París y disfrutó de la fiesta posterior en Torrevieja, pero antes tuvo que padecer y padecer.

Con tanto juego las piernas temblaron, también es lógico. Si en el partido anterior ante República Checa todo salió bien, un paseo sin baches, esta vez casi todo salió mal, sobre todo de inicio. Ante Argentina, una selección que en toda su historia sólo disputó los Juegos de Río 2016 y gracias a la clasificación directa de Brasil, España estuvo demasiados minutos por detrás, más de media hora.

En toda la primera parte nunca llegó a dominar el marcador y alcanzó el descanso con empate (14-14) de chiripa. Luego en la segunda parte mejoró, pero caminó sobre el alambre, con ventajas mínimas y sin alivio.

Durante un buen rato, Elke Karsten, líder de Argentina, una jugadora de rotación en el Bera Bera, amenazó con convertirse en un personaje negro en la historia del balonmano en España. Sus ocho goles y sus asistencias colapsaron la defensa de la selección que en ataque acumulaba demasiadas pérdidas -ocho en la primera parte y seis en la segunda-.

Sólo el liderazgo de la primera línea formada por Paula Arcos, Jennifer Gutiérrez y Shandy Barbosa y el regreso a la portería de Merche Castellanos llevaron a la selección a los Juegos. Este domingo habrá partido ante la potente Países Bajos, pero ya sin nada en juego, con ambas selecciones ya clasificadas. España ya ha cruzado el abismo para alcanzar la Villa Olímpica.

España se luce ante República Checa y tiene un pie en los Juegos de París

España se luce ante República Checa y tiene un pie en los Juegos de París

Actualizado Jueves, 11 abril 2024 - 20:08

Sabe la España de balonmano qué es alcanzar la cima, aunque viene de la sima. Hace nada, entre 2019 y 2021, jugó las semifinales de dos Mundiales consecutivos y se proyectó entre las mejores, pero luego cayó en el desánimo. Retiradas, graves lesiones, malos torneos y el abismo; estuvo a un paso de quedarse fuera de los Juegos de París 2024. Al final se metió en el Preolímpico de rebote. Y ahora, por lo visto este jueves ante la República Checa (21-31) en Torrevieja, está decidida a ascender de nuevo.

En su primer partido en el torneo que otorga el billete olímpico, la selección ofreció una exhibición, su mejor actuación en años, y este mismo viernes puede asegurar el pase. Si vence a Argentina (21.00 horas, Teledeporte), el rival más débil, lo tendrá hecho. Un éxito innegable.

Ante la República Checa, España volvió a ofrecer la versión de hace unos años: estrategia, lucha y creatividad. Detrás, donde se ganan los partidos, el seleccionador, Ambrós Martín, planteó una defensa 6:0 rapidísima que apenas dejó lanzar a las cañoneras checas. Ni Markéta Jerabkova ni Kamila Kordovska aparecieron y el juego rival se colgó del brazo de Charlotte Cholevova, la única inspirada. Fue importante el acierto de Merche Castellanos en la portería, pero más el escudo que formaban sus compañeras.

Y delante, la selección fue otra vez la selección. Después de un Europeo y un Mundial para olvidar, con escasísimos recursos ofensivos, España disfrutó otra vez del liderazgo de Shandy Barbosa, ausente en esas citas, y del arte de otras jugadoras como Mireya González -MVP con siete goles- y Alicia Fernández. Ambas treintañeras y ambas machacadas por las lesiones, su presencia ofrece al equipo de Martín una capacidad de generar goles que resulta esencial.

Gracias a la inercia que ellas generaron las jóvenes del equipo pudieron jugar tranquilas y todas acabaron aportando lo suyo, nadie falló. De hecho, excepto la pivote Kaba Gassama, todas las jugadoras de campo españolas marcaron y tuvieron minutos. Ante Argentina será el momento de asegurar el objetivo. Esperar al partido del domingo ante Países Bajos sería un error. Por lo visto este jueves, España vuelve a las alturas.

Lysa Tchaptchet y el libro de jugadas de balonmano de su abuelo en Yaundé

Lysa Tchaptchet y el libro de jugadas de balonmano de su abuelo en Yaundé

En un viaje para visitar a su familia en Yaundé, la capital de Camerún, Lysa Tchaptchet descubrió que hay cosas que se llevan en la sangre. Para entonces ya estaba más que asentada en Villava, muy cerca de Pamplona, y había empezado a disfrutar del balonmano en el Beti Onak, el equipo del pueblo. Sus padres nunca pisaron el 40x20 y pensaba que su pasión había surgido de la nada, como tantas. Pero en un cajón de la casa de sus abuelos en Camerún se enteró de la tradición que le empujaba.

"Fue casualidad. Encontré un libro de mi abuelo, lo abrí y vi que tenía dibujadas un montón de jugadas de balonmano. Resultó que había jugado muchos años de su vida antes de ponerse a trabajar. No fue internacional, pero estuvo en el equipo de la capital. Por desgracia cuando me enteré ya había fallecido", explica Tchaptchet sobre ese hallazgo iniciático.

¿Diría que tuvo que ver esa tradición en sus inicios en el balonmano?
¿Quién sabe? Puedo decir que lo llevaba en la sangre. Mi abuelo era muy alto y esa parte, la genética, es importante. En realidad, yo empecé a los siete años porque mi madre me dijo que tenía que hacer deporte. En Villava sólo podía escoger entre ciclismo [es el pueblo de Miguel Indurain] o balonmano y no me veía sobre la bici. Al principio el balonmano no me gustó. En benjamines jugaba en un equipo mixto y los chicos eran muy brutos, pero cuando pasé a alevines, a un equipo puramente femenino, empecé a disfrutar.

Hoy Tchaptchet, a sus 22 años y con sus 1,85 metros, es una de las mejores pivotes del mundo, referente del Vipers Kristiansand noruego que ha ganado las dos últimas Champions y líder de España. En pleno relevo generacional, con la selección ha vivido dos decepciones en el último Mundial y el último Europeo, pero esta semana intentará desquitarse en el Preolímpico de Torrevieja ante Países Bajos, República Checa y Argentina. Son cuatro equipos, van dos a los Juegos Olímpicos de París: una misión complicada.

"Estuve en el pasado Preolímpico y aunque era una niña ya viví la tensión, los nervios. Es un torneo muy complicado. Esta vez además llego de otra manera, mi rol ha cambiado mucho en la selección", comenta Tchaptchet, el nombre sobre el que se sustenta el futuro.

Rosa Gonzalez

De aquellas guerreras que se colgaron el bronce en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 con aquel apodo como estandarte ya no queda nadie y ahora hay varias internacionales nacidas este siglo. Junto a Tchaptchet, Paula Arcos, compañera suya en Noruega, Danila So Delgadoo Ester Somoza, de sólo 19 años. En el grupo podría estar la hermana pequeña de Tchaptchet, Lyndie, lateral de 18 años que ya ha debutado con la absoluta, pero tendrá que esperar. "Es muy joven, pero ya juega muy rápido, a su edad yo no tenía su habilidad. En su posición hya mucha competencia en España, no lo tiene fácil. Ojalá podamos jugar juntas muchos años, mi madre se volvería loca", apunta la pivote.

¿Fue el balonmano un medio de integración a España?
Diría que no, la verdad. Yo llegué a España a los cuatro o cinco años y cuando empecé en el balonmano ya estaba integrada. No tengo muchos recuerdos, pero siempre me explican que en un curso ya dominaba el castellano, que no me costó. Todo lo que recuerdo de esos años es muy grato.

El padre de Tchaptchet es un físico que cuando ella nació ya llevaba un tiempo trabajando temporadas en Europa y que con el tiempo decidió instalarse con la familia en España, concretamente en Navarra. Difícilmente sabría que su hija Lysa duraría poco en Villava. En cuanto destacó con el Beti Onak, a los 17 años, la fichó el Elche y en sólo dos temporadas ya daba el salto a Europa.

Ahora, después de triunfar en Noruega, se ha comprometido con el Odense danés para llevarlo lejos. "La liga danesa es muy atractiva y Odense es un proyecto muy interesante. No sé qué me deparará el futuro, dónde seguirá jugando, pero mi casa está en Villava. Es mi lugar seguro, mi hogar. Yo me siento muy villavesa, soy muy villavesa", finaliza Tchaptchet que del próximo jueves al domingo buscará un billete para los Juegos de París.

¿Por qué la España de balonmano será favorita en los Juegos de París y por qué no?

¿Por qué la España de balonmano será favorita en los Juegos de París y por qué no?

En el horizonte ya asoma la inauguración de los próximos Juegos Olímpicos a lo largo del río Sena y España, como en otras citas, apenas abraza opciones seguras de medalla. Sólo María Pérez en la marcha, Adriana Cerezo en el taekwondo, el dúo Xammar-Brugmann en la vela y la pareja Jácome-Corbera en el piragüismo podrían considerarse así. Hay muchos más candidatos al podio -Álvaro Martín, Carolina Marín, Carlos Alcaraz, Jon Rahm, Fran Garrigós, Adrián Vicente, Jordan Díaz...-, pero ya entran en la especulación. Son favoritos, sí, pero muchas cosas podrían pasar en los próximos cuatro meses y, sobre todo, ya en París, en el Stade de France, Roland Garros, La Chapelle, el Grand Palais de los Campos Elíseos o el Campo de Marte. Ocurre lo mismo con los equipos.

En waterpolo tanto los jugadores como las jugadoras tienen media medalla colgada en sus cuellos y el fútbol femenino va lanzado hacia la historia, pero el resto está un escalón por debajo. Aspirantes, muy aspirantes, aunque con interrogantes.

La España de balonmano masculino que este domingo se clasificó para los Juegos al cerrar su Preolímpico con victoria sobre Brasil (26-28) es el mejor ejemplo. Bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, cualquiera que viera sus partidos esta semana lo tendría claro: la gloria es suya. Más allá del trámite ante Bahréin, ante Eslovenia la selección completó una actuación perfecta y este domingo ante Brasil, pese a tener el billete casi asegurado, estuvo muy seria. El rival se lo jugaba todo, pero España dominó gracias a su colección de argumentos en ataque.

El ataque, punto fuerte

"Este equipo siempre compite, todos competimos en todas las circunstancias", comentó Alex Dujshebaev al terminar el encuentro y le sobraba razón. Marcaron todos los jugadores que participaron menos Viran Morros, especialista defensivo, y la mitad de ellos, el propio Dujshebaev (cinco), Ferran Solé (siete), Ian Tarrafeta (tres), Gedeón Guardiola (tres), Imanol Garciandia (dos) y Dani Fernández (dos) aportaron dos tantos o más. Con semejante variedad de recursos, ¿Cómo no creer en una medalla en los Juegos de París?

Con la retirada de parte de la generación dorada, de Raúl Entrerríos, Dani Sarmiento o Julen Aguinagalde, nacía la duda del relevo sobre quién tomaría la responsabilidad goleadora, pero ya está resuelta. En los primeros años todo quedó en manos de Álex Dujshebaev, uno de los mejores jugadores del mundo, pero Jordi Ribera pronto detectó que así era más fácil frenar a España.

Ahora, tal y como ha subrayado el seleccionador en este Preolímpico, en la primera parte construyen Garciandia, Agustín Casado o Tarrafeta, atacantes de entre 25 y 30 años ya habituales en Champions, y en la segunda parte aparece Dujshebaev para apuntalarlo todo. Cuenta con la ayuda de veteranos como Jorge Maqueda o Antonio García, pero hay días como ayer en los que ni los necesita. Con ese esquema, tan ofensivo, tan coral, tan imprevisible, la selección es muy difícil de parar, pero eso no quiere decir que la gloria olímpica sea segura. ¿Por qué?

La defensa, punto débil

Porque atrás faltan piernas. Este domingo Brasil, que necesitaba la victoria para estar en los Juegos Olímpicos, apretó en los últimos minutos y España acabó defendiendo con Morros, Guardiola, Maqueda y García en la parte central, es decir, con dos jugadores de 40 años, uno de 39 y uno de 36. Ante determinados rivales la experiencia es suficiente, pero ante Francia, Dinamarca o Suecia faltará el aire.

Si quiere regresar al podio, la selección debe recuperar antes de París al lesionado Miguel Sánchez-Migallón, sumar de una vez por todas a Dani Dujshebaev a la zaga y descubrir atrás a otros, como el pivote Javi Rodríguez. Los jóvenes que vienen, como los prodigiosos hermanos Cikusa, son también artistas en ataque, pero todavía les falta en defensa. Con todo ello, España, ya clasificada, optará a las medallas en los próximos Juegos Olímpicos de París, pero llegará a la cita entre interrogantes.

Garciandia y Pérez de Vargas llevan a España a los Juegos Olímpicos

Actualizado Viernes, 15 marzo 2024 - 22:34

La España de balonmano no está aún clasificada para los Juegos Olímpicos de París, pero casi. Ahora sólo un derrumbe histórico este domingo ante Brasil (17.45 horas, TDP) podría dejarla fuera. La victoria este viernes ante Eslovenia (32-22) en el segundo partido del Preolímpico fue brillante por varios motivos.

En primer lugar porque ahora la selección depende de sí misma: puede ganar, empatar e incluso perder por menos de 19 goles y suyo sería igualmente el pase. En segundo lugar porque el triunfo descubrió a un nuevo líder, Imanol Garciandia, que llegó al equipo ya veterano hace apenas un año, y este viernes se descubrió gracias a su potencia en el lanzamiento. Sus seis tantos en la primera parte fueron esenciales. Y en tercer lugar porque Gonzalo Pérez de Vargas volvió a la excelencia. Después de un Europeo para olvidar, el peor torneo de su vida, el portero se resarció a lo grande con una actuación antológica en la que llegó a superar el 50% de acierto -acabó con 18 paradas de 38 lanzamientos-.

Con todo, España apenas sufrió en los primeros minutos, fruto de la tensión, y luego llegó a gustarse, a disfrutar. En cuanto lideró el marcador con los goles de Garciandia (7-6, min. 10), empezó a desplegar su juego y a correr, a correr, a correr. Un parcial antes del descanso (del 11-10 al 17-10) decidió el partido y en la segunda parte Pérez de Vargas bajó la persiana. La desesperación del conjunto eslovaco fue creciendo mientras España organizaba la celebración.

El enigma del seleccionador Jordi Ribera: "Estuve cerca de dejar el balonmano y abrir un restaurante"

El enigma del seleccionador Jordi Ribera: “Estuve cerca de dejar el balonmano y abrir un restaurante”

Jordi Ribera (Sarrià de Ter, 1963) es un enigma incluso para más le conocen. Lleva ocho años al frente de España y más estará porque ha renovado hasta los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028, pero igualmente lo suyo es sólo de él. «Me gusta leer sobre filosofía e historia. Y ver películas, soy de ir al cine», asegura a EL MUNDO cuando se le pregunta por sus hobbies. Lo dicho: un misterio. Del Preolímpico que la selección afronta desde este jueves (18.30 horas, contra Bahréin, TDP) y hasta el domingo en Granollers, puede hablar largo, pero el resto se lo reserva. Apenas se le escapa alguna confidencia que sirve para conocerle.

Tiene 61 años y lleva desde los 26 siendo entrenador. Con su fama de metódico, de ver todos los partidos que se juegan en España, ¿Nunca se empacha de balonmano?
No, la verdad. El balonmano para mí lo es todo, le dedico muchas horas, pero sigue siendo motivante. Es mi manera de entender mi trabajo y me gusta. El jugador debe ser creativo, experimentar en la pista, pero el entrenador debe ser metódico, debe controlar los detalles.
Recuerda Ambros Martín, que estuvo a sus órdenes en el Gáldar y hoy es seleccionador femenino, que en los años 90 ya entregaba informes larguísimos a cada jugador y se gastaba medio sueldo en software.
Cuando empecé muy pocos hacíamos montajes de vídeo, por ejemplo. Lo grababa todo, utilizaba miles de DVDs e intentaba trasladar mis ideas a los jugadores de esa manera. Ahora es todo más sencillo, aunque igualmente hay retos. En el CAR de Granada hacemos concentraciones con jóvenes y tenemos cinco o seis cámaras con sensores para grabar sus movimientos y ayudarles a mejorar. Hemos avanzado mucho con los fondos europeos.
Empezó siendo adolescente y se profesionalizó muy joven. ¿Ya se veía entrenador para toda la vida?
No, no. Cuando empecé entrenando en mi pueblo, combinaba el balonmano con mi trabajo como administrador del Hospital Josep Trueta de Girona. Estuve años en el servicio de urgencias de noche y tuve mucha suerte porque los compañeros me ayudaban a cuadrarlo todo. En 1989 me llegó la oportunidad de entrenar en el Arrate [tenía 26 años, el técnico más joven de la historia de Asobal] y cuando llegué al Gáldar en 1992 ya sí entendí que podía ser mi trabajo, mi oficio. Luego hubo una época en la que quise dejar de entrenar.
¡¿Cómo?!
Sí, sí, estuve cerca de dejarlo. Después del Gáldar, fui al Bidasoa y allí, en 2003, no completé la temporada. Pasé un periodo de luto, me replanteé las cosas, estuve casi un año sin entrenar y pensé en abrir un bar o un restaurante en Girona. Ya había cumplido los 40 años, me atraía la idea de emprender y estuve a un paso de hacerlo. Pero me llamó la selección de Argentina y me marché allí a vivir la experiencia. Tenía poca mochila en la vida y la sigue teniendo ahora. Luego ya fui a Brasil, estuve en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008...

David Ramirez / Araba PressAraba

Y le llamó la selección. Da la impresión de que le encanta la táctica y no le gusta tanto gestionar el vestuario.
Puede ser. Cada vez hay un concepto más individualista de las relaciones, cada vez es más difícil la interacción con un grupo. Pero en la selección no lo llevo mal, todo lo contrario. Puedo vivir en la dinámica del vestuario sólo unos días al año.
Los jugadores de la selección aseguran que cuando llegó era indescifrable, muy, muy silencioso.
Me cuesta mucho entrar a la gente. Soy muy cauto, soy muy tímido. Es cierto lo que dicen: al principio marcaba mucho la distancia. Ahora me siento más cerca de ellos. Es mejor para todos. Hoy en día tenemos muy buena relación, mucha confianza. Antes de cada convocatoria, llamo a todos y les planteo qué quiero de ellos. Cuando vienen con el equipo ya conocen su rol y eso es muy útil.
Su estilo en el banquillo es muy comedido. Diría que nunca le he escuchado nunca gritar.
Es mi forma de ser. No hace falta gritar para ser exigente o para reclamar otra actitud. Los gritos alteran a la gente, no la motivan, ése ha sido siempre mi idea. Si tengo que decir cosas duras, prefiero que acabe el partido, sentarme con el jugador y ser directo. No me gusta el teatro que se espera de los entrenadores. Lo más importante es el juego.
Disputa esta semana su primer Preolímpico. El último que jugó España, justo antes de su llegada, en 2016, con varios jugadores actuales, fue un fracaso absoluto.
Lo normal es estar aquí, hay que asumirlo. Sólo te salvas del Preolímpico si eres campeón del mundo o campeón de Europa, como éramos antes de los Juegos de Tokio. Habrá un condicionante emocional, está claro, es un todo o nada, pero tenemos experiencia. Los jugadores llevan años compitiendo al máximo nivel y no habrá problemas en ese sentido.