El PSG de Luis Enrique se corona con una obra maestra en una final de la Champions para la historia

Actualizado Domingo, 1 junio 2025 - 00:26

Sí, esta vez, sí. El PSG toca el cielo de la Champions con una suficiencia arrolladora. París tiene la gloria que lleva persiguiendo décadas con un equipo púber comandado por un Doué de 19 años que manejó al Inter como una marioneta. En Múnich se ha coronado una dinastía que estimuló el fútbol europeo con su millonaria inversión pero que ha necesitado la mano de Luis Enrique para convertir lo que siempre fue una corte de estrellas en un gran equipo de fútbol. [Narración y estadísticas: 5-0]

Tan simple y tan difícil que el asturiano es el primero en lograrlo, justo cuando la orfandad de Mbappé podía pesar. Ante los retos, nadie mejor que Lucho. Este título le produce excitación, le coloca en el Olimpo del PSG y en el peldaño de Guardiola. Pero, sobre todo, le brinda el homenaje soñado: plantar una bandera en el centro del Allianz Arena como hubiera hecho Xana. Lo hizo en una camiseta de su fundación en la que se les ve juntos. Un vínculo de vida incluso más allá de ella.

No dejó lugar a dudas el PSG de que iba a salir campeón. Desde el saque inicial de Vitinha, directo al fuera de banda para ganar metros, la mentalidad fue voraz sin, a la vez, perder la calma. Como el Inter se cerró, fueron buscándole las vueltas con Dembélé y un inspirado Douré volcados en el encargo del técnico asturiano de volver locos a los centrales italianos. Tardaron nueve minutos en probar con tímidos disparos a Sommer, pero en cuanto sumaron a Kvaratskhelia, llegó el gol. El georgiano buscó a Vitinha en el pico del área para que filtrara un balón a Douré que vio aparecer solo en el otro palo a Hakimi. El marroquí embocó a placer y pidió perdón al fondo de su ex afición, que enmudeció.

Solo habían pasado 12 minutos y apenas habían tenido la pelota. Ni un segundo se la dejaban los parisinos y, si la robaban, aparecía Joao Neves para recuperarla en un trabajo del joven portugués que merece mucho brillo como escudero de su compañero de selección. Luis Enrique, en cuclillas en el área, sabía que su equipo no iba a aflojar y no lo hizo. Era hambre de décadas.

Cuando Inzaghi quiso mandar a los suyos hacia Donnarumma, asestó el segundo golpe. Kvaratskhelia lanzó a la carrera a Dembélé por el costado izquierdo y se plantó en el pico del área para colgar una asistencia a Doué que bajó con el pecho y enganchó para colocarla donde el meta suizo no alcanzaba. En 20 minutos, el PSG había deshecho al Inter, desajustado en defensa con un Dimarco siempre enganchado y Lautaro Martínez desaparecido.

Los italianos, como inmersos en un rondo de entrenamiento del PSG un día cualquier en Poissy, trataron de estirarse y lograron el primer disparo en un remate de Acerbi a saque de esquina. Thuram lo intentó de la misma manera, pero no había forma. Y eso que el PSG jugaba con Nuno Mendes renqueante de un golpe en la cadera. El motor del Inter no carburaba y no había manera de pisar el área con peligro porque, además, los franceses no escatimaban ni una ayuda. Acudían en auxilio sin dudar. Por eso el duelo lo pudo sentenciar al borde del descanso Dembélé. El Mosquito, símbolo de la revolución goleadora de este equipo con la llegada de 2025, fue clave en la presión a Sommer y enloqueció a la zaga interista. Ahora aparecía por el centro, después por la derecha y luego por la izquierda. Hasta era capaz de bajar a recuperar. Multiplicado en su responsabilidad de ser ejemplo al resto para conseguir el sueño largamente perseguido. Pero el centro que regaló Doué para fusilar al portero no lo cazó con precisión. Quizá por eso la última de la primera parte se la jugó en solitario la joven perla parisina.

Al regreso del vestuario no tuvo más remedio el Inter que intentar estirarse para no verse arrollado de nuevo. Había que jugar y, para eso, tener la pelota. No buscó Inzaghi más jugones, sino más contundencia con Bissack y Zalewski. Y lo pagó con una derrota sonrojante. Mientras, Luis Enrique observaba hasta que ya no pudo evitar desatarse. Su equipo casi le obligó.

Y es que Dembélé, en su faceta de asistente, estaba disfrutón. De tacón le dejó el balón a Vitinha en el centro del campo para que el cerebro portugués le brindara a Douré la posibilidad de que, antes de los 20, se pudiera convertir en el mejor jugador de una final de Champions con dos goles y una asistencia. Su llegada del Rennes ha sido una bocanada de aire fresco a un ataque ya de por sí repleto de recursos.

Tardó uno meses en sumarse Kvaratskhelia, pero el georgiano también dejó su sello en el más mítico partido de su nuevo equipo. Otra vez se lo regaló el Mosquito, que recibió del recuperado Nuno Mendes para lanzar al estilete a la carrera por la orilla izquierda. Sommer no pudo hacer nada más que recoger el balón de la portería. Al suizo, que mantuvo su hoja limpia durante muchos meses, le hicieron más de 23 remates y Barcola le perdonó el quinto gol que lograría Mayulu. No es de extrañar que el fondo del Allianz convertido en el Parque de los Príncipes acabara el partido coreando con olés. Su sueño ya era una realidad.

La intrahistoria de la ‘revolución Luis Enrique’ en París: “Tenía un plan clarísimo, quería hacer historia”

Actualizado Viernes, 30 mayo 2025 - 22:47

«Nunca pensé que llegaría al fútbol francés». Sincero y directo. Así se presentó Luis Enrique en París en julio de 2023. Si alguien torció el gesto al escucharlo, hoy pensará por qué el PSG no le llamó antes. El asturiano ha conquistado París y ha hecho creer al club, a sus aficionados y a sus propios jugadores que, ahora sí, pueden ganar la primera Champions esta noche en Múnich ante el Inter.

«Desde el primer día la intención era hacer historia y estamos en condición de lograrlo», explicaba hace unos días el técnico, que sí sabe lo que es ganarla porque lo hizo con el Barça de Messi, Suárez y Neymar en 2015 ante la Juventus. Sin embargo, este proyecto es diferente a aquel en Barcelona y al que han impulsado durante una década los dueños del PSG, Qatar Sport Investiment (QSI), con Nasser Al-Khelaifi a la cabeza. Hoy, han aprendido que no se trata de acumular estrellas, sino de construir un equipo.

«Hemos tenido que ir gestionando perfiles de jugadores, que construir. Tenemos futbolistas de mucha calidad, de alto nivel, pero con mentalidad de equipo», confiesa el entrenador, que no duda en lanzar órdagos propios de su arrolladora personalidad, que puede generar tanta afinidad como rechazo: «Estamos preparados para todo».

Casi dos años después de encerrarse durante los primeros meses en la Poissy y sin saber ni una palabra de francés, el PSG refleja lo que buscaba Luis Enrique. «Tenía un plan clarísimo», cuentan quienes le rodean. Ha amoldado un entorno con muchas posibilidades económicas a su idea. Ha conseguido desde lo más sencillo, una grúa elevadora desde donde controlar los entrenamientos desde las alturas sin necesidad de andamio, al fichaje de futbolistas que, sin ser ya megaestrellas, apuntan a ello. Pero al ex seleccionador nacional no le vale sólo ganar, quiere sembrar. «Que se sientan atraídos por cómo jugamos no sólo los aficionados del PSG, sino cualquiera», advierte.

Sin el peso de Mbappé

En ese reconstrucción, el aparejador que se ha convertido en pieza clave es el director deportivo con el que llegó de la mano: Luis Campos. Cogieron las riendas no sólo para llevar al equipo a ganar dos ligas y la Copa de Francia, sino para reestructurar un vestuario que andaba descompensado. El peso de Mbappé lastraba, como reconoció sin tapujos en un documental el propio Luis Enrique: «El hecho de tener un jugador que se movía por dónde él quería, implica que hay situaciones del juego que no controlo. El año que viene las voy a controlar todas. Todas, sin excepción», aseguraba sin medir sus palabras.

La salida del delantero al Real Madrid ha permitido la transición de un grupo en el que ha integrado el fichaje de jugadores convertidos en esenciales en su once y que han arrastrado a los demás a la fe de Lucho. «Nos dijo que sin Kylian meteríamos más goles y creo que no se ha equivocado», reconocía Zaïre-Emery. Han sido 138 en todas las competiciones frente a los 120 de la pasada campaña, cuando Mbappé marcó 44. La estrella goleadora ha sido Dembélé, con 33 goles, despertado en el arranque de 2025, justo cuando lo hizo todo el grupo, porque el inicio de campaña no fue fácil.

El asturiano observa a sus jugadores en el Allianz.

El asturiano observa a sus jugadores en el Allianz.L. BRUNOAP

El equipo se bloqueó en efectividad y marcó uno de los peores datos de Europa, lejos de lo que se esperaba una plantilla como la del PSG. Derrotas en Champions que dolieron como ante el Atlético y el Liverpool, y un trabajo que consistió en «recuperar la confianza generando hábitos de juego».

A eso se sumó el factor generosidad de un grupo que se destapó como solidario. Luis Enrique había buscado en el mercado el talento en jugadores de menos de 25 años con tanta calidad como hambre. El portugués Joao Neves, la perla francesa Douré o el ecuatoriano William Pacho, por el que se arqueó la ceja en las gradas cuando se pagaron 40 millones por su llegada. Sin protagonismos excesivos, ensamblaron, y a ellos se sumó en enero la guinda: el georgiano Kvaratskhelia. En total una inversión de 220 millones pero con mucho crecimiento. «He visto esta temporada todo lo que quería mejorar. Me he maravillado», confesaba Luis Enrique hace unos días, con la mirada ya puesta en la final de esta noche.

La bandera de Xana

Quizá por eso a mitad de enero el asturiano se atrevió a verbalizar un sueño que va incluso un poco más allá de hacer historia en el fútbol francés. «Recuerdo una foto que tengo increíble con mi hija en la final de la Champions en Berlín, después de ganar, clavando una bandera del FC Barcelona al campo. Tengo el deseo de poder hacer lo mismo con el PSG. No estará mi hija, no estará físicamente, pero estará espiritualmente, y eso para mí es muy importante», contó el entrenador sobre Xana, de donde nace parte de su fuerza.

Contará con la ayuda de estos jugadores jóvenes a los que Luis Enrique ha inoculado o estimulado el gen ganador. Estarán sobre el césped cuando arranque el partido en el Allianz Arena y muchos lo harán por primera vez en sus carreras. En una final de Champions sólo tienen experiencia Lucas Hernández y Marquinhos. Los dos en la misma: en Lisboa en 2020. El francés la ganó con el Bayern y el brasileño, único superviviente que sigue en el PSG, la perdió abriendo una herida que no cicatrizado. Han sido semifinales en las que se ha tropezado una temporada tras otra pese a la inversión de más 2.000 millones en fichajes. La Champions es la desea y si Luis Enrique la consigue, conquistará París.

Luis Enrique: "Ser los primeros en ganar la Champions tiene algo de excepcional, y eso es lo que más me motiva"

Luis Enrique: “Ser los primeros en ganar la Champions tiene algo de excepcional, y eso es lo que más me motiva”

Luis Enrique tiene muy claro que su PSG está "preparado" para ganar la primera Champions de su historia. Lo repitió varias veces a lo largo de su discurso en la previa de la final. Preparado para afrontar los desafíos tácticos que les plantee el Inter; preparado para manejar la carga emocional que supone tener a mano el sueño de un club y toda una afición. "Estamos preparados y no tenemos miedo", insistía. Al asturiano los retos no le lastran sino que le dan alas y tiene ante sí uno de los mayores de su carrera, aunque esta sea su segunda final. "Ser los primeros en ganar la Champions tiene algo de excepcional, y eso es lo más me motiva. El mayor reto es hacer historia", aseguró.

Como no ha sido fácil la trayectoria de los parisinos en esta competición, saben lo que es jugar finales. "Nuestro recorrido ha sido difícil y duro, y eso es una ventaja ahora. Yo lo intento vivir con la tranquilidad de tener diez años más de edad y experiencia, porque no he parado de trabajar, y transmitiendo a los jugadores la bonita oportunidad de vivir una final y de hacer historia, pero a la vez lo gestionamos para que no nos supere esa situación", explicó.

El Inter no se lo pondrá fácil. "Va a ser difícil quitarles el balón y, cuando lo pierden, además saben defenderse bien. El Inter tiene patrones de juego claros y añade movilidad, lo que implica atención. Cuando un equipo se repliega bien, hay poco espacio y mucha agresividad. Pero ésa es una de las fases del juego que más conocen mis equipos. Adaptarse y saber jugar la final será clave. Y soy optimisma. Vamos a llevar el partido al terreno donde creo que somos los mejores", advirtió.

De entre sus jugadores, "entre los mejores si no el mejor", dijo Luis Enrique, es Dembélé, que no dudó en considerar un placer estar en la final después de haber cambiado la dinámica del equipo en enero. En su nuevo rol de falso 9, tiene claro que debe "ser astuto y volver locos a los defensas", justo lo que le pide el entrenador. Para él, vital será controlar las emociones. "Hay que jugar con calma, seriedad y una sonrisa, porque el momento es increíble, Pero no les podemos dejar ni un segundo", recordó.

En el control de esas emociones para "hacer feliz al pueblo parisino", para el capitán Marquinhos ha sido esencial el entrenador, que les ha devuelto la felicidad. "He pasado muchos años aquí, pero este equipo se divierte en el día a día, corremos juntos, nos entendemos. Estoy enamorado de lo que hace este equipo". Por eso quiere con ellos ganar esta Champions, la que se le escapó en 2020 en Lisboa. "Tengo una segunda oportunidad y no la puedo dejar pasar. Tenemos que hacer lo que haga falta para llevar el trofeo a París", sentenció.

Inzaghi: "Tenemos determinación, no obsesión"

Si el proyecto de Luis Enrique acaba de arrancar, el de Simone Inzaghi huele a despedida. La sombra del adiós del italiano planea sobre la final y un título con el que quiere poner el broche a su etapa interista. "Merecemos esta final. Hemos mostrado voluntad desde el primer partido. Nos queda una última etapa antes de ganar este trofeo. Este equipo ha ganado muchísimo, también hemos perdido algunos partidos, pero siempre lo dimos todo. Estamos orgullosos de representar al Inter", explicó el técnico escoltado por sus dos capitanes: Lautaro Martínez y Nicoló Barrella.

Tienen los italianos su propio reto mental tras sumar 15 años sin ganar el trofeo. "Tenemos determinación pero no obsesión. Sabemos como se preparan estos partidos. Tenemos campeones del mundo, campeones de Europa y preparar esta final es como hacerlo en el Mundial o la Euro. Va a ser un partido muy igualado", aventuró el entrenador.

"De niño soñaba con jugar partido de Champions. Como jugador no pude, pero gracias a estos jugadores he jugado dos", recordó el preparador que ha tenido estos días que apartar dos recuerdos amargos. El primero, el de la final de Estambul ante el Manchester City que perdieron por un gol de Rodrigo Hernández. El segundo, la "reciente" decepción de ver cómo se le escapó el Scudetto. Ninguno de ellos tiene peso: "No hay obsesión, veo determinación para ganar esta final", advirtió.

Lautaro junto a Frattesi en el entrenamiento.

Lautaro junto a Frattesi en el entrenamiento.AP

El italiano declaró su admiración por Luis Enrique, "un entrenador excepcional que me gusta mucho como persona", pero tiene claro que intentará "no darles el balón". "El rival tiene un equipo de mucha calidad, pero nosotros en posesión estamos entre los tres mejores de Europa. Vamos a tener posesión y circular pelota limpia", advirtió

Eso pasa por Barella, que se medirá a un centro del campo del PSG con mucha calidad, y confía en que "la fuerza del Inter está en el equipo". Enfrente, guardando la portería francesa estará su amigo Donnarumma, con quien ha hablado estos días, "pero solo de la familia y de la selección italiana", puntualizó.

La mayor amenaza para el guardameta será Lautaro Martínez, convencido de que esta final, el "objetivo" que le falta a su carrera se decidirá por "detalles". "Se gana puliéndolos, porque habrá que hacer un partido perfecto. Hay que ser muy conscientes de eso, saber lo que hace bien el PSG y sacarle partido", aseguró el argentino, no quiere pensar en un posible Balón de Oro. "Lo más importante es este premio que hace 15 años que el Inter no gana. Mi pensamiento es hacer felices a los hinchas del Inter", sentenció.

El Valencia ficha al ex director ejecutivo del Chelsea Ron Gourlay como CEO de Fútbol

Actualizado Viernes, 30 mayo 2025 - 00:04

La familia Lim ha dado un nuevo giro a la gestión del Valencia. Apenas unas horas después de que aterrizaran desde Singapur el director ejecutivo, Javier Solís, y el entrenador Carlos Corberán, el club ha anunciado el nombramiento de Ron Gourlay como nuevo CEO de Fútbol, lo que definen como "un paso estratégico clave dentro del objetivo de regresar a la élite del fútbol europeo bajo la presidencia de Kiat Lim".

El ejecutivo escocés de 62 años llegará a Mestalla un mes después de haber abandonado la presidencia ejecutiva del Al-Alhi, equipo al que llevó Firminho, Mahrez o Gabri Veiga. Su trayectoria ante de llegar a Arabia la desarrolló en Inglaterra, donde empezó en el Manchester United, fue el hombre que llevó al Chelsea a Rafa Benítez y después a Mourinho. El club ganó la Premier League, dos FA Cups, la UEFA Europa League y su primera UEFA Champions League en 2012.

Su último equipo fue el West Bromwich Albion. Fue él quien fichó a Carlos Corberán para tratar de llevarlo a Premier League, "una decisión que provocó un giro radical en la trayectoria del club y estableció una estrecha relación profesional entre ambos", destaca el Valencia en el comunicado donde oficializa el fichaje.

Este nombramiento no aclara qué ocurrirá con la figura de Miguel Ángel Corona, quien no fue convocado al viaje a Singapur y que llevaba dos años ejerciendo como director deportivo. Lo que sí pone de manifiesto es que Peter Lim ha delegado en su hijo Kiat toda la responsabilidad de las decisiones del club y que han buscado la incorporación de una persona de su confianza y también de Corberán, que tendrá mucho poder de decisión en el diseño de la plantilla de la próxima temporada y con quien el nuevo CEO tiene "sintonía y visión compartida", pero sin el poder que hubiera tenido como manager general.

Desde el club se destaca la intención de establecer un liderazgo dinámico que ejercerán Kiat Lim con una "presidencia con visión de futuro de Lim y su extensa red de contactos" y la "experiencia de décadas en gestión futbolística de Gourlay".

"Estamos construyendo el Valencia CF del futuro, con una base sostenible, ambiciosa y digna de nuestra orgullosa historia. Con Ron Gourlay, contamos con un CEO de fútbol muy experimentado que comprende las complejidades del fútbol moderno y las exigencias de un club de primer nivel para liderar este proyecto," ha señalado Kiat Lim en el comunicado.

Para Gourlay, es un "privilegio" unirse al Valencia. "Estoy encantado de reunirme de nuevo con Carlos. Con Kiat al mando, compartimos la ambición de devolver al Valencia CF al lugar que le corresponde: competir por los más altos objetivos, con una plantilla que refleje la identidad y el futuro del club," aseguró. En sus manos ya está la planificación de la plantilla con "decisiones audaces y enfoque claro en el rendimiento".

Alain Roche, el capitán del último PSG campeón en Europa: “Luis Enrique ha recibido muchas críticas, pero tenía razón y lo ha demostrado”

Actualizado Jueves, 29 mayo 2025 - 22:11

«Fue un recibimiento como si hubiéramos ganado la Copa del Mundo». Alain Roche (Brive-la-Gaillarde, 1967) mira con nostalgia una fotografía en la que alza la Recopa de 1996, el único título europeo que tiene el PSG en sus vitrinas. Durante seis temporadas, el central francés visitó la camiseta de aquel equipo, fue capitán y disfrutó de la llamada Edad de Oro que el club vivió a principios de los 90. «Ese título nos ayudó mucho, porque en Francia no se habían conquistado tantos títulos europeos y fue un salto para todo el fútbol francés», recuerda. Compartió vestuario con el brasileño Raí, Djorkaeff, el mítico guardameta Bernard Lama, George Weah o David Ginola. Pero a aquella generación le faltó una guinda que arrastra el club. Jugó dos semifinales de la Copa del Europa pero nunca llegó a una final. La primera vez que el PSG lo consiguió fue en 2020, en un formato especial por la pandemia de coronavirus que proclamó campeón al Bayern Munich. Ante el Inter lo volverán a intentar. Sin con ellos fue clave en el banquillo Luis Fernández, ahora lo es Luis Enrique. Para Roche, pieza esencial para haber vuelto a una final.

Casi de la misma generación, se cruzaron en LaLiga cuando Roche vestía la camiseta del Valencia y él la del Barça, «y les ganamos», bromea el francés, que tiene muy claro lo que el asturiano ha inculcado al vestuario: «Ahora hay un espíritu y mentalidad de lucha continua. Nunca han bajado los brazos. Se pudo ver en esta Champions, creo que desde el partido ante el City». Rememora Roche el duelo en la penúltima fase de la liguilla, buscando la clasificación, que inició con un 0-2 en el Parque de los Príncipes que acabó con un 4-2. También reivindica el ex capitán el éxito en el campeonato francés, «que nadie mira pero que es muy físico, de mucho contacto».

Roche recibe la Copa de Francia en 1995 de manos de Mitterrand.

Roche recibe la Copa de Francia en 1995 de manos de Mitterrand.AP

No oculta el ex capitán que no todo fue un camino de rosas para Luis Enrique. En la primera temporada, gobernando a un Mbappé con un pie en Madrid y cayendo en la semifinal ante el Dortmund. Y en esta segunda con un arranque Champions que arrojaba dudas.

«Ha tenido muchas críticas sobre la manera de gestionar pero estaba convencido de que tenía razón y lo ha demostrado. El mejor ejemplo es Dembélé y cómo reaccionó en 2025. Pero también Vitinha, Hakimi, Donaruma... Luis Enrique conoce el fútbol e hizo un equipo a su medida. Ahora, en la final, todo el mundo le aplaude, pero él siempre ha estado convencido», reflexiona destacando la personalidad del ex seleccionador español. «Tiene una confianza enorme en sí mismo enorme y en su carrera, en el Barcelona o en la selección, ha ganado títulos importantes. Y en su vida personal, ha vivido un momento trágico que le ha dado una fuerza terrible que transmite».

Clave ha sido también hacer un equipo a su estilo, coral y con jóvenes que auguran un proyecto a largo plazo, y que deben ser «tan maduros como Mbappé o Lamine». «Además, un espíritu increíble y hambre de títulos. Fabián Ruiz es el único campeón de Europa con España. La suerte que tenemos los aficionados es que el PSG tiene ahora la posibilidad de conservar y hacer crecer a este equipo porque tiene dinero para conseguirlo. Luis Enrique está construyendo un equipo que cada año va a reforzarse», advierte.

Ese cambio se dio tras la llegada de los fondos de Qatar, que han transformado el club convirtiéndolo en una referencia mundial a base de estrellas. «Permanece el espíritu, pero el club ha cambiado muchísimo. En mi época era conocido en Europa y ahora, desde que llegaron los nuevos accionistas, tiene una dimensión internacional. Han pasado por el vestuario multitud de estrellas. Beckham, Messi, Neymar o Mbappé jugaron en el PSG y eso es un salto mundial», reconoce.

De hecho, por eso Roche tiene en Valencia una habitación personalizada en el hotel del grupo Accord Novotel Lavant, honor que comparte en otros lugares del mundo con otros históricos como Raí, Pastore, Anelka o Pauleta. Todos ellos tiene una fijación: ver al PSG campeón de Europa, algo que sólo ha logrado otro equipo francés, el Olympique de Marsella en 1993, eterno 'enemigo'. «Nosotros ganamos la Recopa, pero estamos a un paso de la más bonita». En Múnich verá Roche si su deseo se cumple.

El Levante se echa a la calle para festejar que está en Primera: “Hemos venido a quedarnos”

Actualizado Lunes, 26 mayo 2025 - 21:48

La tarde fue granota en Valencia. No había otro color en la ciudad que el de las barras azulgranas de las camisetas del Levante. Un río de aficionados afloraron de todos los rincones para poblar las calles del centro histórico y acompañar a sus héroes en su rúa con la que celebraron el ascenso a Primera División. Gafas de sol, bufandas al cuello, y una sonrisa pintada en el rostro. Amplia era la de Carlos Álvarez, que con su golazo encendió corazones; más comedida la de Vicente Iborra, el capitán, al que, a cada poco, se le llenaban los ojos de lágrimas por la emoción.

La fiesta empezó en el Ciutat de Valencia y acabó en la Fuente de las Cuatro Estaciones en la Alameda, pero no falto nadie en ningún punto del recorrido. "Hemos venido para quedarnos, el Levante no puede volver a Segunda", vaticinaba el entrenador Julián Calero, que no firmó menos autógrafos que sus chicos. Es una de las estrellas de este equipo que regresa a la máxima categoría.

Eso debió pensar la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, granota confesa, que salió a la Plaza del Temple a buscar a todo el equipo y a abrazar a Calero. "Este ascenso es el premio a la capacidad de resistencia de un club con una masa social cada vez más joven y muy fiel que ha aguantado los sinsabores de tres temporadas duras en Segunda", destacó Bernabé, a quien aún le escuece aquel gol de Villalibre en 2023 "que el karma nos ha devuelto".

La delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, junto al entrenador Calero.

La delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, junto al entrenador Calero.EFE

Después llegó el turno de ir a la Basílica, donde Iborra grabó la entrada "porque es un momento muy emocionante". Allí había ido el presidente Pablo Sánchez antes del partido ante el Elche, y el equipo ganó, y repitió antes de subirse al tren camino de Burgos. "Nunca vengo a pedir nada, y menos de fútbol, pero me senté recé y hablé con ella", confesó ante la Virgen de los Desamparados ante la atenta mirada de toda la plantilla, del presidente de honor, Paco Fenollosa, y del máximo accionista, José Danvila, artífice de la supervivencia del club en estos dos duros años. Junto a él, quizá un futuro jugador levantinista, porque genes para ello tiene. Es Luis, el bebé de apenas unos meses de José Luis Morales, el Comandante, y la ex jugadora y consejera Ruth García. Este ascenso, en buena parte, el levantinismo se lo debe también a sus papis.

Mazón, junto a toda la plantilla, en el Palau de la Generalitat.

Mazón, junto a toda la plantilla, en el Palau de la Generalitat.EFE

Después llevó una parada breve en la Diputación y directos a Saló de Corts del Palau de la Generalitat, "que no se abre para todos", les dijo el presidente Carlos Mazón. Estaba acompañado por los consellers Vicente Martínez Mus, José Antonio Rovira, Marián Cano y Nuria Martínez. Si alguno no tenía afición futbolera, Mazón tiene de sobra por eso sabe lo que cuesta un ascenso. "Sois una referencia en saber ganar, esforzaros y demostrar que ese esfuerzo e ilusión tiene premio. Sois un orgullo para la Comunidad Vaenciana, més granota que mai", recordó antes de acabar con un 'Macho Levante'.

Desde allí quedaba una parada, la Plaza del Ayuntamiento, abarrotada por miles de personas y un balcón que es el de la felicidad. Les esperaba la corporación municipal, pero sobre todo, los miles de aficionados que tampoco dejaron a su equipo solo en la fuente de la Alameda. Y aún queda una fiesta, el domingo en el Ciutat.

Corberán viaja a Singapur para reunirse con la familia Lim y planificar el próximo Valencia

Actualizado Lunes, 26 mayo 2025 - 21:15

Carlos Corberán es un entrenador que ha sorprendido a la familia Lim, tanto que viaja a Singapur para reunirse con el presidente del Valencia, Kiat Lim, y comenzar a planificar la próxima temporada. Desde Gattuso, que fue recibido por Peter Lim, ningún entrenador sido llamado por los propietarios. Nunca lo fue Rubén Baraja pero este es el segundo contacto de Corberán, que ya fue saludado por Kiat Lim cuando asumió la presidencia.

El entrenador estará acompañado por el director ejecutivo, Javier Solís, y se prevé que a las reuniones pueda unirse de manera telemática el director deportivo, Miguel Ángel Corona, que se ha quedado fuera de los últimos viajes de los ejecutivos del club.

La intención es comenzar a preparar la próxima temporada y que el entrenador conozca de primera mano los recursos con los que el club cuenta para planificar la confección de la plantilla. Corberán confesó la pasada semana que no conocía aún las directrices bajo las que el Valencia se podría mover en el mercado, algo que conocerá en Singapur.

De momento, el club no ha podido hacer ningún movimiento. Hay jugadores por los que empiezan a llegar ofertas, como es el caso de Christian Mosquera, que acaba contrato la próxima temporada y no renovará; otros que no han aceptado la primera propuesta para alargar su contrato, como Foulquier, y operaciones para hacer incorporaciones a coste cero que están hilvanadas pero no cerradas, como es el caso de Neyou, Raba o Javi Muñoz. Será en este cónclave en Singapur cuando Corberán pueda empezar a tener idea del contexto en el que se va a mover.

El Levante regresa a Primera tres años después tras vencer al Burgos con una remontada

Actualizado Domingo, 25 mayo 2025 - 21:47

El Levante es un club al que siempre le acompaña la agonía. Unas veces depara tristezas y les arrebata un ascenso con un penalti en el último minuto de una prórroga que les coloca al borde del abismo económico. Justamente en esa resiliencia encuentran las fuerzas para pelear un ascenso que llegó casi una redención por la crueldad vivida. El fútbol le mostró la cara amable en El Plantío, aunque no fue fácil. Tuvo que remontar un partido que el Burgos le puso cuesta arriba de inicio con un gol de Fer Niño, un penalti fallado, y el empate de José Luis Morales revisado por el VAR, y el segundo de Niño que les dejaba lejos de Primera

La derrota era un varapalo, pero tampoco valía el empate mirando que de los perseguidores sólo el Mirandés, con un empate ante el Almería, flaqueaba. Tenían que ganar, y empezaron por empatar con un tanto de Brugué. Quedaban cinco minutos y un añadido largo del que tenían que aprovecharse. "Habíamos buscado el empate hasta con Morales de lateral", confesaba el técnico Julián Calero. Llegó para obrar el milagro y superó todas las presiones y obstáculos posibles. "Decían que en el Levante nunca pasan cosas buenas y sí que pasan. Me jugué un órdago y salió", confesa feliz.

Hubiera tenido que sufrir una semana más si en el minuto 90+7 no hubiera aparecido el desparpajo de un jugador diferencial para el Levante esta temporada. Carlos Álvarez, menudo, rápido y habilidoso como ninguno, recibió un balón del Comandante Morales, lo condujo por toda la frontal del área hasta crearse el hueco por donde soltar un zurdazo que ponía el 2-3 en el marcador y al Levante en Primera. Aquel jugador al que no le vieron acomodo en el Sevilla ha resultado ser brillante vistiendo la camiseta granota.

A este equipo joven lo guiaron jugadores con veteranía como el portero Andrés Fernández o dos granotas de corazón como Vicente Iborra y Morales, que bajaron a Segunda para impulsarlo.

Iborra, llevado en volandas por los aficionados granotas en Burgos.

Iborra, llevado en volandas por los aficionados granotas en Burgos.efe

Vuelve el Levante a Primera y lo podrá celebrar ante el Eibar después una temporada convulsa con muchas apreturas económicas. José Danvila se convirtió en máximo accionistas después de que el Alavés, en el minuto 129 del play off les dejara sin acenso con un penalti, y ha batallado buscando la viabilidad del club que ahora se aclara. "Teníamos un plan a tres y cinco años que se ha materializado en dos. Se ha acelerado. Yo iba a los acreedores a decirles que confiaran en mí, porque yo había puesto mi dinero e íbamos a salir. Y lo hechos hecho", confesaba en las entrañas del estadio burgalense.

Para Danvila, Calero ha sido clave. "Hicimos una muy buena elección de entrenador, que sabíamos que iba a sacar lo mejor de esta plantilla joven. Le dimos chocolate para que lo convirtiera en oro y lo ha logrado", confesó.

Calero une su nombre al de ilustres como Manolo Preciado, Mané, Muñiz o Luis García, pero a mitad de temporada tuvo que remodelar su cuerpo técnico y prescindir del segundo entrenador porque el bolsillo levantinista no daba para más.

El club vendió en enero al lateral Andrés García al Aston Villa por 10 millones y a Fabrício Santos al EC Vitória de Brasil por 600.000 euros para poder hacer frente a los compromisos de tesorería y pagar las nóminas, y comprometió la del georgiano Giorgi Kochorashvili (5,5 millones) al Sporting de Portugal, al que se incorporará el 1 de julio. Era la única forma de sacar del atolladero al equipo mientras el club reducía sus gastos en 15 millones y tuvo que despedir a más de una veintena de trabajadores.

Los ingresos de televisión, que aumentan en Primera hasta lo 40 o 50 millones, le servirán para sobrellevar unas cuentas que la temporada pasada arrojaron pérdidas por valor 12,9 millones de euros, lo que elevó la deuda a 101,4 millones de euros.

El Arsenal desactiva a un Barça espeso y sin chispa que pierde su reinado en Europa

El Arsenal desactiva a un Barça espeso y sin chispa que pierde su reinado en Europa

Las lágrimas de Aitana Bonmatí sobre el césped del José Alvalade de Lisboa tenían muchas interpretaciones. Eran de tristeza, porque la final de la Champions se les había escapado. También de rabia, porque habían caído en la trampa de las inglesas. Incluso de impotencia por no haber encontrado la salida a tiempo. El Barça cayó derrotado por un gol de Blackstenius en el minuto 74 en un duelo incómodo y espeso que impidió que emergiera todo su potencial. Quedaron a merced de un Arsenal que llevaba 19 años sin rozar la gloria europea y que, humildemente, supo interpretar su guion a la perfección.

El Barça buscaba su cuarta Champions, la tercera consecutiva y el posible póquer de títulos en una temporada y no logró que brillaran ni sus balones de oro ni las estrellas secundarias que también son el alma de este equipo arrollador en España que ha liderado Pere Romeu. Se lo advirtió Mariona Caldentey: no iba a Lisboa a vivir la experiencia de una final, iba a competirla.

Supo muy bien el Arsenal cómo desquiciar a un equipo acostumbrado, quizá en exceso, a someter a rivales. Presión altísima, mucho orden y contundencia en los duelos en la medular hasta la asfixia. Si el motor del Barça se gripa, su potencia merma y a Patri Guijarro, Aitana y Alexia les costó aparecer en el partido mientras las inglesas crecían. Sin prisa, de manera sólida para no cometer errores.

Inquietó Aitana en los primeros minutos y Ewa Pajor, la goleadora polaca, buscó el error de la guardameta Van Domselaar del que a punto estuvo de aprovecharse. Conectaba poco el Barça pero era capaz de soltar chispazos. Ahora bien, el Arsenal no tembló y empezó a encontrar el camino al área de Cata Coll, casi siempre franco por el carril derecho. Fue la capitana Little quien puso un centro al segundo palo para un testarazo de Foord que no pudo conectar cómoda. Quisieron responder las blaugrana, poco precisas o frenadas por una eficaz contundencia, como la que mostró Williamson para salvar el tiro de Aitana tras un recorte en el corazón del área. Otro fue Van Domselaar, que de puños también repelió un centro de Claudia Pina.

El Barça quería despertar, pero las gunners se empleaban a conciencia para maniatarlas sin renunciar a contras que a punto estuvieron de ser productivas. Un centro tenso de Frida Maanum, otra vez burlando a Rolfö, lo desvió Irene Paredes al fondo de la red, la fortuna es que la revisión de VAR cazó el fuera de juego de la noruega, que aún hizo volar a Cata Coll para sacar una mano salvadora a otro derechazo. No encontraban la manera de sacudirse a un equipo pegajoso que las atrapaba en ataque y las descomponía en defensa.

Aitana Bonmatí se abraza con Joan Laporta.

Aitana Bonmatí se abraza con Joan Laporta.EFE

Fue Aitana quien, a la media hora de partido, dio un paso adelante. Se lanzó, encontró pasillo hasta el área y, aunque su disparo fue a las manos de la guardameta, hizo a todo el equipo despertar y encerrar al rival en su campo. Emergió Alexia y su conexión con Pina en la banda izquierda y Ewa Pajor, a quien Williamson entendió que tenía que vigilar. A las londinenses el peligro empezaba a llegarles en oleada.

Sin acierto

Esa sensación se incrementó en la segunda parte. Las blaugrana volvieron del vestuario encorajinadas y dispuestas a imponer su fútbol, ese que hace que Alexia y Aitana se encuentren en el área para servirle a Claudia Pina un disparo que estrelló en el larguero. Todo, al doble de velocidad para incomodar a las inglesas, obligadas a convertirse en un muro y de sus rechazos pudo aprovecharse Ona Batlle con sus derechazos desde la frontal. El Barça estaba empezando a disfrutar y eso se reflejó en la obligación de Van Domselaar de salvar cada pelota de Aitana buscando los tres palos.

Movió entonces el banquillo Renée Slegers para volver al plan inicial. El Arsenal, con poco protagonismo de Mariona y de su goleadora Alessia Russo, se refugió en las contras que nacían de los errores del conjunto catalán. El pie de Cata Coll evitó que la delantera inglesa adelantara al Arsenal tras lanzarse a la carrera y que ni Mapi León, que acabó lesionada, pudo frenar e Irene Paredes solo alcanzó a dificultarle el mano a mano.

Nada pudo hacer la cancerbera balear cuando en el minuto 74 Mead, cómoda en la media luna, filtró un balón a la sueca Blackstenius para marcar el primer gol de la final. Había sobrevivido el Arsenal al estéril dominio culé y había asestado un golpe que pesó como una losa imposible de alzar.

El Valencia araña un empate al Betis que Antony afila para la final de la Conference en Polonia

El Valencia araña un empate al Betis que Antony afila para la final de la Conference en Polonia

Betis y Valencia dibujaron un partido tedioso, sin el vértigo que los dos equipos imprimieron en la segunda vuelta de una Liga que ya han finiquitado. A ambos le sobraba en el calendario un calendario con más estímulos fuera de los que se vieron en el campo. Sostuvieron la atención los chispazos de Isco y la varita mágica Antony, que logró otro golazo para rendir al Villamarín a sus pies, la parada imprescindible y salvadora de Mamardashvili y el empate de un silbado Rafa Mir. [Narración y estadísticas: 1-1]

Los valencianistas, salvados y lejos de Europa, fueron a Sevilla a intentar acabar décimos y así llevarse al bolsillo algún millón extra por televisión la próxima temporada. Los béticos tenían un ojo puesto en la final de la Conference ante el Chelsea, pero Pellegrini, no. En su once no se reflejaba que en apenas cinco días el club tiene una cita con su primera final europea de la historia. Se justificó el chileno en la necesidad de darle una despedida digna al Villamarín antes del exilio de dos años al que obliga la reforma del estadio.

La primera media hora de juego fue de tímidas escaramuzas. Probó el Valencia con un tímido disparo de Barrenechea y un centro de Diego López que no cazó Sadiq. El resto fue una encerrona del Betis, que arrimó al Valencia al área de Mamardashvili sin que eso supusiera un asedio asfixiante. Tanto buscó su ocasión que acabó encontrándola con una virguería de Antony. Chucho Hernández anduvo vivo para anticiparse a Barrenechea y robarle una pelota que entregó a Isco para que se la ofreciera al brasileño, que soltó un zurdazo a a la escuadra imparable para el guardameta georgiano. Antonio de Triana volvió a ser protagonista con gorra campera incluida en un estadio donde ha desparramado su felicidad.

Se adelantó el Betis y pudo endulzar el partido Isco con otra asistencia de Cucho, pero esta vez apareció el portero valencianista, que vivió su último partido siendo, como siempre, protagonista. El resultado corto lo pudo igualar Diego López al filo del descanso, pero su mano a mano con Adrián lo salvó Bartra.

En la segunda parte, Pellegrini ya sí midió el reparto de esfuerzos y Corberán buscó no acabar con otra derrota, que hubiera sido la tercera consecutiva. Cuando el Betis se estiró, apareció el portero valencianista para hacer un paradón a remate de Abde y ver cómo Ricardo Rodríguez estrellaba un testarazo a saque de córner en el larguero. Y ahí se quedó el Betis porque ya tenía la mente en Breslavia. Salió del campo Isco, Bartra y el Valencia apretó espoleado por la salida al campo de Luis Rioja. Intentó asistir a Hugo Duro, aunque se anticipó Adrián, pero su movilidad permitió que Almeida se escapara en banda para filtrar un pase a Rafa Mir que cerró su etapa como valencianista con el tanto el empate en el minuto 75.

El partido ya no dio mas que para que los verdiblancos recibieran la energía de 50.000 aficionados de cara a la final y gritara hasta quedarse sin aliento 'Antonio, quédate'.