El ex jugador del Valencia, Villarreal y Mallorca, Jaume Costa, pudo salir de la ratonera de la Pista de Silla poco antes de que se inundara por completo y, por eso, lanzó un duro reproche a los políticos. No recibió ni una sola alerta cuando se puso en carretera desde Valencia, donde viven sus hijos, a los que visitó porque una lesión le impide jugar con el Albacete, su club, el duelo de Copa del Rey.
"Me pilló en la A7 nada más salir de Valencia. Me iba sobre las 19:30h para Albacete. Nada más salir estaba todo cortado, estuvimos ahí sin saber qué pasaba, porque no llovía. Había gente que volvía andando y ya les preguntamos qué pasaba. Nos decían que un kilómetro más allá estaban los coches flotando, que habían salido por la ventanilla del coche y andaban hacia Valencia porque habían perdido los coches. Nos quedamos tres horas y pico, rodeados de camiones, hasta que llegó la policía y, por el arcén en dirección contraria, nos sacaron", contó el lateral zurdo en una entrevista en Cope Mallorca.
"Cuando se alertó eran ya sobre las ocho de la tarde y estábamos en la carretera.Llevaba desde las ocho menos cuarto en la cola, cuando escuché la alerta a las ocho me asusté. Con toda la tecnología que hay.... me da rabia. Me gusta leer de política y están todo el día discutiendo, y cuando pasan este tipo de cosas, que es lo realmente lo importante, cuando pueden salvar vidas y realmente pueden ayudar a las personas, tardan en hacerlo", aseguró.
"No soy ni de izquierdas ni de derechas, soy gris, y a mi Carlos Mazón me gusta mucho, pero aquí se ha equivocado. Tendrían que haber avisado mucho antes. Y luego leo a Irene Montero diciendo que condolencias por las fallecidas, ¿y los fallecidos qué? Quiero decir que la política hoy en día son la mafia de España, son unos mafiosos y unos corruptos y los perjudicados somos los ciudadanos. Cuando tienes que salvar vidas no las salvas. Gracias a Dios a mí por ahora no me ha afectado, tengo muchos amigos en Silla, pueden haber pasado cosas. He visto vídeos con gente con sus coches inundados. Para eso tienen que estar los que nos gobiernan, no para estar discutiendo, que si somos machistas que si somos de derechas o de izquierdas. Tienen que estar para las cosas importantes", aseguró.
Apareció dos veces la mano de Mamardashvili para, en el último suspiro de un duelo áspero sin apenas ocasiones, salvar el punto que el Valencia había conseguido atesorar ante el Getafe. Masticó tierra el equipo de Baraja en el barro que reina en el Coliseum para llevarse una victoria que le sacó del bolsillo una mano del debutante Caufriez en el área para emborronar un partido construido desde la defensa pero paupérrimo en ataque. [Narración y estadísticas]
No hay pan duro cuando aprieta el hambre ni vergüenza a evidenciar que se está muy necesitado. El Valencia necesita ganar partidos, sumar puntos que le permitan emerger del último lugar en la tabla y cualquier idea que empuje a lograrlo es bienvenida, incluso colocar una poblada defensa con cinco jugadores cada vez que se aleja de Mestalla.
A Baraja le sirvió para sumar un punto en Leganés y volvió a ser su apuesta ante el correoso Getafe. Incluso con el riesgo de alinear como titular y por primera vez al pelirrojo central francés, el fichaje sobre la campana con el que el Valencia cierra cada temporada. De la segunda división francesa a pelearse con los azulones en el Coliseum. No desentonó hasta que, sin poder evitarlo, el balón de Nyom se estrelló en su mano en el minuto 89.
Arroparse con tres centrales debería haber permitido a Gayà y Thierry convertirse, por momentos, en carrileros. Lo intentaron tímidamente en el arranque pero duró un suspiro. El Getafe despertó y los acorraló a balón parado. A los ocho minutos, se estreó con un saque de banda al área que peinó Álvaro Pérez y cabeceó Arambarri incorporándose a placer desde el centro del campo. Primer aviso. El segundo lo dio de nuevo Álvaro volando a por un centro de Luis Milla.
La ventaja la ganaba el equipo de Bordalás en el centro del campo, aunque luego le aparecía un muro. Barrenechea y Javi Guerra apenas alcanzaban a complicar la salida de pelota, pero el equipo aguantaba y hasta generó ocasiones a la contra, como la que comandó Rioja hasta estrellarse contra David Soria. Baraja había plantado un equipo rocoso que se sostenía, pero al que le costaba crecer en un duelo discontinuo.
Sin embargo, al Valencia se le puso de cara en una jugaba ensayada por primera vez. Saque de esquina de Rioja que peina ligeramente a Alderete en su intento de despeje y le queda franca al segundo palo a Barrenechea para enviarla al fondo de la portería. El partido de rompía en el minuto 36 y ahora había que manejarlo. Que es justo lo que más le ha costado a los valencianistas esta temporada. Pudo recortar Carles Pérez para el Getafe y se topó con Mamardashvili, como se nubló Javi Guerra en una contra que manejó con lentitud.
Revolucionó su once Bordalás en el descanso y encerró a su rival con centros laterales y balones aéreos, buscando faltas e interrumpiendo el juego que salía del campo valencianista. Una de las pocas veces que lograron estirarse acabó con la desgraciada lesión de rodilla de Thierry, que salió del campo en camilla y del estadio con muletas. También se rompió Rioja.
Faltaban aún 40 minutos que se iban a hacer eternos para sostenerse en el 0-1 mientras el Getafe les condenaba a vivir en el borde del área. Aparecer el miedo, el temblor de piernas y el cansancio que no pudieron aliviar ni los cambios de Baraja.
En el minuto 60, Arambarri volvió a estrellar un cabezazo en el travesaño y el Valencia ya sólo jugaba a ser un frontón hasta que un disparo de Nyom impactó en la mano de Caufriez Penalti que esta vez Arambarri no desaprovechó. Por fin había sacado provecho a los 37 centros y los 15 remates.
Y aún pudieron llevarse más premio si el doble remate del turco Yildirim no se hubiera topado con Mamardashvili.
El Medio Maratón de Valencia vuelve a lucir como el más rápido del mundo en categoría masculina y femenina. El etíope Yomif Kejelcha ha corrido este domingo bajo la lluvia para marcar un tiempo de 57 minutos y 30 segundos, nuevo récord del mundo masculino en una carrera en la que ha mandado desde la salida.
Esta marca es un segundo más rápida que la que logró en 2021 en Lisboa Jacob Kiplimo que, con 57:31 arrebató a Valencia la condición de prueba más rápida en los 21.094 metros. La carrera de Kejelcha ha llevado a la carrera que organiza la SD Correcaminos y patrocina la Fundación Trinidad Alfonso sea la más veloz en categoría masculina y también en la femenina desde que, en 2021, la también etíope Letesenbet Gidey rompiera el crono con una marca de 1:02:52.
Tras Kejelcha cruzaron la meta Daniel Mateiko, que ha hecho un tiempo de 58:17, e Isaia Kipkoech, con 58:21. No fue una carrera fácil porque el ritmo tan alto con que marcaron los favoritos, 2:44 en el primer kilómetro, hizo que las liebres sólo aguantaran cuatro kilómetros y, con el suelo mojado por la lluvia lo complicaba. Sin embargo, los favoritos respondieron y Kejelcha se notó fuerte. Tanto que rompió el grupo en el kilómetro 15 para irse en solitario en busca de la victoria y el récord.
En mujeres, la ganadora ha sido Agnes Ngetich, que ha cruzado la meta con gran crono de 1:03:04 que la convierte en la segunda mejor marca de la historia y la mejor del año. El segundo puesto lo ha ocupado Fotyen Tesfay, con 1:03:21, y el tercero, Lilian Kasait, con 1:03:32.
Ngetich llegaba con opciones de ser nueva plusmarca tras lograr también en Valencia el récord del mundo de los 10 kilómetros, sin embargo, pagó su debut en la distancia y en el tramo final de la carrera se le escapó.
Los récord no se han quedado ahí. Kaoutar Boulaid ha batido el récord de España femenino con un tiempo de 1:08:47, casi un minuto por debajo de la plusmarca anterior que logró también en Valencia Laura Luengo (1:09:41) hace un año. Precisamente, Luengo ha sido la segunda española en cruzar la meta con 1:08:50, también mejorando su tiempo anterior. En tercer lugar ha llegado la debutante Irene Sánchez-Escribano con 1:09:10.
En categoría masculina, Thierry Ndikumwenayo ha sido el primer nacional con un tiempo de 59:42, seguido por Ibrahim Chakir, con 1:01:40, segundo, y Jorge Blanco, con 1:01:45.
La conclusión al éxito de la prueba, pese al mal tiempo, la puso el empresario Juan Roig: "Quien quiera récords del mundo o personales tiene que venir al Medio Maratón o al Maratón de Valencia". Para quien se atreva con el récord del mundo de Maratón, el mecenas de la prueba puso a su disposición, y de su bolsillo, un millón de euros de premio.
Dos minutos y 21 segundos le costó a Robert Lewandowski acabar con varias cuentas pendientes con las que él y el Barça llegaban al Bernabéu. El equipo llevaba demasiado tiempo sin ganar al Real Madrid y desde aquel 2-6 de 2009 no había sido capaz de hacerlo por cuatro goles de diferencia. A eso se sumaba que el polaco nunca le había marcado. No lo había conseguido aún en las dos temporadas que viste de azulgrana y, de manera letal, no sólo inclinó el partido para el Barça en el minuto 54, sino que agrandó la ventaja en el 56 sin que el Real Madrid se hubiera recuperado del golpe. Y aún tuvo el hat trick en un regalo de Raphinha que estrelló en el palo en el remate más fácil que tuvo. No hizo falta porque con él se activó todo el tridente letal: a la fiesta se le unieron Lamine Yamal y el propio Raphinha para completar la semana más feliz.
Diez goles ha marcado Lewandowski en los últimos cinco partidos y ya suma un total de 17, 14 de ellos en Liga, a los que hay que añadir tres asistencias, y otros tres tantos en Champions. Si hay un futbolista que encarna la revolución de Hansi Flick en el Barcelona, ése es Lewandowski. Ambos se conocían de sobra y si técnico sabía perfectamente todo lo que le podía dar el atacante, el jugador tenía claro que se iba a vivir más feliz más arropado en el área. No iba a tener que esperar a largas posesiones hasta que le encontraran porque este nuevo Barça iba a transitar con rapidez y su tarea era estar siempre preparado.
Lo hizo para controlar el preciso pase de Marc Casadó y lanzarse a la carrera contra Lunin y también con ese giro preciso de cuello para cabecear el perfecto centro de Balde. En la primera parte ya había regalado una asistencia de espuela extraordinaria que dejó a Lamine Yamal solo ante el meta ucraniano del Real Madrid.
Lewandowski es una amenaza que se acrecienta cuando se asocia con Lamine y con Raphinha. El capitán es, con diez goles y diez asistencias, uno de los jugadores más decisivos de este Barça. Le costó ver puerta en el Bernabéu, pero lo logró. Erró una clara ocasión en la primera parte que, por egoísmo, no ofreció a Balde. De eso quizá aprendió y no dudó en buscar a Lamine para que marcara el tercero humillando a Mendy. Es el quinto gol del canterano, el primero ante el Real Madrid y el que le convierte en el jugador culé más joven en marcar al eterno rival, desbancando a Ansu Fati, que lo hizo con 17 años y 359 días. No cesó de buscar las cosquillas a Mendy y luego a Fran García. Aún quedaba el premio para Raphinha. No tuvo muchas posibilidades de correr, pero cuando lo pudo hacer, no falló picándola ante Lunin para cerrar la fiesta. "Es una barbaridad la cantidad de goles que metemos", confesaba al final del partido el guardameta Iñaki Peña.
El cambio de Flick
Buena parte de la contundente victoria del Barça se coció en el vestuario, cuando Flick entendió que el fuera de juego no iba a ser siempre un aliado. Su equipo vivió al filo del alambre durante demasiado tiempo, sobreviviendo a las zancadas de Mbappé para encarar a Iñaki Peña, incluso batirle, porque siempre las iniciaba adelantado. Eso no impidió que el meta azulgrana se luciera con algunas manos que quizá disipen dudas.
Hasta siete veces cayó el francés en posición anti reglamentaria para mantener con vida a un Barça que ya no se siente extraño viviendo a 50 metros de su portero. "Cuando llegó Flick nos dijo que la línea no se podía tirar atrás. En este partido, contra los jugadores más rápidos y más potentes, no hemos recibido goles. Eso demuestra que la idea encaja con nosotros", confesó Iñaki Peña. El portero era uno de los ocho españoles en el once, la mayoría con poca experiencia en el rugido del estadio madridista en los Clásicos. El de más experiencia en los Clásicos, Pedri, con ocho. Entre los debutantes, Casadó, a quien no le pesó e incluso se atrevió con un pase de tiralineas que encaminó a Lewandowski al gol.
Pero, ante el riesgo, Flick buscó cambiar algo y optó por ponerle pausa al partido con De Jong entrando por Fermín. Más pelota y la misma idea de empujar al Madrid hacia su área y de aumentar, primero con Pedri más cerca del área y luego sumando a Dani Olmo, el peligro. Bellingham ya no podía frenar a Balde con la misma frescura, Mendy sufría y Militao y Rüdiger tenían no sólo a Lewandowski, sino también la amenazada de dos medias puntas con pegada.
El plan del alemán salió perfecto y su equipo salió con más cara de líder de un estadio que se le atragantaba y con una victoria histórica ante el Madrid de Mbappé y Vinicius. Tanto que, pese al enfado del Ancelotti, lo celebraron en la banda y en el vestuario.
Usted cada año presenta en junio la declaración de la renta, el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), la rendición de cuentas con la Hacienda pública que se relaciona directamente con su sueldo y el lugar donde viva, porque el impuesto tiene un tramo estatal y otro autonómico. Si gana mucho, paga mucho y, por ejemplo, si vive en Madrid o Andalucía, paga menos que en la Comunidad Valenciana. Los futbolistas no son una excepción.
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LaLiga no es un campeonato atractivo por su fiscalidad. Un futbolista en España, sea de la nacionalidad que sea, tiene que hacer frente al IRPF, entre el 45% y el 54% según la Comunidad en la que resida, al impuesto de patrimonio, sólo bonificado al 100% en Andalucía y Madrid, y si su 'hacienda' superan los tres millones de euros, al de grandes fortunas. Todo bajo una estricta vigilancia de los ingresos que reciben por sus derechos de imagen, que han generado a más de una estrella, nacional y extranjera, una condena por fraude.
No ocurría así con otras grandes competiciones europeas, que sí tienen (todavía) ventajas fiscales, sobre todo para los extranjeros, lo que genera una situación de desventaja. Sin embargo, la tendencia es a reducir esa desigualdad. Y no porque España haya cambiado, sino porque el resto de gobiernos de los países europeos con grandes ligas están buscando fórmulas para incrementar la fiscalidad de las grandes rentas, cada cual con sus motivaciones. Incrementar la caja pública con el pellizco de millonarios del balón o proteger el talento local son algunas de ellas.
En España estuvo vigente de 2003 a 2009 la llamada Ley Beckham. El Real Madrid había fichado al jugador inglés e incrementado su nómina de Galácticos y fue recibido con esta nueva norma. La Ley permitía a cualquier trabajador extranjero residente en el país con rentas superiores a los 600.000 euros tributar al 24%, y no al 45%, pese a residir más de 183 días en España. Además, quedaban exentos de declarar rendimientos que obtuvieran en otros lugares del mundo.
La norma fue modificada en 2009, bajo el gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Un año antes, en el ejercicio fiscal 2008, el Ministerio de Hacienda hizo público que de los 60 contribuyentes con rentas superiores al medio millón de euros que se habían acogido a esta Ley, 43 eran futbolistas extranjeros. Para quienes ya estaban en LaLiga, en 2010 se les mantuvo ese régimen durante cinco años más, y después ese 24% sólo afectaba a los primeros 600.000 euros de los ingresos, siempre que se cumpliera el requisito de no haber residido en España durante los cinco años anteriores. En 2015, los deportistas profesionales fueron excluidos de esta norma.
Adiós al 'Non Dom' británico
Un movimiento similar es el que quiere hacer Reino Unido, y que por supuesto afectará de lleno a la Premier League. El nuevo gobierno laborista de Keir Starmer se ha propuesto acabar con el llamado Non Dom, un régimen fiscal por el que los residentes con domicilio en el extranjero quedaban exentos de tributar por las rentas que tenían en ese país, ya fueran sueldo por alguna otra actividad, rendimientos de cuentas bancarias o inmuebles. En el caso de los españoles, esas rentas tributarían en España al 24%, como no residentes, y no al 45% de que rige en Inglaterra.
El Gobierno británico, consciente del impacto de este cambio, y no sólo en el fútbol sino también entre ejecutivos de finanzas de la City londinense, prevé un periodo de transición antes de derogar esta normativa que viene del siglo XVIII y se mantendrá vigente para los recién llegados al Reino Unido durante los cuatro primeros años.
En Italia, el beneficio se acabó el pasado 1 de enero. El gobierno de Giorgia Meloni modificó el conocido como Decreto Crescita, aprobado en 2019 y por el cual los jugadores extranjeros podían acogerse a una reducción fiscal del 50%. Al negociar sus contratos en neto, los beneficiados eran los clubes, a los que les costaba menos firmar a un jugador foráneo que a un italiano. Eso dio como resultado tributaciones del 30% o incluso del 15% en el sur del país. La modificación de Meloni no derogó el decreto, sólo excluyó a los jugadores y lo dejó vigente para «trabajadores con alta cualificación o especialización» en sus tres primeros años de residencia.
El giro fue un varapalo para la Serie A italiana, una de las que tiene niveles salariales más insostenibles según los informes de la UEFA. Del total de ingresos de cada club, una media del 83% lo destinan al pago de los salarios de sus jugadores, algo contra lo que lucha especialmente el organismo que preside Alexander Ceferin.
En Portugal, el tipo máximo del Imposto sobre o Rendimento das Pessoas Singulares es del 53%, un 48% fijo y un 5% en una tasa denominada de solidaridad. Este gravamen también está ahora en revisión. En Francia, los ingresos superiores a 500.000 euros tributan al 49%, mientras que en la Bundesliga lo hacen al 47,5%, en ambos casos por debajo del régimen tributario de muchas de las comunidades autónomas.
LA UEFA, EMPEÑADA EN LA CONTENCIÓN SALARIAL
El crecimiento del fútbol europeo ha ido a los bolsillos de los futbolistas dejando a muchos clubes en situación insostenible. De esa premisa partió la UEFA para imponer normas de contención a los salarios.
NIVEL INSOSTENIBLE. La UEFA ha detectado que el gasto en plantilla sobre el total de ingresos fue en 2023 del 89% en Francia y en el 83% en Italia. Para esta temporada, la ratio obligatoria está en el 80% y se reducirá al 70% en la próxima. Las sanciones irán del 10 al 100% del gasto que se exceda.
CRECE UN 1%. Mientras que la cifra de negocio del fútbol creció un 10% en 2023, por primera vez los salarios lo hicieron sólo en un 1% de media. En los clubes con las 20 mayores masas salariales, un 1,9%. En total en los 700 clubes europeos pagaron en salarios 12.800 millones.
Velocidad endiablada con el balón pegado al pie y metros por delante para pensar dónde colocará la pelota sin alzar la cabeza. Huele donde están los centrales, a los que ni siquiera reta porque los tumba con controles precisos, y sabe cuál el resquicio de la portería a donde no llegan las manos del guardameta. Raphinha sólo necesita campo para activar su velocidad y soltar zurdazos imparables que lo están convirtiendo en un arma letal que el Barça ni imaginaba que tenía en el bolsillo. Es todo eso y mucho más.[Narración y estadísticas]
Como si el brazalete de capitán y los rumores le hubieran inyectado superpoderes, el brasileño vive una madurez espléndida. Nadie se atreve a pensar qué hubiera sido del arranque de proyecto de Hansi Flick sin este futbolista que infunde temor y suma 100 partidos y ya nueve goles. Un minuto tardó en romper en añicos los planes del Bayern en Montjuïc.
Fermín, en el círculo central, vio cómo se hacía un hueco a la espalda de Kimmich calculando fríamente para no caer en fuera de juego y lo lanzó a la carrera contra Neuer. Imposible que saliera perdedor del mano a mano y su gol puso al Barça el partido más cómodo al tiempo que los alemanes se enrabietaban. Nunca les habían marcado tan rápido en Champions.
Cuando el Bayern arrancó a sudar, arrebataron la pelota y el mando a los culés para convertir el duelo en un toma y daca que duró lo justo. La salida de Iñaki Peña ante Harry Kane evitó el primer susto, pero sintieron que el plan de buscar la espalda de la defensa azulgrana sólo tenían que engrasarlo un poco más. Lo hizo Müller con un centro que el delantero inglés convirtió en un gol sin validez por fuera de juego milimétrico. Habían detectado que el Barça jugaba al límite y se les podía castigar si les empujaban. Sin embargo, este Barça no tiembla ni se despista del objetivo.
Reparte y encaja con la misma naturalidad. Seduce y se faja sin sentirse incómodo. Por eso tampoco se arrugaron cuando, esta vez sí, de una banda a otra agitaron a la defensa para que Gnabry le pusiera el centro perfecto a Kane al segundo palo. El partido empezaba de nuevo a los 20 minutos. Lo cierto es que se reposó, y eso ayudó a que el balón, que había pasado poco por los pies azulgrana, empezaran a tenerlo Lamine Yamal o Fermín, que se volvió indetectable para los alemanes en la medular y eso siempre significa problemas. Si algo tienen estos dos futbolistas es descaro.
Lo mostró Lamine intentando forzar el error de Neuer casi en la línea de gol y lo logró el andaluz para delirio de Montjuïc. Dejó que Kim le ganara un salto en el que, con un ligero contacto, lo desequilibró y el balón le quedó franco para, ante la salida del meta germano, picársela a Lewandowski que aparecía en carrera. No falló el polaco a puerta vacía. No lo celebró, pero sí todo un estadio que, por fin, veía a su equipo en su salsa en la Liga y en la Champions League.
Nadie parece tener lastre desde que Flick llegó al banquillo. Ni siquiera pesó aquel doloroso 2-8 cuando el alemán estaba en el banquillo bávaro. Es más, se atreven a todo. Eso hizo Casadó con un larguísimo pase en diagonal que Raphinha pinchó para retar a Guerreiro, plantarse en el área y, ante las narices de Upamecano, cruzársela a Neuer. Doblete de un jugador que cumplía 100 partidos y juega tan libre como en el patio de su casa. Al descanso, el Barça parecía haberse sacudido el peso de la historia ante su mayor ogro europeo. Sólo fue el principio.
Quería el Bayern revolverse y acabó más hundido, vapuleado por un equipo desconocido en Europa y con una efectividad letal. Por si no había tenido bastante, lo comprobó cuando Lamine buscó en largo al héroe Raphinha. Precisión absoluta en el control para deshacerse, otra vez, de Upamecano y Kim con un gesto y soltar su veneno para enviar otra vez a Neuer a buscar la pelota al fondo de la red.
No encontró Vincent Kompany la forma de hacer reaccionar a sus hombres ni cambiando todo su frente de ataque con la artillería de Musiala, Sané y Goretzka. Podía frenar el vendaval, pero ya era inevitable salir empapado. El Barça, coreado por una grada entregada a los olés y agradecida por el espectáculo, se acerca al objetivo en Champions y encara el Clásico en el Bernabéu con la confianza por las nubes.
Nada de lo que ocurre en el Valencia es culpa de Rubén Baraja, pero tampoco se le puede eximir de su responsabilidad. Su figura de leyenda se agigantó cuando se atrevió a dar un paso al frente, coger un equipo al borde del desahucio y mantenerlo en Primera a base de energía e ilusión de canteranos. Mostró liderazgo, empatía con Mestalla y capacidad de hacer creer a un vestuario golpeado con demasiadas cicatrices y cuentas pendientes. Se abrieron las ventanas, entró aire purificador y el Valencia emergió con más coraje que fútbol, aunque con los cimientos igual de carcomidos.
El aviso de coqueteo con el descenso no cambió nada. Un refuerzo, Pepelu, y esperar que la Quinta del Pipo explotara. Lo hizo, permitió soñar hasta tres cuartos de temporada y sostener el trampantojo que es hoy el Valencia. En la base, una vez más, avanzaba la putrefacción. Y no por culpa de Baraja. La falta de inversión es la clave para que el equipo sea sólo aseado al que Baraja tenía que volver a exprimir. Por eso se olvidó del librillo el entrenador cuando la derrota ante Las Palmas le desnudó.
Le salió la vena de capitán del Valencia campeón, sin pelos en la lengua, para reclamar apoyo de la afición. "No es momento de incendios, sino de unirnos y apoyar", dijo. La interpretación de que pretendía parar las protestas contra Peter Lim soliviantó a una afición hastiada. En realidad, era un grito de auxilio porque, sin Mestalla alentando, el Valencia se derrumba y él ya no puede evitarlo. El escudo que protegía y aislaba al vestuario se resquebrajó hace semanas.
Aunque el club se esfuerza por transmitir que mantiene en él una férrea confianza, cuesta pensar que el técnico no sufre el mismo bloqueo que algunos jugadores cuando desarma su sistema para jugar con cinco defensas en Leganés, cuando alinea un once con un debutante en una final, cuando piensa en proteger a Diego López para seguir esperando algo de Canós o echa mano de Almeida de manera acelerada buscando fútbol. No da en la tecla.
Baraja las mismas sensaciones de frustración que Hugo Duro al fallar ante Cillessen. No sabe qué más puede hacer, hay momentos de bloqueo y está solo. La compañía de Marchena le sirvió de refugio los primeros meses. Después recurrió a Chema Sanz y Toni Seligrat, que ya no sigue en el club. Su cuerpo técnico está tan jibarizado como la plantilla y sus recetas ya no llegan a los jugadores. Su apuesta por Rafa Mir le pasa factura y no sólo por el comportamiento que le tiene en los juzgados. El apadrinamiento previo ya generó alguna tensión que sólo podía aliviar un rendimiento deportivo que nunca llegará a producirse. Mir es un jugador perdido para el Valencia.
La situación requiere de una experiencia en el banquillo que no se percibe y la autogestión está a punto de aparecer porque, en debilidad, cualquier orden, como la dada a Mamardashvili de no subir a rematar un córner, o el cambio de Barrenechea, se cuestionan. El entrenador tiene que hacer más o la necesidad de cambio, por miedo que dé, será imperiosa. El Valencia es un club gigantesco en las buenas, pero también en las malas. Por eso es imposible no mirar a Baraja, aunque diga verdades.
El vestuario necesita a su afición, es una realidad aunque duela. Sin la grada, el equipo esté desahuciado. Lo sabe Baraja y lo dijo Gayà. Las protestas, legítimas y necesarias, si traspasan los muros de Mestalla y se convierten en pitidos y amenazas, serán un empujón más al precipicio de Segunda División.
Meriton nunca ha sabido reaccionar ante situaciones así. La visita de la presidenta Layhoon Chan a Paterna es un gesto sin contenido. Uno más. No se olvidan de que cada destitución ha sido un calvario del que ha costado recuperarse. Ya no hay Voro que lo aguante todo. Por eso, le transmiten a Baraja confianza en su trabajo. Además, el vallisoletano tiene la protección de un contrato de cinco millones que, si se rompe, lleva consigo un gasto que lastraría las cuentas. Sólo en Singapur pueden tomar esa decisión. Eso si encuentran un técnico que se ajuste a precio y estimule a una plantilla justa y desorientada. Y la pregunta será de nuevo la misma: ¿se puede salir del infierno?
El Valencia se había acostumbrado a caminar en el alambre como un funambulista experto capaz de zozobrar sin llegar nunca a caerse. Lleva cuatro temporadas alternando el riesgo con algún momento de lucidez que salva campañas de manera inesperada. Alguien creyó que así se puede sobrevivir en LaLiga, olvidándose del suicidio que supone perder toda capacidad competitiva y no tener ni la picardía necesaria para malvivir al borde del abismo. Las Palmas, en tres zarpazos, fue protagonista de la noche del hundimiento. Ante el hastío de 42.452 valencianistas que llenaron Mestalla, le bastaron tres zarpazos para tumbar el trampantojo que hoy es un Valencia muy alejado de la grandeza de su historia. [Narración y estadísticas]
No encuentra Mestalla esperanza para seguir alentando, ni siquiera en el regreso al campo de ídolos como Gayà. Él sólo no puede evitar la caía libre de un equipo que sólo ha sido capaz de sumar una victoria y se hunde en la tabla. Ya no hay una plantilla con quilates que permita pensar en la resurrecciones ni otro Baraja capaz de apartar la desilusión ni canteranos sin vergüenza.
A ansiedad de una noche aciaga se sumó un tarjetero Gil Manzano -14 amarillas y una roja- que acabó por desquiciar a los valencianistas y dejarles con uno menos por la expulsión de Pepelu. Si el equipo estaba entonces desnortado, la doble amarilla al centrocampista acabó por dejarlo a merced de arreones sin conciencia.
Despertar de un pesadilla no es fácil por más que uno se empeñe. El miedo cuesta sacudírselo aunque se abran los ojos y se respire de alivio. Valencia y Las Palmas ni siquiera estaban en esa situación cuando saltaron al césped. Ambos seguía, y seguirán, en un mal sueño. Y eso que Mestalla encontró a su equipo ambicioso en el arranque del partido, como si las dos semanas sin fútbol le hubieran permitido soltar lastre afrontar la final ante el colista con determinación y confianza.
De hecho, arrinconaron a los canarios en su área durante los primeros 20 minutos. Si hay un equipo débil en defensa es la Unión Deportiva, que aún no ha conseguido cerrar su portería y lleva 17 goles encajados, razón por la que recurrió a Diego Martínez antes de que la condena sea imposible de evitar.
A los diez segundos ya vio cómo Canós, solo en el punto de penalti, mandaba a la grada un balón robado por Dani Gómez que recorrió el área sin encontrar rematador. Con esa misma poca claridad se sucedieron los ataques y los saques de esquina hasta que Pepelu puso uno al primer palo, peinó Tárrega al segundo palo pegadísima al palo pero Gil Manzano vio cómo Campaña derribaba a Barrenechea para impedir que la empujara al fondo de la red. No hizo falta ni VAR para que Pepelu se colocara en el punto de penalti y batiera a Cillessen. En 14 minutos, el Valencia pareció haberse liberado de la ansiedad y podía manejar los tiempos.
Logró hacerlo unos minutos más, con otro disparo desde la frontal del capitán que salvó Cillessen, imprescindible para aguantar el marcador corto mientras Las Palmas crecía. Iba a estirar de ellos Fábio Silva, culebreando todo el partido entre Mosquera y Ro, el joven lateral zurdo debutante al que le buscaban las cosquillas. Fue acercarse al área por primera vez y empezar a generar problemas a los valencianistas, que ya solo tuvieron una oportunidad en un derechazo de Thierry que salvó de nuevo el meta neerlandés.
Desde ahí, crecieron los canarios. Probó Essugo, muy desviado, y apareció otra vez Fábio Silva para forzar a Mamardashvili a mostrarse en el partido. La segunda vez ya no pudo lucirse. Al filo del descanso se coló Januzaj por la banda izquierda para soltar un latigazo que el portero georgiano despejó tan corto que lo dejó a los pies de Álex Muñoz. A base de fe habían conseguido igualar un partido que nunca tuvieron de cara.
No es la primera vez que el Valencia se va deshaciendo con el paso de los minutos y Baraja no consigue que sus jugadores mantengan la tensión ni cuando tienen el duelo bajo control.
El regreso al campo no se pareció al inicio. Probó Thierry de nuevo, pero un derechazo de Álex Muñoz demostró que Las Palmas había aprendido la lección. Por eso no tardó en darle la vuelta al marcador. Januzaj, otra vez por el carril izquierdo, encontró a Campaña entre los centrales y el sevillano dejó la pelota atrás para que apareciera Fábio a marcar su gol.
La reacción de Baraja fue buscar a un constructor de juego, Almeida, y a un extremo como Diego López. Después quiso buscar la inyección de ánimo de Mestalla mandando a Gayà al césped cinco meses después de su lesión. Justo cuando el capitán iba a convertirse en un arma de ataque, el plan se deshizo. Una entrada de Marc Cardona al lateral provocó una tángana en la que Kirian, más listo, buscó con un empujón la segunda amarilla de Pepelu y que el Valencia se quedara con diez.
La remontada ya se antojaba imposible, pero la tuvo Hugo Duro en sus botas en el minuto 83. Cara a cara con Cillessen, eligió equivocadamente entregarle el remate a Diego López. De ese fallo nació la jugada que agrandaría la ventaja de Las Palmas. Otra vez Cardona encontró un carril despejado a la espalda de Foulquier y le entregó el remate perfecto a Moleiro en la frontal. El tímido maquillaje para un partido horrible lo puso Gayà con un centro que cabeceó Tàrrega cuando ya todo era un infierno.
Hay una luz que el valencianismo ve al final del túnel con más intensidad que hace sólo siete días. La era post Peter Lim se empieza a vislumbrar después de tres movimientos estratégicos que confirman que el empresario, ahora sí, está en disposición de atender a ofertas que puedan serle ventajosas para salir del avispero de Mestalla que él mismo se ha dedicado a agitar desde 2019.
Aunque la atención esté focalizada en tirar del equipo de Rubén Baraja para que salga de la delicada situación deportiva en la que lleva inmerso desde el inicio de la temporada, al fondo de la tabla con seis puntos y sólo una victoria, el origen de los males se sigue viendo en el abandono del máximo accionista y su marcha se sigue coreando en Mestalla a voz en grito en cada partido, con la bandera amarilla de 'Lim Go Home' que ha llegado hasta las puertas de la mismísima casa del magnate en Singapur.
Pero Lim no iba a dejar al Valencia sin exprimir el rendimiento que da el lujo de ser propietario de un club histórico de LaLiga, con la vitrina cuajada de títulos y una masa social que lleva al estadio a 40.000 personas en cada partido, aun con el equipo sufriendo por la permanencia.
En los últimos siete días se han dado los pasos que esperaba para endulzar el valor del club y hacerlo más atractivo a nuevos inversiones. No significa esto que Peter Lim se lance a una venta inmediata, pero sí que le va a ganar dinero.
Para eso era imprescindible el trabajo en busca de la sostenibilidad financiera que llevan persiguiendo sus ejecutivos desde 2021. El máximo accionista empezó por hacer los deberes que estaban en su mano. Tomó las riendas del Valencia en 2014 comprando por 100 millones la deuda de la Fundación, propietaria entonces del 80% del capital social, y renegociando con Bankia, aún no convertida en Caixabank, la deuda con una quita de 60 millones de euros si mantenía el 51% de la propiedad al menos hasta 2026. Además, ha ido prestando asistencia financiera a través de Meriton por un valor que suma alrededor de otros 100 millones.
Han sido préstamos que ha capitalizado para aumentar su control del capital social al 91,55% y de los que el Valencia sólo va a tener que devolver los últimos 35 millones. De hecho, empezará a tener que hacerlo el próximo 15 de diciembre. El 70% lo afrontará en pagos hasta 2028 y el 30% lo tendrá que liquidar el 30 de julio de 2029. No parece que se vayan a agotar esos plazos.
El club ha ido ajustando su gasto y empequeñeciendo su plantilla hasta reducirla a los ingresos por televisión, de manera que incluso en el ejercicio 2023 va a dar beneficios. Y es que las ventas de futbolistas que se han realizado en los últimos dos años no se han reinvertido en jugadores sino que se han destinado a reducir una deuda que supera los 320 millones de euros. O al menos a no engordarla más.
Una deuda contenida y unos gastos operativos equilibrados es lo que Lim exigía para hacer el club más atractivo y, de paso, dejar de prestarle dinero a fondo perdido. Eso ya lo ha conseguido. Además, tiene una plantilla joven, con valores en crecimiento, barata y con contratos cortos.
Nuevo Mestalla
Otros escollos no estaban en su mano. El primero, el embrollo urbanístico del cambio de estadio. Lim compró el Valencia sabiendo que estaba comprometido a cambiar Mestalla por el campo de la Avenida de las Cortes cuyas obras estaban paradas. Sin embargo, nunca le interesó retomarlas hasta que las instituciones le forzaron.
La Generalitat decretó la nulidad por incumplimiento de la Actuación Territorial Estratégica (ATE) que garantizaba al Valencia un mayor, y mejor, aprovechamiento urbanístico del suelo del actual Mestalla y, con ello, un aumento de su valor. También de una parcela anexa al nuevo campo que se puede explotar comercialmente.
Pese a que el Valencia tensó sus relaciones con el Ayuntamiento e incluso llevó a la Generalitat a los juzgados, finalmente alcanzó un acuerdo para mantener esos privilegios y lograr las licencias urbanísticas a cambio de activar las obras de nuevo campo antes del 15 de enero de 2025 y tenerlas finalizadas en el verano de 2027. Ese proyecto de estadio, el enésimo desde 2005, se presentó el pasado 11 de octubre al Ayuntamiento para ser sometido a la valoración de los técnicos y a una auditoría de costes que ya ha encargado el consistorio.
Se trata de un estadio de 70.044 localidades, con cubierta de cables tensados y membrana textil y una fachada ondulada simulando las balconadas del actual Mestalla. Todo con un coste total de 241millones de euros, de los cuales 63 ya estaban invertidos en la estructura actual de hormigón y a los que habría que sumar los 35 del coste del suelo. En total, una obra por encima de los 300 millones.
El Valencia sólo contaba con la financiación de 80 millones de CVC y la venta del terciario y algún inmueble más por valor de 35 para hacer frente a esta inversión. Necesitaba financiación por eso se lanzó a los mercados internaciones y lo hizo con el desbloqueo municipal bajo el brazo.
Los contactos se establecieron hace un año con Goldman Sachs para tantear las posibilidades de financiación y se han acelerado después del verano, con la hoja de ruta urbanística aclarada desde el pasado mes de julio. El Valencia busca los casi 100 millones para hacer frente a las obras y, además, otros 120 para refinanciar su deuda de corto a largo plazo. Esto le permitiría saldar la deuda con Caixabank, principal accionista y ponerse en manos de la firma norteamericana. Quedaría por saber si en esa negociación se incluiría la quita de 60 millones con que penalizarían a Lim si vende su mayoría. De hacerlo, tendría las manos libres.
El acuerdo entre el Valencia y Goldman Sach, con el nuevo estadio como principal garantía, está muy cercano y podría anunciarse en la próxima junta de accionistas, lo que supone dar una patada al balón hacia adelante. Con las finanzas a corto plazo ordenadas y el nuevo estadio desbloqueado, el valor del club en el mercado permite a Lim vender con beneficio.
El cuaderno de venta está ya en manos de las principales consultoras europeas, según desveló el diario AS, y el precio podría rondar entre los 350 y los 400 millones de euros. Es la cifra que también conoce LaLiga. Javier Tebas se ha esforzado en los últimos tiempos en ofrecerse para ayudar al magnate a buscar un comprador.
En ese precio influirá también el tiempo, porque en el momento en que Lim se decida será importante la situación deportiva del equipo. No vale lo mismo un club salvado que en riesgo de descenso o en Segunda.
¿Es la salida de Lim la salvación del Valencia? Depende de quién sea el comprador y de los planes que tenga. Si el interés es deportivo, su inversión tendrá que ser progresiva por las normas de fairplay de LaLiga pero el margen es muy amplio. Si es inmobiliario, todo será mucho más complicado, pero este interés es imprescindible tanto por el compromiso, ahora sí con penalizaciones, de acabar el estadio como por la necesidad de rentabilizar el viejo Mestalla.
Esta vez, a diferencia de en 2014, ni siquiera existirá una figura que pretenda velar por los intereses del valencianismo, aunque entonces se olvidaran de ejercer esa labor. Ahora será Lim y sólo Lim, o sus bancos, quienes decidan.