Sinner exorciza sus recuerdos para vencer a Alcaraz y levantar su primer Wimbledon

Sinner exorciza sus recuerdos para vencer a Alcaraz y levantar su primer Wimbledon

En la era de la medición y el Big Data, la grandeza en el deporte se explica en números, récords y porcentajes, pero cuando Jannik Sinner se retire se recordará su prodigiosa serenidad. Nunca hubo un tenista tan firme, tan consciente de sí mismo, tan estoico. Muchos desaparecieron después de remontadas como la que sufrió en la final del pasado Roland Garros, hay casos recientes como Zverev, Tsitsipas, Medvedev o Thiem, pero Sinner hizo todo lo contrario: analizó lo ocurrido, entrenó más que nunca y regresó para superar este domingo a su cruel verdugo, Carlos Alcaraz, en la final de Wimbledon por 4-6, 6-4, 6-4 y 6-4 en tres horas y cuatro minutos de juego.

En la celebración no hubo revancha, ni rastro de rabia, no ganó desde el rencor. Levantó los brazos sobre la pista y de inmediato se fue a felicitar a Alcaraz; ni tan siquiera necesitó tirarse sobre la hierba. Pese a ser como fue, el italiano siempre entendió la derrota de París como parte del juego y, es más, como parte de la vida, donde venimos a perder. En los 15 minutos de lágrimas en los vestuarios de la Philippe Chatrier soltó cualquier pensamiento negativo -contra él mismo o contra el mundo- y se recompuso para alzarse sólo un mes después.

Como hace Toni Nadal, el primer entrenador de Sinner, Riccardo Piatti, narra anécdotas entre la realidad y la fantasía para describir sus éxitos. En una de ellas relata cómo, cuando era pequeño, le puso en la televisión la final del torneo de Marsella 2000, donde un joven Roger Federer perdió contra Marc Rosset jugando muy mal. "¿Por qué juega así? No se parece a Roger", preguntó Sinner. "Ese era Federer antes de muchas horas de trabajo", le contestó Piatti. Ahí se supone que el actual número uno aprendió que el talento no sirve de nada sin esfuerzo detrás. Después de Roland Garros aplicó esa lección y exageró su preparación para alcanzar la gloria este domingo. A sus 23 años, su primer Wimbledon, su tercer Grand Slam, ya sólo le queda París para completar la lista.

El plan distinto de Sinner

Al contrario que en otras ocasiones, esta vez el italiano tenía un plan. "Fuerza, potencia y velocidad", con esas tres palabras le describía en la previa su técnico, Darren Cahill, pero la reciente desdicha le enseñó que no era suficiente. Por eso planteó una apuesta arriesgada: contra Alcaraz se disfrazó de Alcaraz. Hay recursos que Sinner no necesita, apenas sube la red, prácticamente nunca hace una dejada; con sus golpetazos y sus piernas le sobra. Pero en la final apareció con otro tenis.

Durante un buen rato, Sinner abandonó su juego violento y robótico en el fondo de la pista para crear. El artista ya no era Alcaraz, era él. La intención era sorprender al español, llevarle a lugares desconocidos. Sin duda, era buena idea. Pero no le funcionó. Pese al desconcierto inicial, que le llevó incluso a ceder un rotura de saque, nadie gana a Alcaraz a lo suyo. En cuanto entendió las intenciones de su rival, el número dos del mundo le cazó con varios golpes pasantes, se divirtió, remontó, cogió ventaja. Del 4-2 al 4-6. Sólo hubo un problema: en el preciso momento en el que ganó el primer set empezó a perder el partido.

Kin CheungAP

Sinner le lanzó un derechazo deslizando de los que nunca vuelven y Alcaraz lo hizo volver de espaldas en un malabarismo imposible para dejar la bola plantada al otro lado de la pista. En su celebración, el índice en la oreja, el español olvidó unos segundos la prudencia. Y cuando se dio cuenta, había cometido una doble falta, había concedido una rotura, había perdido el segundo parcial.

La primera derrota de Alcaraz

Con la igualdad de nuevo en el marcador, Sinner recapacitó y volvió a su plan de siempre. Pum, pum, pum, pum. Esa derecha feroz, ese revés demoledor. El constante bombardeo. De repente Londres pareció París, pero París antes de que aquellas tres bolas de partido lo cambiaron todo. Con la rémora de su saque, desacertado esta vez -sólo un 52% de primeros-, Alcaraz empezó a sufrir, a pelear bolas de rotura en contra, a precipitarse al abismo. Cada break cedido se convertía en un set más en su contra. Hubo un punto, llegado el cuarto periodo, en el que sólo le quedaba la épica y el recuerdo de la última remontada. ¿Y si Sinner temblaba de nuevo? El italiano falló su primer 'match point', pero acertó un gran saque en el segundo. Ya era el campeón.

Sentado en su silla, mientras se preparaba la ceremonia de entrega de trofeos, Alcaraz conoció la derrota. Hasta este domingo había perdido, claro que había perdido, pero nunca había sufrido una verdadera derrota. A la sexta, perdió en la final de un Gran Slam. Mientras Sinner recogía el trofeo de la mano de Kate Middleton tuvo que pensar que el italiano le acababa de marcar el camino. Por muy doloroso que sea, sólo le queda entrenar y entrenar para vencer en la próxima.

El otro éxito de Sinner: un número uno indiscutible y un Alcaraz ante su asignatura pendiente

Actualizado Domingo, 13 julio 2025 - 20:26

Jannik Sinner, número uno del ranking mundial. La presentación suena en todas las pistas del mundo desde el pasado 10 de junio y así seguirá siendo hasta otoño. Su éxito en la final de Wimbledon no le sirvió sólo para celebrar su cuarto Grand Slam después de ganar dos veces el Open de Australia y una vez el US Open o para romper su mala racha en sus enfrentamientos ante Carlos Alcaraz, también le sirvió para afianzar su dominio del tenis unos meses más. Pese a su parón por sanción debido al positivo en un control antidopaje, Sinner cuenta todavía con 12.030 por los 8.600 del español; entre los dos hay 3.430, una enorme distancia.

Para saber más

A unos días de cumplir los 24 años, sus números no hablan de precocidad, pero sí de una prodigiosa regularidad. Pocos tenistas cogieron el número uno de la lista ATP por primera vez con tanta fuerza como él: acumula 58 como líder y sólo están por delante Roger Federer (237 semanas en su primer 'stint'), Jimmy Connors (160 semanas) y Lleyton Hewitt (75 semanas).

Líder todo el año

«No me quiero parar aquí. Quiero seguir escribiendo mi historia e intentar ser mejor jugador cada día. El ranking es un buen reflejo del trabajo que se hace durante el año. Estoy consiguiendo una gran consistencia», se congratulaba Sinner que en su ascenso al rey del tenis sólo ha tenido las máculas del positivo por dopaje y de la derrota en la final del último Roland Garros -el único grande que le falta-.

Aquella remontada de Alcaraz creó dudas a su alrededor, pero los números subrayan su preeminencia. Su alta puntuación se debe a su buen hacer durante toda la temporada. Ahora mismo cuenta con los 2.000 del pasado Open de Australia, en enero; los 1.500 puntos de las últimas ATP Finals, en noviembre; y en medio, entre junio y octubre, los 2.000 puntos de este Wimbledon, los 1.000 puntos de la final de Roland Garros, 1.000 puntos más de Cincinnati o de Shangai... «Es increíble verme a mí mismo en esta situación. Realmente disfruto siendo número 1, pero las cosas pueden cambiar mucho en poco tiempo», aseguraba agorero y... ¿Realmente pueden cambiar las cosas?

Más allá de su consistencia, Sinner tiene varios factores a su favor para que no cambien. La primera es la ausencia de rivales. Está él, está Alcaraz y detrás un abismo muy profundo. El ranking ATP lo insinúa -Alexander Zverev es tercero con 6.310 puntos-, pero las finales lo confirman. Que los dos primeros del mundo se hayan discutido por cuatro títulos en menos de un año -Pekín, Roma, Roland Garros y Wimbledon- demuestra que la alternativa es escasa. Pero a favor del italiano también juega el bajón que sufre Alcaraz en cada final de temporada.

La asignatura pendiente de Alcaraz

Como para todo español, para el número dos el tenis es para el verano, 19 de sus 21 títulos en ATP han llegado en julio o antes y en los meses posteriores se cimenta el éxito de Sinner. Es cierto que el cemento, especialmente bajo techo, es la superficie preferida del italiano, pero es aún más importante la fatiga mental de su máximo rival. No hay que olvidar que el año pasado, después de encadenar Roland Garros y Wimbledon y caer en los Juegos Olímpicos, rompió una raqueta en su debut para olvidar el Masters 1000 de Cincinnati y perdió en segunda ronda en el US Open.

«Mi objetivo para el año que viene es llegar más fresco a esta parte del año. Debo encontrar disfrute en cada lugar, cada torneo, cada partido. Para mí no es fácil viajar mucho en esta parte del año. Echo de menos mi casa. El año que viene intentaré ser mejor en eso», prometió entonces Alcaraz , aunque en realidad ya sabía cómo hacerlo: «Soy un jugador que necesita parones más largos para afrontar los torneos importantes».

Ahora, de vuelta a Murcia, se tomará unos días y estará unas pocas semanas sin competir, pero en su calendario no se advierten más huecos que en temporadas pasadas. Es muy probable que acabe renunciando al Masters 1000 de Toronto que empieza el 26 de julio y luego debería jugar en Cincinnati ya en agosto para preparar el US Open. Después encarará con ese trajín la gira asiática y la conclusión del curso con las ATP Finals. Ahí Alcaraz se podría plantear el asalto a los cielos, pero se topará con la prodigiosa regularidad de Sinner.

Alcaraz y Sinner en la final de Wimbledon y el efecto de lo que ocurrió en Roland Garros: “Desde entonces he entrenado muy duro, más duro que nunca”

Actualizado Domingo, 13 julio 2025 - 01:31

En los pasillos del Aorangi Park, donde están las pistas de entrenamientos anexas a Wimbledon, Carlos Alcaraz y Jannik Sinner coincidieron este sábado al mediodía. Ambos habían reservado a las 12.30 horas, justo antes de comer. «Tutto bene?», preguntó Alcaraz en italiano, un idioma que chapurrea. «Bene», respondía Sinner. Y ya está. El español se fue a la pista 1 con todo su equipo, siete hombres, y el italiano se marchó a la pista 8 más solo que la una, después llegaron sus dos entrenadores. En cualquier otro momento la conversación entre los dos primeros del ranking ATP hubiera sido más larga, pero ayer era imposible. ¿Qué se podían decir?

En la previa de una final hay tensión, más en esta final. Apenas un mes después de la histórica remontada en el último Roland Garros, Alcaraz y Sinner se vuelven a enfrentar este domingo en disputa por el título de Wimbledon (17.00 horas, Movistar+). En sus mentes continúa fresco el recuerdo de lo ocurrido, pero hay algo más. Ni Alcaraz ni Sinner son los mismos y lo que ocurra en la pista central del All England Club puede confirmar el reparto de papeles de una rivalidad que hasta ahora está desequilibrada.

Un Alcaraz más maduro

Antes de lo ocurrido en París, Alcaraz ya había derrotado en Sinner todos sus duelos de 2024 y 2025 -ahora son cinco triunfos consecutivos-, pero sólo con la Copa de los Mosqueteros en las manos entendió su superioridad. Hasta que salvó aquellas tres bolas de partido, el español aún agrandaba sus defectos, incluso se infravaloraba -más sobre superficies duras-, pero ya no. Desde su primer partido posterior a Roland Garros, se ha visto un Alcaraz diferente, con más confianza que nunca, relajado en todas las situaciones, consciente de su preeminencia.

KIRILL KUDRYAVTSEVAFP

«Ya tocaba madurar», ha bromeado y la broma disfraza la verdad. Ya no es aquel artista que depende de su inspiración, busca diversión y celebra cada genialidad; ahora a veces se impone por oficio. Si él juega a lo suyo, únicamente un adversario puede inquietarle y ese es Sinner. «La final de Roland Garros me enseñó que un partido puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos y que debo dar el 100% en cada punto. Es lo que hay que hacer siempre», comentó tras derrotar a Taylor Fritz en semifinales y reconocer que no ha vuelto a ver en televisión su gesta ante Sinner en París, sólo «algunos clips». «Creo que mi victoria allí no va influir aquí. Hace años que Jannik aprende de las situaciones más difíciles y vendrá más fuerte. Vendrá con más hambre, pero lo bueno es que ya sé que será así», aseguró Alcaraz, que admitió que si pudiera quedar con un golpe de su rival se haría «con su revés, especialmente deslizando con la pierna izquierda».

En su entrenamiento de este sábado, Alcaraz hizo ejercicios de movilidad, golpeó de derecha con su hermano Álvaro como sparring, descansó un buen rato cobijado a la sombra, practicó saques y luego estuvo jugando con su equipo a una especie de petanca.

El trabajo de Sinner

Unos metros más allá, pum, pum, pum, pum. El método de uno y otro no tenía comparación. Durante una hora y media, Sinner estuvo pegando raquetazos a diestro y siniestro sin parar ni para beber agua. Cuando Alcaraz se marchó, ahí seguía el italiano.

Después de caer en París pasó 15 minutos llorando en el vestuario -lo explicó su fisioterapeuta y le costó el puesto-, pero luego se fue a la casa de sus padres en los Alpes para recobrar el ánimo. «Hicimos una bonita barbacoa, jugué al ping-pong con amigos... tuve dos o tres días de descanso. Cada tenista se toma las derrotas de una manera diferente. Desde Roland Garros he entrenado muy duro, más duro que nunca, para mejorar como jugador. Y ese es el motivo por el cual estoy en otra final», proclamó el italiano después de superar a Novak Djokovic en semifinales.

HENRY NICHOLLSAFP

Si no hubiera caído como cayó en el último Grand Slam, su trayectoria en Londres parecería impecable, pero ha habido indicios de que puede temblar ante Alcaraz. Como le pasó en Queen’s en su derrota en octavos ante Aleksandr Bublik, en octavos de Wimbledon se observó superado por Grigor Dimitrov. Estaba confuso, incluso decaído. Aquel encuentro encendió las alarmas alrededor de Sinner, aunque después de su triunfo en semifinales se reivindicó. «Si tuviera cosas en la cabeza no hubiera llegado a donde estoy. Estoy muy contento de volver a compartir pista con Carlos. Será difícil, ya lo sé, pero lo estoy esperando. No sé qué sentiré antes o durante el partido, te lo diré después. Pero ahora mismo estoy encantado de volver a luchar por un título», finalizó.

Alcaraz 'versus' Sinner: el valor de saber elegir el momento

Alcaraz ‘versus’ Sinner: el valor de saber elegir el momento

Actualizado Sábado, 12 julio 2025 - 21:07

No hace tanto, hace muy poco, veíamos a Rafael Nadal percutir con su golpe liftado de derecha sobre el revés a una mano de Roger Federer mientras el suizo trataba de encontrar soluciones para salir del rincón. Sucedía en cada uno de sus enfrentamientos, en un clásico que deleitó a los aficionados durante más de tres lustros. El clásico que ahora vivimos y disfrutamos es diferente. No hay lagunas ni en Carlos Alcaraz ni en Jannik Sinner, quienes, juntos, cada uno con sus virtudes, están escribiendo nuevos capítulos en la historia del tenis.

Sinner reparte muy bien todos sus golpes y Alcaraz se saca conejos de la chistera, pero ambos, perfectos conocedores del adversario, deciden con mimo, cada uno a su manera, cuándo y cómo hacer más daño a su oponente.

El ejemplo muy reciente de Roland Garros demostró que cualquier detalle puede llevarte al borde del abismo u ofrecerte la posibilidad de un aparentemente improbable regreso. La herencia de aquella apasionante final estará presente en la memoria de ambos. Sinner llevará París tatuado en alguna parte de su cabeza, pero tampoco Alcaraz habrá olvidado la exigencia a la que se vio sometido, las más de cinco horas que tuvo que sudar para salir victorioso.

Años atrás, sobre la hierba, cobraban una importancia capital el saque y la volea. Ahora, sin obviar la revalorización de ambos golpes en esta superficie, jugadores como ellos exhiben también sus capacidades en el resto y cuentan con un nivel técnico, táctico y mental que elude la simplificación de sus confrontaciones.

Alcaraz se presenta mejor en la final y ha atravesado un camino más difícil, desde que en la primera ronda se topó con el talento inclasificable del veterano Fabio Fognini. Sinner, con algún problema físico en aquel partido, vio cómo se le retiraba Grigor Dimitrov en octavos de final cuando le dominaba por dos sets a cero y se encontró con un Novak Djokovic muy desgastado en su encuentro de semifinales.

Si Carlos consigue manejar con criterio su inmensa variedad de golpes a lo largo de todo el partido cuenta con ventaja y obligará una vez más a su rival a estar en constante estado de alerta. Es ahora, en las rondas finales, cuando la exigencia es máxima, cuando el español saca mayor provecho de su creatividad. Cuenta con menos alternativas para cerrar las jugadas y menos posibilidades de confundirse. Entonces, con la recompensa a tiro, su tenis alcanza su máxima y más certera expresión.

¿Por qué este año la final de Wimbledon se retrasa dos horas y no se puede ver en abierto?

Actualizado Sábado, 12 julio 2025 - 12:40

La mayoría de aficionados recordarán que en aquellos duelos históricos en Wimbledon entre Rafa Nadal, Roger Federer y Novak Djokovic estaban de sobremesa en España, incluso a algunos los pillaría todavía comiendo. Eso no volverá a pasar. A partir de este año el Grand Slam de las tradiciones cambia una de ellas, una relevante. En lugar de empezar a las 15.00 horas en España -14.00 horas en Reino Unido, la final entre Carlos Alcaraz y Jannik Sinner de este domingo empezará a las 17.00 horas y así seguirá siendo en las próximas ediciones. ¿Por qué? Los motivos pueden ser dos y el espectador es libre de escoger uno de ellos.

La explicación oficial es que así la final de dobles femeninos se podrá disputar antes, a una hora concreta -las 14.00 horas-, y tendrá más relevancia. Hasta ahora, ese encuentro cerraba el torneo con las gradas prácticamente vacías después de que los aficionados las abandonasen al acabar la final individual masculina. "Nuestro objetivo es mejorar la experiencia de todos los tenistas. Las jugadoras de dobles podrán saber de forma más precisa su horario y los aficionados podrán disfrutar del día en Wimbledon antes de que empiecen los partidos, además de que el campeón serán coronados enfrente de la audiencia más grande posible", comentaba hace unos días Sally Bolton, presidenta ejecutiva del All England Club (AELTC), y en su última frase se intuye la segunda razón: "La audiencia más grande posible".

Desde hace años la ESPN, la cadena que emite en exclusiva el Grand Slam en Estados Unidos, reclama que los horarios se ajusten a los usos americanos y después de firmar la ampliación de la compra de los derechos hasta 2035 parece que lo ha conseguido. Este domingo, la final entre Alcaraz y Sinner arrancará a las 11.00 horas en Nueva York y las 08.00 horas en Los Ángeles y con ello atraerá seguro a muchos más seguidores yankees.

La Ley de Interés General

El problema del cambio es que crea un peligro. Si la final se alargase como se alargó la final de Roland Garros rozaría el toque de queda de Wimbledon, que establece que no puede haber actividad más tarde de las 23.00 horas para no molestar a los vecinos. Es posible que la ceremonia de entrega de premios deba acortarse con ese fin, pero es todavía más posible que si hay quinto set tenga que jugar bajo techo. En esta edición la pista central se ha cerrado varios días sobre las 21.00 horas para utilizar la iluminación artificial y eso suele implicar un parón de más de 10 minutos.

En todo caso, en España los únicos espectadores que podrán ver la final son los abonados a Movistar+, el canal que tiene los derechos. Por extraño que parezca, la Ley de Interés General aprobada en 2015 establece que es obligatorio emitir en abierto "La participación española en la Copa Davis de tenis" y "la participación de tenistas españoles en las semifinales y la final de Roland Garros", pero no nombra ningún otro Grand Slam, ni una palabra de Wimbledon. El canal ha anunciado que emitirá la final a través de Movistar Plus+ (dial 7), Deportes por M+ (dial 63) y Wimbledon UHD por M+ (dial 444) y que lo hará con la narración José Antonio Mielgo y los comentarios de Alex Corretja y Feliciano López.

Carreras en los pasillos de Wimbledon, el no anuncio de Novak Djokovic y la sorpresa de Carlos Alcaraz: “¡Guau! Nunca había visto esto tan lleno”

Actualizado Sábado, 12 julio 2025 - 00:26

Un anuncio de la organización provocó carreras de los periodistas en Wimbledon de la sala de prensa en la planta baja del edificio principal hasta la sala de conferencias cuatro plantas más arriba. «Djokovic, on his way», « Djokovic está de camino». Carlos Alcaraz tenía que comparecer ante los medios de comunicación justo al acabar la semifinal ante Jannik Sinner y Novak Djokovic, pero el serbio pidió adelantarse, no quiso ni pasar por el vestuario después de su derrota por 6-3, 6-3 y 6-4. La intuición decía que tanta prisa escondía algo extraño: ¿Anunciará que se retira?

Los sprints escaleras arriba con los ordenadores encendidos en una mano fueron cómicos, pero cuando todos los periodistas estaban colocados los altavoces rectificaron. «First, Alcaraz», «Primero, Alcaraz». Sin saber nada sobre el alboroto, el español apareció en el Media Theatre y su reacción fue genuina: «¡Guau!». «Nunca había visto esto tan lleno. Gracias, supongo», bromó y empezó a responder preguntas sobre su victoria ante Taylor Fritz por 6-4, 5-7, 6-3 y 7-6(6) y su pase a la final de este domingo (17.00 horas, Movistar+). Fueron pocas porque el ganador de 24 Grand Slam estaba esperando en el pasillo para anunciar... que continúa.

ADAM VAUGHANEFE

«No quiero acabar mi carrera en Wimbledon hoy. Espero volver aquí como mínimo una vez más», proclamó Djokovic, aunque al mismo tiempo aseguró que en las próximas semanas «revisará todo» a su alrededor para tener la opción de ganar otro grande. «El físico me está matando. Quiero jugar, pero el cuerpo no me responde. Quizá tengo mucho desgaste acumulado, quizá no puedo competir con el tanque de gasolina medio vacío. Por un lado siento que es duro estar sufriendo tantas lesiones en los partidos decisivos de los Grand Slam, pero por el otro debo pensar que he estado sano muchos años. Probablemente deba tomarlo simplemente como una adversidad y seguir adelante», valoró después de un partido en el que casi se resintió de la lesión de cadera sufrida en cuartos de final ante Flavio Cobolli.

«¡Novak, Novak, Novak!», le animaba el público londinense, con quien mantiene una relación tensa pese a sus siete títulos, pero no había manera. Sinner le aplaudía al finalizar el encuentro en reconocimiento de su esfuerzo y probablemente de su carrera. Por cortesía no hubo celebración del italiano, aunque en el tercer set Djokovic le sorprendió con un break temprano y tuvo que remontar un 0-3 adverso.

La delicadeza con Sinner

«Me esperaba otra cosa, me ha sorprendido más de su partido», admitió Alcaraz en su papel de espectador y añadió: «Ganar a Novak es muy difícil y hacerlo en tres sets es más difícil todavía. La actuación de Jannik ha tenido mérito porque no ha bajado el nivel. Es increíble lo que puede hacer una pista de tenis». En su comparecencia, antes de marcharse con los muchos familiares y amigos llegados este viernes desde Murcia, se congratuló por volverse a medir a Sinner en la final de un Grand Slam, restó importancia a lo ocurrido en Roland Garros y estiró sus valoraciones sobre el triunfo ante Fritz. Quizá pensaba que al hablar de lo ocurrido en París podía multiplicar la motivación del italiano. Lo más probable es que no quisiese hurgar en su herida.

GLYN KIRKAFP

«No he vuelto a ver la final de Roland Garros, sólo algunos puntos, algunos clips, pero no todo el partido. Creo que es el mejor partido que he jugado. A veces pienso en lo que pasó, en cómo pasó, en cómo Jannik me empujó a mi límite. Estoy seguro que aquí volverá a hacerlo. Es duro estar cinco horas y media sobre la pista, pero lo haré si es necesario», aseguró después de una semifinal más complicada de lo que pareció.

Alcaraz construyó una fortaleza con su servicio y desde ahí atacó en los momentos precisos. La paciencia es su nueva virtud, lo ha demostrado en los últimos días. Fritz concedía lo mínimo, pero ese mínimo era suficiente. La mayoría de sets avanzaron con el mismo guión. Juegos y más juegos sin intercambios, continuos saques y, de repente, una genialidad propia o un despiste ajeno llevaban al español al éxito. El mejor ejemplo fue la muerte súbita que cerró el duelo: dominó y fue dominado -del 1-4 al 6-4-, pero con sus mejores trucos, levantó dos bolas de set y se lanzó a por el triunfo. Al acabar le salió un grito, un grito poderoso, un grito para lo que viene el domingo.

Alcaraz, tan superior a Fritz, tan superior a todos

Actualizado Viernes, 11 julio 2025 - 19:10

Todo un lujo ver a Carlos Alcaraz en directo en la Central del All England Club. He podido constatar el poder cautivador del jugador español, su capacidad para conectar con el público gracias a un tenis diferente y ganador que le dota de un especial atractivo. Aquí, en Londres, fui testigo privilegiada del enorme valor de su victoria frente a Taylor Fritz, no sólo por alcanzar su tercera final consecutiva de Wimbledon sino por la plasmación de sus cualidades ante un gran sacador, al que es complicado leer el servicio y que ofrece poco ritmo.

Pero hasta en esa faceta, en la única que podría suponérsele por debajo de su rival, fue mejor Alcaraz, certero, hábil e inteligente con los saques al cuerpo de un gigante entre cuyas virtudes no destaca la movilidad. Se nota cómo trabaja este golpe medular sobre la hierba, cómo también se afana en hacerse fuerte con el segundo servicio.

Fortaleza, sí. La que demostró también en un desempate donde levantó dos pelotas que le hubieran conducido al quinto parcial. El desenlace en cuatro sets responde más a la realidad de un partido donde, como en cuantos le precedieron en este torneo, me atrevería a decir como en cuantos ha disputado a lo largo de los últimos meses, desde la victoria en Roma, se mostró muy superior.

La hierba explicita tus fortalezas y tus debilidades. No puedes engañar a la superficie. Cada vez que el punto alcanzaba un cierto grado de sofisticación caía del lado de Alcaraz, porque atesora más recursos, porque tiene más soluciones. Más que Fritz y más que el resto de los jugadores del circuito. El estadounidense sólo se sentía cómodo con un juego simple, directo, sin entrar en complicaciones.

Con tan sólo 22 años, el hombre que buscará este domingo su sexto título del Grand Slam se mueve con las certezas de todo un veterano, de un auténtico especialista. Serio, solvente, autónomo, sin necesidad de volver demasiado la vista hacia su rincón, sabe enfrentar el peso de las situaciones, la dimensión de un torneo como éste, en el que has de estar muy atento porque todo puede decidirse en un par de detalles imprevistos. Sabe también exhibir una valentía congénita, a la que jamás renuncia.

Alcaraz explota su paciencia para derrotar a Fritz y jugará su tercera final de Wimbledon

Actualizado Viernes, 11 julio 2025 - 17:33

En la tensión del tie-break definitivo, Carlos Alcaraz se arrebata con un "¡Vamos!" y enfrente suyo, justo encima del marcador grande de la pista central de Wimbledon, se levantan sincronizadas hasta cuatro filas de espectadores. Está en primera línea su equipo, como deben, en la segunda aplaude su tío abuelo José Manuel, como siempre, pero ya han llegado de El Palmar sus tíos, sus primos y sus muchísimos amigos de toda la vida. Ya es una tradición. En semifinales de un Grand Slam aterrizan una veintena de allegados a Alcaraz para vivir, para disfrutar, para celebrar. Como ocurre en París, venir a Londres antes no tendría sentido porque la grandeza está asegurada; una derrota no es una opción, la única incertidumbre está en la final.

Será Jannik Sinner o será Novak Djokovic, lo discutirán de inmediato, pero Alcaraz estará frente a uno de ellos, se sabe desde hace meses, cuando familiares y amigos ya pudieron reservar vuelos y hoteles. En los últimos tres años, el español ha instalado en Wimbledon la rutina de su éxito, el torneo es aquello que ocurre mientras encadena victorias. Ya van 20 seguidas, la última este viernes en semifinales ante Taylor Fritz por 6-4, 5-7, 6-3 y 7-6(6) en dos horas y 48 minutos de juego.

Fritz juega como sabe

En la previa, dejó dicho Fritz que jugando como sabe "nadie puede hacer demasiado". Y tenía razón. Sólo olvidaba a Alcaraz. Fritz jugó como sabe, con su saque como arma más poderosa -19 ‘aces, ahí es nada- y ese revés cruzado tan vertiginoso, incluso encontró la manera de acelerar su derecha. Pero esta vez no fue suficiente. Poco se podrá reprochar después de un partido en el que hizo 44 ‘winners’ y apenas cometió 24 errores no forzados.

Kirsty WigglesworthAP

Como ya había ocurrido en octavos de final ante Andrey Rublev y en cuartos de final ante Cameron Norrie, Alcaraz construyó una fortaleza con su servicio -88% de juegos ganados con su primero- y desde ahí atacó en los momentos precisos. Fritz concedía lo mínimo, pero ese mínimo era suficiente. En hierba, incluso los mejores requieren de mucha paciencia y por eso a mayoría de sets avanzaron con el mismo guion. Juegos y juegos sin intercambios, saques puros sin cortar y, de repente, una genialidad propia o un despiste ajeno llevaban al español al éxito. El mejor ejemplo fue la muerte súbita que cerró el duelo. Dominó y fue dominado -del 1-4 al 6-4-, pero con sus mejores golpes, rozando las líneas, inventando en la red, levantó dos bolas de set y se lanzó a por el triunfo.

El único momento de duda

Igualmente le quedaba el quinto set, donde raramente falla. De hecho, el éxito de Alcaraz sólo estuvo en duda un rato. Hasta el segundo set, corría hacia la victoria en línea recta, pero en ese momento algo ajeno ocurrió. En las gradas inferiores de la pista central, las únicas expuestas al sol, los aficionados empezaron a caer mareados. Ahora reclamaba ayuda un espectador, que regresó a los 10 minutos. Ahora avisaban del vahído de una aficionada de edad avanzada que fue evacuada en camilla y ya no volvió. El partido fue detenido en dos ocasiones y los protagonistas cambiaron su gesto.

Alcaraz, concentradísimo en todo momento, se relajó un poco y Fritz perdió el miedo de los minutos iniciales. Por culpa de un par de deslices -incluida una doble falta- el español entregó sus únicas dos únicas bolas de break de todo el partido y acabó perdiendo su ventaja. El numeroso grupo de familiares y amigos suyos que acababa de llegar a Londres se estremeció un momento. Pero el susto duró poco.

Acampar toda la madrugada para ver a Alcaraz por 400 euros o la más extraña tradición de Wimbledon: “Esto es un festival, si no consigo entrada me da igual”

Actualizado Jueves, 10 julio 2025 - 22:52

Huele a festival. Parece un festival. ¡Es un festival! Bienvenidos a The Queue, la más rara entre las raras tradiciones de Wimbledon, la cola que cada día se genera para conseguir una entrada. Desde la medianoche anterior, miles de personas acampan con sus tiendas en el parque que hay justo enfrente del All England Club para comprar uno de los 500 tickets disponibles para la pista central, de los 500 tickets para la pista 1, de los 500 tickets para la pista 2 o simplemente para comprar uno de los pases al recinto. Los primeros pagarán entre 115 euros y 400 euros y los precios irán bajando hasta los 30 euros del ground pass. ¿Parece sencillo? Pues no, no lo es.

"Es verdad, esto es un festival. Piensa que para entrar a la pista central tienes que llegar antes de las dos de la madrugada. Yo he venido con el primer metro, estoy aquí desde las seis, pero si no consiguiera entrada me daría igual. Disfruto de la experiencia", cuenta a EL MUNDO Katie Williams, que vive al norte de Londres y lleva ya ocho años haciendo la cola. Son las 10 de la mañana, tiene el número 3134 y está cerca de alcanzar la taquilla. Ha traído una bolsa de picnic con un termo de café, sándwiches y patatas de bolsa, pero con su amiga Lydia y unas chicas que van por detrás ya han abierto un vino blanco. El proceso podría simplificarse con una cola virtual en la web de Wimbledon, pero dónde quedaría el vino blanco. The Queue tiene fiesta, tiene tradición y también tiene elitismo.

92.000 por un abono doble

El Grand Slam, al fin y al cabo, es un espejo de la sociedad. "¿Por qué hay tantos asientos vacíos este año en Wimbledon?", se preguntaba el diario Metro esta semana y la conclusión no podía ser más sencilla: porque está pegando el sol. En esta edición las temperaturas han alcanzado los 34 grados, máxima inaudita en Londres, algunas gradas no tienen cubierta y los dueños de las mejores entradas prefieren estar a la sombra bebiendo prosecco en el Village. Han pagado 92.000 euros por una de las 2.500 ‘debentures’, un abono doble para cinco años, pero eso no les obliga a presenciar todos los partidos. Quienes no suelen fallar son los afortunados que han podido comprar entradas por internet en el sorteo público que se realiza en febrero -o que han pagado un dineral en la reventa ilícita-, los esforzados que han sacado uno de las 500 entradas en The Queue después de horas a la intemperie y por supuesto los que vienen de la reventa oficial.

Kin CheungAP

Porque sí, aquellos que han adquirido un ground pass al All England Club por 30 euros pueden apuntarse en la entrada al resale y acceder en otra cola -en este caso virtual- para recomprar un ticket. Cuando un espectador se va antes de que acabe un partido, su asiento se pone a la venta a través de una app por sólo 17,50 euros. Si queda un partido por jugarse estás de suerte; si falta un set, magnífico; si resta sólo un juego, también bien. "El año pasado conseguí ver tres juegos de Alcaraz en la pista central", celebra Williams que hace una mueca cuando el periodista, tan desconsiderado, pregunta si no sería más fácil vender todas las entradas por internet y santas pascuas.

Las normas de la cola

"Posiblemente es verdad eso que a los ingleses nos gusta hacer cola", acepta ante la misma cuestión James Mendelssohn, el jefe de los ‘stewards’ que controlan The Queue con tanta educación como rectitud. Son muy amables, muy polite, pero si alguien se pasa con el alcohol será expulsado, igual que si se excede con el tiempo de descanso. Cada aficionado en The Queue cuenta con media hora de asueto para ir al baño o a comprar comida y las cafeterías más cercanas están a 15 minutos a paso ligero, al lado de la estación de metro de Southfields. Normalmente no hay incidentes, aunque a las seis de la mañana se nota la tensión.

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A esa hora los que han pernoctado deben recoger sus tiendas de campaña y el resto de enseres, dejarlos en los diferentes guardarropa y ponerse a hacer cola de pie. Más de una vez, y más de 100, son los propios stewards quienes deben despertar a los acampados. "Hay gente que adora ser parte de la cola, amigos que vemos cada año. La cola forma parte de Wimbledon, de la emoción por venir aquí a ver tenis. Es parte de la experiencia y todos queremos que la experiencia sea positiva", cuenta Mendelssohn, que asegura que este año, con el buen tiempo, sin lluvia, las colas están siendo bastante largas, pero que el proceso se seguirá haciendo por los siglos de los siglos. En su web, de hecho, Wimbledon celebra "seguir siendo uno de los pocos eventos deportivos importantes en los que es posible comprar entradas premium el mismo día del partido". Y tiene razón. Aunque el coste es acampar toda la madrugada y pasar horas y horas de pie en una cola. Es The Queue. ¡Es un festival!

Una petanca, la croqueta sobre la hierba y unos pelotazos, los juegos de Alcaraz antes de las semis en Wimbledon: “Estamos mucho tiempo fuera de casa”

Actualizado Miércoles, 9 julio 2025 - 23:06

«Esto ya es como en el colegio: estoy todo el rato esperando el recreo», reconoce Carlos Alcaraz después de haber jugado. Al tenis, sí, pero también a otros juegos. Para ser campeón de Wimbledon por tercera vez necesita frescura y, con la experiencia de otros años, su equipo ha encontrado la solución: se divierten. En sus entrenamientos al mediodía en las pistas del Aorangi Park, Alcaraz hace lo que tiene que hacer, derechas, reveses, saques, y cuando ya se ha acabado el trabajo empieza lo mejor.

El número dos del mundo y sus siete ayudantes -sus dos entrenadores, su fisioterapeuta, su preparador físico, su médico, su representante y su hermano- se inventan retos y explotan las risas. A lo largo del torneo ha habido variaciones, pero lo más hilarante siempre es el final: el perdedor o los perdedores deben hacer la croqueta sobre la hierba en mitad del resto o exponerse a recibir un pelotazo del ganador o los ganadores desde la otra pista.

Este miércoles, antes de las semifinales ante Taylor Fritz de este viernes (en principio a las 14.30 horas, Movistar+), hubo dos desafíos. El primero fue individual: Alcaraz retó a su hermano Álvaro a hacerle un saque directo, un ace, y cómo éste lo consiguió le tocó marcarse una croqueta. Y el segundo fue conjunto: todos los miembros debían coger una pelota y desde lejos aproximarse a un agujero que había en un lateral de la pista. Alcaraz no lo hizo mal, pero nuevamente Álvaro y el fisioterapeuta Juanjo Moreno triunfaron: embocaron de pleno. Al tenista y al resto de su equipo les tocó ponerse de espalda al fondo y exponerse a un pelotazo de sus dos compañeros.

Sin polémica con Fritz

«Estos momentos son importantes. Las giras son largas y estamos mucho tiempo fuera de casa. Mantener un buen ambiente es fundamental», comentó después el segundo técnico de Alcaraz, Samuel López, que atendió a la prensa española junto al primero, Juan Carlos Ferrero.

Joanna ChanAP

En el grupo el éxito se ha convertido en rutina. Si el domingo hay otra celebración, la sexta de Grand Slam, no será nada excepcional. Y si no tampoco pasará nada. De hecho, ayer Ferrero incidía en ello para rebajar la presión hacia su pupilo antes de los dos partidos decisivos. «Toda la temporada que lleva es excepcional. Hay que darle muchísimo mérito, mucho valor a lo que ya ha hecho, torneo tras torneo. Parece fácil, pero sabemos lo difícil que es, hay que quitarse el sombrero», reclamó el entrenador que subrayó la mejoría de Alcaraz en su saque y su evolución partido a partido durante el torneo.

«Ha ido de menos a más desde el partido ante Fognini, mejorando poco a poco. Desde Queen's necesitó un poco de adaptación porque las condiciones son distintas y con el paso de las rondas está dando cada vez más nivel. Está con muchas ganas, disfrutando mucho», valoró Ferrero y López, más tímido, añadió: «Hasta ahora se merece un sobresaliente».

En el entorno de otro jugador las últimas declaraciones del rival, Fritz, quizá hubieran supuesto cierto malestar, pero en el equipo de Alcaraz nadie arqueó ni una ceja. Después de vencer a Karen Khachanov en cuartos de final, el estadounidense se vino arriba y se declaró invencible. «Jugando como lo hice los dos primeros sets, nadie puede hacer demasiado contra mí», aseguró y los entrenadores de Alcaraz ayer respondieron que sí, que muy bien, que perfecto.

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«Hombre, es que está jugando un huevo», contestó Ferrero, que luego siguió: «Esos comentarios ayudan a mantener la motivación de cara al enfrentamiento. Carlos ya lo dice, que vamos a verlo en pista, que es ahí donde debe demostrar el nivel». Después todos los miembros del equipo se fueron a comer juntos en el pabellón del Aorangi Park y, también juntos, se marcharon a la casa que tienen alquilada a ver la victoria de Jannik Sinner ante Ben Shelton (7-6 [2], 6-4, 6-4) y la de Novak Djokovic frente a Flavio Cobolli (6-7 [6], 6-2, 7-5, 6-4). Hoy no habrá entrenamiento y el grupo se marchará de excursión. Pero seguro que seguirá habiendo diversión.