Joan Jordán, de polémico penalti, ata al Alavés a Primera ante un Valencia que no alcanza Europa

Actualizado Miércoles, 14 mayo 2025 - 21:17

Cerró los ojos, respiró hondo y miró a Mamardashvili. No pasó por la mente de Joan Jordán ni por un instante aquel lanzamiento a lo panenka que le adivinó Batalla hace unas semanas para enfado de Coudet. Quería chutar el penalti que les había servido el bandeja la polémica decisión de Gil Manzano. Era su forma de resarcirse un momento histórico. Sumar una victoria cuando el Leganés caía goleado en Villarreal significaba atar al Alavés a Primera. Eso era lo único que importaba. [Narración y estadísticas: 1-0].

Fue capaz del conjunto vitoriano incomodar a un rival desdibujado, que se apagó y en nada recordó al equipo capaz de encadenar diez jornadas sin perder. El Valencia tuvo que agarrarse a Mamardashvili para sobreponerse a las dentelladas que daba un Alavés con hambre de permanencia. Si bien las dos primeras, y tímidas, ocasiones del partido las generó Luis Rioja y no llegaron a rematarlas ni Hugo Duro ni Diego López, a los 15 minutos, y en solo cinco, se vio el georgiano obligado a levantar un muro en su portería.

Atajó un testarazo a bocajarro de Guridi tras un saque de córner que Facundo, desde la frontal, colgó para el remate del guipuzcoano. Después fue Tenaglia quien lo forzó a parar en dos tiempos su disparo cruzado y también tuvo que volar para evitar que el zurdazo de libre indirecto de Aleñá se le colara hasta el fondo de la red. Solo vestirá dos jornadas más la camiseta del Valencia, pero este portero será recordado siempre en Mestalla por emerger de un ofrecimiento por correo electrónico para sostener al equipo justo cuando más lo necesitaba.

El empuje del Alavés no cesó, ni siquiera mientras la grada celebraba los tres goles del Villarreal al Leganés en la Cerámica. Era un alivio, pero no suficiente. Tenían que insistir en complicar al Valencia el control del juego, porque cuando Enzo Barrenechea se adueñaba, el Valencia fluía. Lo hizo con el argentino llegando al área, apoyándose en Diego López para que le filtraba un pase al corazón del área sin precisión para que pudiera armar el remate ante Sivera.

Pepelu, en disputa con Kike García.

Pepelu, en disputa con Kike García.EFE

Tras el descanso tampoco afloró en el Valencia el colmillo necesario para buscar plaza europea. Es más, fue quedando a merced del Alavés. Buscó Coudet mantener esa presión con Joan Jordán y replicó Corberán con Sadiq. No sirvió de nada. Tárrega tuvo que aparecer dos veces para bloquear a Kike García y evitar un cabezazo de Mouriño. Era el minuto 70 y los babazorros apretaban a Mamardashvili, que volvió a ser protagonista.

Primero despejando un tiro lejano de Antonio Blanco y después arrollando a Mouriño en un mala salida, un lance del juego en el que Gil Manzano vio penalti. Le llamó el VAR, lo vio pero no rectificó. Desde los 11 metros, Joan Jordán sostuvo al Alavés a Primera División. Coudet protegió el tesoro y el banquillo del Valencia, que reclamó otro penalti por agarrón y derribo de Gayà en el último segundo, intentó sin éxito reactivar a un equipo que sumó su cuarta derrota de la era Corberán cuando nadie lo esperaba.

Los números del Valencia que colocan a Corberán a la altura de Benítez, Marcelino o Cúper

Actualizado Martes, 13 mayo 2025 - 22:37

«No me siento un héroe, no lo soy». Carlos Corberán sigue siendo el mismo «extraterrestre», como le define su entorno, que llegó a Paterna el 27 de diciembre con el Valencia penúltimo con 12 puntos. No se alteró entonces por coger al borde del abismo a un equipo histórico, el de su abuelo, en el que jugó de portero siendo niño, ni lo hace ahora que le ha catapultado a la pelea por Europa. Han sido 18 partidos en los que ha sumado 33 puntos en nueve victorias, seis empates y solo tres derrotas. El Valencia ha encadenado diez jornadas sin perder, la cuarta mejor racha de las cincos grandes ligas que iguala el Nápoles, que pelea por el título en la Serie A, y superan el Estrasburgo (12), que busca plaza Champions, el Barça (17) y encabeza la Roma de Claudio Ranieri, que perdió con Atalanta tras una racha de 19 partidos (14 victorias y cinco empates) que le sacó del pozo de la clasificación en una vida casi paralela con este Valencia.

La racha de ex técnico valencianista ha acabado, la de Corberán está pendiente de que el equipo logre ampliarla ante el Alavés, Athletic y Betis. La pelea empezará en Mendizorroza ante un rival que se juega la permanencia, pero al entrenador los retos no le alteran. Sigue su camino sin pronunciar la palabra Europa, aunque con ella en mente. «Este equipo no negocia competir. En este partido no se pueden ganar cuatro puntos. Se pueden ganar tres como máximo y mi ambición es que el equipo los sume», aseguraba.

No depende el Valencia de sí mismo para alcanzar un objetivo en el que le llevan ventaja el Celta y el Rayo, pero quiere estar al acecho de un error -hay un enfrentamiento entre ellos en la penúltima jornada- y porque tiene al alcance acabar con estadísticas de campeón.

Si los valencianistas suman los 9 puntos en disputa, alcanzarán los 42 desde que Corberán se sienta en el banquillo. Como uno de ellos lo sumó antes de que acabara la primera vuelta, se quedaría solo un punto por debajo de los números que hizo el equipo con Rafa Benítez en la segunda vuelta de la temporada 2001/02, la primera del entrenador madrileño en la que conquistó el título de Liga tras 31 años de sequía. Desde entonces, nadie ha logrado ese rendimiento. Con Nuno se sumaron 39 en la 14/15 y con Marcelino 38 en la 18/19. En ambos casos, el Valencia se clasificó entre los cuatro primeros y jugó Champions. Con 36 acabó Héctor Cúper la temporada 99/2000, que llevaría de nuevo al club a la máxima competición y a su segunda final consecutiva.

Jugadores clave

La proeza de Corberán es volver a colocar al Valencia en ese rendimiento, que lastra una primera vuelta horrorosa que dejó solo 13 puntos. ¿Cómo lo ha logrado? A través de la mejora del juego colectivo y, en especial, del rendimiento de algunos jugadores.

La incorporación de Sadiq y Enzo Barrenechea en el mercado de enero, cedidos por la Real Sociedad y el Aston Villa, ha sido determinante. Los cinco goles del nigeriano se convirtieron en puntos que encarrilaron la salvación y permitieron al equipo sobrevivir a la ausencia de Hugo Duro, renacido tras superar una lesión en enero. El equilibrio del argentino en el centro del campo permitió al equipo interpretar la propuesta que el entrenador quería para su bloque: no huir de control del balón pero tampoco renunciar al arma de las transiciones rápidas.

Y ahí ha sido esencial el despertar de Javi Guerra, que no estará por sanción ante el Alavés, y el olfato de Diego López. El centrocampista ha pasado de no encontrar su hueco en el once a ser catalizador del juego y pieza imprescindible en la identidad que busca Corberán. Ha emergido un futbolista incluso más completo que el que se vio en su aparición en Primera hace dos temporadas.

En el caso del asturiano, sus registros goleadores se han recuperado. Hasta estas últimas diez jornadas había marcado tres, a los que ha sumado cinco más. De hecho, es el tercer jugador de la Liga con más goles generados por detrás de Álex Baena y Lamine Yamal.

Ante este giro completo que ha experimentado el Valencia en apenas cinco meses, Corberán se esfuerza en que se le dé valor, que el valencianismo disfrute haber llegado a los últimos tres partidos sin sufrir, que es el mayor premio, lo que no significa relajación. Todos quieren más.

Sorloth, un pistolero de leyenda que destroza récords y a la Real Sociedad en media hora

Sorloth, un pistolero de leyenda que destroza récords y a la Real Sociedad en media hora

A un vendaval no se le puede poner freno y eso debió pensar Alexander Sorloth cuando fue encontrando el gol, uno tras otro y sin demasiado esfuerzo, cuando apenas había arrancado a sudar ante la Real Sociedad. Cada balón que rozaba su bota acababa en el fondo de la portería de Remiro. Y ese duende no había que dejarlo escapar. En un santiamén, mutó en el pistolero más rápido de la Liga, tumbando récord de otro fútbol que lleva vigente 84 años, y encarriló la victoria del Atlético antes de la media hora de partido. A sus compañeros les bastó con surtirle de balones. Daba igual un centro por la derecha o por la izquierda, un pase en profundidad o una contra en solitario. Todo lo que tocó Sorloth acabó reflejado en el marcador.[Narración y estadísticas: 4-0]

El primero se lo preparó Barrios, conduciendo una contra en el carril derecho y con un centro su carrera que solo tuvo que tocar de puntera para batir la meta realista. Sorloth era titular por la sanción de Julián Álvarez y en siete minutos ya había visto puerta. En tres más llegó el segundo. Esta vez se bastó solito. Samu Lino robó, se apoyó en su caída a la banda y el noruego alzó la vista, pero al no encontrar compañía en el área, se la jugó con acierto. Apenas había sacado de centro la Real cuando se encontró el tercero. Giuliano colgó un balón desde la derecha que rechazó Jon Martín al cuerpo de Martín Zubimendi, convertido en asistente involuntario para el hat-trick del noruego.

Tres goles en los 11 primeros minutos que son los más tempraneros de la historia de LaLiga. 15 había necesitado el valencianista Mundo en 1941 para endosarle los mismos al mismo rival, la Real Sociedad. Pero el estallido en las estadísticas que provocó el gigantón no se quedó ahí. Sus tres tantos los firmó en tres minutos y 57 segundos, lo que le ha convertido en el pistolero más rápido de la historia. Cuatro minutos y 45 segundos había necesitado Kevin Gameiro también con el Atlético en Gijón y tres segundos más David Villa con el Valencia.

Tanto partido quedaba por delante y tal era la excitación del Atlético que a la media hora cayó el cuarto, también de Sorloth para completar el póker en su noche mágica. Esta vez le asistió Javi Galán desde la orilla izquierda, no acertó Elustondo a despejar y apareció el noruego para el castigo.

A la Real Sociedad, deshecha, se le abrían vías de agua por todas partes. Era incapaz de mantener siquiera la pelota tiritando de desconfianza. O se quitaba de encima el pegajoso y arrollador dominio o la goleada sería histórica. Eso sin pensar que esta losa complica mucho su regreso a Europa, el último servicio que quería prestar Imanol Alguacil antes de su marcha.

Un centro de Take Kubo desde el carril izquierdo que no pudo cazar al segundo palo Zubimendi fue la única ocasión de los donostiarras en la dolorosa primera parte. Por eso en la segunda parte su banquillo se movió buscando solidez desde la que crecer, aunque eso supusiera el sacrificio de Kubo y Oyarzabal.

Lejos de esa reacción, lo que se encontraron fue a Sorloth estrellando con violencia en el travesaño el balón que al punto de penalti le centró Marcos Llorente. Los cuatro goles que le sientan en la mesa de Cristiano, Messi o Luis Suárez no eran suficientes para saciar al noruego.

Sin embargo, la excitación fue bajando en las filas rojiblancas. Alzó el pie y pasó de la verticalidad que destrozó a la Real a un control cómodo sobre un rival grogui y con la mirada perdida. Tampoco le hacía falta más y Simeone empezó a repartir esfuerzos pensando Osasuna y Betis. El equipo tiene atado el tercer peldaño en LaLiga, pero en el horizonte asoma el Mundial de Clubes y hay que sostener los esfuerzos.

Protegió a Barrios, con molestias, y poco a poco fue mandando al campo a balas que podían ser letales. Griezmann, la zurda de Lemar -que se lució en una falta al borde del área- o el pulmón de Gallagher. También echó mano de Correa, letal y al que Remiro le birló el quinto gol. Pero esta vez ese cambio tenía una intención diferente de la habitual: hacer que Sorloth saliera de su mágico partido ovacionado por el Metropolitano.

El Valencia libera sus sueños endosando una goleada al Getafe

Actualizado Sábado, 10 mayo 2025 - 15:59

No había caras tensas ni miedo en Mestalla. El Valencia se transformó hace unas jornadas en un equipo fiable que acabó con el sufrimiento de su parroquia, que ahora sí libera su sueño de verse de nuevo en Europa. El duelo ante el Getafe fue desde el inicio un premio, una fiesta, una goleada en medio de un baño de sol en un estadio donde muchas veces reinó la oscuridad. [Narración y estadísticas: 3-0].

El gol de penalti de Pepelu liberó un deseo contenido que nadie se atrevía a verbalizar. Primero, permanencia, después... lo que venga. Y eso es hacer cábalas para comprobar lo cerca o lejos que están la Conference y la Europa League. Las desató un pase de Javi Guerra a la orilla derecha por donde corría Luis Rioja para centrar al área pequeña para Hugo Duro, al que trabó Alderete sin miramientos. Despojados de la ansiedad de vivir en el alambre, Pepelu, que sumaba su segunda titularidad consecutiva, miró a Soria, aguantó y puso el balón ajustado al poste. En cinco minutos, el partido parecía bajo control. En los siguientes 40, resuelto.

Intentó el Getafe sacudirse el aturdimiento con una falta de Alderete desde la frontal que hizo volar a Mamardashvili para desviar a córner y salvar a bocajarro el remarte posterior. El duelo se tensó con faltas que encendían las protestas de Mestalla y costaba que apareciera la fluidez en el juego, que reclamaba una y otra vez Corberán desde la banda. Había que igualar la agresividad de los azules, pero en el librillo del técnico valenciano está escrito que eso se hace con dominio.

En esa tarea aparecía una y otra vez Javi Guerra. Su pelea por Milla hasta la línea de fondo acabó provocando un mal despeje del madrileño convertido en una asistencia a Diego López que en el área es infalible. Armó un zurdazo que tocó la mano de Soria sin poder evitar que se colara en su portería. En 18 minutos, el Valencia se había inclinado el partido con una confianza imposible de imaginar aquella noche del 13 de diciembre en Valladolid cuando, con 12 puntos, se hundió en el fondo de la clasificación.

Nadie se olvida de aquello y se traduce en gritos de 'Peter, vete ya', con el mismo dolor de siempre pero menos ansiedad, porque el equipo se ha agarrado a Primera y ambición. Quizá no le alcance, porque el lastre de la primera vuelta fue excesivo, pero la persigue incluso superando fallos como el de Almeida en su mano a mano con David Soria. Lo había lanzado Diego López solo ante el portero y el portugués erró en el disparo.

No pasaron ni dos minutos para que el Valencia lo enmendara y acabara la primera parte con la goleada amarrada. Se escapó Hugo Duro en una contra en ventaja contra Domingos Duarte que le hizo penalti jugándose la expulsión. Se la perdonó Cordero Vega y el VAR, pero el pichichi del Valencia batió a Soria para desatar minutos locos del Valencia en los que manejó a un Getafe absolutamente desfigurado, al que solo intentó rescatar un testarazo de Peter Federico que salvó un inspiradísimo Mamardashvili.

No es de extrañar que el valencianismo mirara la clasificación en el descanso y reinterpretara la letra de Karol G que sonaba en el campo: ¿Qué hubiera sido si antes hubieran conocido a Corberán? Desde que arrancó 2025 bajo sus órdenes son 33 puntos, nueve victorias, seis empates y solo tres derrotas en 18 partidos.

Esa fiabilidad es la que explicó que el Getafe apenas pudiera reaccionar en la segunda parte pese a los cambios de Bordalás. Se protegió de expulsiones sacando del campo a Alderete y reforzó la banda izquierda con Coba. Retrucó el banquillo valencianista con un cambio de sistema y tres centrales para lanzarse por los carriles. Sin embargo, el partido se ensució con faltas y parones como el que provocó la conmoción y el cambio de André Almeida.

Al Valencia le costaba acercarse al área y al Getafe las piernas le daban para apretar con más tesón que acierto. Los entrenadores ya miraban a la jornada intersemanal y en el césped aparecían las amonestaciones y apenas ocasiones. Por eso la grada, protestona ante el goteo de decisiones de Cordero Vega en las faltas, prefirió festejar. No vivía en un cómodo 3-0 desde septiembre de 2023 y se entretuvo coreando a Corberán por primera vez en la temporada y reclamando a Enzo Barrenechea, cedido por el Aston Villa, que se quede en Mestalla.

Ésa es la tarea que ahora se inicia en un club que siempre acude a los mercados con telarañas en los bolsillos, aunque este entrenador y estos jugadores que han activado un sueño merezcan mucho más.

El Betis sabe a gloria y jugará ante el Chelsea la primera final europea de sus 118 años de historia

El Betis sabe a gloria y jugará ante el Chelsea la primera final europea de sus 118 años de historia

Nadie puede negar que el Betis tiene arte de sobra para hacer historia. En Florencia afloró en un saque larguísimo de su portero que cazó Aitor Ruibal, disfrazado de delantero, para lanzar a Antony en la derecha mientras Abde asomaba por la izquierda para esperar el centro del brasileño que llevaba a los verdiblancos a la gloria. La final de Breslavia será la primera de la historia de un club y allí estará los béticos, como dice su himno, apiñados como balas de cañón. [Narración y estadísticas: 2-2]

Querían empezar a escribir su leyenda europea y para ello tuvieron que recuperar la ventaja labrada en el Villamarín, que se le escurrió entre los dedos. Y eso que tuvo ocasiones para convertirla en un abismo. Buscó Pellegrini desconcertar a los italianos, que dudaran entre perseguir a Antony, maniatar a Isco o controlar a Lo Celso, sin olvidarse del carril izquierdo en el que mandaba Fornals.

Un centro del castellonense, que tocó De Gea antes de que embocara Isco en el segundo palo, fue el primer aviso. Enmendó la Fiorentina los primeros desajustes y empezó a aparecer Moise Kean. Tocado por una varita, suma 26 goles para convertirse en un ogro que intimida defensas liderando contras con su potente zancada. En la primera, Isco corrió medio campo para incomodarle lo justo y que la pelota se perdiera por encima del larguero. No hizo más daño, aunque empezaba a costarle a los verdiblancos sujetar a un rival que quería jugar su tercera final de Conference League y al que bajo los palos primero Sabaly y luego Bartra birlaron el primer gol.

Lejos de temblar, el Betis siguió a lo suyo, con Cardoso robando y lanzando a la carrera de Antony para que enroscara un disparo que buscaba la base del poste y salvó la mano De Gea. En el primera ganó el meta madrileño; en la segunda, el iluminado brasileño. No midió la Fiorentina el daño de frenar en falta a Lo Celso casi en el borde del área. Isco amagó con el golpeo, descolocó un pasito al portero y Antony soltó un zurdazo que caminó hacia la escuadra besando el poste y el fondo de la portería. El Betis estaba un pasito más cerca del sueño.

Fue entonces cuando mostró su talón de Aquiles. Cinco saques de esquina cedió y dos acabaron en gol con una facilidad pasmosa gracias al indetectable Gosens. El alemán cabeceó el primero en el 34 para igualar el partido y lo remontó en el 42 con otro testarazo, dos jugadas que el Betis no supo leer, a las que siguieron otro remate de Kean que se perdió por encima de la portería. Recibía el Betis un duro castigo cuando Cardoso acaba de estrellar el segundo tanto en el larguero.

Irrupción de Abde

Volvió la Fiorentina al campo tras el descanso para que su estrella de la noche, Gosens, diera otro susto voleando un centro de Moise Kean. El Betis necesitaba intimidar y Pellegrini mandó llamar a Abde. Quedaba media hora para buscar la primera final de la historia. Se lo recordó el marroquí a los viola con una carrera, dos recortes en el área para sentar a Pongracic y la aparición de Comuzzo para desviar su chut.

Al tiempo que aparecía el miedo no cesaron las escaramuzas, las de Isco o un Antony con Ranieri de guardaespaldas a quien le robó un balón en el 88 que tuvo que sacar De Gea con una doble parada. Fue en la prórroga cuando el Ingeniero inventó colocando a Ruibal como delantero. Incluso no se asustó cuando la lesión de Bellerín llevó al debut del joven Pablo García, que hasta galopó para regalarle a Isco un remate franco que el malagueño no enganchó de puro cansancio. El duelo ya estaba decantado y aún pudo cerrarlo Abde con un remate escupido por el poste. Las lágrimas de Antony y el estallido en la Feria de Sevilla demostraban que el Betis acababa de abrir otra página en sus 118 años de historia.

El nuevo Isco y el sueño de la primera final europea del Betis: "Quería este desafío, con rendimiento y liderazgo"

El nuevo Isco y el sueño de la primera final europea del Betis: “Quería este desafío, con rendimiento y liderazgo”

Cuatro Champions, tres Ligas, un Copa del Rey y un puñado de Supercopas lucen en el palmarés de Isco Alarcón, pero fueron éxitos casi de otra vida, en los que no siempre tuvo una participación decisiva. Por eso sueña con ganar la Conference League con el Betis, lo que pasa por estar de Breslavia el día 28 de mayo dejando en el camino a la Fiorentina. Ése es el reto que tiene «engorilado» al nuevo Isco: llevar al equipo que le resucitó a su primera final europea.

En él confía ciegamente un beticismo que le recibió con cierto escepticismo tras su polémico paso por el Sevilla pero al que se ha metido en el bolsillo. Es un estandarte fuera del campo, pero sobre todo su liderazgo lo ejerce en el césped. Con 11 goles y ocho asistencias desde diciembre, el malagueño está viviendo «una segunda juventud» a los 33 años y puede que el segundo momento más dulce de su carrera. Hay que remontarse a su segunda temporada en el Real Madrid, la 16/17 bajo las órdenes de Zidane, para encontrar una incidencia similar. Fue entonces cuando Sergio Ramos e Iker Casillas le apodaron 'Magia', un título que lleva tatuado en el bíceps.

En esta resurrección hay dos factores esenciales: su propio convencimiento y el de Manuel Pellegrini. Con el chileno explotó en el Málaga hace 12 años, en una temporada en la que marcó 12 goles y seis asistencias. «Me lo quise llevar al Manchester City, pero se metió el Real Madrid», confesaba el Ingeniero, un entrenador que, como valora Isco, «sigue apostando por esa figura del mediapunta». «Es mi padre futbolístico», no duda en proclamar.

Cambio físico

Pese a esta fe, Pellegrini quizá no hubiera convencido al Betis para firmarlo en el verano de 2023 si no fuera por la transformación que vivió el jugador. En 2022 sale del Real Madrid para firmar por el Sevilla por expreso deseo de Lopetegui, que antes de acabar la primera vuelta es cesado. Un encontronazo con Monchi provoca que se active su salida al Unión Berlín en el mercado de enero, pero el acuerdo se rompe el último día, el 31 de enero y se queda sin equipo.

Isco se vuelca entonces en una transformación física que ya había comenzado como sevillista. Fueron meses de largas sesiones de entrenamiento en el gimnasio y sobre el césped en las instalaciones que le cedía el CD San Fernando o en el jardín de su casa. No se permitió un respiro y se convirtió en un jugador más rápido: cuatro segundos cada 100 metros. Ese recurso hizo que su magia indiscutible con el balón aflorara con más intensidad.

Isco y Pellegri, durante una reciente rueda de prensa.

Isco y Pellegri, durante una reciente rueda de prensa.EFE

Ni el Betis, que el firmó en el verano de 2023, lo esperaba. Por eso le ofreció un año de contrato con opción a otro si jugaba un mínimo de 45 minutos en 25 partidos. Pellegrini, sí: «Cuando hablé con él me di cuenta de que quería este desafío y lo demostró, no solo por su rendimiento futbolístico, sino porque se involucra en la parte física y de liderazgo».

Apenas seis meses después, convertido en estandarte del equipo, el club le amplió el contrato hasta 2027. Incluso parecía que se le podían abrir las puertas de la Eurocopa de Alemania. Pero en mayo se rompió en peroné en un partido ante Las Palmas. Para entonces llevaba 9 goles y siete asistencias, cifras que no alcanzaba desde 2018.

En septiembre, tuvo que volver a pasar por quirófano y eso le ha llevado a perderse las 15 primeras jornadas de Liga y toda la fase de grupos de la Conference. Volvió a jugar el pasado 7 de diciembre, ante el Barça y en enero ya era titular indiscutible. Isco se ha hecho más fuerte, ha encontrado su lugar perfecto en el mundo y vuelve a disfrutar. "Ojalá hubiese venido antes", reconoce un jugador. Un ciclo de vida que quiere cerrar llevando al Betis al primer título europeo.

Cruel castigo al Barça de Lamine: el Inter será finalista de la Champions tras un duelo épico

Cruel castigo al Barça de Lamine: el Inter será finalista de la Champions tras un duelo épico

Las noches de hundimiento del Barça tienen un escenario europeo más, Milán, pero en nada se parecerá a cualquier otro naufragio. Esta vez fue un castigo cruel y por momentos injusto para el equipo primaveral y descarado que ha ensamblado Hansi Flick. Se encontraron con el primer gran obstáculo y pelearon con convicción toda la eliminatoria, sin miedo, guiados por un Lamine Yamal en la persecución de un sueño que les arrebató el Inter justo cuando vivían inmersos en un estado de felicidad sostenida. Parecían quedar atrás los breves estallidos que habían alimentado la última década, en la que el Barça no creó memoria y ni recuerdos europeos, a veces por deméritos otras por falta de suerte. Cuando pareció que este equipo, comandando por un juvenil y bajo el gobierno de Pedri, lo tenía todo, los italianos se cobraron primero los errores, después le sobrevivieron y acabaron resistiendo para someter la alegría feroz de esta generación culé en una eliminatoria épica. [Narración y estadísticas (4-3)]

El Barça encontró con la necesidad de masticar un duelo que tardó en saber interpretar, tuvo en su mano y lo vio escapar. No lograba generarle dudas a un rival que echó mano de veteranía, esa misma que hizo de Dimarco buscara intimidar a Lamine a base palitos. Nada que pudiera castigar Marciniak, pero suficiente para desquiciar. Aún así se sostuvo el de Rocafonda para tirar de un Barça que se refugió solo en él para intimidar, sin que eso le permitiera sacar a pasear su don.

En los primeros minutos, ambos equipos buscaron dañarse por los flancos. Si Lamine estaba juguetón, Dumfries anduvo siempre preparado para buscarle las cosquillas a Gerard Martín. Fue la caldera del Giuseppe Meazza la que encendió el partido cuando el Inter encadenó tres saque es de esquina consecutivos e impuso su pizca de locura. Se durmió Olmo en la salida de balón y apareció Dimarco para robar, buscar a Dumfries y que el neerlandés asistiera a Lautaro Martínez para abrir el marcador. El argentino había apurado para llegar al duelo y fue determinante durante muchos minutos.

Cubarsí y el VAR

La ventaja le dibujó al equipo de Inzaghi el escenario que quería. Sin necesidad de arriesgar, entregó el control a los azulgrana, demasiado imprecisos ante Sommer. Ni Ferran ni Lamine, en alianza con un solvente Éric García en funciones de lateral, eligieron bien y Olmo y Raphinha ni aparecían.

Al Inter le bastaba con estirarse a la contra, buscando inquietar en cualquier despeje como la bolea que probó Mkhitaryan o el zurdazo de Çalhanoglu. Se sostenía el Barça en esa mínima desventaja cuando Cubarsí se lanzó a los pies de Lautaro frenando su mano a mano con Szczesny. Se jugó el penalti y el VAR lo cazó. El argentino, a medio gas, había marcado un gol y dejado en bandeja el segundo a Çalhanoglu desde el punto de penalti con la primera parte cumplida. El 2-0 era un mazazo que Flick tendría que buscar enmendarlo en el vestuario.

Aunque solo la habilidad en el fuera de fuego les libró del tercer tanto, al alemán no le hizo falta ni mover el banquillo porque el héroe inesperado lo tenía en el césped. Se activaron Lamine, Pedri y Raphinha, pero fue Gerard Martín el que puso un centro lateral que Eric García enganchó para enviar a la escuadra. Ese gol recordó que no hay desaliento cuando está en juego una final. Tuvo el empate el improvisado lateral en una contra de manual con Gerard y Pedri, pero su disparo lo adivinó Sommer, todo reflejos.

Frattesi festeja el 4-3 del Inter, el martes en el Meazza.

Frattesi festeja el 4-3 del Inter, el martes en el Meazza.AFP

Nada pudo hacer el suizo con otro centro llovido desde la izquierda para el testarazo de Dani Olmo. El Barça había revivido y el Inter temblaba. Tanto que cuando el VAR convirtió en falta al borde del área la entrada de Mkhitaryan a Lamine que Marciniak vio como penalti, todo el estadio resopló de alivio.

La superioridad culé era aplastante y, como no podía ser otro, Lamine tuvo la ocasión de romper el empate con un latigazo desde la frontal del área que salvó la mano de Sommer. Entonces apareció Raphinha. Necesitó probar con la izquierda, que salvara Sommer y recoger el rechazo para ajustar un derechazo a la base del poste para poner rumbo a Munich. Nada parecía poder frenar a este Barça y hasta Lamine estrelló el cuarto en el palo. Sin embargo, el Inter revivió para aguar la fiesta culé. Cuerpeó Dumfries con Gerard y le ganó para poner un centro que Acerbi convirtió en el empate que condenaba a la prórroga.

Con el partido loco, en el tiempo extra los errores se pagaron mucho más caros. El de Araújo dejando escapar a Thuram en el lateral del área para asistir a Frattesi fue determinante. Otra vez el Barça estaba eliminado. Bajo la intensa lluvia de Milán, faltaba el gol de Lamine que, por más que lo buscó de manera incansable, no apareció.

El Valencia alza la mirada a Europa tras hundir a Las Palmas

El Valencia alza la mirada a Europa tras hundir a Las Palmas

Meses de sufrimiento, de apretar los dientes ante la adversidad y buscar el amparo de Mestalla para alimentar la esperanza. Nadie veía al Valencia en Segunda División pero algo le mantenía anclado al primer círculo de descenso a los infiernos. En el estadio de Gran Canaria, donde hacía 20 años que no lograba una victoria y ante una UD Las Palmas angustiada, el Valencia salió con una victoria que le permite afirmar que seguirá en Primera. Seguro que Carlos Corberán, el técnico hacedor de una milagrosa segunda vuelta, no da por consumada la salvación, pero nueve o diez puntos de ventaja cuando quedan 12 en juego se antojan imperdibles para un equipo que solo ha hincado la rodilla ante Barça, Real Madrid y Atlético. [Narración y estadísticas: 2-3]

Para reforzar el mensaje prudente que el entrenador inculca al vestuario, el Valencia vio cómo se le complicaba un partido que tenía bajo control de la manera más inesperada en el añadido de la primera parte. Dejó que se escapara Viti por el carril derecho para, sin que lo pudieran frenar entre Pepelu, Mosquera y Gayà, forzar un córner que puso Sandro al corazón del área con la mala fortuna para Diego López que, intentando obstaculizar el testarazo de Bajcetic, la pelota le golpeó en el brazo. No dudó De Burgos Bengoetxea en pitar penalti, corroboró su decisión Iglesias Villanueva en el VAR y Sandro engañó a Mamardashvili. Los de Corberán se habían complicado un partido plácido en el 45+1.

Las Palmas se había tenido que conformar con sobrevivir durante todo el primer tiempo. Se encontró un rival incisivo, que presionaba y llegaba con facilidad al área aunque ahí le faltara acierto. Rafa Mir fue el mejor ejemplo. Volvió a la titularidad junto a Hugo Duro y demostró que tiene olfato pero no puntería. De volea cazó un saque de falta de Pepelu y a punto estuvo de aprovecharse de un pinball entre defensas canarios que generó un centro de Foulquier al área.

También probó Diego López con un disparo lejano antes de que a los 22 minutos llegara el tanto valencianista en una jugada casi perfecta. Se escapó, una vez más, Gayà por la orilla para poner un balón a la cabeza de Mir, que no remató pero peinó para que cayera muerto a los pies de Rioja, que esperaba en la derecha pegado a la línea de fondo. Lo devolvió al corazón del área donde apareció Hugo Duro para batir la portería de Horkas.

El gol le dio más control al Valencia. La tranquilidad y la confianza se imponían a al necesidad de sumar de Las Palmas si quiere seguir vivo en la pelea por la permanencia. Eso sí, controló la ansiedad esperando que llegara su momento. Le costó hacer lo mismo a Rafa Mir. El murciano tenía tantas ganas de marcar en una temporada complicada que hasta se anticipó a Diego López para rematar otro centro de Rioja cuando el asturiano armaba la pierna.

Cuando todo parecía bajo control, apareció un riguroso penalti que metió a Las Palmas, sin la magia de Fabio Silva, en el duelo. Sin embargo, tras el descanso, el guion volvió a ser el mismo, con Mir forzando a Horkas con un disparo cruzado.

El Valencia tenía el control del juego y, justo cuando Diego Martínez quiso buscar el partido con sus cambios, llegó el segundo gol de Hugo Duro. Golpeo larguísimo de Diakhaby a la carrera de Diego López y el asturiano, pícaro, tuvo tiempo de ver que llegaba el madrileño antes de ponerle la pelota al punto de penalti desde la línea de fondo. El 9 del Valencia ya se había adelantado a Álex Suárez para sumar su décimo gol de la temporada.

El partido se trabó porque, ahora sí, los nervios aparecieron en los insulares y con ellos los errores. Como el resultado era corto, Corberán miró al banquillo y dio otra vuelta de tuerca para cambiarlo. Si había optado por dos delanteros de inicio, cambió el dibujo manteniendo la amenaza con Sadiq y el control con Almeida. Lo que imaginó no tardó en reflejarse en el marcador. El nigeriano bajó al círculo central para, entre camisetas amarillas, aguantar a trompicones una pelota que cedió a Almeida para recolocarse en el área pero el portugués vio la entrada de Diego López por la orilla izquierda. El asturiano sacó un centro que escupió Horkas al muslo de Suárez que lo convirtió en el tercer gol valencianista.

Lo que parecía una victoria clara, de nuevo se complicó en el 83 cuando un centro de Campaña lo remató con un testarazo a placer McBurnie para mantener con un halo de vida a Las Palmas en los minutos finales. Buscó piernas el Valencia para protegerse porque se volcaron los canarios. Dominaban a un rival atrincherado y apareció por primera vez en todo el partido el genio de Moleiro asociado con Campaña, Mika Mármol o Januzaj. Aunque Mata tuvo el empate en sus botas, los canarios se salvaron del cuarto por la pifia de Sadiq en el último suspiro cuando solo tenía que empujar la asistencia de Foulquier. Seguirán sufriendo para buscar un objetivo que el Valencia ya tiene en el bolsillo.

Del sueño a la pesadilla: amarga goleada del Manchester United al Athletic en San Mamés

Del sueño a la pesadilla: amarga goleada del Manchester United al Athletic en San Mamés

Hay sueños que acaban convertidos en pesadillas. El Athletic lo comprobó con una amarga goleada ante el Manchester United que le aleja casi de manera definitiva de la final de la Europa League en San Mamés. Entró en efervescencia todo el estadio, volcado en empujar a su equipo a rozar el cielo, pero la respuesta en el césped no fue la misma. Apenas pudo el Athletic mantenerse vivo en la eliminatoria 30 minutos. [Narración y estadísticas: 0-3]

El infierno en el que quisieron sumergir a los ingleses acabó achicharrándoles, incapaces de sobreponerse al primer partido que se les empinaba en una temporada extraordinaria. Dos goles habían cedido como locales y dos le marcó el United en un abrir y cerrar de ojos, con el castigo añadido de la inferioridad numérica. Entonces el Athletic, mermado, ni siquiera supo atrincherarse para llegar vivo a Old Trafford. Cierto es que la tarea no era fácil con una hora de partido por disputar.

El inicio de la semifinal no presagió tanta amargura pero sí dejó pistas. En los primeros minutos, con la caldera de San Mamés a toda potencia, Nico Williams buscó centros para Maroan Sannadi, Berenguer hizo aparecer a Onana con sus disparos y hasta Iñaki cabeceó un balón por encima del larguero. El Manchester, esforzado en apagar esa ebullición, tuvo una contra en la que Bruno Fernandes lanzó a Garnacho para que batiera a Agirrezabala, pero en fuera de juego. Esa conexión es la que tenían que vigilar los rojiblancos sin olvidarse de buscar la portería, como hizo Nico para asociarse con Sannadi y forzar a Casemiro, o Iñaki dándole otra asistencia a Berenguer para un golpeo que salvó Lindelöf casi bajo los palos.

El United esperaba ordenado a que las burbujas de esa efervescencia fueran bajando cuando se encontró con su propia revolución. Maguire se lanzó por la orilla derecha de su ataque, tumbó con dos recortes a Jaureguizar y sacó un centro que peinó Ugarte para servir el testarazo a Casemiro al segundo palo. Por si no era bastante varapalo, tres minutos después Vivian agarró lo suficiente a Hojland en el área para que no empujara una pelota a gol. El colegiado noruego Eskas no lo vio, pero el VAR sí. En la revisión hubo doble castigo: penalti y roja al internacional español.

Bruno Fernandes no falló y la ventaja, desde la inferioridad numérica, se hizo un abismo para el Athletic. La casi certeza de que era el adiós al sueño de pelear un título la sembró de nuevo el capitán portugués cuando, habilitado por un taconazo que Ugarte sacó entre camisetas rojiblancas al borde de la medialuna, batió la portería de Agirrezabala para poner el 0-3.

Bajo el peso de esa losa, Valverde no esperó al descanso para hacer los cambios, que aumentaría al inicio de la segunda mitad. Si había una mínima opción de resucitar pasaba por echar el cerrojo a la portería, con la dificultad que eso entrañaba porque Dorgu estrelló un latigazo en el travesaño en el añadido.

El paso por el vestuario no sirvió para que el Athletic, desquiciado, volviera a la pelea con la mente fría y pensando que aún quedaba la vuelta. Al equipo de Amorim, que se agarra a la Europa League para colarse en Champions tras el desastre en la Premier, le bastó con bajarle las revoluciones al duelo, sin arriesgar. Y aún así, por dos veces Casemiro, de disparo lejano y de cabeza, hizo esforzarse al guardameta vasco, que también apareció en el 80 para desviar otro tiro lejanísimo de Bruno Fernandes y frustrar a Hojlund.

Los esfuerzos ya estaban centrados en que no pasara nada más, ni siquiera con el revitalización que buscaron desde el banquillo. El Athletic, con la fiesta aguada, solo pudo lamentarse y conjurarse para creer en la resurrección en Old Trafford.

El éxtasis de Lamine desata a un Barça que peleará la final de la Champions en San Siro

Actualizado Miércoles, 30 abril 2025 - 23:11

Hay dos lenguajes que Lamine Yamal ha unido para catapultar al Barça: no solo es capaz de hacer diabluras con la pelota sino que también tiene un don para crear emociones. No le hables de futuro, de guardar ventajas, de bajar los brazos o de proteger un resultado que sigue dejando a mano una final de Champions. Háblale de someter y enloquecer a los rivales, de tratar de tumbarlos aunque sea para seguir subido al sueño. Con ímpetu adolescente, fue él quien desató al Barça en unas semifinales de infarto ante un Inter que desnudó sus carencias con suma facilidad obligándoles a un examen de conciencia en San Siro. [Narración y estadísticas (3-3)]

Lamine sembró el miedo el Montjuïc cuando se retiró del calentamiento. Los presagios no eran buenos, pero los espantó nada más arrancar el duelo y en las circunstancias más difíciles. El Barça se encontró con un gol en contra a los 30 segundos por una genialidad de Marcus Thuram. Un centro de Denzel Dumfries y un taconazo ante el resbalón de Íñigo Martínez para marcar el segundo gol más rápido que le han hecho al Barça en Europa. Un golpe inesperado, pero también mucho tiempo para levantarse.

No iba a ser tarea fácil porque el Inter se esforzó en guardar un botín que no tuvo que pelear. Como las legiones romanas, el equipo de Simone Inzaghi es capaz de juntarse en el área sin dejar hueco ni para el aire. Dejaron que el Barça los llevara hasta allí sin contar con que, esa noche, Lamine Yamal iba a ser imparable. Él solo se bastó para ir buscando la rendija hasta que la encontró. Ni bajo la persecución de Dimarco y Bastoni, con las ayudas de Mkhitaryan, pudieron maniatarle. Era noche de desenfreno y no tardó en verse.

Por donde nadie lo esperaba

Primero trazó un centro que sorprendió a Ferran Torres de lo medido que iba a su bota. Después fue el valenciano quien buscó ajustar al palo un rechace de Bisseck. Con el Inter empujado a vivir en su campo, antes de que el Barça lograra reaccionar llegó el segundo varapalo. Un córner forzaron los italianos y Dimarco lo puso al corazón del área pequeña para que Acerbi lo peinara y apareciera Dumfries con una increíble chilena. Dos goles en contra en 20 minutos y, pese al acoso y la posesión, ni un disparo culé entre los palos de Sommer.

El suizo tardó muy poco en dejar de ser espectador. Lamine Yamal se soltó la cadena y tiró del equipo cuando cumplía 100 partidos en la élite azulgrana. La banda era suya y quebraba con suma facilidad a cualquiera que saliera a su paso. Caracoleó desde la frontal, sin miedo, con descaro, colándose por donde nadie lo esperaba hasta sacar un disparo al palo largo que Sommer solo pudo seguir con la mirada. El chaval de 17 años, una vez más, acababa de prender una chispa que guió al Barça al empate.

Volvió a pasillear por el área hasta la línea de fondo para, en un palmo, soltar un zurdazo que el guardameta interista rozó para desviar al larguero. De la electricidad de Lamine se contagió todo el ataque. Probó Dani Olmo a soltar un latigazo girándose entre los centrales y Ferran y Raphinha anduvieron pendientes de los centros desde la derecha del inspirado genio de Rocafonda.

La volea de Dumfries para el provisional 0-2 del Inter.

La volea de Dumfries para el provisional 0-2 del Inter.AFP

No se podía sacudir el Inter el agobio ante el endemoniado peligro que generaba el canterano, que llevó otra vez a Sommer a salvarse del empate ante un disparo de Olmo. Lo que no pudo hacer es evitar que Pedri filtrara un balón a la cabeza de Raphinha que picó para la llegada de Ferran entre los dos centrales e igualara un partido en el que el Barça estaba logrando devorar al Inter.

Otro giro de guion lo provocaron las lesiones. Antes de la media parte, Koundé se echó al suelo. Demasiados minutos en las piernas del héroe de Copa y una nueva prueba de fuego para Flick, que tuvo que mandar al campo a Éric ante la ausencia de otro lateral diestro. La desgracia también golpeó al Inter con la lesión de Lautaro Martínez.

Quisieron Flick e Inzaghi bajar las revoluciones y evitar que el partido enloqueciera en la segunda parte. Se habían dañado con suma facilidad y había que recomponerse. Imposible. El Inter dio un paso al frente para sacudirse el dominio y, en un córner ante una mala salida de Szczesny, de nuevo Dumfries fue letal. La satisfacción de volver a adelantarse en el marcador apenas duró unos segundos, porque de otro saque de esquina en jugada ensayada, Raphinha soltó un obús desde la frontal que Sommer solo pudo mandar a su propia red.

El remate con el que Ferran Torres colocó el 2-2 en Montjuïc.

El remate con el que Ferran Torres colocó el 2-2 en Montjuïc.AFP

Nadie se conformó. El Barça siguió buscando tumbar al Inter, como si no hubiera un partido de vuelta, y los italianos se oxigenaron y encontraron con facilidad los metros a la espada de la defensa de Flick, con salidas taquicárdicas de Szczesny, un gol anulado por un ajustadísimo fuera de juego de Mkhitaryan y la sensación de que, llegados a los últimos minutos, una tregua era la mejor opción. Pero de eso no entiende Lamine, que aún estrelló un centro chut en el travesaño y contagió a Raphinha en el arrebato. Si quieren estar en Munich, tendrán que ordenarse y evitar que aparezca la locura en Milán. Si es que pueden.