Los goles clave en la historia de España: de la prórroga de Merino a la de Amancio, del cabezazo de Maceda al de Puyol

Los goles clave en la historia de España: de la prórroga de Merino a la de Amancio, del cabezazo de Maceda al de Puyol

El 22 de junio de 2008, pasadas las once y media de la noche, Cesc Fábregas enfiló hacia Gianluigi Buffon para afrontar su primer penalti en seis años. Luis Aragonés le había elegido como quinto lanzador y el centrocampista del Arsenal, pese a su palmaria inexperiencia en las tandas, quiso responder a la confianza. Durante los entrenamientos solía chutar a la derecha del portero, el mismo lado que eligió el capitán de Italia para lanzarse. Sin embargo, en el último instante, Fábregas cambió su disparo. Ahí viró, para siempre, la historia del fútbol español. Ese gol en Viena no sólo acabaría con la maldición de los cuartos, sino que supuso el preámbulo de una época inigualable, con dos títulos de Eurocopa y otro en el Mundial de Sudáfrica. Hoy, pocas horas después de la gesta en Stuttgart, España se prepara para emular aquellos días de gloria.

El cabezazo de Mikel Merino guarda indudables paralelismos con la semifinal del Mundial 2010. Durban, escenario de la derrota inaugural ante Suiza, no suscitaba precisamente buenos augurios y el rival, tras desintegrar a Inglaterra y Argentina, provocaba pavor. España nunca había ganado a Alemania en sus tres cruces previos en una Copa del Mundo. Se había desbordado la expectación ante la primera semifinal de La Roja, justo siete décadas después de aquel cuarto puesto en Brasil. Luis Rubiales, presidente de la AFE, contaba que le pidieron 1.800 euros por una noche de hotel. Cifra acorde a lo que todos ven como una final anticipada. En esas costas del Índico, infestadas de escualos, será Carles Puyol, El Tiburón de Andrés Montes, quien ejerciese de héroe.

La baja por lesión de Thomas Müller supone un alivio y la novedad de Pedro en el once, una desesperación para Joachim Löw. Durante más de una hora, al fútbol de alta escuela, al hoy casi denostado tiqui-taca, Alemania apenas opuso un disparo de Toni Kroos. Apenas unos minutos más tarde, Xavi se prepara para botar un saque de esquina desde la izquierda. Puyol ya ha acordado en la víspera con Vicente del Bosque que pretende repetir la estrategia del Barça. La misma que dio réditos en el Bernabéu dos meses antes durante el 2-6. Sergio Ramos debía arrastrar a los defensas en el primer palo. Del resto se ocuparía él: "Tú ponla, que entro en carrera. O marco o un alemán entra dentro de la portería".

Apelación a La Furia

Hasta entonces, nuestra única victoria en un gran torneo ante la Mannschaft se había concretado gracias al flequillo de Antonio Maceda. Fue en la Eurocopa de 1984, sólo tres días después de que un error suyo facilitase el gol de Antonio Sousa para Portugal (1-1). El segundo empate complicaba en extremo las opciones de alcanzar las semifinales porque ya sólo quedaba medirse a la vigente campeona de Europa y finalista del Mundial. Poco antes del descanso, Harald Schumacher detuvo un penalti a Lobo Carrasco. El más difícil todavía en el Parque de los Príncipes para la flor de Miguel Muñoz.

Santillana y Maceda, tras el gol del triunfo en París.

Santillana y Maceda, tras el gol del triunfo en París.UEFA

El empate sólo valía si Rumanía tumbaba a los portugueses. En el minuto 81 hubo un momento de zozobra, cuando los chicos entendieron al revés las noticias que llegaban desde Nantes. Había marcado Nené, así que sólo quedaba apelar a La Furia. Maceda dejó sus obligaciones como líbero en busca del último cartucho, servido por Juan Señor desde la derecha. Aquel cabezazo en plancha sólo pudo rozarlo el guardameta del Colonia.

Según confesaron los protagonistas, hasta Luis Miguel Arconada esbozó la mejor de sus sonrisas durante los festejos del 1-0. Josep Lluis Núñez, responsable financiero de la Federación, había acordado una prima de un millón de pesetas por alcanzar la penúltima ronda. El triunfo ante Dinamarca en los penaltis y aquella infausta final perdida ante Michel Platini.

Minuto 115 en el Bernabéu

Justo dos décadas antes, el ambiente en el Bernabéu, aquel 17 de junio de 1964, distaba mucho de la normalidad. En primer lugar, porque el Jefe de Estado, que por la mañana había recibido en El Pardo a altos cargos de su Ejército, no tuvo a bien acudir finalmente al palco. Además, Televisión Española retransmitía en directo esa semifinal, lo que terminó disuadiendo a la afición. Poco más de media entrada a las ocho de la tarde en Chamartín. La balbuciente Eurocopa, en su segunda edición, aún no había calado entre la gente.

Hungría ya había jubilado a Ferenc Puskas, Zoltan Czibor y Sandor Kocsis, pero contaba con jugadores de la talla de Ferenc Bene y Florian Albert. Bene, extremo derecha, anotaría 12 goles en cinco partidos en los Juegos de Tokio para el oro olímpico magiar. Albert, apodado El Emperador, ganaría el Balón de Oro en 1967. España se había concentrado a las afueras de Hoyo de Manzanares, bajo el mando castrense de José Villalonga.

El once de España, en la semifinal de 1964 ante Hungría.

El once de España, en la semifinal de 1964 ante Hungría.

Una de sus decisiones más controvertidas fue sentar a Paco Gento para dar entrada a Carlos Lapetra, pero arriba contaba con un rematador como Marcelino y el descomunal talento de Amancio. Tres semanas después de la lúgubre final de la Copa de Europa ante el Inter, la estrella del Real Madrid se redimió con una aparición en el minuto 115. Un córner de Lapetra, un cabezazo de Marcelino y su pícara aparición para el 2-1 que otorgaba billete a la final ante la abyecta Unión Soviética.

Escocia queda eliminada en el 99 en un partido marcado por el susto de Varga

Escocia queda eliminada en el 99 en un partido marcado por el susto de Varga

Actualizado Domingo, 23 junio 2024 - 23:37

No estaba siendo un partido que se caracterizara por su brillantez futbolística, pero una desafortunada salida de puños del portero escocés Gunn, en el minuto 68, dejó a Varga, aparentemente inconsciente, tendido en el suelo. La preocupación entre los allí presentes era palpable y todas las asistencias disponibles saltaron al campo para atender al delantero húngaro, que se marchó en camilla rodeado por una manta. A partir de ese momento, lo que quedaba de partido pasó a un segundo plano al desconocerse cuál era su estado.

A nivel estrictamente futbolístico, la situación del equipo escocés no era fácil. Si bien tenía una mínima posibilidad de pasar como segunda, con ayuda de Alemania, y hacer historia, un fallo ante Hungría le mandaba directamente a casa. Algo que finalmente ocurrió, tal vez debido a su exceso conservadurismo en un encuentro en el que necesitaba asegurarse la tercera plaza para tener alguna opción de seguir vivo en el torneo.

Los jugadores y servicios de asistencia sostienen una manta para cubrir a Varga

Los jugadores y servicios de asistencia sostienen una manta para cubrir a VargaMIGUEL MEDINAAFP

Tampoco el planteamiento inicial de Hungría invitaba a muchas florituras, pero conforme avanzaban los minutos lo que era un tenue control escocés se transformó en un partido en el que cualquiera podía adelantarse en una jugada aislada mal defendida.

La primera parte transcurrió con ambos equipos temerosos de que su rival les obligara a una remontada que se intuía difícil. La primera gran oportunidad llegó en el minuto 40, cuando Orban remataba alto una falta botada por Szoboszlai. En los minutos finales, la necesidad de Hungría por marcar la invitó a ir al ataque y en el minuto 99 y tras haber tirado al palo con anterioridad, Csoboth marcaba el único tanto del partido para dar esperanzas a los suyos. En la celebración, no faltó el recuerdo hacia su compañero mostrando al público su camiseta. Escocia, resignada, se vuelve a casa habiendo cosechado solo un punto en toda la Eurocopa.

Martin Adam, el "vikingo húngaro" al que atacan por su peso: "La última Eurocopa la pasé bebiendo cerveza en mi casa"

Martin Adam, el “vikingo húngaro” al que atacan por su peso: “La última Eurocopa la pasé bebiendo cerveza en mi casa”

Martin Adam (Szeged, 1994) es uno de los personajes de la Eurocopa. El delantero de la selección de Hungría se ha convertido en protagonista de estos primeros días en Alemania tras los dos primeros partidos de su equipo. Y no por sus goles, sino por su físico. Mide casi dos metros (192 centímetros) y su peso ha provocado miles de comentarios en las redes sociales, donde han criticado, con demasiadas burlas, su aspecto. Una situación que «le afecta», según explican desde el combinado magiar.

Porque la realidad es que Adam no supera los 87 kilos. "Nací así, es mi cuerpo, no estoy gordo. No puedo cambiar la genética", respondió en la sala de prensa, a la que acudió no por voluntad propia, sino porque el departamento de comunicación de su selección consideró que debía hablar para callar a los críticos.

«Me han llegado varios memes y normalmente me río de ellos. Lo único que puedo decir es que este es mi cuerpo», reflexionaba, suspirando y claramente incómodo. Prefiere hablar de otra cosa.

"Es siempre lo mismo con él"

No se trata de una conversación nueva para Adam, pelirrojo de barba prominente, fuerte y con aspecto de guerrero «vikingo», apodo que le pusieron en su país hace años. Su aspecto diferente siempre ha llamado la atención. «Es siempre lo mismo con él», explican en la selección, molestos con las bromas.

«Hemos visto las burlas de los idiotas, que son muy valientes en el ordenador. No podemos controlar a esa gente, pero es inaceptable, irrespetuoso. Su cuerpo es así desde que nació», asegura un enfadado Marco Rossi, seleccionador de Hungría. «Espero que marque porque sería muy satisfactorio para él y para todos. Es un tipo sensacional», añade.

Adam ha llegado a la concentración de su selección desde Corea del Sur, donde juega en el Ulsan HD, campeón de la liga nacional las dos últimas temporadas. Allí es una estrella. «Me paran por la calle para pedirme autógrafos y yo alucino», admite él. Y claro, uno piensa que no debe haber muchos húngaros pelirrojos y con barba en Corea del Sur.

"Nunca he estado ni cerca de eso"

El atacante fichó por el cuadro asiático en el verano de 2022, después de ser el máximo goleador de la liga húngara. Siempre, eso sí, con el debate sobre su peso a su alrededor. «Mi peso no es un secreto, pero no quiero que se convierta en un tema de conversación en la prensa o entre los aficionados. Leo que peso cerca de 110 kilos y nunca he estado ni cerca de eso», admitió en una entrevista a un medio húngaro hace unas semanas.

«Siempre he sido un tipo grande, que es algo que me hace ganar muchas jugadas. Una vez perdí fuerza y peso y creo que era peor jugador, así que volví a ganar kilos. Ahora hago todo de forma más inteligente con la ayuda de un especialista», explicó, reconociendo honestamente que «la última Eurocopa la vi en mi casa bebiendo cerveza». Así de sincero.

En Alemania, Adam está debutando en un gran torneo con su país. Acumula 23 internacionalidades y tres goles, dos de ellos en la fase de clasificación para esta Eurocopa. Para Rossi es su delantero suplente, un fijo. Disputó 12 minutos en el debut contra Suiza y 16 frente a Alemania. Dos derrotas que han dejado a Hungría contra las cuerdas, con la única esperanza de vencer por varios goles a Escocia y colarse entre alguno de los mejores terceros.

Cuando termine esta edición, Adam volverá a su pueblo. No le gusta la gran ciudad, la detesta. Se crió en una casa de campo con sus padres en Forraskut, un pueblo en mitad de la nada al sur de Hungría, y allí vuelve siempre que puede. Se está construyendo una casa al lado de la de sus padres a la que pretende regresar cuando se retire junto a su mujer y sus dos hijos. «Yo me crié en una granja, prefiero eso para mis hijos, que vean crecer patatas, verduras...», cuenta. Siempre al lado de su pareja, Gitta, con la que sale desde el colegio.

Hoy buscará su primer gol para callar a los bromistas.

Alemania barre a Hungría y grita más alto que lo tiene todo para soñar

Alemania barre a Hungría y grita más alto que lo tiene todo para soñar

Alemania demostró ante Hungría que tiene todos los ingredientes de un campeón. Lidera su juego un centrocampista de época como Kroos, lo ejecuta una driblador insaciable como Musiala que además repitió gol, su columna vertebral la completan estrellas como Gündogan, que hoy vio puerta, y Wirtz y, por si fuera poco, en su portería brilla como en sus mejores días el veterano Neuer, salvador por momentos esta tarde. [2-0: Narración y estadísticas]

Para saber más

Nagelsmann repitió el once que arrolló a Escocia en la primera jornada, con Wirtz, Musiala y Havertz arriba y Kroos, Gündogan y Andrich en el medio. Los seis fluyen a la perfección, con Kroos en el eje, Andrich como perro de presa y los otros cuatro intercambiando posiciones sin parar. Es un fútbol bonito de ver, la verdad.

Y eso que Hungría saltó al césped consciente de su realidad en el torneo. Después del 1-3 contra Suiza, otra derrota les dejaba en el precipicio. A los 15 segundos, Neuer evitó el primer gol del partido ante la llegada de Sallai, que quería un aprobar un fallo de entendimiento entre Rüdiger y Tah.

Encerrada atrás pero con velocidad para salir a la contra, los magiares agradecieron no llevar el peso del duelo, como contra Suiza, donde sufrieron en las transiciones. En los primeros minutos, a Alemania no le quedó más remedio que buscar en largo a Havertz, poderoso ante Orban y a punto de hacer el primero en el 10. Gulacsi detuvo su volea, pero Hungría supo que su espalda estaba en peligro.

Esos ingredientes que hacen candidata a Alemania le permiten también dominar el juego con la pausa necesaria para generar espacios en la defensa rival. Un rato por la izquierda, otro por derecha, un pase atrás a Rüdiger, empieza de nuevo con Kroos... Y así hasta que aparece un hueco. Es la versión que más se acerca a un hipotético tiqui-taca. Así llegó el 1-0.

En el 21, cuando apareció el espacio, Wirtz recibió entre líneas, se giró y buscó a Musiala en la frontal, éste dejó de primeras a la llegada de Gündogan y después de un forcejeo con Orban, recogió el balón suelto y asistió a Musiala para que anotara su segundo gol de la Eurocopa. Hungría pidió falta, pero el VAR confirmó el tanto.

Los magiares, hundidos en el torneo con el gol, buscaron el empate, pero se encontraron con Neuer. En el 25, el portero voló en una falta de Szoboszlai que apuntaba a la escuadra y estuvo rápido para evitar que Bolla marcara el rechace.

Fueron los mejores minutos de los de Marco Rossi, que estuvieron cerca de empatar cuando Tah saltó para evitar el gol de Szoboszlai, desesperado.

Superado el susto, Alemania volvió a controlar el duelo camino del descanso. De nuevo moviendo a su rival, de nuevo esperando el espacio, sin prisa, sin pausa. En el 43, Wirtz encontró a Musiala en la frontal y el del Bayern armó rápido un disparo que rozó el palo izquierdo de la meta de Gulacsi.

Hungría todavía tendría otra oportunidad antes del intermedio. Szoboszlai lanzó una falta lateral que hizo estirarse a Neuer y Sallai marcó en el desvío, pero era fuera de juego.

En el segundo tiempo no se rompió el guion, asumiendo el combinado magiar que no iba a poder robarle la posesión a Alemania por mucho que lo intentara. Aguantar y esperar a la contra fue su plan. Ante eso, calma germana hasta que aparecieran las opciones.

En el 53, Gündogan comenzó a encontrar su sitio entre los centrales húngaros. Kroos le encontró, aunque Gulacsi sacó el disparo final, pero ya avisaba. En el 68, Mittelstadt arrancó con tiempo por la izquierda, Gündogan esperó el pase en el punto de penalti y definió con la izquierda a gol.

Sentencia alemana y hundimiento definitivo de Hungría, que tendrá que hacer cuentas, si es que le da alguna, para ver si puede entrar como una de las mejores terceras en caso de ganar a Escocia en el último partido.

El duelo no tuvo para más. Monólogo continuo de Alemania en busca de mayores alegrías y minutos para los suplentes de Nagelsmann. Kimmich casi hace el tercero en el 68 y en el 74, pero se encontró con un Gulacsi que evitó una goleada mayor volando también a un disparo de Sané. Alemania ya está matemáticamente en octavos de final.