¿Por qué Japón robó al Caribe su dominio del béisbol? "Lo que hacen sólo lo pueden hacer asiáticos por su disciplina"

¿Por qué Japón robó al Caribe su dominio del béisbol? “Lo que hacen sólo lo pueden hacer asiáticos por su disciplina”

Cuando estos días le piden al legendario David Ortiz que explique lo que piensa de Sohei Ohtani, dos veces seguidas MVP de la liga y ya para muchos el más grande beisbolista de todos los tiempos, a Big Papi se le encienden los ojos. Dice que nunca ha visto algo así, que es «un unicornio, una bestia», un «extraterrestre», algo sin precedentes. Un «tremendo tipazo, humilde, el mejor bateador del planeta y entre los 10 lanzadores más dominantes». Martínez sabe de lo que habla. Ha jugado contra los mejores de la historia y se ha ganado un puesto no solo entre ellos, sino entre los comentaristas televisivos.

Big Papi, como Pedro Martínez o Vladimir Guerrero (padre e hijo) representan mejor que nadie a todas esas generaciones de peloteros dominicanos, cubanos y venezolanos que han transformado las grandes ligas. Ahora en deportes como el baloncesto es normal que extranjeros, los Nikola Jokic, Luka Doncic o Victor Wembanyama compitan de tú a tú con los astros locales y los superen. En el béisbol la revolución llegó mucho antes. Pero lo de Ohtani es algo excepcional, único.

Batea como nadie, lanza como los elegidos, corre como los más rápidos, roba bases como los más pillos. Todo en uno. «Ohtani tiene la habilidad de controlar las dos posiciones. Por 700 millones, los Dodgers firmaron a dos jugadores en uno. Pero lo que él hace, sólo lo pueden hacer un asiático, por la disciplina de ellos. No pueden ser tan bueno sin esa disciplina», dice Big Papi. «La disciplina de este hombre lo es todo. Las rutinas de los jugadores son largas y complicadas, a mí no me daba tiempo y sólo era jugador de posición. Lo que él hace... de donde él viene, llega programado», insiste

El talento de Yamamoto

Los Ángeles Dodgers ganaron las Series Mundialel sábado pasado por segunda vez consecutiva, algo que nadie había logrado desde la era de los Yankees de finales del siglo pasado. Ohtani rompió récords, hizo cosas que nadie había hecho antes, pero el MVP de las finales no fue él, sino su compatriota Yoshinobu Yamamoto, que se subió al montículo del pitcher en la novena entrada del último partido, el lugar más solitario del planeta. Y lo hizo tras haber lanzado la noche anterior nada menos que 96 veces. Su brazo tenía que estar destrozado, los ligamentos al límite, pero Yamamoto, incluso lejos de su mejor momento, logró cerrar el partido.

Junto a ellos, celebró el trofeo el jovencísimo Roki Sasaki, la próxima generación. Primera vez que tres japoneses ganan un título de la MLB, pero probablemente no la última. Un deporte asociado siempre a EEUU, al Caribe, contempla ahora la eclosión de los asiáticos. Cuando se le pregunta a los expertos dicen que la progresiva japonización del juego es lógica. Que la pasión en Japón es extraordinaria. Que hay una liga muy competitiva, hay pasión, decenas de millones de fans y niños con guantes en sus casas, pero que tienen, sobre todo, «una cultura de la disciplina y la dedicación».

EDUARDO LIMAEFE

Hay estudios que han analizado cómo puede haber tantos buenos lanzadores japoneses. Explorando sus diferencias biomecánicas, cómo explotan más las piernas y caderas que los codos, lo que les permite recuperar más rápido entre partidos. O cómo su trabajo físico, más centrado en la elasticidad, la movilidad y el control del cuerpo entero (los vídeos de Yamamoto haciendo pino puente son espectaculares) que en las pesas. Nada importa más en los lanzadores que la longevidad y la recuperación, dada su exposición que suele conllevar el paso por quirófano.

Hasta 2.000 millones de dólares

Los jugadores, desde el campo, dicen en realidad que todo es cuestión de cabeza. De disciplina. De ser capaces de dominar las rutinas imposibles de un juego caótico. Se concentran, se aferran al plan y no dejan que las distracciones, los nervios, se interponga. Ohtani tiene a todo su país detrás, añadida a la presión del deporte profesional, o a los escándalos personales, después de que su amigo e intérprete fuera condenado por robarle millones de dólares aprovechando su buena fe. Y nada de eso, ni las lesiones, le han perturbado.

Han pasado 30 años desde que Hideo Nomo llegó por primera vez a Estados Unidos, precisamente con los Dodgers. Y han pasado 24 desde la irrupción de Ichiro Suzuki, que fue rookie del año y será el primer japonés del Hall de la Fama.

Mark J. TerrillAP

En la liga profesional estadounidense hay ahora mismo 12 jugadores nacidos en Japón. Sin contar siquiera a Yamamoto y Ohtani, estrellas como Seiya Suzuki, Kodai Senga, Tomoyuki Sugano, Yusei Kikuchi y Kenta Maeda tienen contratos que combinados rozan los 2.000 millones de dólares. Y la cantera parece inagotable. Hasta el manager de los Dodgers, Dave Roberts, nació en Okinawa, ya que su padre era militar allí.

Las virtudes de la escuela japonesa

Los estudiosos del juego dicen que una de las grandes diferencias entre americanos en general, del norte o del Caribe, y asiáticos es la paciencia. Y ésta es fruto de esa disciplina mencionada. El béisbol estadounidense es mucho más físico, con muchísimos más partidos, y más agresivo. Los bateadores intentan sacar del estadio todas las bolas, mientras que la escuela de pensamiento japonesa boga por cansas y desesperar al pitcher. Esperar todo lo que sea necesario.

Hiro KomaeAP

Japón lleva años esperando este momento. Son los grandes dominadores del béisbol internacional en las últimas décadas, incluyendo Juegos Olímpicos. Es el deporte nacional y nadie ha invertido más que ellos, fuera de EEUU. Los clubes japoneses disponen de los mismos dispositivos que los norteamericanos, y pueden captar y formar talento de una forma más sistemática. El béisbol es un deporte de momentos estelares y un país extranjero los está monopolizando.

Los Dodgers ganan las series mundiales de béisbol tras derrotar a Toronto en el séptimo partido de la final

Los Dodgers ganan las series mundiales de béisbol tras derrotar a Toronto en el séptimo partido de la final

Un partido emocionante como colofón a una final extraordinaria. "Algo increíble, indescriptible, largamente soñado y, sin embargo, totalmente inesperado", en palabras de uno de los grandes cronistas californianos. Los Ángeles Dodgers derrotaron anoche, pasada ya la madrugada, a los Toronto Blue Jays en el séptimo partido de la final convirtiéndose en el primer equipo en un cuarto de siglo en ganar dos títulos consecutivos de las Series Mundiales de béisbol. Para el primero tuvieron que esperar 36 años; para el segundo, 366 días nada más. Era lo que el estado soñaba desde hace décadas, lo que sus rivales más temían, lo que la Liga todavía no sabe si es una bendición o una maldición.

El héroe inesperado de la noche no fue Shohei Ohtani, el mejor jugador del mundo y probablemente de la historia. Ni su compatriota Yoshinobu Yamamoto, MVP de las series, que se subió al montículo del pitcher en el momento más crítico de la novena y en teoría última entrada del partido (después de haber lanzado casi 100 veces el vieres para lograr que su equipo empatara la eliminatoria), sino Will Smith, uno de los catchers mejor pagados de la liga y que hace apenas unas semanas se perdió por lesión el final de la liga regular.

La victoria, 5 a 4, cimenta el inicio de una nueva era de dominio para el equipo californiano, que de la mano de Ohtani, el deportista mejor pagado y que cada día romper récords, lanzando y bateando, no tiene límites por delante. Fue una victoria de trabajo, de fe, de resiliencia. De esfuerzo más que de talento. De errores catastróficos y proezas nunca antes vistas en un estadio.

Durante toda la final, los Dodgers fueron por detrás, a remolque, sufriendo pero sin rendirse. Hasta ganar el título a domicilio tras remontar una serie que se puso cuesta arriba desde el primer momento, con una durísima derrota en el primer cara a cara. A pesar de sus muchas lesiones, venían de pasar por encima de Cincinnati Reds, Philadelphia Phillies y Milwaukee Brewers en los playoff.

Venían como favoritos indiscutibles, tras haber invertido casi 400 millones de dólares para formar una plantilla intratable. Y se encontraron una resistencia feroz, abrumadora por momento, liderada por Vladimir Guerrero Jr. la gran estrella de Toronto, probablemente el primer jugador que acompañe a su padre en el hall de la fama de la Liga.

El séptimo partido estuvo a la altura, del nivel y de la leyenda. Incluyendo un amago de tangana multitudinario en la cuarta entrada, con los banquillos enteros de los dos equipos acudiendo a la llamada de la violencia después de un bolazo involuntario y muchos insultos. Afortunadamente para el espectáculo, quedó en nada, no hubo expulsados y todo siguió como si nada.

Los Dodgers arrancaron abajo en el marcado hasta 3-0, pero lograron recuperar poco a poco, gracias en especial a un home run del inspiradísimo Max Muncy y al empate del infielder Miguel Rojas, que hasta el sexto partido de estas Series no pasaba de suplente. Llegaron empatados a la novena entrada, con la sensación de que los canadienses estaban mejor plantados y los lanzadores californianos, agotados y sin ideas.

Entre la espada y la pared, el entrenador optó por sentar a un fatigado y errático Blake Snell y encomendarse al talento, la esperanza y el aura de Yamamoto, muy tocado tras los 96 lanzamientos consecutivos de la víspera. No hay posición más devastadora para el cuerpo en el deporte profesional que la de pitcher, ni más solitaria. El propio Ohtani, fichado de Japón como lanzador pero reconvertido a fuerza de lesiones en mago del bate, tiene un calendario cuidadísimo y dosificado, y apenas ha tocado el montículo en la final, pues tras cada partido el brazo y el cuerpo acaban destrozados. Aun así, Yamamoto aceptó el desafío, la llamada de la historia, sin ningún tipo de descanso.

El japonés no estaba fino, ni cómodo, y su lenguaje corporal lo mostraba. Permitió que su primer rival llegara a la base. Golpeó al segundo, Alejandro Kirk, en el cuerpo con su segundo lanzamiento, llenando las bases. Y ahí llegó el milagro. Cuando peor estaba la situación, más respondió el equipo.

Daulton Varsho conectó un golpe rápido, pero la defensa rapidísima de Los Angeles logró una eliminación por centímetros. Literalmente. Los árbitros tuvieron que ver la jugada repetida en cámara lenta con el público contenido la respiración. El defensor levantó el pie pero logró volver a tocar la base milésimas de segundo antes que el corredor, confirmando la eliminación. Primera bala esquivada.

La siguiente fue, sin duda, una de las jugadas del año. Un tiro flojo de Yamamoto, un gran golpeo del bateador y la bola saliendo hacia el fondo del diamante. Cuando todo parecía perdido, el outfielder de los Dodgers, Andy Pages, corrió a la desperada y saltando sobre su compañero Kike Hernández, arrollándolo de hecho, logró atrapar el batazo del tercera base de Toronto, Ernie Clement, forzando la prórroga.

La décima entrada fue de respiro, y cuando los espectadores se iban mentalizando para una larga noche, como la del tercer partido, que llegó a las 18 entradas hasta lograr un vencedor, Will Smith en el ataque, y Mookie Betts en la defensa, dieron el golpe definitivo.

Un golpe excesivo, casi injusto, para los Blue Jays, que dominaron durante buena parte de la noche y de la semana. Cuya defensa secó cuatro noches a las estrellas angelinas, que anotaron más carreras y estuvieron más sólidos en general, gracias a la consagración del rookie Yesavage o del veterano Max Scherzer. Pero que abrieron la puerta cuando más peligroso era, y pagaron las consecuencias. Su cerrador, el pitcher Jeff Hoffman, había generado muchas dudas tras permitir 15 home runs en la temporada regular, pero había estado implacable en la postemporada, con solo una carrera en 11 entradas. Con la segunda, ya no hubo forma de remontar.

Ohtani lleva a los Dodgers a las Series Mundiales con la mejor actuación individual de la historia del béisbol

Actualizado Sábado, 18 octubre 2025 - 07:06

Shohei Ohtani es el mejor jugador de béisbol que jamás haya pisado el diamante. Decirlo en el deporte de Babe Ruth, Willie Mays, Lou Gehrig o Mickey Mantle, es mucho decir. Sostenerlo en el país de los Barry Bonds, Joe Di Maggio o Randy Johnson habría sido una blasfemia hasta hace poco. Pero el jugador japonés, que todavía necesita un intérprete para expresarse, y para el que todas las categorías se quedan cortas, ha roto los esquemas y doblegado la resistencia de puristas, escépticos y nacionalistas.

Este viernes, el pitcher de Los Angeles Dodgers, aunque a estas alturas reducirlo a una sola posición en el campo resulta casi ofensivo, selló la que seguramente sea la mejor actuación individual en la historia de los playoffs, llevando a su equipo a la victoria de la Liga Nacional y a disputar, un año más, las Series Mundiales.

Y lo hizo con una proeza indescriptible, lanzando y bateando, con resultados explosivos, insultantes para el resto de los mortales. Hasta tres home runs en un mismo partido (convirtiéndose en el duodécimo jugador en la historia de las Grandes Ligas en conectarlos) de la mano de seis entradas limpias desde el montículo eliminando uno detrás de otro a 10 rivales, sin darles ninguna opción de anotar.

10 años por 700 millones de dólares

Un talento sin equivalentes que ha reescrito desde la modestia y el silencio los límites del juego. Una fuerza ante la que se inclinan compañeros y rivales, casi incapaces de asimilar lo que ven en el campo. El 17 de los Dodgers está acostumbrado a batir todo tipo de récords. Llegar directo a las grandes Ligas desde Japón, rookie del año, tres premios al jugador más valioso de la liga y el contrato más estratosférico del deporte, cuando firmó 10 años por 700 millones de dólares para dejar los Angels e irse a los Dodgers, en la misma ciudad californiana.

Casi 300 millones de dólares más que otra de las grandes megaestrellas de la la MLB, Mike Trout. Unos 10 millones de dólares más al año que Damian Lillard, de los Milwaukee Bucks de la NBA. Mucho más que las decenas de millones que cobra Leo Messi en Miami.

Ohtani tenía un desafío imposible. No sólo llevar el equipo a títulos, ni romper las estadísticas ni abrir los mercados asiáticos. Sino redefinir la relación entre el béisbol y el negocio del deporte profesional, llevando la ilusión a los fans, el interés a los menos aficionados y las noticias a la prensa de todo el planeta. Y lo ha conseguido. Los Dodgers son el primer equipo en ganar dos títulos consecutivos en su 'conferencia' desde Filadelfia en 2009. Los Ángeles llegan así a las Series Mundiales por quinta vez en nueve temporadas e intentará convertirse en el primer equipo en revalidar su 'campeonato mundial' desde que los Yankees de Nueva York ganaron tres Series Mundiales consecutivas entre 1998 y 2000.

Ohtani, en un 'home run' durante el partido ante los Brewers.

Ohtani, en un 'home run' durante el partido ante los Brewers.EFE

El viernes, por segunda temporada consecutiva desde su fichaje, los Dodgers consiguieron el banderín de campeones de la Liga Nacional al derrotar a los 'Cerveceros' de Milwaukee y se verán las caras la semana que viene con el que salga vencedor del duelo entre Seattle Mariners y Toronto Blue Jays.

Si en su primera temporada una lesión limitó su talento como lanzador, pero afiló su instinto como bateador (primer jugador con 50 home runs y 50 bases robadas en un año), ahora complementa ambas como nadie en la historia.

Acallando las críticas

Anoche lo demostró con tres bolas sacadas del campo con violencia, seis entradas dejando en blanco al rival y 10 bateadores eliminados. Un dominio total, abrumador, con bolas rápidas por encima de las 100 millas por hora. Y justo cuando su equipo más lo necesitaba. Cuando él más lo necesitaba, tras un bajón evidente en su rendimiento tras el final de la temporada regular que había puesto nerviosos a los entrenadores y a su propio entorno.

En toda la historia de la MLB sólo un jugador, Ohtani, ha logrado múltiples home runs y más de 10 strikeouts en toda su carrera en los playoffs. Y lo ha hecho en un mismo partido. Acallando las críticas de quienes decían que no daba el nivel para lanzar y batear al mismo tiempo, o que no era un jugador dominante en playoffs, tras sus años en los Angels. O que su falta de carácter (y su escaso inglés después se tantos años en el país) limitaban su leyenda.

"Esta noche hemos sido parte de una actuación icónica, quizás la mejor actuación individual en un partido de postemporada", se resignó ayer el mánager de Milwaukee, Pat Murphy. "No creo que nadie pueda discutirlo. Un tipo que ha eliminado a 10 y conectado tres home runs".

Alex Ovechkin destrona a Wayne Gretzky y bate el récord anotador de la NHL

Alex Ovechkin destrona a Wayne Gretzky y bate el récord anotador de la NHL

A 12 minutos del final del segundo periodo, con los Capitals de Washigton 2-1 abajo en el marcador, el puck llegó al flanco izquierdo, los dominios históricos de Alex Ovechkin. No estaba cerca, no tenía una línea despejada, pero el ruso no dudó, y su disparo paró el tiempo y la historia.


Un tiro limpio, un gol para la posteridad, con el pase de su amigo Tom Wilson para batir, por primera vez en todos sus duelos, a su compatriota Ilya Sorokin, guardameta de los Islanders de Nueva York.


El tanto 885 en una trayectoria legendaria a lo largo de 20 temporadas, después de ser número 1 del draft en 2005 , y frente a 183 porteros diferentes. El gol que rompe todos los récords y destrona, 26 años después, a Wayne Gretzky como el máximo anotador de la NHL y, caprichos del destino, en exactamente el mismo número de partidos: 1487.


"Qué momento para el hockey", dijo al acabar "Qué momento para mi familia, para mí, para mis compañeros, para esta organización. Sinceramente, esto es enorme", añadió dando las gracias a sus compañeros.


En cuanto el disco tocó la red, el equipo entero saltó al hielo y abrazó a la estrella rusa, que cumplidos los 39 logre una proeza, un sueño y deja un símbolo político y geopolítico nada despreciable.


Ovechkin, Ovi, pudo lograr el récord en casa hace unos días, pero prefirió dar una asistencia a un compañero para que lograra un hat trick por primera vez. Pudo batirlo al final del partido en el que empató la marca a 884, con Gretzky en el palco de honor aplaudiendo, pero se negó a hacerlo con atajos.


Su equipo iba arriba en el marcador, y como en el fútbol sala o el balonmano, los rivales se quedaron sin portero buscando la remontada. El ala izquierdo podía haberse quedado en el hielo, podía haber conseguido la proeza en casa ante sus fans, pero negando con la cabeza le dijo al entrenador que así no, que prefería esperar. Unos días después, aunque fuera lejos de casa, el Dios del hockey le recompensó la constancia, tras 14 temporadas marcando 40 o más goles, tres de ellas con más de 35 años cumplidos, y la resistencia, después de volver en plena forma, tras haberse roto una pierna el pasado noviembre.


"Wayne, siempre serás el 'Grande' y tuviste un récord que nadie pensó que se rompería", celebro el comisionado de la NHL, Gary Bettman. "Pero Alex, lo lograste. Ha sido increíble" añadió al poner un vídeo tributo con cameos de figuras como LeBron James, Michael Phelps y Simone Biles.


El ruso ya tenía varios récords de todos los tiempos, como el de la persona que más veces ha tirado a puerta. O la barbaridad de 700 goles y más de 700 asistentes. Conseguido además en una época completamente diferente a la del héroe canadiense, que aprovechó el siglo pasado donde los promedios anotadores y el juego ofensivo eran diferentes.


Ovi ha marcado 65 goles en su mejor temporada, mientras que Gretzky llegó a 87 e incluso 92 en una. Ovechkin sólo tuvo una temporada por debajo de los 30 goles, mientras que el GOST sumó seis en sus últimos siete años.


Y ahora ya tiene todos los alicientes para algo que siempre ha dicho barajar: volver a su Rusia natal para retirarse allí, conseguido ya este este record imposible. La importancia geopolítica de esta proeza deportiva no puede minusvalorase.


Rusia y todo su gobierno llevan mucho tiempo aprovechando el tirón del jugador, simpatizante del presidente Putin y nacionalista. Durante años, su foto de perfil en Instagram fue una en la que parecía abrazado al dictador. Ha hecho campaña por él y cuando le preguntaron, después de la invasión de Ucrania, si seguía respaldándolo, se limitó a decir : "es mi presidente".


Se ha convertido en uno de los héroes de la patria y uno de los mejores instrumentos del poder blando del régimen. La ironía quiso además que haya batido el récord de Gretzky, que a pesar de ser canadiense está provocando otro enorme cisma, ahora que su país natal y Estados Unidos atraviesan su peor fase.


Gretzky es simpatizante de Trump, y está considerado como defensor de esta administración, e incluso visto como traidor por los suyos. Le da igual, hasta el punto de que hace unos días, cuando el ruso empató su récord, apareció en el estadio de los Capitals, acompañado con el director del FBI en el palco de honor

La retirada de Diana Taurasi, dueña de los récords: "Revolucionó el juego"

La retirada de Diana Taurasi, dueña de los récords: “Revolucionó el juego”

Número 1 del draft en 2004. Seis oros olímpicos sin una sola derrota, tres anillos de la WNBA (2007, 2009 y 2014), más puntos que nadie en la historia (10.646 en temporada regular, 3.000 más que la segunda), récord de triples, top 3 de asistencias, seis títulos de Euroliga, MVP en tres países diferentes y la carrera más larga de la historia, con más de 20 temporadas consecutivas en la élite. Diana Taurasi (Chino, California, 1982), la mejor jugadora de baloncesto de la historia se retira a los 42 años tras la carrera m marcada no sólo por los títulos, los premios, sino por la transformación de su deporte. Llegó a una liga sin recursos, dinero o público y se va cómo símbolo en medio de una expansión que ha traído espectadores, miles de millones de dólares y a la televisión.

En una entrevista en la revista Time, Taurasi ha anunciado que lo deja. «Mental y físicamente, estoy plena. Estoy llena y feliz», explica Taurasi, que jugó sus 20 temporadas en la WNBA con las Mercury de Phoenix. En Europa militó en Galatasaray, Dinamo de Moscú, Fenerbahçe, Spartak de Moscú y Ekaterinburgo. Reacia a autodefinirse como la mejor de todos los tiempos, explica que su récord de anotación o sus seis medallas de oro (Atenas, Pekín, Londres, Río, Tokio y París) pueden ser superadas. «Alguien que tenga la misma hambre, la misma adicción por el baloncesto, va a aparecer y va a ponerle un nombre diferente a esos récords. De eso se trata el deporte. Será divertido verlo. Ojalá no sea pronto», señala.

Cuando ella apareció, con el numero 1 del draft, su sueldo era de poco más de 40.000 dólares y durante dos lustros compaginó la corta temporada en EEUU con la de Europa. Con los años la situación ha mejorado. En 2024, el salario medio ha rondado los 120.000 dólares, y las oportunidades fuera o en competiciones de 3x3 son muchísimo más rentable.

Dee deja el baloncesto sin que el baloncesto la dejara a ella. Su cuerpo aguantó, su cabeza aguantó. Superó el estrés de los bajos ingresos, de contribuir a levantar un deporte, una liga, los cambios de continente, la presión de ser la número 1, los desprecios y las acusaciones de dopaje (con una sanción luego revocada cuando jugaba en Turquía). Pero ha entendido que su una era y la de Sylvia Fowles, Candace Parker o Brittney Grainer ha llegado a su fin y ya puede pasar el testigo a la generación de Caitlin Clark o AngelReese, estrellas mediáticas y publicitarias, ricas, famosas.

«No se puede contar la historia de la WNBA sin Diana», se ha rendido el comisionado de la NBA, Adam Silver. «Taurasi es una de las mejores competidoras que jamás haya jugado al baloncesto. Se ha ganado el respeto incuestionable de jugadoras de todo el mundo, ha protagonizado momentos electrizantes y ha cautivado a los aficionados una y otra vez», ha destacado la comisionada Cathy Engelbert. «Sólo verla trascender en el juego, ver a las niñas querer jugar como ella, su estilo, su talento, su bravuconería, ya sabes, su arrogancia, ha sido un placer increíble», ha dicho su amigo Lebron James. «Es una de las mejores de todos los tiempos y dejará su marca en el baloncesto en el momento en que se ate las zapatillas y las lance por encima de la línea de postes. Ha sido un honor».

Hija de inmigrantes (su madre es argentina y su padre nació en Italia, pero se crió en Argentina), Taurasi creció en California admirando a Maradona. El deporte se convirtió en su instrumento de integración, de pertenencia y de reivindicación. En el instituto y en la universidad. Labrándose una reputación por su confianza y su carácter competidor. Sin achantarse, en la pista o fuera de ella. Agresiva, insoportable a veces con su trash-talking a las rivales, chula y arrogante, pero sólo mientras el reloj corre, al mejor estilo Kobe Bryant «Kobe te llamó Mamba blanca por una razón. Has sido una killer fría en la cancha, ferozmente competitiva, y cambiaste el juego para todos», escribió la viuda de Bryant en un homenaje en Instagram.

Con una firme ética del trabajo, dieta vegana, yoga y lo que hiciera falta para mantener en forma su cuerpo, con el paso del tiempo cada vez más marcado por las lesiones. Promediando casi 20 puntos y cuatro asistencias por partido. Plantándose cuando lo veía necesario. Saltándose una temporada de la liga como protesta por los bajos salarios. O siendo multada, hace 14 años, por rebelarse contra las exigencias de vestuario de FIBA Europa. «El basket no es sexi, es un deporte. Si quieren cosas sexis que se vayan a Playboy, protestó cuando jugaba en el Galatasaray.

Compañeras, entrenadoras y amigas destacan su capacidad de hacer equipo. De ser dura cuando era lo necesario, de dar un paso al frente o atrás. Geno Auriemma, que la entrenó en la Universidad, lo explica desde dentro: «Lo que las grandes tienen en común es que trascienden el deporte y se convierten en sinónimos del deporte. Ya sea si hablamos de baloncesto universitario, de la WNBA, del olímpico, Diana es la mayor ganadora en la historia. Punto».

«Ella revolucionó el juego con su capacidad de anotar, su personalidad contagiosa y la determinación que aportaba a la cancha cada noche», la honró Josh Bartelstein, máximo ejecutivo de l Mercury Phoenix.

«Voy a añorar competir, intentar mejorar cada temporada. Voy a extrañar los viajes en autobús, las prácticas de tiro. Voy a echar de menos las bromas internas, el vestuario, las cosas que conlleva estar en un equipo de baloncesto. Todas esas cosas, las extrañaré profundamente. Peor se acabó. Estoy retirada», se ha despedido la leyenda.

Récords, millones de dólares, odios y Donald Trump en la revancha soñada por la Super Bowl

Récords, millones de dólares, odios y Donald Trump en la revancha soñada por la Super Bowl

Los Eagles de Hurts buscan destronar a los favoritos, los Chiefs de Mahomes, que rozan un triplete inédito Este domingo, a las 17.30 hora local (00.30 en España), los Kansas City Chiefs, ganadores de las dos últimas ediciones y de tres de las cinco últimas finales, se enfrentarán a los Philadelphia Eagles en la 59ª edición de la Superbowl en Nueva Orleans. El partido del año, la revancha más esperada, odios profundos. Patrick Mahomes contra Jalen Hurts, Jason Kelce contra Saquon Barkley, todos contra Kansas, Kansas frente a la historia.

Será la 11ª (empatando en el récord a Miami) vez que el partido del año se dispute en la capital de Luisiana, en casa de los Saints, que en este 2025 'celebra' todavía con signos visibles los 20 años del devastador huracán Katrina. Y como siempre, todo lo que rodea a la Superbowl será de proporciones pantagruélicas. En las gradas del Caesars Superdome, junto a 74.295 espectadores, que han pagado entre 5.000 dólares por la entrada más barata (la tribuna en el centro está a más de 50.000 euros en la reventa) y más de medio millón por un palco privado, estará por primera vez en la historia el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Compartiendo ubicación con una enemiga, la ex primera dama, Jill Biden.

Los Eagles, esta vez sin Jason Kelce, el hermano de Travis, al mando de su defensa, llegan en busca de otro tipo de venganza. Es su quinta Superbowl y hasta ahora sólo han ganado una, en 2007. La última derrota, hace dos años precisamente contra los Chiefs, todavía escuece. En cambio, el equipo dirigido por Andy Reid (que antes lo fue todo, incluyendo su entrenador con más victorias, en Philadelphia) disputará su séptima final, y llegan con cuatro anillos, tres de ellos muy frescos y la etiqueta de favoritos. Son los nuevos Patriots, los nuevos 49ers, los nuevos Steleers. El equipo a batir, el quarterback al que odiar, la leyenda a la que derrotar antes de que consigan lo que nadie ha conseguido nunca: tres títulos seguidos.

Una curiosidad: el más interesado en que eso ocurra, al margen de la franquicia y sus aficionados, es Pat Riley, leyenda de la NBA, presidente de los Miami Heat, cinco veces ganador de la liga y un visionario que cuando sus Lakers rozaban la misma gesta patentó como marca registrada "three-peat.", tres veces. Si los Chiefs, como antes los Chicago Bulls de Jordan y otros equipos de otros deportes, quieren usar esa palabra y esa la idea en su merchandaising, su comisión y royalties le proporcionarán millones de dólares.

Millones por todas partes

No hay evento deportivo que tenga la pegada de la Superbowl, que no sólo sienta a un tercio del país frente al televisor, sino que mueve miles de millones en comida (hasta 1.000 millones de alitas de pollo se espera que se consuman esa noche), bebidas, helados y facturación para los bares. Sólo en la propia New Orleans se espera un impacto de más de 500 millones, gracias al disparado precio de hoteles y alojamientos y a que los que acuden al partido suelen llegar días antes.

A principios de noviembre, la cadena Fox, que es la principal que retransmitirá el partido en EEUU, informó a los inversores que había vendido todo el tiempo publicitario disponible, con un coste medio de siete millones de dólares para cada segmento de 30 segundos. Los últimos diez anuncios alcanzaron un récord de 8 millones de dólares. En 2024, gracias a que hubo prórroga, la cadena CBS ingresó unos 700 millones de dólares en publicidad. Más de 200 millones de personas se engancharon en algún momento al juego.

Aunque se esperan muchos spots de medicamentos, sobre todo para adelgazar, o de Inteligencia Artificial, los clásicos no fallarán. A lo largo de la historia, Budweiser ha gastado 529 millones de dólares en anuncios. Pepsi está justo detrás, con 341,9 millones. Coca-Cola, 202 millones. Doritos 120,3 millones; Ford Motor Company 109,8 millones y McDonald's 108,9 millones de dólares.

Los famosos

El espectáculo musical del descanso, una de las mayores obras de logística imaginables, estará a cargo del rapero Kendrick Lamar, no la estrella más conocida fuera del país, pero ganador 22 premios Grammy, incluidos cinco esta misma semana. Será su primera vez como artista principal, pero ya estuvo en el escenario en 2022 junto a leyendas como Snoop Dogg, Dr. Dre y Eminem. Las apuestas están revolucionadas sobre quién le acompañará, pues suele haber artistas invitados. El nombre de Taylor Swift, con la que colaboró en una canción, es recurrente, y más dado que estará en la ciudad para animar a su novio, el tight end de los Chiefs Travil Kelce. Jon Batiste, oriundo de Luisiana, ganador de un Globo de Oro, un Óscar por la música de la película Soul y un Grammy al álbum del año en 2022, cantará el himno nacional.

Kansas parte favorito en las apuestas, que en partidos como este se espera que muevan hasta 30.000 millones de dólares. Incluyendo cosas sobre las que no es legal ya que va más allá del deporte, como si Kelce le pedirá matrimonio a Taylor Swift aprovechando la ocasión. Los analistas esperan un espectáculo ofensivo. Al menos 52 puntos en total, que no parecen mucho comparados con los 73 que ambos anotaron en su duelo de 2023.

Mucho depende de Patrick Mahomes, la estrella de los Chiefs, el quarterback más determinante de los últimos años, que a sus 29 años disputa su cuarta final. A años luz de Tom Brady, que jugó 10 y gano 7, pero con números de salón de la fama. Otra curiosidad. Los ganadores se llevarán un anillo gigantesco de campeones. Cada franquicia suele necesitar unos 150, entre jugadores, técnicos y personal, y aunque la NFL aporta entre 5.000 y 7.000 dólares por anillo el coste medio está entre 30.000 y 50.000 dólares por pieza. Los 7 del héroe de Nueva Inglaterra, ahora intentado reconvertirse en analista televisivo, tienen un valor total de casi dos millones y medio por lo menos.

Revivir las audiencias, apuestas y Las Vegas: las teorías de la conspiración sobre la salida de Doncic de Dallas

Revivir las audiencias, apuestas y Las Vegas: las teorías de la conspiración sobre la salida de Doncic de Dallas

Las últimas horas antes del cierre del mercado en la NBA, en una de las temporadas más locas, han dejado muchas operaciones inesperadas. La salida de Jimmy Butler desde Miami a los Golden State Warriors de Stephen Curry. La llegada de De'Aaron Fox a San Antonio. El amago de salida de Kevin Durant de los Phoenix Suns. O las disparatadas 24 horas de Dennis Schröder, que amaneció en San Francisco (a donde fue traspasado en diciembre), se vio en los Miami Heat como parte del traspaso de Butler, comió sabiendo que lo intercambiaban con los Utah Jazz y se fue a dormir con la sorpresa de que Detroit será su destino final. Por ahora.

Pero sin duda, la operación del año, de la década, del siglo, es la que llevó a Luka Doncic a los Angeles Lakers de Lebron James a cambio de Anthony Davis, varios jugadores más y algunas elecciones para el próximo draft. Tan sonada ha sido, que los aficionados [que celebraron un funeral en la puerta del estadio, con ataúd y todo, y han llenado la zona de carteles, velas y camisetas con mensajes de duelo] non se creen que las razones hayan sido, puedan ser, meramente deportivas. Lo único que gusta más que un buen partido es una buena conspiración, y en la última semana se han desatado un buen número de ellas.

La posición del manager de los Dallas Mavericks, Nico Harrison, es que para ganar un anillo hace falta una buena defensa y eso Doncic no lo aporta, pero Davis sí. Además, Harrison no ha tardado en ir diciendo a todo el que quisiera escucharlo que el "estado físico" del esloveno, una forma elusiva de decir un presunto exceso de peso, y sus continuas lesiones, después de jugar menos de la mitad de los partidos de la temporada (a pesar de tener en estos unos números increíbles), motivaron la decisión. Por no hablar de los casi 350 millones de dólares por cinco temporadas que el ex del Real Madrid hubiera podido recibir en su próxima prolongación de contrato en verano de haber seguido en Texas. Pero hay mucho más.

LESIONES CRÓNICAS

Una de las teorías que más circula entre los seguidores es que Doncic no tendría una lesión de muñeca, o un problema superficial en los gemelos, sino algo mucho más serio, crónico. Lo suficiente para descartarlo como un jugador de más de 70 partidos de temporada. Los partidarios de esta hipótesis ven sospechoso que el parte de lesiones de antes de Navidad no hablara del gemelo, zona que ha sufrido hasta cinco recaídas. Y sostienen que Doncic, un jugador descomunal, no tiene las condiciones físicas necesarias para aguantar 10 temporadas al máximo nivel. Pero que todo se ha ocultado para engañar a los Lakers, ahorrándose pagar el mejor contrato de la historia.

EL MAL COMPAÑERO

Entre los críticos de Doncic, los defensores de Nico Harrison y los amantes del cotilleo ha calado también la versión de que no era sólo un problema físico, sino de actitud en general. Las redes han visto proliferar comentarios sobre la falta de compromiso del esloveno, que según esas denuncias, casi todas anónimas, era mal compañero, llegaba sistemáticamente tarde a los entrenamientos, no se tomaba muy en serio su trabajo y creaba mal ambiente. Algo complicado de defender viendo las palabras de despedida de sus ahora ex compañeros o de leyendas como Dirk Nowitzki.

Como pruebas se presentan los despidos del equipo en el último año y medio. Dado que Doncic no cambiaba sus hábitos, los Mavericks pensaron que lo estimularían haciendo cambios a su alrededor. Y echaron al responsable de salud y rendimiento de los jugadores, al preparador físico Jeremy Holsopple y al fisio Casey Spangler, veteranos del equipo y que mantenían una estrecha relación con él. El esloveno fichó a su propio equipo, incluyendo dos españoles que conocía de su etapa en el Real Madrid, pero sin los resultados deseados. Lo que Harrison considera demostración de o bien la primera teoría, o la segunda.

LAS MANIOBRAS DE LEBRON

Una tesis muy minoritaria, pero divertida, apunta a que todo es cosa de Lebron James, el "hombre más poderoso de la NBA" y que es imposible que no supiera nada, como ha dicho, dado que su agente estaba al tanto de una parte de la operación. Según este singular hilo de pensamiento, James, que en algún momento habría especulado sobre tener su propio equipo en Las Vegas, se habría apoyado en el director deportivo de los Lakers, Pelinka, y el mencionado Nico Harrison de Dallas. Amigos desde hace más de 20 años, ex compañeros, que lo han cocinado en secreto, sin que los Maveriks buscaran mejores ofertase en otra parte. En la operación también estaría implicada Nike, donde trabajaban antes los dos, cuando se ocupaban de Kobe Bryant. Y permitiría a James dejar un heredero y allanar el camino para su futuro en la ciudad del pecado.

LA POLÍTICA Y LA AUDIENCIA

Una de las teorías de la conspiración más elaboradas afirma que detrás de la salida de Doncic está la propia NBA, apremiada por la caída de la audiencia en los partidos, la asistencia a los pabellones y la transformación del juego en un correcalles con triples de tres infinitos. Una manipulación absoluta para favorecer a las grandes franquicias históricas a costa de los demás. La liga necesita estrellas y personalidades fuertes, dice esta conspiración, y carece de drama, enemigos, villanos. "¿Qué mejor forma de despertar interés que idear un intercambio espectacular entre el que posiblemente sea el mejor jugador de la liga y la segunda mejor franquicia en la historia de la liga? Por más grande que sea LeBron James, nadie creía que los Lakers de antes de Luka estuvieran destinados a ganar el campeonato. Y una final de la NBA entre Cavaliers y Thunder dejará a todos dormidos", concluye no sin un punto de verdad.

Por eso, sostienen sus partidarios, se ha orquestado todo en la sombra. "La NBA necesita a los Lakers, los Celtics y los Knicks para solucionar el problema de los índices de audiencia. Este canje no tiene sentido hasta que uno se abre a esa realidad. Y por favor, no actúen como si la liga no organizara este tipo de cosas. El estúpido campeonato de la burbuja de los Lakers de 2020 estaba más amañado que WrestleMania y ustedes lo saben", dice uno de sus voceros.

Ex jugadores como Dwayne Wade están completamente de acuerdo. "Ha sido una decisión comercial increíble por parte de multimillonarios que dijeron: 'Esto es lo que quiero por ahora y esto es lo que necesitamos como liga'. Luka será 10 años la cara de los Lakers, y podrá estar con LeBron James... el tipo que ha sido la cara de la liga, que puede mostrarle cómo hacerlo y cómo cuidarse a sí mismo de la manera que necesita", afirmó en un podcast.

APUESTAS Y LAS VEGAS

Pero sin duda, la teoría de la conspiración que más ha calado, la más elaborada, con nombres, números y fechas es la que sostiene que Los Mavericks han echado a su gran estrella como una amenaza, casi mafiosa, contra las autoridades de Texas. Doncic no sería pues el protagonista, sino un daño colateral, el primer sacrificado antes de la gran bomba: la salida definitiva de la franquicia camino de Las Vegas, dejando a Dallas sin representación en la NBA.

El abogado Kristopher Kratovil, el que más forma le ha dado pero ni mucho menos el único en sostenerlo desde el inicio, argumenta en un largo post que el nuevo grupo de propietarios Adelson/Dumont, que le compró el equipo al inversor Mark Cuban en 2023, "no tiene ningún interés real en el baloncesto. Los Mavs son solo un medio para un fin, que es abrir el mercado de apuestas sin explotar más grande del país, el Texas. Un complejo con casino con el nuevo estadio de los Mavs en él es su objetivo declarado".

¿Cuál es el problema para los Adelson? Que las apuestas deportivas y los juegos de azar no son legales en el estado, y a pesar de sus esfuerzos de lobby, dejándose cantidades ingentes de dinero para convencer a los políticos del estado, todo apunta a que el último proyecto de ley volverá a fracasar en 2025. "Los Adelson necesitan más influencia para conseguir que la ley sobre el juego se apruebe en la legislatura estatal, pero ya donan más dinero a los políticos de Texas que literalmente cualquier otra persona y emplean a docenas de buenos lobista", escribe en su post. "Así que, cuando la zanahoria no les ha funcionado, necesitan un palo. Ese palo es la amenaza de trasladar a los Mavs a Las Vegas a menos que consigan lo que quieren".

Cambiar de ciudad es algo que tiene un impacto enorme. Ocurre, pero no muy a menudo por las consecuencias. Así que la mejor forma es ir provocando la desconexión, y qué mejor forma de presionar y desmotivar al mismo tiempo que sacrificar a la gran estrella del equipo, el jugador franquicia, el heredero de Dirk Nowitzki, a los pies de cuya estatua en la ciudad se lee un lema muy claro: "la lealtad nunca de desvanece".

Así, deshacerse de Doncic no sólo restaría valor emocional a un público herido, sino que daría un toque de atención muy serio a los políticos, que podrían ser vistos como responsables. Los análisis destacan que los Mavericks perdieron 700.000 seguidores en Instagram en las pocas horas posteriores al anuncio del traspaso.

Así es Saquon Barkley, la gran baza de los Eagles en la Super Bowl: antidivo, atleta total e inversor en criptomonedas

Así es Saquon Barkley, la gran baza de los Eagles en la Super Bowl: antidivo, atleta total e inversor en criptomonedas

Sin Saquon Barkley, los Philadelphia Eagles probablemente no habrían llegado a la Super Bowl. Con él en forma las opciones de victoria este domingo ante los Kansas City Chiefs de Patrick Mahomes se multiplican. La resurrección del equipo no habría sido posibe sin la gran temporada del running back, del corredor puro.

En su primer año en la franquicia, el jugador, un portento físico capaz de levantar 180 kilos en halterofilia, de hacer cinco repeticiones de sentadilla con 240 kilos o de correr 100 metros en 10,7 segundos en el instituto, ha sumado 2.005 yardas en la temporada regular (novena marca de la historia) y 12 touchdowns, a los que suma dos más como receptor. No batió el récord porque su entrenador lo dejó en el banquillo la última semana para evitar lesiones, pero si mañana suma 30 yardas conseguirá el mejor registro de temporada completa, que desde 1998 ostenta Terrell Davis, la leyenda de los Broncos.

Barkley representa junto a Christian McCaffrey el resurgir de una posición tan imprescindible como infravalorada. La gloria, y los grandes contratos, se la llevan los receptores. Los corredores, mucho más expuestos, víctimas de más golpes y lesiones, se han ido conformando con un rol secundario a la hora de negociar. Hasta ellos. La estrella de San Francisco, otro atleta descomunal, ha conseguido 19 millones por temporada, mientras que Barkley, soñando con su primer anillo, está con un contrato de tres años por 37 millones, después de cerrar un ejercicio sin precedentes para un agente libre. Barkley es un caso singular de súper estrella que nunca lo fue, no al menos de inicio. Destacado en lucha libre, baloncesto, sprints, lanzamiento de peso o salto de altura, llegó tarde al football. Entrenadores, compañeros y analistas dicen que era potencia pura, muy bueno, pero que de entrada nunca pensaron que llegaría a ser tan bueno. Hasta los 20 años no fue la gran figura de la ciudad, del Estado. Pero su ética de trabajo, sus ganas de aprender, su físico (casi 1,80 y más de 100 kilos), su explosividad y habilidad para esquivar fueron derribando muros.

"Tocado por la mano de Dios"

Hombre de palabra y que tardó en creer ciegamente en su potencial, se comprometió con la Universidad de Rutgers porque pensaba que nadie más estaría interesado en él, y cuando la poderosa Penn State, en la que acabaría batiendo todos los récords, le llamó le costó horrores excusarse con los entrenadores de su primera opción. Tras dos años brillantes, los Giants lo escogieron en el número 2 del draft de 2018 desafiando a quienes pensaban que era demasiado arriesgado usar así un pick decisivo en un corredor.

El responsable de la operación añadió aún más presión diciendo que el jugador estaba «tocado por la mano de Dios». Su primera temporada fue muy buena, rookie ofensivo de la Liga, pero las siguientes pasaron sin pena ni gloria, entre lesiones, cambios en la dirección y un flojo equipo que sólo legó a los playoffs una vez.

En el campo, Barkley es lo contrario que fuera. Un hombre tranquilo, a punto de casarse con su amor de la universidad, con dos hijos pequeños que le acompañan en la banda antes de los partidos, haciendo las delicias de las cámaras con un saludo especial para cada uno. Un profesional que evita escándalos, diversifica su fortuna invirtiendo en empresas, aventuras del mundo cripto o start-ups. La palabra que repiten todos sus entrenadores, desde el high school a Penn State y la NFL, es «inquisitive», curioso, con hambre de conocimiento.

Cuando se acerca a la línea de scrimmage se transforma en una máquina casi perfecta. Rapidísimo, potente, acrobático, sorprendentemente tranquilo. Capaz de pensar cuando las piernas y el corazón bombean sin control. La jugada ofensiva del año probablemente lleve su apellido. Un touchdown de 70 yardas en la nieve contra los Rams. O esa pirueta inverosímil para sortear a tres defensas, al primero como si no existiera, al segundo con un giro de 180º y al último con un salto de la rana, de espaldas, por encima del perplejo jugador de los Jaguars que se veía a pulgadas de placarlo y aún no sabe dónde está.

Andy Reid, entrenador de Kansas City, ganador de tres anillos y el hombre que lo fue todo en los Eagles durante dos décadas, lo señaló como la mayor amenaza para su equipo. «Tiene potencial de hall of fame», reconoció. No será el único factor de un partido en el que los ojos estarán en los dos quarterbacks, pero sí puede ser el decisivo. Es el mejor del equipo. Y aunque el jueves por la noche, cuando se fallaron los premios, no ganó el MVP del año (pero sí el de ofensivo) puede serlo de la Super Bowl.