Elia Canales: "El arco me ha llegado a dar asco"

Elia Canales: “El arco me ha llegado a dar asco”

Una flecha. Dos flechas. Tres flechas. Cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez... y así hasta 400. ¿Al mes? ¡No! Al día. "El arco me ha llegado a dar asco, a veces he pensado: ¿Para qué hago esto? Hay momentos en los que el entrenamiento se te hace bola, que no disfrutas y te lo replanteas todo", admite Elia Canales, la representante de España en los próximos Juegos de París en una de las disciplinas más repetitivas que hay: el tiro con arco. En otros deportes hay movimientos de puntería, el triple en el baloncesto, el saque en el tenis, el putt en el golf, pero se acompañan de otros elementos. Canales, en cambio, sólo debe darle al centro, y al centro, y al centro.

"Por eso es muy exigente a nivel mental. Si te sale todo, si fluyes, ves la diana enorme, pero gestionar la presión es muy complicado. Recuerdo que en mi primer Mundial absoluto estuve todo el primer round llorando, tirando las flechas fuera del parapeto. No estaba en el CAR, no sabía nada de psicología, no trabajaba con nadie. Luego he ido aprendiendo", explica a sus 22 años como parte de una revolución.

SERGIO ENRIQUEZ-NISTAL

El tiro con arco es un deporte exageradamente dominado por Corea del Sur. En los Juegos de Río 2016 hicieron pleno de oros, cuatro de cuatro, y en los Juegos de Tokio 2020 se les escapó uno para conmoción del país. Desde la primaria hasta la universidad hay equipos de formación, tienen una liga profesional con sueldos de 100.000 euros de media y los mejores son estrellas mediáticas. El resto de países se dedican a copiarles. Pero España ha decidido tomar su propio camino.

Hace unos años prescindió de la pareja de seleccionadores coreanos formada por Hyung Mok Cho y Mi-Jeong Lee para crear una metodología propia de la mano del entrenador Elías Cuesta. Repetir el oro del equipo masculino en los Juegos de Barcelona 1992, única medalla española en la disciplina, sería un milagro, pero como mínimo vuelve a tener opciones al podio olímpico.

¿Qué ha cambiado?
El método coreano es muy simple: repetir, repetir y repetir y hacerlo lo más básico posible. Hay que dejar la mente en blanco, convertirse en un robot. Es una técnica que te puede dar muchos puntos en un día bueno, pero el día que fallas es muy complicado salir de ahí, no tienes herramientas. Ahora con Elías es muy distinto. Estudiamos la biomecánica del movimiento, trabajamos a nivel mental, hacemos entrenamientos específicos de estabilidad o de la vista...

Sesiones distintas

En el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Madrid, Canales abre los brazos, alza los dos pulgares y se dedica a mirar uno y otro sin mover la cabeza. O fija la vista en un punto determinado mientras se mantiene de pie a la pata coja. O lee unos cartelitos minúsculos colocados en el arco y la cuerda. O hace malabares. O juega a los botoncitos como hacen los pilotos de Fórmula 1.

SERGIO ENRIQUEZ-NISTAL

Los entrenamientos ahora son muy distintos y sólo mantienen un elemento común: hay que seguir tirando flechas. "Esa es la base de nuestro deporte, tirar, tirar, tirar, pero ahora sabemos cambiar cuando entramos en mala racha en competición, por ejemplo", apunta Canales que antes de cada sesión dedica 10 minutos a meditar. "Hemos cambiado de mentalidad. Antes veía a las coreanas y me imponían y ahora siento que puedo ganar. Mis puntos valen lo mismo que los suyos, no les dan un bonus por ser de Corea", concluye.

¿Y cómo acabó en el tiro con arco?
Tenía 13 o 14 años y ningún deporte se me daba bien. Me apuntaron a baloncesto, pero era muy bajita, me apuntaron a natación y no me gustaba. Prefería la música, estuve siete años tocando la guitarra. Pero un campamento de verano me hice un esguince el primer día y sólo podía hacer tiro con arco. Lo probé, me encantó y cuando volví a casa me apunté.

Estudiante de Marketing por la Universidad Católica de Murcia (UCAM) después de haber tenido que dejar Ingeniería Mecánica en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), hoy Canales es séptima en el ranking mundial gracias a logros como una plata en el pasado Europeo. En la lista, junto a ella, hasta tres coreanas en el Top 10 que le complicarán las cosas en los próximos Juegos de París, aunque ya conoce el camino para vencerlas: la revolución española y tirar, tirar y tirar flechas.

Núria Castán, la snowboarder que estuvo 12 minutos enterrada por un alud: "Escarbé y escarbé, pero no conseguí nada"

Núria Castán, la snowboarder que estuvo 12 minutos enterrada por un alud: “Escarbé y escarbé, pero no conseguí nada”

"Al principio intenté escapar. Es algo instintivo, natural, es imposible no hacerlo. Escarbé y escarbé, pero no conseguí nada. Después de unos segundos, como conocía el protocolo de aludes, intenté calmarme, relajarme, ahorrar oxígeno. No podía moverme, la nieve me aplastaba y, al orinarme por el pánico, me di cuenta que me había quedado del revés, con los pies arriba y la cabeza abajo. Acepté que no iba a sobrevivir, que apenas me quedaban unos minutos de vida. Me despedí de todos y me desmayé".

El 4 de abril de 2023 la snowboarder Núria Castán fue víctima de un terrible alud en la montaña del Bec des Rosses, cerca de Verbier, en los Alpes suizos. Cuando se dirigía a la salida de una prueba de la Copa del Mundo de Freeride (FWT), la nieve la desplazó unos 400 metros ladera abajo, la enterró por completo y la dejó sepultada durante casi 12 minutos. Como la zona supuestamente no era peligrosa, no tenía activado el airbag de su mochila y la compañera con la que subía, la local Celina Weber, también quedó atrapada. El rescate fue un milagro. Castán volvió a nacer. Aunque luego empezó lo más difícil.

¿Cuánto le afectó el accidente?
Al principio no mucho. Estaba neutra, no sabía ni cómo me sentía. Recuerdo que la gente me decía eso, que había vuelto a nacer, que valorara la vida, pero yo estaba en shock. Sufría estrés postraumático, tenía miedo, estaba todo el día alerta. Lo que más me costó procesar es que estaba viva. Ya me había despedido, había aceptado la muerte. Ahora estoy sanada, he superado el trauma gracias al trabajo con una psicóloga, pero he cambiado. No sé explicarlo muy bien, pero soy otra.

E.M.

El proceso de recuperación de Castán no fue sencillo. La semana posterior al accidente intentó seguir con su vida, viajó a Noruega para participar en un evento de su patrocinador, Head, pero acabó presa de los ataques de pánico. Luego, en verano, se pasó tres meses sin hacer deporte, una auténtica rareza en su vida. Y cuando volvió el invierno, ya bajo terapia, optó por afrontar lo ocurrido de golpe. Con pocos entrenamientos, antes de empezar la temporada, volvió a Verbier, al punto exacto del Bec des Rosses donde la nieve se la comió.

Su regreso al lugar

"Sabía que, si quería seguir haciendo freeride, tenía que volver allí porque es la meca de mi deporte. Allí se disputan las finales de la Copa del Mundo, por ejemplo. Tengo una amiga que vive cerca, Tiphanie Perrotin, y le pedí que me acompañara a donde fue el alud. Necesitaba procesar todas las emociones, cerrar aquel episodio. La verdad es que me impactó porque lo recordaba todo. Lloré, grité, reí, lo dejé todo. Y ya está. Me sentó muy bien, superbien", rememora Castán y tan bien le sentó que ganó en su primera competición allí.

E.M.

Por culpa de la falta de nieve en los Pirineos, la Copa del Mundo de Freeride (FWT) tuvo que celebrar su primera prueba del curso en Verbier y la española, para sorpresa de todo el mundo, brilló. Volvía entre interrogantes y se marchó entre exclamaciones. De hecho, la temporada recién finalizada fue la mejor de su vida con el subcampeonato en la FWT y la elección como 'rider del año' por parte del público.

Una fiesta con colores y fuego

¿Hizo algo especial el pasado 4 de abril, primer aniversario de su accidente?
Esa semana estuve un poco nerviosa porque no sabía qué ánimo tendría el día 4, era una sensación rara. Pero al final me lo pasé muy bien. Organicé una fiesta para celebrar la vida. Fui con mis amigos a la montaña todos vestidos de colores chillones y luego por la tarde monté una barbacoa e hice un show de acrobacias con fuego. Me gustó que no fuera algo solo para mí, que fuera para todos.

Castán empezó a hacer snow a los ocho años y lo normal hubiera sido que, como mucho, hubiera sido un simple hobby para ella. De Almoster, al lado de Reus y Tarragona, para llegar a los Pirineos -a Cerler o a Andorra- necesitaba tres horas de coche. Pero se le metió entre ceja y ceja y no abandonó pese a que, cuando tenía 17 años, su gran ídolo, la suiza Estelle Balet, murió sepultada por una avalancha y le mostró el peligro de su especialidad. Ahora, después de lo superado, la española, también diseñadora gráfica, se imagina en el circuito de freeride "hasta los 40 años" con la misma filosofía. "Hay que disfrutar de la vida, vivir con intensidad", proclama.

O'Sullivan: "El snooker es insano, nos atiborramos a patatas fritas"

O’Sullivan: “El snooker es insano, nos atiborramos a patatas fritas”

El Mundial de Ronnie O'Sullivan, otro Mundial de Ronnie O'Sullivan. El snooker, la modalidad de billar que es religión en Reino Unido y moda en ciudades de España, vive estos días su campeonato más importante. Este miércoles es el turno del Dios, del mito. Debuta O'Sullivan (Wordsley, Reino Unido, 1975) en busca de su octavo título, lo nunca visto, y de completar la Triple Corona en un año, Campeonato de Reino Unido, The Masters y Mundial. Pese a su larga fama de excéntrico atiende a un grupo de medios internacionales invitados por Eurosport -la cadena que retransmite el torneo. con un discurso diáfano, sereno, lúcido. "Quiero acabar mi carrera en alto, mantener buenos duelos con mis rivales, que saquen lo mejor de mí. Quiero disputar buenas partidas y si no puedo ganar, mostrar un buen nivel. No dejaré la mesa con una mala racha, enfadado con mi juego", explica O'Sullivan que, a sus 48 años, sigue ganando como en 1993, cuando sólo tenía 17.

Lleva más de 30 años en la élite. ¿Qué le ayuda a seguir?
No hay secretos. Lo más importante es que te guste lo que haces, que lo ames. Reinventar el juego, hacerlo interesante. Te ayuda si cambias tus rutinas, si trabajas con diferentes entrenadores, con diferentes psicólogos, si experimentas con diferentes entrenamientos, en definitiva, si no haces siempre lo mismo. A mi estos últimos años me gusta monitorizar mucho mi preparación, saber qué me ayuda a jugar mejor, eso me mantiene motivado.
Le encanta el snooker, pero ha dicho varias veces que no quiere que sus hijos lo practiquen.
Sí, aunque no sé si eso importa mucho. Si tus padres son doctores y te empujan para que seas doctor es muy posible que acabes siendo abogado u otra cosa. Todo el mundo quiere elegir libremente. No quiero que mis hijos sigan mis pasos porque he conocido la peor parte de mi deporte. No quiero que mis hijos pasen por la soledad del snooker, preferiría que jugasen a fútbol para que tengan compañeros y para que estén en forma. La cultura del snooker es insana. Los jugadores no comemos bien, nos atiborramos a patatas fritas, no tenemos cuidado de nuestro cuerpo. Yo no hice ejercicio hasta que tuve 28 años. No, no quiero que mis hijos se dediquen al snooker.

Esta temporada O'Sullivan ha ganado más que nunca y sin embargo se confiesa "poco satisfecho" por su juego. Con una infancia complicada -su padre fue condenado a prisión por asesinato- y una juventud adictiva, su búsqueda de la perfección con el taco siempre le ha llevado a lugares poco agradables y por eso ahora, consciente de ello, trabaja con un reputado psiquiatra, Steve Peters. En una entrada con el 'Daily Mail' reconoció medio broma medio en serio que había "vuelto loco" a Peters y que ya no le cogía el teléfono. "Me sienta bien, si pudiera le pagaría para que estuviera conmigo todo el rato, todos los días. ¿Cuánto quiere? ¿Dos millones de libras? Hecho", aseguraba en su habitual tono bromista al rotativo inglés.

¿Por qué no está satisfecho con su juego?
He ganado torneos, pero ganar y jugar a un buen nivel no siempre es lo mismo. He jugado mucho mejor que este año. Sé que no tiene sentido, pero no lo he disfrutado mucho. Ha habido partidas en las que he sentido que simplemente estaba golpeando a la bola, sin más. Sé que no siempre puedo jugar muy bien, pero me cuesta aceptarlo. Para mí, estar contento con mi juego lo es todo y hay dos maneras de lograrlo, desde un punto de vista técnico o con la ayuda de Steve. Ahora mismo no estoy preparado para aceptarlo.
Hace unas semanas confesó que hubo partidas en las que no quería jugar.
He pasado momentos de obsesión con el juego, de profundizar demasiado, de llegar a pensar que no sabía nada del juego. Supongo que es algo normal en el deporte, en el billar, en el golf, en el tenis, pero yo necesité desintoxicarme, no era agradable. Tenía miedo de ir a jugar. Realmente cuesta mucho que el juego fluya, encontrar ese modo que te sirve para encadenar varias partidas seguidas de buen juego. Espero que ocurra en este Mundial.
Tsitsipas desconecta en el Godó y Ruud se lleva su primer título de entidad

Tsitsipas desconecta en el Godó y Ruud se lleva su primer título de entidad

Una racha así tendría que cambiar los pronósticos para Roland Garros. En el Masters 1000 de Montecarlo y el Trofeo Conde de Godó hubo los mismos finalistas, Casper Ruud y Stefanos Tsitsipas, y a un mes del Grand Slam parisino ambos deberían ser considerados favoritos. Al fin y al cabo sólo hubo una pareja en semejante forma en tierra batida, Rafa Nadal y David Ferrer en 2011. ¡Menudo precedente!

Pero pese a los títulos compartidos es difícil considerar a Ruud o Tsitsipas por de Jannik Sinner e incluso por delante de Novak Djokovic, Carlos Alcaraz y hasta de Rafa Nadal pese a los problemas físicos de los tres. Su éxito parece temporal, inestable, fruto de la desdicha de otros.

Como ocurrió en Mónaco, este domingo en Barcelona la victoria se decidió más por errores que por aciertos. Si una semana atrás el vencedor fue Tsitsipas esta vez ganó Ruud, aunque el esquema fue parecido. En la pista central del Real Club de Tenis de Barcelona, la confianza y, por lo tanto, el buen juego, cambió de bando.

El noruego formado en la academia de Nadal en Mallorca se mostró mucho más consistente en el saque y brillante en el revés y eso le llevó a levantar su primer gran trofeo. Después de perder tres finales de Grand Slam, una de Masters 1000 y dos de ATP 500 por fin llegó su momento. Ganó por 7-5 y 6-3 en una hora y 30 minutos, un marcador que reflejó perfectamente lo ocurrido.

Tsitsipas apenas estuvo en el partido. Su buen inicio (2-0) respondió a los nervios de Ruud y luego desconectó con dudas en el saque y múltiples fallos. Hubo un instante en el que, enfrascado en una discusión con su padre y entrenador, Apostolos Tsitsipas, no llegó a tiempo a un resto. Su cansancio era evidente, después de completar todo el Masters 1000 de Montecarlo y jugar varios largos partidos en Barcelona, pero más su apagón mental.

El público de la pista Rafa Nadal se entregó a él en parte para poder ver un partido igualado, un poco de espectáculo, y en parte por empatía. Desde que en 2018 alcanzara aquí su primera final de ATP ya ha perdido cuatro duelos por el título, dos ante Nadal, uno ante Alcaraz y este domingo, ante Ruud.

El "excéntrico" O'Sullivan, a un paso de la Triple Corona del snooker: "Es como si un tenista ganara los cuatro Grand Slam en un año"

El “excéntrico” O’Sullivan, a un paso de la Triple Corona del snooker: “Es como si un tenista ganara los cuatro Grand Slam en un año”

Actualizado Viernes, 19 abril 2024 - 21:33

Una proeza en el deporte está cerca y en España sólo unos cuantos locos lo saben. «Es como si un tenista pudiera ganar los cuatro Grand Slam en un mismo año», analiza Fran Sánchez, jugador español de billar y comentarista de Eurosport. «Todos los astros se han alineado, va a estar por encima de todo lo que hemos vivido», añade Sergio Gutiérrez, narrador de la cadena. Hoy empieza el Mundial de snooker en Sheffield, Inglaterra, y el inglés Ronnie O'Sullivan se encuentra a pocas jugadas del Olimpo. Este año ya ha levantado el Campeonato del Reino Unido y el The Masters y sólo le queda el título planetario para completar su primera Triple Corona y confirmarse -si había duda- como el mejor de la historia.

El desafío en sí ya es atractivo: un jugador puede ganarlo todo, sólo ha ocurrido cuatro veces antes, la última en 2002. Pero con O'Sullivan la atención se multiplica. ¿Por qué?

En 2012, antes de cumplir los 40 años -ahora tiene 48-, es decir, en la cúspide de su carrera, O'Sullivan se cansó de dominar el circuito y se marchó a trabajar como voluntario en una granja de cerdos. «Fue genial porque no había presión. Cuando estaba ahí cuidando a los cerdos tenía que meterme en el barro y apestaba», confesó años más tarde. La experiencia resume al personaje. En el Reino Unido su figura se compara con Michael Jordan, Novak Djokovic o Lewis Hamilton, pero no tiene mucho que ver con ellos. La mayoría de leyendas del deporte siempre han querido serlo, han dedicado la vida entera a alcanzar la gloria. O'Sullivan, un genio con el taco, lo ha hecho a ratos.

La motivación de Ronnie

Con un padre encarcelado por asesinato, a los 17 años ya era invencible en la mesa, pero se enganchó a todo lo adictivo -alcohol, drogas- y eso lastró su trayectoria. Entre títulos y más títulos, como sus siete mundiales (2001, 2004, 2008, 2012, 2013, 2020, 2022), ha pasado por programas de rehabilitación, por episodios depresivos y por varias crisis de juego. En el cercano Mundial, de hecho, su mayor rival será él mismo.

«O'Sullivan es un jugador especial, el mejor de siempre, pero a veces está motivado y a veces, no. Hay torneos en los que ha jugado mal por eso. No creo que pase en el Mundial, más con la Triple Corona en juego, pero quién sabe. Lo que está claro es que si fluye es difícil que le ganen", analiza Sánchez, profesional del pool, que comentará el arranque del Mundial.

O'Sullivan no debuta hasta el próximo miércoles, pero este fin de semana ya entrará en acción el belga Luca Brecel, vigente campeón, y el lunes se estrenará el galés Mark Williams, que en el último torneo disputado le ganó la final. Si no hay sorpresas, los tres deben encontrarse en cuartos, semifinales y final en la primera semana de mayo.

«O'Sullivan siempre ha sido un genio excéntrico, pero en los últimos años ha trabajado mucho. Estoy convencido de que veremos su mejor versión, aunque también lo creía el año pasado, cuando estaba más sereno y serio que nunca y desapareció en cuartos de final. Con él nunca se sabe», añade el periodista Sergio Gutiérrez, con cierta incertidumbre.

¿Camino a la retirada?

Porque al borde de los 50 años la retirada de O'Sullivan siempre es una posibilidad cercana -ya ha amagado varias veces- y si levanta la Triple Corona será difícil que encuentre motivos para seguir jugando. Es el jugador con más títulos grandes y si gana su octavo mundial rompería la igualdad con Stephen Hendry, otra leyenda. Su rivalidad con Williams o el escocés John Higgins, los dos de su quinta, de 49 años, fue acicate, pero ya no lo es tanto y no hay muchos jóvenes que le reten. Muchos de los veinteañeros en el cuadro del Mundial, de hecho, son jugadores chinos como Si Jiahui, Lyu Haotian o Pang Junxu con los que apenas tiene relación.

«Ahora ya no tiene que demostrar nada y sólo seguirá jugando si le apetece. Viajar tanto siempre pasa factura, pero quizá aguante unos años más», analiza Sánchez. «Hay rumores de retirada, pero yo no me los creo. El dinero de Arabia Saudí está entrando con fuerza en el snooker y O'Sullivan ha firmado para jugar un torneo allí los próximos tres años. Está cobrando como nunca y está encantado con eso», finaliza Gutiérrez.

El Godó sobrevive a la mayor sequía española en 35 años: la crisis detrás de Alcaraz

El Godó sobrevive a la mayor sequía española en 35 años: la crisis detrás de Alcaraz

Brandon Nakashima alucina. «¡Nakashima, aquí, aquí!», le gritan unos niños después de su derrota y el estadounidense le pregunta a su acompañante: «¿Me llaman a mí?». El ambiente de club salva al Trofeo Conde de Godó de lo que podría ser un desastre. Las entradas están agotadas desde hace meses, las gradas de la pista central continúan más o menos llenas y en los pasillos todavía hay chavales entusiastas pidiendo fotos. Pero el entusiasmo ha desaparecido.

Una semana atrás, en su presentación, el director del torneo, David Ferrer, se declaraba «feliz» por la posible presencia de Rafa Nadal y Carlos Alcaraz junto a otro Top 10 del mundo, Andrey Rublev. Ahora los tres ya no están y tampoco hay jugadores españoles que mantengan los ánimos. Por primera vez desde 1989, con Ivan Lendl en pista, este viernes no hubo ningún tenista local en los cuartos de final en otra muestra de la crisis que se amaga detrás de la explosión de Alcaraz.

Sin contar a Nadal y su recuperación, no hubo nadie que respondiera a la baja del número tres del ranking ATP. Alejandro Davidovich, llamado a ser su compañero en la Copa Davis e incluso en los Juegos Olímpicos de París 2024, perdió en tercera ronda ante Dusan Lajovic, el número 59 del mundo y al resto tampoco se les podía exigir su presencia en cuartos de final. Lo intentaron Roberto Carballés y el veterano Roberto Bautista, pero cayeron justo antes ante Stefanos Tsitsipas y Cameron Norrie. Jaume Munar estuvo en segunda ronda y los otros tres españoles, los tres clasificados por invitación, Dani Rincón, Albert Ramos y Martín Landaluce, perdieron en primera ronda.

La preocupación crece entre los organizadores del torneo que atisban una dependencia de Alcaraz que no sufrían con Nadal, pues este estuvo acompañado del propio Ferrer, Nicolás Almagro, Tommy Robredo o Pablo Andújar. En el horizonte sólo se atisba el crecimiento de Landaluce y la semana pasada, en el torneo clasificatorio, un único español, Oriol Roca, de 30 años, tuvo opciones de meterse en el cuadro principal.

Laura Heredia y aquel maldito hotel en Tokio: “Parecía que estaba en una película”

Actualizado Viernes, 19 abril 2024 - 10:20

Nunca ha sido olímpica. O sí.

Nunca ha estado en Tokio. O sí.

En los últimos Juegos Olímpicos, Laura Heredia vivió una experiencia rarísima; tenía esperanza y, al mismo tiempo, sentía tristeza. «Parecía que estaba en una película», admite.

El día de la inauguración de los Juegos de Tokio, Laura Heredia estaba en Tokio, pero no en la Villa Olímpica, si no en un hotel desde donde veía toda la ciudad y de donde no podía salir. Era reserva. La primera reserva. Si cualquiera de las 36 participantes en pentatlón moderno se hubiera lesionado o hubiera dado positivo en coronavirus, Heredia habría debutado en unos Juegos. Fueron 72 horas de una espera trepidante. Desde que llegó a Japón hasta que empezó la competición, en cuarentena estricta y sin compañía, Heredia estuvo todo el rato pendiente del móvil. En cualquier momento podía sonar. Pero al final, para su desgracia, no sonó.

«No puedo decir que fui olímpica y tampoco que estuve en Tokio. Llegué al aeropuerto, me llevaron al hotel y de allí al aeropuerto. Casi no pude ni seguir cómo fue la competición porque estaba volando de vuelta», expone Heredia, que recuerda aquella vivencia con pesar. «Fue duro por la espera de aquellos días y por cómo llegué a esa situación. Podía haberme clasificado, pero en abril me contagié del virus, me perdí algunas competiciones y se fue todo al garete. Podía haberme quedado en casa y renunciar a ser reserva, pero no me lo hubiera perdonado si hubiera habido una baja», reconoce la pentatleta que este verano, ahora sí, seguro que sí, será olímpica.

David RamírezAraba

Desde hace meses tiene asegurada la plaza para los Juegos de París 2024 y, de hecho, es una de las candidatas españolas a medalla menos conocida. En su deporte, que combina natación, esgrima, hípica, atletismo y tiro, suele haber sorpresas y viene de una plata en los últimos Juegos Europeos. Toda la vida explicando en qué consiste su deporte y este agosto quizá lo aprende toda España.

¿Por qué nunca se especializó en atletismo o natación?
Es una pregunta que en algún momento nos hemos hecho todos los pentatletas. Pero al final esa es la gracia. Combinar disciplinas que no tienen nada que ver es muy divertido. Si me obligaran, elegiría el atletismo, el mediofondo, pero nunca lo he trabajado de forma específica.

Heredia forma parte de un milagro que se llama Escuela Llor de Sant Boi del Llobregat. De allí salieron los hermanos Gasol, sí, pero también han salido de allí la mayoría de practicantes españoles de un deporte en extinción. Desde primero de Primaria, extraescolar de pentatlón moderno. Así ya han formado a dos olímpicos.

«Yo empecé siguiendo a mi hermano Aleix, que compitió en los Juegos de Tokio. Nos llevamos ocho años y cuando empecé él ya estaba becado en la Blume. Al principio en la escuela combinábamos nadar y correr, luego nos introdujeron el tiro, después la esgrima y, por último, la equitación», acepta Heredia, que compagina el deporte con sus estudios de veterinaria en la UCAM. Especialistas en remontadas en la última prueba del pentatlón, que combina carrera y tiro, estas semanas está centrada en mejorar su esgrima, la disciplina que la puede aupar entre las mejores.

David RamirezAraba

«Esta vez llevo meses trabajando con la tranquilidad de tener la clasificación y todo es distinto a antes de Tokio», finaliza Heredia, aún con la rarísima experiencia de los últimos Juegos Olímpicos a flor de piel.

Nunca ha sido olímpica. O sí.

Nunca ha estado en Tokio. O sí.

Nadal cae ante De Miñaur en el Godó y su despedida feliz sigue en duda

Nadal cae ante De Miñaur en el Godó y su despedida feliz sigue en duda

Pocos deportistas, quizá ninguno, merece una despedida tan dulce como Rafa Nadal. Nadie ha ganado tanto mientras luchaba contra su propio cuerpo, nadie ha aguantado de esta manera, nadie ha resistido a tan violenta avalancha de dolores. Por eso ahora la simple duda parece una injusticia: ¿Será capaz? A Nadal, como ya ha reconocido, no le servirá un adiós de purpurina, no quiere que le hagan homenajes allí donde fue gigante. Necesita marcharse con victorias y todavía es una incógnita si podrá hacerlo. Este miércoles, en segunda ronda del Trofeo Conde de Godó ante el australiano Alex de Miñaur perdió por 7-5 y 6-1, dejó argumentos para el optimismo y algunos más para el pesimismo.

Su Grand Slam, Roland Garros, el escenario escogido para colgar la raqueta -o no-, donde arriesgará con todo lo que le queda, empieza en apenas un mes y él, su equipo, sus seguidores, el deporte al completo, pueden aferrarse a unos motivos u a otros. Allá cada uno.


En sus primeras declaraciones Nadal al caer eliminado en Barcelona exogía la vertiente positiva. Después de casi dos años sin jugar en tierra batida y casi sin jugar, este miércoles fue capaz de mantener dos horas y xxx sobre la pista que lleva su nombre y hacerlo en condiciones. Esa es, en realidad, una conclusión para montar una fiesta: está sano. Y eso ya es mucho. Al contrario que en primera ronda ante el italiano Flavio Cobolli, esta vez Nadal sí encontró oposición en De Miñaur, pudo exigir a su cuerpo y su cuerpo respondió.

Durante todo el encuentro no necesitó asistencias, ni vendajes, ni otros tratamientos y mantuvo el mismo ritmo. Además, después de tantos meses sin poder entrenar su saque y su volea, exhibió las muchas sesiones de práctica con el revés, un golpe al nivel de sus mejores años. Con su prodigiosa mentalidad y esa herramienta, en el primer set consiguió levantar una opción de 3-0 en contra y convertirla en una 3-4 a favor que casi le lleva al tie-break.

Objetivo de París 2024: fabricar una estrella en la piscina o en la pista

Objetivo de París 2024: fabricar una estrella en la piscina o en la pista

¿Quién ganó los 100 metros lisos en los Juegos de Tokio? ¿Y los 100 metros estilo libre? Sólo lo recordarán los aficionados muy aficionados y quienes estén armados de una memoria excepcional. El resto, nada. De Marcell Jacobs y Caeleb Dressel pocos se acuerdan. Los deportes más importantes de los Juegos Olímpicos, el atletismo y la natación, viven en una crisis de la que están intentando salir a base de sacudirse la tradición y modernizarse, pero es complicado. Más allá de inventos -cambios de formatos o de distancias- viven en el vacío que dejaron Usain Bolt y Michael Phelps, los mejores de la historia. Por eso estos Juegos de París serán tan importantes. Algo grande tiene que pasar, sí o sí.

Para saber más

Para saber más

Deben aparecer nuevos ídolos, nuevos polos de atracción para el público. De lo contrario, los años posteriores, hasta los Juegos de Los Ángeles 2028, se harán muy largos tanto en el tartán como en la piscina. Candidatos no sobran, aunque los hay, todos con algún pero.

En la pista está Noah Lyles que, en principio, lo tiene todo para brillar. Es estadounidense, tiene carisma y, sobre todo, es rápido: en el pasado Mundial ganó los 100 metros, los 200 y el relevo 4x100. ¿Qué problema tiene? Más allá de la sombra de Bolt, aún debe exhibirse en unos Juegos -en Tokio fracasó- y conectar con el público. A través del manga y los videojuegos puede llegar a las nuevas generaciones, pero su estilo fanfarrón, tan yankee, antes siquiera de alcanzar el éxito, le aleja de muchos aficionados. Hace unos meses realizó un tour por los late night de su país y se proclamó capaz de batir los récords de Bolt, pero eso no le sirvió para hacer un hueco en el star system. De hecho, él mismo se quejó de la atención que reciben los campeones de la NBA. Sólo una auténtica exhibición en París le convertiría en una estrella. Tiene, así, un problema.

¿Dónde está Popovici?

Un problema diametralmente opuesto al que tiene el máximo referente en el agua. Si Lyles es demasiado charlatán, David Popovici es demasiado reservado. En el Mundial de 2022, a los 17 años, lo ganó todo y atrajo la atención del mundo por varios motivos: un cuerpo hecho para la natación, más incluso que Phelps, una sonrisa inocente y muchos secretos. Criado en Bucarest, había rechazado múltiples ofertas para nadar en Estados Unidos y se mantenía fiel a su equipo de siempre. Además, apenas concedía entrevistas. «No queremos que nadie sueñe por él», comentaba su entrenador, Adrian Radulescu, en conversación con EL MUNDO. El silencio entonces era parte de su encanto, pero se le ha girado en contra. En el último Mundial falló y ahora es una incógnita para París, más tras la irrupción del chino Pan Zhanle, que le arrebató el récord mundial de los 100 libre.

John MunsonAP

Como Lyles, además, Popovici necesita a triunfar en París contra una competencia mediática brutal. Como ocurre desde los Juegos de Barcelona 1992, los ídolos de deportes que no necesitan el olimpismo, como el fútbol, el baloncesto o el tenis, coparán la mayor parte de la atención, más con el cartel que se espera. Con la presencia de Kylian Mbappé aún en el aire, el USA Team ya ha anunciado un equipo exagerado con LeBron James como líder -Curry, Durant, Embiid, Tatum, Davis...- y Novak Djokovic ha fijado el oro en París como su principal objetivo del curso. En los tres deportes puede haber otros nombres atractivos -Wembanyama, Nadal, Alcaraz, incluso Messi- por lo que las disciplinas puramente olímpicas deberán pelear mucho por hacerse un hueco.

La vuelta de Biles

El único asegurado lo tiene Simone Biles. Después de lo ocurrido en los Juegos de Tokio, de su baja por salud mental en plena competición, la gimnasta estadounidense será nuevamente la estrella femenina más brillante, más después de su regreso. Pese a sus casi dos años de ausencia, en el último Mundial ganó su sexto oro y clavó un salto hasta ahora reservado para hombres, por lo que en París todo es posible. De retirarse, nada. La historia la espera. Aunque, para evitar lo ocurrido hace tres años, ella lleva meses quitándose presión. En sus últimas apariciones siempre asegura que su objetivo es clasificarse y que incluso si no lo consigue estará feliz consigo misma. Demasiada humildad. Los Juegos la necesitan y ella necesita los Juegos.

En el resto de deportes se pueden nombrar centenares de grandes deportistas -el judoka Teddy Riner, la arquera An San...-, pero es difícil que salten a las portadas. Sólo el atletismo y la natación pueden y deben marcharse de París con nuevas estrellas en su firmamento. Tiene que pasar.

Nadal vuelve con victoria bajo una electricidad nunca vivida en Barcelona: "He hecho lo que podía hacer"

Nadal vuelve con victoria bajo una electricidad nunca vivida en Barcelona: “He hecho lo que podía hacer”

Había incertidumbre, había devoción, había miedo, había pasión, había mucha, muchísima emoción. Volvió Rafa Nadal a jugar al tenis y volvió en casa, en la pista donde creció y ante el público que aún lo recuerda de niño. En el Real Club de Tenis de Barcelona nunca se vivió un partido así. El lleno en las gradas superó cualquier final -había aficionados sentados en los pasillos, en los vomitorios, en cualquier sitio-, pero también el sentimiento. Aquí Nadal ganó 12 títulos y la electricidad siempre fue otra. Esta vez todo era un misterio: su tenis, su físico, su mentalidad. ¿Y si era su último partido?

"Pensaba que nunca volvería a verle jugar", comentaba una fan a centímetros de otra porque este martes donde había dos sillas cabían tres personas. Sólo en el segundo set, cuando su victoria en primera ronda del Conde de Godó ante el italiano Flavio Cobolli -6-2 y 6-3- ya era un hecho, la afición pudo resoplar y celebrar con él algún golpe, algún punto. Hasta entonces, todo el mundo vivió entre la emotividad de su regreso y el pavor a su despedida. Incluso el propio Nadal.

Su regreso fue exitoso en el resultado, pero apenas le permitió extraer conclusiones para los días que vendrán. Si el ganador de 22 Grand Slam está listo o no para competir con los mejores sigue siendo una incógnita. Más allá de los nervios del principio -con una doble falta en el primer punto, cosa rara-, Nadal estuvo algo lento y le faltó peligro con la derecha, es decir, Nadal no fue Nadal. Si brilló fue con el revés, una buena noticia, eso sí. En realidad tampoco fue culpa suya. La atmósfera en Barcelona asustó a Cobolli que, a sus 21 años, ante el mito, no supo jugar.

PAU BARRENAAFP

Basta decir que cometió 41 errores no forzados, una barbaridad. Basta decir que no llegó al 50% de primeros servicios. Para su primer partido, Nadal seguramente hubiera preferido un rival más hecho, que le activara las piernas después de tanto tiempo parado y que le exigiera más peso en sus golpes, pero Cobolli fue lo que fue. Posiblemente en segunda ronda del torneo, este miércoles no antes de las 16.00 horas ante Alex de Miñaur, el español encontrará más exigencia, lo que necesita.

Media hora de fotos

"Rafa, Rafa, Rafa", se escuchó en todo el club desde que llegó hasta que se fue. Más aclamado que nunca, perseguido por los pasillos por centenares de niños y aclamado en cada rincón del recinto de Pedralbes, Nadal mostró dos caras muy distintas. Antes del partido, al salir de los vestuarios y dirigirse a su pista, se le notaba tenso, muy tenso, con una leve sonrisa como única respuesta a la afición que le ovacionaba. Después del partido, en cambio, se entregó a los suyos.

En otras ediciones hubiera firmado unos cuantos autógrafos y se hubiera marchado a la ducha para prepararse para mañana, más teniendo en cuenta que este martes es día de Champions, pasión entre sus pasiones. Esta vez no. Pese a que su recuperación posiblemente se alargó hasta la noche, tardó más de media hora en llegar a la casa club, atendiendo a peticiones de fotos y de pelotas firmadas. "Eres mi ídolo desde pequeño", le gritaba al máximo volumen un adolescente por los pasillos y Nadal le miraba y se reía.

Al acabar el encuentro estaba feliz por el triunfo, pero más por haber vuelto a competir. De hecho, ante la prensa estuvo más elocuente que nunca. Ni una respuesta de trámite, ni un tópico. "Después de tanto tiempo parado no se me van a quitar las dudas en un día, sobre todo a nivel físico, tengo que jugar más", comentó y reconoció que había sacado con mucha precaución: "Tengo mucha ilusión, pero no puedo hacer cosas que salgan de la lógica. No voy a sacar como un loco, tengo que ir con cuidado".

Ante los micrófonos, antes de abandonar el Real Club de Tenis de Barcelona, Nadal admitió que el partido había estado marcado por el nivel de su rival y que los próximos encuentros serán distintos. "Yo he hecho lo que podía hacer, lo lógico, no he cometido errores de bulto. Él [en referencia a Cobolli] ha cometido más fallo, ha sido una buena primera ronda", comentó y añadió: "No sé cómo afronto el partido ante De Miñaur. Ni me lo he planteado. Voy día a día. Para mí mi cuerpo es una selva, no sé que me encontraré mañana. No sé si voy a poder mantener el ritmo".