El año de Marta García, la fondista que aplazó la Medicina para hacer del atletismo su trabajo

El año de Marta García, la fondista que aplazó la Medicina para hacer del atletismo su trabajo

Cuando mediada la San Silvestre Vallecana, encarando ya la Avenida Ciudad de Barcelona, Marta García emergió de entre las sombras para acechar a la gran favorita Ruth Chepngetich, pareció como un espejismo navideño. Un rato antes, los rótulos televisivos habían repasado el palmarés de la mítica prueba madrileña, que cumplió 60 años, y, claro, ni rastro de españolas. Pero cuando, tras una breve e inteligente pausa 'a rueda' de la africana, la palentina encaró en solitario los últimos kilómetros camino del estadio del Rayo, la hazaña estaba a punto de completarse: 17 años después, una nacional en lo alto del podio.

La última había sido en 2008 otra Marta, otra castellana, aunque todo sea turbio en el pasado de Fernández. García, tras un final agónico -"en esa cuesta arriba picaban las piernas y hubo un momento de crisis. Sabía que tenía margen y he apretado con toda mi alma"- pulverizó el récord nacional de la San Silvestre (31:19, a 3:07 el kilómetro), dejando en su estela a la primera mujer del mundo en bajar de 2:10 en maratón, con otra española, Águeda Marqués, completando el podio.

Fue el colofón a un 2024 inolvidable para Marta García. El año que le cambió la vida, que apostó todo por el atletismo. Y el que le impulsa hacia un futuro sin límites, a pesar de haber cumplido ya los 26 años. Porque la trayectoria de la palentina ha estado marcada por la paciencia y la premisa de no descuidar su carrera académica, su formación en Medicina, que terminó en 2023 para, ahora sí, darle una oportunidad al deporte. "No me había planteado la posibilidad de llamar al atletismo un trabajo hasta sexto de carrera. La prioridad siempre habían sido los estudios", contaba desde St. Moritz a EL MUNDO en una entrevista previa a los Juegos Olímpicos.

Allí, en las cumbres de los Alpes, se forja Marta junto al grupo de elite del OAC Athletic, a las órdenes del gurú alemán Thomas Dreissigacker. Completa concentraciones en altitud de varias semanas que compagina con su residencia en Buitrago del Lozoya (Madrid) y otros periodos en Dullstroom (Sudáfrica). Fue la marca suiza ON la que tentó a la española cuando la incertidumbre le acechaba, a finales de 2022. Una oferta de esas que no se pueden rechazar. "Apostaban por mí más incluso que yo misma", admite. Y, desde su profesionalización completa, los resultados no han dejado de llegar. Como una avalancha.

Marta García, en el podio con Ruth Chepngetich y Águeda Marqués.

Marta García, en el podio con Ruth Chepngetich y Águeda Marqués.FERNANDO VILLAREFE

El 2024 amaneció para la fondista con el récord de España de 5.000 metros en pista cubierta, además de la mínima olímpica para París. Fijó el 14:46.37 en Boston, 40 segundos por debajo de la marca de Carmela Cardama (7 de diciembre de 2019). Al mes siguiente, en febrero, también en Boston, pulverizó las plusmarcas nacionales de 2.000 (5:45.33) y 3.000 metros indoor (8:38.44). Tres récords de España en una semana.

Ese mismo mes, en Ourense, se proclamó campeona de España de 3.000 en pista cubierta y en marzo, en Glasgow, fue 10ª en el mundial indoor en esa misma distancia en la que en mayo, en Oslo, fijó ya al aire libre su mejor marca personal (8:29,32).

Una de las cumbres de su año llegó con el bronce en el Europeo de Roma en 5.000 metros, donde además batió el récord de España. En La Nucia, en junio, se proclamó campeona de España -también, antes, batió el récord de España de 2.000 en Mónaco-de una distancia en la que no pudo brillar sin embargo en los Juegos de París, eliminada en semifinales, el único pequeño borrón a su temporada de lujo. Que ha culminado a lo grande en la Vallecana (tres días antes ganó la San Silvestre de León y hace unas semanas fue sexta y primera española en el Cross de Itálica).

El cénit de Marta García, de su chasquido, de su sonrisa y de su competitividad.

La San Silvestre cumple 60 años: "Había simbiosis con la gente. Vallecas era una caldera"

La San Silvestre cumple 60 años: “Había simbiosis con la gente. Vallecas era una caldera”

«Salías en el último telediario del año. Es una carrera de gran prestigio. Me gustaba ganar». Isaac Viciosa, vencedor en 1996, 2000, 2001 y 2002.

«La Castellana era tuya. Eras el dueño de la arteria principal del país». José Luis González, ganador en 1983 y en 1987.

«Tenía tantísimo nivel que congregaba a atletas desde el 800 hasta el maratón». Martín Fiz, primero en 1994.

La San Silvestre vallecana cumple este martes 60 años, distinguida desde siempre por una identidad propia, que conjuga su generoso cartel con un aura obrero, festivo y romántico. Inspirado en la prueba que ya se disputaba en Sao Paulo, Antonio Sabugueiro, de quien hablan con sumo cariño nuestros interlocutores, la puso en marcha en 1964. Entonces corrieron 57 atletas. Ganó Jesús Hurtado, que repitió en la siguiente edición.

«Mi mánager, Miguel Ángel Mostaza, ya me dijo que se iba a comer a la brasileña. Y así ha sido», comenta Fiz (Vitoria, 1963), que el año de su triunfo había sido campeón de Europa de maratón en Helsinki. La ilustre nómina de vencedores así lo certifica. Además de quienes han atendido a este periódico, ahí quedan los nombres de Carlos Lopes, que ganó en 1979 y 1980, Arturo Barrios, en 1989, o Eliud Kipchoge, en 2005 y 2006. Paula Radcliffe, Tirunesh Dibaba y Grete Waitz lucieron, entre otras, en la carrera femenina.

José Luis González, en el centro, tras ganar en 1987.

José Luis González, en el centro, tras ganar en 1987.

«Cuando entrabas en Ciudad de Barcelona aquello era una caldera por la simbiosis con la gente. Esta carrera pertenece a Vallecas. Había una cuesta tremenda al final, hasta el estadio, con un desnivel de uno 10 o un 15%. Entrabas en el estadio y descubrías la luz», relata con pasión González (Villaluenga de la Sagra, Toledo, 1957), que cuando logró su segunda victoria venía de ser subcampeón del mundo de 1.500 metros en Roma. Siempre mantuvo su lealtad a la cita, donde también logró un segundo y un tercer puesto. Tampoco quería perdérsela Viciosa (Cervatos de la Cueza, Palencia, 1969), oro en 5.000 metros en los Europeos de Budapest de 1998, que la corrió en 14 ocasiones y, además de sus cuatro triunfos, subió siete veces al podio. «Sufrí. Siempre. La mayoría de los atletas sabían que no podían llegar al tramo final conmigo y me atacaban desde muy lejos. Recuerdo también manos a manos con Fabián Roncero, con Fermín Cacho... Hubo una época en la que se apostó mucho por españoles que combinábamos distancias. Nos conocíamos desde chavales y nos llevábamos bien».

El ugandés Jacob Kiplimo, que en 2018 logró el mejor registro de la prueba, con 26:41, y el etíope Berihu Aregawi, plata en 10.000 en los Juegos Olímpicos de París, están llamados a pelear por el triunfo en la noche de hoy (19.55 h.), sin obviar a Adel Mechaal, que el pasado 24 de noviembre se convirtió en el español más rápido de la historia en 10 kilómetros en ruta al acreditar 26:46 en la Speed Run de Madrid. La prueba femenina contará con la keniana Ruth Chepngetich, plusmarquista mundial de maratón, además de una nutrida participación nacional.

Martín Fiz, en el centro, en 1994, año de su victoria.

Martín Fiz, en el centro, en 1994, año de su victoria.

La fecha y el escenario dotan a esta carrera de un notable componente sentimental. «Se mezcla el confeti con el olor a crema antiinflamatoria», recuerda Fiz. «El ganador siempre tenía que pasar el control antidopaje y con la tensión te costaba orinar. Bebí agua y cervezas sin alcohol hasta que lo conseguí, pero luego el viaje de vuelta se hacía eterno. Eso sí, poco después de las doce estaba de vuelta en Vitoria. La gente se sorprendía, pues sólo unas horas antes me había visto corriendo por la televisión».

González lamenta que con la entrada de Nike y el furor por la carrera popular se haya perdido parte del encanto de la prueba. «Ahora las carreras de montaña están acabando con el cross federado. Ahora salen 35.000, y eso le gusta más al periodista, al organizador y al político. Nike ponía la levadura, el taller, la tienda y el producto. Y lo comercializaba», apunta el atleta toledano, quien evoca su amistad con Saboeiro y sus encuentros en el restaurante El Segoviano. «Pillaba a trasmano, pero siempre hice por tomar parte en ella. Nadie ha puesto tanto interés como yo por correrla».

La San Silvestre tiene su cuota de sacrificios, que también asumía Viciosa, que, además, cumple años el 26 de diciembre. «En esas fechas siempre te apetece más estar en casa. Pero merecía la pena respetar la dieta y mantener la concentración. Tomé las uvas en el coche varios años. En una ocasión, cuando regresaba a casa en el coche con mi mujer, cerraron el túnel de Navacerrada por una nevada. Llamé a Mostaza y despedimos el año en su casa, donde también acudió Martín Fiz. Siempre mereció la pena. Entrabas en Vallecas adelantando coches y motos. Era como en el Tourmalet».