La retirada de Diana Taurasi, dueña de los récords: "Revolucionó el juego"

La retirada de Diana Taurasi, dueña de los récords: “Revolucionó el juego”

Número 1 del draft en 2004. Seis oros olímpicos sin una sola derrota, tres anillos de la WNBA (2007, 2009 y 2014), más puntos que nadie en la historia (10.646 en temporada regular, 3.000 más que la segunda), récord de triples, top 3 de asistencias, seis títulos de Euroliga, MVP en tres países diferentes y la carrera más larga de la historia, con más de 20 temporadas consecutivas en la élite. Diana Taurasi (Chino, California, 1982), la mejor jugadora de baloncesto de la historia se retira a los 42 años tras la carrera m marcada no sólo por los títulos, los premios, sino por la transformación de su deporte. Llegó a una liga sin recursos, dinero o público y se va cómo símbolo en medio de una expansión que ha traído espectadores, miles de millones de dólares y a la televisión.

En una entrevista en la revista Time, Taurasi ha anunciado que lo deja. «Mental y físicamente, estoy plena. Estoy llena y feliz», explica Taurasi, que jugó sus 20 temporadas en la WNBA con las Mercury de Phoenix. En Europa militó en Galatasaray, Dinamo de Moscú, Fenerbahçe, Spartak de Moscú y Ekaterinburgo. Reacia a autodefinirse como la mejor de todos los tiempos, explica que su récord de anotación o sus seis medallas de oro (Atenas, Pekín, Londres, Río, Tokio y París) pueden ser superadas. «Alguien que tenga la misma hambre, la misma adicción por el baloncesto, va a aparecer y va a ponerle un nombre diferente a esos récords. De eso se trata el deporte. Será divertido verlo. Ojalá no sea pronto», señala.

Cuando ella apareció, con el numero 1 del draft, su sueldo era de poco más de 40.000 dólares y durante dos lustros compaginó la corta temporada en EEUU con la de Europa. Con los años la situación ha mejorado. En 2024, el salario medio ha rondado los 120.000 dólares, y las oportunidades fuera o en competiciones de 3x3 son muchísimo más rentable.

Dee deja el baloncesto sin que el baloncesto la dejara a ella. Su cuerpo aguantó, su cabeza aguantó. Superó el estrés de los bajos ingresos, de contribuir a levantar un deporte, una liga, los cambios de continente, la presión de ser la número 1, los desprecios y las acusaciones de dopaje (con una sanción luego revocada cuando jugaba en Turquía). Pero ha entendido que su una era y la de Sylvia Fowles, Candace Parker o Brittney Grainer ha llegado a su fin y ya puede pasar el testigo a la generación de Caitlin Clark o AngelReese, estrellas mediáticas y publicitarias, ricas, famosas.

«No se puede contar la historia de la WNBA sin Diana», se ha rendido el comisionado de la NBA, Adam Silver. «Taurasi es una de las mejores competidoras que jamás haya jugado al baloncesto. Se ha ganado el respeto incuestionable de jugadoras de todo el mundo, ha protagonizado momentos electrizantes y ha cautivado a los aficionados una y otra vez», ha destacado la comisionada Cathy Engelbert. «Sólo verla trascender en el juego, ver a las niñas querer jugar como ella, su estilo, su talento, su bravuconería, ya sabes, su arrogancia, ha sido un placer increíble», ha dicho su amigo Lebron James. «Es una de las mejores de todos los tiempos y dejará su marca en el baloncesto en el momento en que se ate las zapatillas y las lance por encima de la línea de postes. Ha sido un honor».

Hija de inmigrantes (su madre es argentina y su padre nació en Italia, pero se crió en Argentina), Taurasi creció en California admirando a Maradona. El deporte se convirtió en su instrumento de integración, de pertenencia y de reivindicación. En el instituto y en la universidad. Labrándose una reputación por su confianza y su carácter competidor. Sin achantarse, en la pista o fuera de ella. Agresiva, insoportable a veces con su trash-talking a las rivales, chula y arrogante, pero sólo mientras el reloj corre, al mejor estilo Kobe Bryant «Kobe te llamó Mamba blanca por una razón. Has sido una killer fría en la cancha, ferozmente competitiva, y cambiaste el juego para todos», escribió la viuda de Bryant en un homenaje en Instagram.

Con una firme ética del trabajo, dieta vegana, yoga y lo que hiciera falta para mantener en forma su cuerpo, con el paso del tiempo cada vez más marcado por las lesiones. Promediando casi 20 puntos y cuatro asistencias por partido. Plantándose cuando lo veía necesario. Saltándose una temporada de la liga como protesta por los bajos salarios. O siendo multada, hace 14 años, por rebelarse contra las exigencias de vestuario de FIBA Europa. «El basket no es sexi, es un deporte. Si quieren cosas sexis que se vayan a Playboy, protestó cuando jugaba en el Galatasaray.

Compañeras, entrenadoras y amigas destacan su capacidad de hacer equipo. De ser dura cuando era lo necesario, de dar un paso al frente o atrás. Geno Auriemma, que la entrenó en la Universidad, lo explica desde dentro: «Lo que las grandes tienen en común es que trascienden el deporte y se convierten en sinónimos del deporte. Ya sea si hablamos de baloncesto universitario, de la WNBA, del olímpico, Diana es la mayor ganadora en la historia. Punto».

«Ella revolucionó el juego con su capacidad de anotar, su personalidad contagiosa y la determinación que aportaba a la cancha cada noche», la honró Josh Bartelstein, máximo ejecutivo de l Mercury Phoenix.

«Voy a añorar competir, intentar mejorar cada temporada. Voy a extrañar los viajes en autobús, las prácticas de tiro. Voy a echar de menos las bromas internas, el vestuario, las cosas que conlleva estar en un equipo de baloncesto. Todas esas cosas, las extrañaré profundamente. Peor se acabó. Estoy retirada», se ha despedido la leyenda.

Récords, millones de dólares, odios y Donald Trump en la revancha soñada por la Super Bowl

Récords, millones de dólares, odios y Donald Trump en la revancha soñada por la Super Bowl

Los Eagles de Hurts buscan destronar a los favoritos, los Chiefs de Mahomes, que rozan un triplete inédito Este domingo, a las 17.30 hora local (00.30 en España), los Kansas City Chiefs, ganadores de las dos últimas ediciones y de tres de las cinco últimas finales, se enfrentarán a los Philadelphia Eagles en la 59ª edición de la Superbowl en Nueva Orleans. El partido del año, la revancha más esperada, odios profundos. Patrick Mahomes contra Jalen Hurts, Jason Kelce contra Saquon Barkley, todos contra Kansas, Kansas frente a la historia.

Será la 11ª (empatando en el récord a Miami) vez que el partido del año se dispute en la capital de Luisiana, en casa de los Saints, que en este 2025 'celebra' todavía con signos visibles los 20 años del devastador huracán Katrina. Y como siempre, todo lo que rodea a la Superbowl será de proporciones pantagruélicas. En las gradas del Caesars Superdome, junto a 74.295 espectadores, que han pagado entre 5.000 dólares por la entrada más barata (la tribuna en el centro está a más de 50.000 euros en la reventa) y más de medio millón por un palco privado, estará por primera vez en la historia el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Compartiendo ubicación con una enemiga, la ex primera dama, Jill Biden.

Los Eagles, esta vez sin Jason Kelce, el hermano de Travis, al mando de su defensa, llegan en busca de otro tipo de venganza. Es su quinta Superbowl y hasta ahora sólo han ganado una, en 2007. La última derrota, hace dos años precisamente contra los Chiefs, todavía escuece. En cambio, el equipo dirigido por Andy Reid (que antes lo fue todo, incluyendo su entrenador con más victorias, en Philadelphia) disputará su séptima final, y llegan con cuatro anillos, tres de ellos muy frescos y la etiqueta de favoritos. Son los nuevos Patriots, los nuevos 49ers, los nuevos Steleers. El equipo a batir, el quarterback al que odiar, la leyenda a la que derrotar antes de que consigan lo que nadie ha conseguido nunca: tres títulos seguidos.

Una curiosidad: el más interesado en que eso ocurra, al margen de la franquicia y sus aficionados, es Pat Riley, leyenda de la NBA, presidente de los Miami Heat, cinco veces ganador de la liga y un visionario que cuando sus Lakers rozaban la misma gesta patentó como marca registrada "three-peat.", tres veces. Si los Chiefs, como antes los Chicago Bulls de Jordan y otros equipos de otros deportes, quieren usar esa palabra y esa la idea en su merchandaising, su comisión y royalties le proporcionarán millones de dólares.

Millones por todas partes

No hay evento deportivo que tenga la pegada de la Superbowl, que no sólo sienta a un tercio del país frente al televisor, sino que mueve miles de millones en comida (hasta 1.000 millones de alitas de pollo se espera que se consuman esa noche), bebidas, helados y facturación para los bares. Sólo en la propia New Orleans se espera un impacto de más de 500 millones, gracias al disparado precio de hoteles y alojamientos y a que los que acuden al partido suelen llegar días antes.

A principios de noviembre, la cadena Fox, que es la principal que retransmitirá el partido en EEUU, informó a los inversores que había vendido todo el tiempo publicitario disponible, con un coste medio de siete millones de dólares para cada segmento de 30 segundos. Los últimos diez anuncios alcanzaron un récord de 8 millones de dólares. En 2024, gracias a que hubo prórroga, la cadena CBS ingresó unos 700 millones de dólares en publicidad. Más de 200 millones de personas se engancharon en algún momento al juego.

Aunque se esperan muchos spots de medicamentos, sobre todo para adelgazar, o de Inteligencia Artificial, los clásicos no fallarán. A lo largo de la historia, Budweiser ha gastado 529 millones de dólares en anuncios. Pepsi está justo detrás, con 341,9 millones. Coca-Cola, 202 millones. Doritos 120,3 millones; Ford Motor Company 109,8 millones y McDonald's 108,9 millones de dólares.

Los famosos

El espectáculo musical del descanso, una de las mayores obras de logística imaginables, estará a cargo del rapero Kendrick Lamar, no la estrella más conocida fuera del país, pero ganador 22 premios Grammy, incluidos cinco esta misma semana. Será su primera vez como artista principal, pero ya estuvo en el escenario en 2022 junto a leyendas como Snoop Dogg, Dr. Dre y Eminem. Las apuestas están revolucionadas sobre quién le acompañará, pues suele haber artistas invitados. El nombre de Taylor Swift, con la que colaboró en una canción, es recurrente, y más dado que estará en la ciudad para animar a su novio, el tight end de los Chiefs Travil Kelce. Jon Batiste, oriundo de Luisiana, ganador de un Globo de Oro, un Óscar por la música de la película Soul y un Grammy al álbum del año en 2022, cantará el himno nacional.

Kansas parte favorito en las apuestas, que en partidos como este se espera que muevan hasta 30.000 millones de dólares. Incluyendo cosas sobre las que no es legal ya que va más allá del deporte, como si Kelce le pedirá matrimonio a Taylor Swift aprovechando la ocasión. Los analistas esperan un espectáculo ofensivo. Al menos 52 puntos en total, que no parecen mucho comparados con los 73 que ambos anotaron en su duelo de 2023.

Mucho depende de Patrick Mahomes, la estrella de los Chiefs, el quarterback más determinante de los últimos años, que a sus 29 años disputa su cuarta final. A años luz de Tom Brady, que jugó 10 y gano 7, pero con números de salón de la fama. Otra curiosidad. Los ganadores se llevarán un anillo gigantesco de campeones. Cada franquicia suele necesitar unos 150, entre jugadores, técnicos y personal, y aunque la NFL aporta entre 5.000 y 7.000 dólares por anillo el coste medio está entre 30.000 y 50.000 dólares por pieza. Los 7 del héroe de Nueva Inglaterra, ahora intentado reconvertirse en analista televisivo, tienen un valor total de casi dos millones y medio por lo menos.

Revivir las audiencias, apuestas y Las Vegas: las teorías de la conspiración sobre la salida de Doncic de Dallas

Revivir las audiencias, apuestas y Las Vegas: las teorías de la conspiración sobre la salida de Doncic de Dallas

Las últimas horas antes del cierre del mercado en la NBA, en una de las temporadas más locas, han dejado muchas operaciones inesperadas. La salida de Jimmy Butler desde Miami a los Golden State Warriors de Stephen Curry. La llegada de De'Aaron Fox a San Antonio. El amago de salida de Kevin Durant de los Phoenix Suns. O las disparatadas 24 horas de Dennis Schröder, que amaneció en San Francisco (a donde fue traspasado en diciembre), se vio en los Miami Heat como parte del traspaso de Butler, comió sabiendo que lo intercambiaban con los Utah Jazz y se fue a dormir con la sorpresa de que Detroit será su destino final. Por ahora.

Pero sin duda, la operación del año, de la década, del siglo, es la que llevó a Luka Doncic a los Angeles Lakers de Lebron James a cambio de Anthony Davis, varios jugadores más y algunas elecciones para el próximo draft. Tan sonada ha sido, que los aficionados [que celebraron un funeral en la puerta del estadio, con ataúd y todo, y han llenado la zona de carteles, velas y camisetas con mensajes de duelo] non se creen que las razones hayan sido, puedan ser, meramente deportivas. Lo único que gusta más que un buen partido es una buena conspiración, y en la última semana se han desatado un buen número de ellas.

La posición del manager de los Dallas Mavericks, Nico Harrison, es que para ganar un anillo hace falta una buena defensa y eso Doncic no lo aporta, pero Davis sí. Además, Harrison no ha tardado en ir diciendo a todo el que quisiera escucharlo que el "estado físico" del esloveno, una forma elusiva de decir un presunto exceso de peso, y sus continuas lesiones, después de jugar menos de la mitad de los partidos de la temporada (a pesar de tener en estos unos números increíbles), motivaron la decisión. Por no hablar de los casi 350 millones de dólares por cinco temporadas que el ex del Real Madrid hubiera podido recibir en su próxima prolongación de contrato en verano de haber seguido en Texas. Pero hay mucho más.

LESIONES CRÓNICAS

Una de las teorías que más circula entre los seguidores es que Doncic no tendría una lesión de muñeca, o un problema superficial en los gemelos, sino algo mucho más serio, crónico. Lo suficiente para descartarlo como un jugador de más de 70 partidos de temporada. Los partidarios de esta hipótesis ven sospechoso que el parte de lesiones de antes de Navidad no hablara del gemelo, zona que ha sufrido hasta cinco recaídas. Y sostienen que Doncic, un jugador descomunal, no tiene las condiciones físicas necesarias para aguantar 10 temporadas al máximo nivel. Pero que todo se ha ocultado para engañar a los Lakers, ahorrándose pagar el mejor contrato de la historia.

EL MAL COMPAÑERO

Entre los críticos de Doncic, los defensores de Nico Harrison y los amantes del cotilleo ha calado también la versión de que no era sólo un problema físico, sino de actitud en general. Las redes han visto proliferar comentarios sobre la falta de compromiso del esloveno, que según esas denuncias, casi todas anónimas, era mal compañero, llegaba sistemáticamente tarde a los entrenamientos, no se tomaba muy en serio su trabajo y creaba mal ambiente. Algo complicado de defender viendo las palabras de despedida de sus ahora ex compañeros o de leyendas como Dirk Nowitzki.

Como pruebas se presentan los despidos del equipo en el último año y medio. Dado que Doncic no cambiaba sus hábitos, los Mavericks pensaron que lo estimularían haciendo cambios a su alrededor. Y echaron al responsable de salud y rendimiento de los jugadores, al preparador físico Jeremy Holsopple y al fisio Casey Spangler, veteranos del equipo y que mantenían una estrecha relación con él. El esloveno fichó a su propio equipo, incluyendo dos españoles que conocía de su etapa en el Real Madrid, pero sin los resultados deseados. Lo que Harrison considera demostración de o bien la primera teoría, o la segunda.

LAS MANIOBRAS DE LEBRON

Una tesis muy minoritaria, pero divertida, apunta a que todo es cosa de Lebron James, el "hombre más poderoso de la NBA" y que es imposible que no supiera nada, como ha dicho, dado que su agente estaba al tanto de una parte de la operación. Según este singular hilo de pensamiento, James, que en algún momento habría especulado sobre tener su propio equipo en Las Vegas, se habría apoyado en el director deportivo de los Lakers, Pelinka, y el mencionado Nico Harrison de Dallas. Amigos desde hace más de 20 años, ex compañeros, que lo han cocinado en secreto, sin que los Maveriks buscaran mejores ofertase en otra parte. En la operación también estaría implicada Nike, donde trabajaban antes los dos, cuando se ocupaban de Kobe Bryant. Y permitiría a James dejar un heredero y allanar el camino para su futuro en la ciudad del pecado.

LA POLÍTICA Y LA AUDIENCIA

Una de las teorías de la conspiración más elaboradas afirma que detrás de la salida de Doncic está la propia NBA, apremiada por la caída de la audiencia en los partidos, la asistencia a los pabellones y la transformación del juego en un correcalles con triples de tres infinitos. Una manipulación absoluta para favorecer a las grandes franquicias históricas a costa de los demás. La liga necesita estrellas y personalidades fuertes, dice esta conspiración, y carece de drama, enemigos, villanos. "¿Qué mejor forma de despertar interés que idear un intercambio espectacular entre el que posiblemente sea el mejor jugador de la liga y la segunda mejor franquicia en la historia de la liga? Por más grande que sea LeBron James, nadie creía que los Lakers de antes de Luka estuvieran destinados a ganar el campeonato. Y una final de la NBA entre Cavaliers y Thunder dejará a todos dormidos", concluye no sin un punto de verdad.

Por eso, sostienen sus partidarios, se ha orquestado todo en la sombra. "La NBA necesita a los Lakers, los Celtics y los Knicks para solucionar el problema de los índices de audiencia. Este canje no tiene sentido hasta que uno se abre a esa realidad. Y por favor, no actúen como si la liga no organizara este tipo de cosas. El estúpido campeonato de la burbuja de los Lakers de 2020 estaba más amañado que WrestleMania y ustedes lo saben", dice uno de sus voceros.

Ex jugadores como Dwayne Wade están completamente de acuerdo. "Ha sido una decisión comercial increíble por parte de multimillonarios que dijeron: 'Esto es lo que quiero por ahora y esto es lo que necesitamos como liga'. Luka será 10 años la cara de los Lakers, y podrá estar con LeBron James... el tipo que ha sido la cara de la liga, que puede mostrarle cómo hacerlo y cómo cuidarse a sí mismo de la manera que necesita", afirmó en un podcast.

APUESTAS Y LAS VEGAS

Pero sin duda, la teoría de la conspiración que más ha calado, la más elaborada, con nombres, números y fechas es la que sostiene que Los Mavericks han echado a su gran estrella como una amenaza, casi mafiosa, contra las autoridades de Texas. Doncic no sería pues el protagonista, sino un daño colateral, el primer sacrificado antes de la gran bomba: la salida definitiva de la franquicia camino de Las Vegas, dejando a Dallas sin representación en la NBA.

El abogado Kristopher Kratovil, el que más forma le ha dado pero ni mucho menos el único en sostenerlo desde el inicio, argumenta en un largo post que el nuevo grupo de propietarios Adelson/Dumont, que le compró el equipo al inversor Mark Cuban en 2023, "no tiene ningún interés real en el baloncesto. Los Mavs son solo un medio para un fin, que es abrir el mercado de apuestas sin explotar más grande del país, el Texas. Un complejo con casino con el nuevo estadio de los Mavs en él es su objetivo declarado".

¿Cuál es el problema para los Adelson? Que las apuestas deportivas y los juegos de azar no son legales en el estado, y a pesar de sus esfuerzos de lobby, dejándose cantidades ingentes de dinero para convencer a los políticos del estado, todo apunta a que el último proyecto de ley volverá a fracasar en 2025. "Los Adelson necesitan más influencia para conseguir que la ley sobre el juego se apruebe en la legislatura estatal, pero ya donan más dinero a los políticos de Texas que literalmente cualquier otra persona y emplean a docenas de buenos lobista", escribe en su post. "Así que, cuando la zanahoria no les ha funcionado, necesitan un palo. Ese palo es la amenaza de trasladar a los Mavs a Las Vegas a menos que consigan lo que quieren".

Cambiar de ciudad es algo que tiene un impacto enorme. Ocurre, pero no muy a menudo por las consecuencias. Así que la mejor forma es ir provocando la desconexión, y qué mejor forma de presionar y desmotivar al mismo tiempo que sacrificar a la gran estrella del equipo, el jugador franquicia, el heredero de Dirk Nowitzki, a los pies de cuya estatua en la ciudad se lee un lema muy claro: "la lealtad nunca de desvanece".

Así, deshacerse de Doncic no sólo restaría valor emocional a un público herido, sino que daría un toque de atención muy serio a los políticos, que podrían ser vistos como responsables. Los análisis destacan que los Mavericks perdieron 700.000 seguidores en Instagram en las pocas horas posteriores al anuncio del traspaso.

Así es Saquon Barkley, la gran baza de los Eagles en la Super Bowl: antidivo, atleta total e inversor en criptomonedas

Así es Saquon Barkley, la gran baza de los Eagles en la Super Bowl: antidivo, atleta total e inversor en criptomonedas

Sin Saquon Barkley, los Philadelphia Eagles probablemente no habrían llegado a la Super Bowl. Con él en forma las opciones de victoria este domingo ante los Kansas City Chiefs de Patrick Mahomes se multiplican. La resurrección del equipo no habría sido posibe sin la gran temporada del running back, del corredor puro.

En su primer año en la franquicia, el jugador, un portento físico capaz de levantar 180 kilos en halterofilia, de hacer cinco repeticiones de sentadilla con 240 kilos o de correr 100 metros en 10,7 segundos en el instituto, ha sumado 2.005 yardas en la temporada regular (novena marca de la historia) y 12 touchdowns, a los que suma dos más como receptor. No batió el récord porque su entrenador lo dejó en el banquillo la última semana para evitar lesiones, pero si mañana suma 30 yardas conseguirá el mejor registro de temporada completa, que desde 1998 ostenta Terrell Davis, la leyenda de los Broncos.

Barkley representa junto a Christian McCaffrey el resurgir de una posición tan imprescindible como infravalorada. La gloria, y los grandes contratos, se la llevan los receptores. Los corredores, mucho más expuestos, víctimas de más golpes y lesiones, se han ido conformando con un rol secundario a la hora de negociar. Hasta ellos. La estrella de San Francisco, otro atleta descomunal, ha conseguido 19 millones por temporada, mientras que Barkley, soñando con su primer anillo, está con un contrato de tres años por 37 millones, después de cerrar un ejercicio sin precedentes para un agente libre. Barkley es un caso singular de súper estrella que nunca lo fue, no al menos de inicio. Destacado en lucha libre, baloncesto, sprints, lanzamiento de peso o salto de altura, llegó tarde al football. Entrenadores, compañeros y analistas dicen que era potencia pura, muy bueno, pero que de entrada nunca pensaron que llegaría a ser tan bueno. Hasta los 20 años no fue la gran figura de la ciudad, del Estado. Pero su ética de trabajo, sus ganas de aprender, su físico (casi 1,80 y más de 100 kilos), su explosividad y habilidad para esquivar fueron derribando muros.

"Tocado por la mano de Dios"

Hombre de palabra y que tardó en creer ciegamente en su potencial, se comprometió con la Universidad de Rutgers porque pensaba que nadie más estaría interesado en él, y cuando la poderosa Penn State, en la que acabaría batiendo todos los récords, le llamó le costó horrores excusarse con los entrenadores de su primera opción. Tras dos años brillantes, los Giants lo escogieron en el número 2 del draft de 2018 desafiando a quienes pensaban que era demasiado arriesgado usar así un pick decisivo en un corredor.

El responsable de la operación añadió aún más presión diciendo que el jugador estaba «tocado por la mano de Dios». Su primera temporada fue muy buena, rookie ofensivo de la Liga, pero las siguientes pasaron sin pena ni gloria, entre lesiones, cambios en la dirección y un flojo equipo que sólo legó a los playoffs una vez.

En el campo, Barkley es lo contrario que fuera. Un hombre tranquilo, a punto de casarse con su amor de la universidad, con dos hijos pequeños que le acompañan en la banda antes de los partidos, haciendo las delicias de las cámaras con un saludo especial para cada uno. Un profesional que evita escándalos, diversifica su fortuna invirtiendo en empresas, aventuras del mundo cripto o start-ups. La palabra que repiten todos sus entrenadores, desde el high school a Penn State y la NFL, es «inquisitive», curioso, con hambre de conocimiento.

Cuando se acerca a la línea de scrimmage se transforma en una máquina casi perfecta. Rapidísimo, potente, acrobático, sorprendentemente tranquilo. Capaz de pensar cuando las piernas y el corazón bombean sin control. La jugada ofensiva del año probablemente lleve su apellido. Un touchdown de 70 yardas en la nieve contra los Rams. O esa pirueta inverosímil para sortear a tres defensas, al primero como si no existiera, al segundo con un giro de 180º y al último con un salto de la rana, de espaldas, por encima del perplejo jugador de los Jaguars que se veía a pulgadas de placarlo y aún no sabe dónde está.

Andy Reid, entrenador de Kansas City, ganador de tres anillos y el hombre que lo fue todo en los Eagles durante dos décadas, lo señaló como la mayor amenaza para su equipo. «Tiene potencial de hall of fame», reconoció. No será el único factor de un partido en el que los ojos estarán en los dos quarterbacks, pero sí puede ser el decisivo. Es el mejor del equipo. Y aunque el jueves por la noche, cuando se fallaron los premios, no ganó el MVP del año (pero sí el de ofensivo) puede serlo de la Super Bowl.