Pogacar, en la estela de los dioses

Pogacar, en la estela de los dioses

En la rica y variada carta ciclista, todos los platos, desde la 'haute cuisine' hasta el menú del día, cuentan a la hora de forjar una trayectoria y reunir un historial. Pero las auténticas jerarquías profesionales, las que conducen a la leyenda, las establecen las tres carreras de tres semanas (Tour, Giro, Vuelta) y, pongamos que 10, las grandes clásicas.

En qué número y de qué modo se ganan unas y otras establecen un escalafón que, por ese orden

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Elogio de la nostalgia

Elogio de la nostalgia

Desde el reconocimiento de las comodidades y facilidades para el espectador del fútbol de hoy, expuestas ampliamente en esta Eurocopa, echamos de menos la simplicidad original de un deporte sencillo. Su lógica y su viejo lenguaje.

Añoramos aquellos tiempos en los que el balón era "el cuero" porque pesaba. Los modernos, más ligeros que un buñuelo de viento, tienden a encabritarse, volanderos, en su trayectoria. Y, dados a arabescos caprichosos, est

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Attaoui destroza el récord de España de los 800 metros

Attaoui destroza el récord de España de los 800 metros

Sin que haya caído el récord del mundo de David Rudisha (1:40.91), los 800 metros están siendo una de las sensaciones del año. Después del mitin de París, con tres hombres por debajo de 1.42.00 y varios más en marcas que convirtieron la carrera en la más rápida, en conjunto, de la historia, el de Mónaco, también de la Liga de Diamante, arrojó otro puñado de grandes registros. Si en París ganó el argelino Djamel Sedjati con 1:41.56, en Mónaco repitió victoria con, incluso, mejores números: 1:41.46. De nuevo líder mundial el año.

Pero la gran noticia para nosotros fue el récord de España a cargo de Mohamed Attaoui, segundo en la prueba. El reciente medallista de plata en el Campeonato de Europa dejó muy atrás, con 1:42.04, la plusmarca de Saúl Ordóñez (1:43.65, realizada también en Mónaco, el 20 de julio de 2018). Attaoui, de 22 años, se asomó a la frontera del 1:42.00 y se convierte en el noveno hombre de todos los tiempos. En su progresión fulgurante, en la que une la fuerza y la sabiduría táctica, expone su candidatura a una gran actuación en los Juegos Olímpicos.

Girmay firma un 'hat trick' en el Tour y sus triunfos pasan de anécdota a rutina

Girmay firma un ‘hat trick’ en el Tour y sus triunfos pasan de anécdota a rutina

...Y de pronto, en medio de la monotonía, a 12 kms, de la meta, cuando el pelotón aún no se había desperezado para preparar el sprint, Lutsenko hizo el "afilador" en una mediana. Arrastrados por él, bastantes hombres dieron con sus huesos en tierra. Notoriamente Roglic, que, a su pesar, va forjándose una desdichada leyenda de ciclista maltratado por la cara amarga de la casualidad.

Con el hombro derecho enrojecido, con toda esa zona, espalda, costado, dañada, llegó, en compañía de sus "coéquipiers", y con el rostro impasible de la resignación suprema, a casi dos minutos y medio de Biniam Girmay, quien, con su tercera victoria, daba buena cuenta de toda la nómina de velocistas. No estaba entre ellos Jakobsen, que había abandonado. También, enfermo, Pello Bilbao.

Tras la tempestad entre la realeza y la alta nobleza del Tour en la undécima etapa, llegó la calma en la duodécima, otra de más de 200 kms. (204), entre Aurillac y Villeneuve Sur-Lot. Uno de los dos días de reposo activo antes de los Pirineos, un par de etapas tremendas el sábado y el domingo, sobre todo el domingo, con cuatro puertos de primera y uno de categoría especial.

Antes de la caída de Roglic, en la que también se vieron envueltos Van der Poel y, entre los nuestros, García Pierna, no ocurrió casi nada. Previamente a ese percance y al sprint, sólo hubo que registrar el movimiento inicial y único de la escapada de Valentin Madouas y Quentin Pacher (Groupama), Anthony Turgis (Total Energies) y Jonas Abrahamsen (Uno-X Mibility). No se sabe muy bien qué pretendían los tres primeros en una etapa destinada al sprint final. Pacher y Turgis, quizás, su primera victoria profesional.

Por su parte, Abrahamsen, el corredor que hasta el momento ha acumulado más kilómetros en fuga, ha ido haciendo durante toda la carrera: puntuar en los puertos de tercera y cuarta. Es casi grotesco ver encabezar la montaña (de momento) a un corredor corpulento, macizo, de caderas anchas, culón. Pero está aprovechando muy bien las "tachuelas" para hacerse ver y adquirir un protagonismo legítimo.

La escapada, de la que acabó descolgándose Turgis después de la última cota, expiró a 41,7 kms. de la meta. Llegó a disponer brevemente de una máxima ventaja de 3:40. Pero nunca tuvo oportunidad alguna de llegar a buen puerto.

Aunque amodorrado, el pelotón iba rápido. Pero en las etapas predominantemente llanas, con carreteras anchas de buen piso, con tiempo agradable, sin viento en contra y con estas bicicletas tecnológicamente avanzadísimas, ir, digamos, a 45 por hora no tiene mayor dificultad. Son velocidades que se alcanzan por pura inercia.

El grupo principal se desperezó a siete kilómetros de la llegada. Afrontó los últimos y rectos metros con los sprinters rasgando a máxima potencia el aire. Girmay emergió de entre ellos, y otra vez de entre sus propias dudas de los últimos meses, para certificar una victoria clara de piel oscura. Tan clara como la clase de Roglic. Tan oscura como su suerte.

Vingegaard resurge en el Macizo Central y avisa a Pogacar que el Tour es cosa de dos

Vingegaard resurge en el Macizo Central y avisa a Pogacar que el Tour es cosa de dos

Nunca se sabe, y menos con tanta carrera por delante y sujeta a tantos azares y peligros. Pero el Tour ya parece cosa de dos. Y esos dos son Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard. Y viceversa. Dos colosos en la cima conjunta e inseparable de la clase común. Dos enemigos en la fraternidad de las alturas compartidas. Dos rivales irreconciliables en la jerarquía gemela.

El Macizo Central, 211 kms. con 4.350 metros de desnivel, concentrados prácticamente en los últimos 50 kms. contempló la pugna de dos gigantes enfrentados el uno al otro y a sí mismos en la comparación propia con la ajena. Cada cual es quien es y vale lo que vale. Pero la identidad y la valía del uno no son independientes de las del otro.

La segunda etapa más larga de este Tour, una de las cuatro de más de 200 kms., y la más exigente echó a volar desde la salida bajo el impulso de un Richard Carapaz que agitó el pelotón. Que lo zarandeó, contagiándole sus nervios o siendo contagiado por él, y no paró hasta arrastrar consigo a unos cuantos elementos, entre ellos Lazkano y Healy, y formar una escapada de 10 que nunca llegó a adquirir una ventaja más allá de los dos minutos.

En su largo y aplaudible protagonismo, sus componentes no eran nada desde un principio. No significaban nada, a la espera de que los acontecimientos de verdad, los más trascendentes, estallaran con la virulencia de una batalla y la belleza de una danza. De un combate y un baile. En el pelotón se presentía, se mascaba la tensión de una espera impaciente y, al mismo tiempo, temerosa.

Col de Puy Mary Pas de Peyrol, a 36 kms. de la meta. Eminencia de 1.590 metros de altitud, de 5,4 kms. de longitud al 8,1% de media y algún tramo sostenido al 14%. Montaña verde y espesa que, al ritmo de un pelotón cada vez más enflaquecido, se fue tragando a los escapados.

... Y entonces, a 580 metros de la cima, atacó la bestia amarilla. Nadie sobre una bicicleta en este mundo puede resistir tanta potencia en un corredor que cuenta con el motor de una máquina y las alas de ángel. Nadie en ese primer momento. Roglic, desmintiendo su experiencia, lo intentó. No pudo. Vingegaard, que va testando sobre la marcha su forma real, atrapó a Primoz. Más atrás, Evenepoel, que va aprendiendo a pasos agigantados, fue más prudente y subió a su ritmo.

Coronó Pogacar. Vingegaard y Roglic, a 16". Evepeneoel, a 34". Más lejos, Carlos Rodríguez, Ciccone, Adam Yates, Almeida, Landa... Admirables secundarios en una obra y un escenario reservados, en sus primeros papeles y bajo las luces más brillantes, a otros.

Pogacar mantenía medio minuto sobre Vingegaard al acabar el descenso. Pero Vingegaard, recortando metro a metro, jadeo a jadeo, lo alcanzó en el ascenso al col de Le Pertus. Todavía el esloveno se llevó los ocho segundos de bonificación en la cima, por cinco del danés. Descendieron juntos. Y empezaron juntos la última dificultad del día, el col de la Font de Cère.

Para entonces, aunque treparan en comandita y en igualdad de resultados y posibilidades, Vingegaard se había rearmado moralmente y obtenido una ventaja psicológica sobre quien había tratado con todas sus fuerzas de reducirlo, dejando la carrera asomada a la sentencia definitiva.

Coronaron. Bajaron a toda velocidad durante kilómetro y medio. El Tour sólo eran ellos. Afrontaron un repecho final de 800 metros. Se lo disputaron con la lógica avidez de todo triunfo parcial. Pero fundamentalmente con la pretensión de obtener el uno sobre el otro una superioridad anímica.

Estaban en juego muchas más cosas que una victoria de etapa, por importante que fuera. Cualquiera pudo ganar. Lo hizo Vingegaard para rematar por centímetros una jornada en la que le ha dicho a Pogacar que ha vuelto, que está mejor cada día y que, aunque, sí, nunca se sabe, esto es una cosa de dos, no de uno. De lo dos de los últimos cuatro años.

Evenepoel llegó a menos de medio minuto. Roglic, que se cayó, a menos de uno. Están aún ahí. Pero lejos...

Mahuchikh y Kipyegon baten dos récords del mundo en la Liga Diamante a dos semanas de los JJOO

Mahuchikh y Kipyegon baten dos récords del mundo en la Liga Diamante a dos semanas de los JJOO

Fue en el estadio de Charléty y no en el Stade de France, donde tendrán lugar los Juegos. Pero ya en las vísperas olímpicas, París, en el mitin correspondiente a la Liga de Diamante, ofreció un espectáculo fastuoso regalando dos récords del mundo que han conmovido el atletismo. La ucraniana Yaroslava Mahuchikh, se elevó por encima de los 2,10 en el salto de altura. Y la keniana Faith Kipyegon corrió los 1.500 metros en 3:49.04.

Mahuchikh dejó atrás una plusmarca que tenía 37 años. En 1987, en Roma, en el curso del segundo Campeonato del Mundo, la majestuosa búlgara Stefka Kostadinova supero los 2,09, un registro que resistió todos los embates de atletas posteriores. En especial de la sueca Kajsa Bergqvist y la croata Blanka Vlasic, detenidas ambas, en los momentos más brillantes y frecuentes de sus trayectorias, en 2,08. Los 2,09 eran una frontera vertical, un muro inabordable que desafiaba victoriosamente cualquier propósito de cruzarla, de derribarlo. Mahuchikh (1,81 y 56 kgs.), después de superar, en el segundo intento, los 2,07, su tope personal, pidió 2,10. Los franqueó a la primera y se convirtió, a sus 22 años, en la reina de la ingravidez.

El anterior récord de los 1.500 era muy reciente. La propia Kipyegon, doble campeona olímpica de la prueba, había corrido en 2023 en 3:49.11. Con la española Daniela García como "liebre" hasta los 800 metros, arrastró en su estela, en un festival de grandes registros, a la australiana Jessica Hull (3:50.83), a Laura Muir (3:53.79, récord británico) y a un puñado de atletas por debajo de los cuatro minutos. Entre ellas Esther Guerrero, duodécima con 3:59.74, muy cerca del récord de Natalia Rodríguez (3:59.51).

Armand Duplantis intentó sin éxito sobrepasar los 6,25 en el salto con pértiga. Hubiera sido el tercer récord mundial de la reunión. No lo hubo tampoco en los 800 metros. Pero en la mejor carrera conjunta de la historia, el argelino Djamel Sedjati terminó en 1:41.56. El keniano Emmanuel Wanyonyi, en 1:41.58. Y el francés Gabriel Tual, en 1:41.61. Se convirtieron en, respectivamente, el tercero, el cuarto y el quinto hombre "all time". Ocho atletas bajaron de 1:44.00.

Quique Llopis (13.21) fue cuarto en los 110 vallas. Y Asier Martínez, séptimo (13.35).

Turgis se lleva la victoria y Pogacar pone el espectáculo en el 'sterrato'

Turgis se lleva la victoria y Pogacar pone el espectáculo en el ‘sterrato’

De Troyes a Troyes, mucho ruido y pocas nueces con victoria de Anthony Turgis (Total Energies), francés, 30 años, séptimo triunfo profesional. Etapa impresionante, pero intrascendente. Etapa imponente, pero sin repercusiones. Etapa en la que pasó de todo para que, al final, no ocurriese nada.

Etapa en la que, después de mil y un ataques, de un millón de dimes y diretes, de emociones sucesivas, siempre a punto de zarandear la general, acabaron llegando ocho de los 14 de la escapada inicial, de la que se descolgó, a causa de un pinchazo, Oier Lazkano. Etapa, en todo caso, de tremendo desgaste en víspera de la jornada de descanso.

Un disparate de etapa de 199 kms., caracterizada por 14 tramos de tierra que sumaban 32 kms., seis de ellos en la parte final, que desembocó en un espectáculo casi hipnótico, pero, a la postre, vacío. Mientras desde los primeros kilómetros echaban a volar Turgis, Stuyven, Romo, Lazkano, Aramburu, De Gee, Pidcock, Lutsenko, Healey...empezó el festival de los sectores terrosos.

En el 13, se quedaron Roglic, Ayuso y Van Aert. Enlazaron. Las bicicletas y los coches levantaban un polvo como niebla. En el 12 pinchó Vingegaard. Enlazó. En el 11 atacó Pogacar. Lo atraparon. El polvo se pegaba al sudor y volvía casi grises las piernas, los brazos y los "maillots". En el 10 demarró Evenepoel. Sólo respondieron Pogacar y Vingegaard.

El triple impulso los llevó a alcanzar a los de delante. Entonces, neutralizados entre ellos, se pararon. Los de delante, aliviados, siguieron solos y el pelotón atrapó al trío de ases. Entre los fugados y el gran grupo, se intercaló una flotilla de cuerpos rebozados, con Van der Poel de mascarón de proa.

La etapa seguía frenética, encendida. Los fuegos eran reales, visibles, llamativos. Pero de artificio. Polvo y más polvo. Bruma irrespirable. Y entonces, en el sector 4, atacó brutalmente Pogacar. Se fue. Jorgenson, en un esfuerzo colosal, acercó a Vingegaard al esloveno. Se fueron los tres. ¿Se fueron? No. Antes del sector 2, los atraparon. En el sector 1, de nuevo Pogacar, aunque con menos fuerza, interpuso metros entre él y el resto. Nada. A la postre, nada.

Allá adelante, los ocho escapados se vigilaban, se atacaban, se enredaban en amagues. Del río revuelto sacó fruto Stuyven. Llegó a disponer de 10 segundos de ventaja. Pareció entonces el ganador. Pero no. Le echaron mano en el último kilómetro. Y, en los metros finales, Turgis les ganó la partida a Pidcock, De Gee y Aranburu, con Romo en séptima posición. A 1:17, cruzaron la línea Girmay, Matthews, Van der Poel y compañía. Inmediatamente después, el pelotón con todos los ilustres. La general no cambia.

Algunos no compartimos el reciente y contagioso entusiasmo por el "sterrato", el "gravel", o como queramos llamarlo. El ciclismo es asfalto de mayor o menor calidad; de carreteras más o menos anchas y en mejor o peor estado, incluyendo el adoquinado fundacional, que suben, bajan y llanean. Pero no polvo (si hace sol), barro (si llueve), piedrecitas y trampas El ciclismo ya posee bastantes atractivos de todo tipo a la intemperie, viento lluvia, sol, como para recurrir a estímulos forzados. Fuera del asfalto ya están el ciclocross y la bici de montaña. El Tour se apunta a una moda que con la Strade Bianche y la Clásica de Jaén es suficiente. Pero doctores tiene la Santa Madre UCI y las heréticas Organizaciones.

Fútbol es fútbol y política

Fútbol es fútbol y política

A Francia e Inglaterra les ha pillado la Eurocopa en plenas elecciones. No parece que, en general, a sus chicos (¿votaron por correo?) les interese, y mucho menos les preocupe, el tema. Mbappé, él sí, capitán de Les Bleus, instó a no votar a las extremas derecha e izquierda. Que sepamos o recordemos, ninguno de sus compañeros secundó su llamada, y eso que en el equipo hay mayoría de piel oscura. En la prórroga ante Portugal, todos los jugadores,

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Evenepoel planta cara a Pogacar en la primera contrarreloj del Tour

Evenepoel planta cara a Pogacar en la primera contrarreloj del Tour

Por orden de llegada, por grado de apropiación y cercanía a la amorosa victoria, en la cumbre del ciclismo mundial, Remco Evenepoel,Tadej Pogacar,Primoz Roglic y Jonas Vingegaard se enzarzaron en la disputa de una contrarreloj primorosa en su interés, su intensidad y su emoción. No tanto en su trascendencia estricta, porque las diferencias, en 25,3 kms., no podían ser grandes entre ellos.

Pero, en lo escueto de su lenguaje cronométrico, el resultado certificó que, a expensas de que la carretera y sus azares se pronuncien más adelante de modo diferente, hay cuatro hombres para tres puestos de un podio aún sin determinar. Cuatro hombres a los que, realmente, sólo les mueve el afán de ocupar su cima, aunque Pogacar, en el conjunto de posibilidades teóricas, parece el destinado para ello.

La primera gran referencia la estableció Kévin Vauquelin al bajar de los 30 minutos (29:44). Lo dejó atrás por 76 centésimas Victor Campenaerts. Quienes salieron después no rebajaron ese tiempo hasta que los Fab Four entraron en liza. Desde el primer momento, y en los tres puntos intermedios, situados en los kms. 8,6; 14,4 y 19,9, Evenepoel, Pogacar y Vingegaard realizaban los mejores tiempos. Bueno, en el tercero, Roglic se adelantó a Vingegaard y ese cambio dictaminó la clasificación final.

En su primer Tour, Evenepoel (28:52) fue el único que, a 52,6 kms. por hora, bajó de los 29 minutos. Pogacar (a 12"), Roglic (a 34") y Vingegaard (a 37") bajaron de los 29:30. Las espadas están en todo lo alto. Remco aspira a lo máximo, pero debe pasar la reválida de los grandes puertos. Pogacar permanece como máximo favorito y no admite más dudas que, tras el Giro, pueda acusar la tercera semana. Vingegaard parece, a medida que acumula kilómetros, ir adquiriendo la forma que le permita enfrentarse a Pogacar y, quizás, a Evenepoel. En cuanto a Roglic, es la solidez personificada, y descartarlo en el vértice de la baraja sería un atrevimiento.

La modalidad de contrarreloj es paradójica. Los corredores actúan por separado. Pero, en la ausencia de acompañantes o intermediarios, se enfrentan directamente. A distancia, pero unidos, defendiendo cada uno su suerte, por un cronómetro neutral, objetivo, insobornable. Justo.

Juan Ayuso (decimoquinto, a 1:18) y Carlos Rodríguez (decimoséptimo, a 1:27) no nos dejaron satisfechos. Conservan, sin embargo, en la general, sus puestos en el Top-10. Ayuso es quinto, a 2:16. Rodríguez, séptimo, a 2:31. Tal como están las cosas, no ofrecen quejas. Ayuso, por otra parte, tiene por delante una doble tarea: mantener el tipo y echar una mano a Pogacar.

Attaoui domina con autoridad en los 800 del campeonato de España, camino de París

Attaoui domina con autoridad en los 800 del campeonato de España, camino de París

Los 800 metros eran la prueba globalmente de más nivel y mayor trascendencia, de cara a París, del Campeonato de España de Atletismo, celebrado las pistas alicantinas de La Nucía. Seis hombres corrían en persecución de los Juegos. La carrera se resolvió con el apabullante triunfo de Mohamed Attaoui. El medallista de plata europeo la dominó táctica y físicamente, controlándola desde las posiciones medias y accediendo a la cabeza antes de la última recta, que devoró.

Terminó, relajándose, celebrándolo, en 1:45.03. Tras él peleaban Adrián Ben y Mariano García, que había tomado desde el principio la iniciativa, en busca de la marca mínima de la Federación (1:45.20), que le otorgaría, junto al título, a ser posible, el pasaporte directo a París.

Sin embargo, viniendo desde atrás, inopinadamente, Elvin Josué Canales (1:45.53) le arrebató en el último suspiro la plata a Ben (1:45.55) y el bronce a García (1:45.92). Más atrás, Álvaro de Arriba (1:46.07) y Saúl Ordóñez (1:46.53) no participaron nunca de la fiesta. La Federación deberá ahora resolver qué tres nombres viajarán a los Juegos. Seguros Attaoui y Ben, la duda estriba entre Canales, de origen hondureño que el pasado jueves recibió en transfer de World Athletics para representar a España, y García.

Con la misma claridad que Attaoui se impuso, en los 1.500, Adel Mechaal (3:35.49) en una carrera lanzada desde el principio por un Javier Mirón que obtuvo el premio de la plata (3:36.15). Mario García Romo sigue sin encontrar la forma y las marcas. Su bronce (3:36.31) sabe a poco.

Había mucha expectación por ver, en el triple salto, a Jordan Díaz. Pero, como en el caso de Ana Peleteiro en la prueba femenina, su superioridad es tan incontestable que se limitó a ganar con 17,71. Realizó sólo dos saltos más. Uno de 17,32. El otro, de 17,50. Buenos números, para él rutinarios. Está en magnífica condición a la espera de los grandes momentos.

Los que le aguardan a Quique Llopis, imponente, rápido, técnicamente seguro en los 110 vallas. Bajó de 13.10. Sus 13.09 igualaron el récord de los Campeonatos de Orlando Ortega. Asier Martínez, aún en insuficiente forma, lo vio muy de lejos (13.42).

El sábado, el salto de longitud nos había deparado la agradable sorpresa de ver a Jaime Guerra plantándose en 8,17, por delante de Eusebio Cáceres (8,01). Óscar Husillos bajó en los 400 de los 46 segundos (45.66). Y Jorge Ureña sobrepasó los 8.000 puntos en decatlón (8.102).