Lucas Pinheiro, el 'hippie' noruego que se enfrentó a su Federación y ha puesto a Brasil en la élite de la nieve

Lucas Pinheiro, el ‘hippie’ noruego que se enfrentó a su Federación y ha puesto a Brasil en la élite de la nieve

Un observador casual o un aficionado interesado, pero no puesto del todo al día, se habrá sorprendido de descubrir que existe un brasileño llamado Lucas Pinheiro disputando la Copa del Mundo de Esquí Alpino. Una anomalía. Una "imposibilidad" geográfica y cultural. Y no sólo eso. Se habrá extrañado más aún de verlo, al comienzo mismo de la temporada, en las alturas de las clasificaciones, con dos cuartas posiciones, una en el gigante de Sölden y otra en el eslalon de Levi. Ayer fue segundo en el gigante de Breaver Creek (EEUU) y proporcionó a Brasil su primer podio. La prueba fue ganada por el suizo Thomas Tumler.

Cabe recordar que otro brasileño, Nikolai Hentsch, había hollado las nevadas pistas en los primeros años del siglo. Logró algunos puestos entre los 10 primeros, aunque ningún podio, en descensos y supergigante, sus mejores pruebas. También participó, sin resultados relevantes, en los Juegos Olímpicos de Salt Lake City2002 y Turín2006. En estos últimos fue el abanderado de su país, así como en los Mundiales de Are2007.

Era brasileño, sí, pero con ese nombre estaba claro que venía de familia centroeuropea y se desenvolvía en el Viejo Continente. De hecho, había nacido en Ginebra. Habían existido bajo la bandera de Brasil, a finales del siglo XX, otros esquiadores alpinos de escaso fuste que mostraban nombres de similar origen: Robert Scott Detlof, Hans Egger, Fabio Igel y Lothar Christian Munder, participantes todos ellos en los Juegos de Albertville92, la primera vez que Brasil pisaba unos Juegos de Invierno, en los que nunca ha conseguido medalla alguna en cualquiera de las disciplinas.

Egger fue el abanderado de una delegación anecdótica de siete miembros, probablemente más interesados en hacer turismo que en competir. Munder también estuvo, y asimismo como abanderado, en los de Lillehammer94. Eran brasileños, sí, pero sus apellidos los delataban.

Pinheiro, en cambio, suena a inequívocamente... "amazónico". Podría perfectamente designar a un centrocampista futbolero. Sin embargo, hace unos meses, Lucas Pinheiro, nacido en Oslo hace 24 años, era noruego y se llamaba Lucas Braathen. Cambió de apellido al colocar el materno por delante del paterno y dar un salto de país, de continente y de climas. De todos modos, aunque relegado a un segundo término, el patronímico Braathen no ha sido eliminado, y el esquiador lo mantiene oficialmente para figurar ahora en la nomenclatura del esquí como Lucas Pinheiro Braathen.

Y es una figura descollante. Ganador de cinco pruebas de la Copa del Mundo, coleccionista de 13 de podios y, sobre todo, adjudicatario en la temporada 2022-23 del Globo de Cristal de Eslalon, ha convertido a Brasil en una potencia alpina. De un único hombre, sí. Pero potencia, al fin y al cabo. Sin ir más lejos, ya le gustaría a España, que dispone de tres representantes en la Copa del Mundo, tener sólo uno, pero como Pinheiro. Y también muchos otros países.

El tránsito de la gélida noruega al tropical Brasil lo realizó Pinheiro, un rebelde, más bien un revoltoso, desde el enfado disciplinario con la Federación noruega. La ruptura lo llevó a la retirada con 22 años. Una desgracia para el esquí, que perdía a un tipo carismático, una especie de estrella del rock en la nieve.

Ahora lo ha recuperado después de que Lucas se tomara un año sabático de carácter más aventurero que relajado: exploración a pie de las principales capitales europeas; trayectos en bicicleta por los viñedos de la zona de Burdeos, no sabemos si por vocación enológica; estancia seudohippie en Ibiza; "estilo de vida brasileño" (es de confiar que en su versión más morigerada)... "He estudiado quién soy, con mis intereses y curiosidades fuera del esquí. He regresado a este hermoso deporte, pero en mis términos y con mis condiciones".

Equipo

Esos términos y condiciones son un equipo de siete personas dirigido por su padre Björn, patrocinado por la Oficina de Turismo del Valle de Ötzal (Austria) y con sede en Sölden, también Austria. Por lo demás, mantiene Lucas, al menos hasta los Juegos Olímpicos de Milán-Cortina2026, su contrato con el material de Atomic y bajo el paraguas del Team Red Bull de Copa del Mundo.

Los equipos privados son frecuentes entre las grandes estrellas del esquí (Mikaela Shiffrin, sin ir más lejos, dispone de uno). Pero siempre con el respaldo y bajo la autoridad de la Federación del país respectivo. En el caso de Pinheiro, la Confederação Brasileira de Desportos da Neve ni pincha ni corta. Se limita a estar encantada con la situación, con el premio que le ha caído y esperar que la enseña "verdeamarela" con la divisa "Ordem e progresso" ondee en muchos mástiles bajo cero.

Ingebrigtsen y el oro de España por equipos en el Europeo de cross

Actualizado Domingo, 8 diciembre 2024 - 16:55

En el 44º aniversario del asesinato de John Lennon, los atletas británicos, conscientes o no, homenajearon a su ilustre compatriota con un montón de medallas en el Campeonato de Europa de Cross (especialmente tres oros individuales). Ninguna, sin embargo, en la categoría reina, la absoluta masculina, en la que Jakob Ingebrigtsen llegó, vio, controló, aceleró y venció por delante del italiano, nacido etíope, Yemaneberhan Crippa y del español, nacido burundés, Thierry Ndikumwenayo, ganador este año en Itálica.

España, con él y con los puestos de Nassim Hassaous (séptimo), Abdessamad Oukhelfen (octavo) y Adel Mechaal (décimo), se llevó el oro por equipos. Gran resultado para confirmar que, con nacionalizados o no (el mundo se ha hecho más compatible, compartible, permisible y permeable), el país mantiene una honrosa tradición en el Campo a Través.

La actuación española la redondeó una onubense de 21 años, con planta y estilo: María Forero. Ya campeona sub'20 en 2022, amarró la plata entre las chicas sub'23. Progresa adecuadamente y se confirma como una de las grandes esperanzas del atletismo nacional.

Victoria a medio gas

De Ingebrigtsen no hay mucho más que decir. Ganó de modo rutinario, a medio gas. Domina todas las suertes en el tartán y la tierra. Revalidó sus títulos de 2021 y 2022. En 2023, lesionado en el tendón de Aquiles, cedió el trono al francés Yann Schrub. Ambos, junto a Filip Ingebrigtsen hermano de Jakob y campeón en 2018, devolvieron el título a una Europa «secuestrada» por kenianos nacionalizados turcos por el procedimiento de urgencia y sin los escrúpulos legales que otros países, entre ellos España, observan. Polat Kembi Arikan (2014), Ali Kaya (2015), Aras Kaya (2016) y Kaan Kigen Özbilen (2017) hasta cambiaron de nombre.

Algo parecido sucede con la italiana Nadia Battocletti, a la que vimos por aquí venciendo en Alcobendas. Campeona europea de 5.000 y 10.000 metros, y, sobre todo, subcampeona olímpica de 10.000, es, como el fenómeno noruego, una excitante alternativa al poder africano. No se impuso con la misma insultante facilidad de Jakob, pero sí con la suficiente como para no experimentar problema alguno ante la alemana Konstanze Klosterhalfen y la turca Yasemin Can, nacida en Kenia como Vivian Jemutai, campeona en 2017, 2018 y 2019. En 2020 la pandemia lo suspendió todo. Carolina Robles, decimosexta, fue la primera española.

Al rescate de Europa, también la Noruega femenina frenó a la Turquía keniana por medio de Karoline Grovdal, oro en los tres últimos años. Ausente en este 2024, hubiera sido muy interesante su duelo con Battocletti. La Europa del Norte contra la del Sur.

A Lennon -volvemos a él-, hijo de un país que inventó el deporte moderno, incluido el atletismo y su modalidad de Cross Country, le gustaban el fútbol y el boxeo. Inglaterra ya empezó a reglamentar el fútbol en 1834. Y el boxeo, por medio del marqués de Queensberry, en 1857. Lennon no inventó la música. Pero, junto a Paul McCartney, formando un dúo fecundo, contribuyó más que nadie a revolucionarla hasta hacer de ella un motor de cambio mundial. Desde el 8 de diciembre de 1980, en todo el planeta suena o palpita "Imagine"

Maratón balsámico en Valencia

Actualizado Domingo, 1 diciembre 2024 - 17:19

Sin dejar de llorar a sus muertos, ni cejar en las ímprobas tareas de limpieza y reconstrucción, ni aplazar las peticiones de indemnización urgente, Valencia se ha puesto en pie y en marcha por medio del deporte, una de las mayores manifestaciones de normalidad ciudadana. Nada es normal todavía, y tardará bastante en serlo en esta hojarasca burocrática, enmarañada aún más por el envilecimiento político. Pero al menos, y pese a todo, la anormalida

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Shiffrin, a un paso de las 100 victorias en la Copa del Mundo

Actualizado Sábado, 23 noviembre 2024 - 16:26

Intratable, insaciable, implacable, Mikaela Shiffrin alcanzó en el eslalon de Gurgl (Austria) su victoria número 99 en la Copa del Mundo de Esquí Alpino. Todos los elogios anteriores se repiten, acumulativos, reiterativos, para incorporarse con los mismos epítetos a la suma de triunfos de la maravilla de Veil (Colorado).

Al mismísimo borde de la centena de máximos podios, la estadounidense añadió un grado más a la escala de Shiffrin, una tabla a la que sólo accede ella. Nadie en la actualidad se le aproxima ni remotamente. Todos, ellos y ellas, se encuentran mucho más allá del horizonte visible. Incluso del intuido. Si alguien pica alguna vez tan alto, será dentro de muchísimos años. Puede que ni siquiera los nietos de Mikaela, que todavía no tiene hijos, puedan verlo.

Ya vencedora de la primera manga, Shiffrin apuntaló en la segunda su victoria. Esquió, como siempre, segura, elegante, fluida, no dando pie a las dudas o los sobresaltos. El próximo día 30, en el eslalon gigante de Killington, en el estado de Vermont (USA), tiene la posibilidad de convertirse, a los 29 años, en centenaria.

La prueba conoció un bonito resultado con la albanesa Lara Colturi, segunda, y la suiza Camille Rast, tercera, ambas en sus primeros podios en la Copa del Mundo. Colturi, una estrella juvenil, campeona mundial júnior, que cumplió 18 años el día 15, es turinesa de nacimiento y se siente, según sus palabras, "totalmente italiana". Pero su madre, Daniella Ceccarelli, oro olímpico en supergigante en Salt Lake City2002, es la directora técnica de la Federación albanesa.

El difícil momento del adiós: Nadal, Serena, Maradona, Bolt...

El difícil momento del adiós: Nadal, Serena, Maradona, Bolt…

Hubiéramos deseado una última, real y simbólica, victoria de Nadal en su apoteósica y merecida despedida sentimental. Pero ya era imposible, incluso frente a jugadores sepultados en las profundidades del ránking. Su adiós, postergado en exceso entre la tristeza, la comprensión y la gratitud de un país entero, suscita de nuevo una reflexión acerca de los deportistas que no se retiran «a tiempo».

El deportista muere dos veces. Y la primera ocurre cuando se retira (o le retiran). Se trata de una muerte biológicamente provisional, pero profesionalmente definitiva. Y el afectado no la acepta porque abre un abismo bajo sus pies. Así que, con frecuencia, y aunque, como en el caso de Nadal, haya proyectado un futuro confortable, experimenta una especie de horror vacui. No es raro. Después de todo, el deporte es la única actividad en la que la jubilación se produce en la juventud. El deportista tiene todavía por delante, en un territorio desconocido, amenazante por ignoto o incierto, incluso por extenso, la mayor parte de su existencia física. Le entra miedo, vértigo, inseguridad y trata de demorar el momento del adiós.

Autoengañándose acerca de sus, todavía, capacidades, o estirándolas con más o menos dignidad, permanece en activo, con frecuencia en un ámbito individual o, sobre todo, colectivo distinto e inferior del de sus mejores días. No lo hace por dinero, o sólo por eso, sino por mantener una ficción de permanencia.

Un tiempo innecesario

El caso de los futbolistas es paradigmático: Pelé, Cruyff, Beckenbauer, Maradona, Michel, Hugo Sánchez, Guardiola, Iniesta y un interminable etcétera alargaron impropia e innecesariamente sus carreras. Hoy siguen en activo Cristiano, Messi, Luis Suárez, Busquets, Alba y otro largo etcétera. Pero el fútbol sabe que este tiempo les sobra. No son Zidane, Kroos o como Rijkaard, que, en la celebración en el vestuario, después de ganar con el Ajax la Champions de 1995, anunció que ese había sido su último partido. O, cambiando de deporte, como Alberto Contador, que dio sus últimas y crepusculares pedaladas ganando en el Angliru.

No se retiraron a tiempo, entre nosotros, Alfredo Di Stéfano, Severiano Ballesteros e incluso un Alejandro Valverde en su longevidad digna... Ni, volviendo al tenis y al exterior, el mismo Federer. Y quizás Djokovic debe pensar en parar, ahora que está «a tiempo» de mantener su mejor recuerdo. Tampoco Serena Williams se fue cuando debía. Ni Usain Bolt. Existen «retirados en activo», valga la paradoja. Oficialmente aún en la brecha, pero en la práctica fuera de foco, Sergio Ramos o Mireia Belmonte siguen erróneamente la senda de Nadal.

Bolt, en los Juegos de Río 2016.

Bolt, en los Juegos de Río 2016.AP

Si un bel morir tutta una vita onora, un mal morir, metafóricamente hablando, no estropea un pasado merecedor de elogio y agradecimiento. Tampoco hace añicos una imagen que se reconoce irrompible. Pero sin borrarla en absoluto, la empañe un tanto por ser la última. Saber retirarse oportunamente, es, no sólo en el deporte, una virtud casi teologal, incompatible a menudo con la ciega y sorda naturaleza humana.

En el lado opuesto de quienes se resisten en vano a los odiosos imperativos de Cronos figuran quienes se retiran «a tiempo» por el procedimiento de hacerlo «antes de tiempo». A «destiempo», en suma. Son sobre todo nadadores, debido a la precocidad de su deporte con relación a otros. La australiana Shane Gould (Gold), que este 23 de noviembre cumplirá 68 años, tuvo en 1972 todos los récords en todas las distancias del estilo libre. Insólito. Apabullante. En los Juegos de Múnich se llevó tres oros, una plata y un bronce. Y le «faltó tiempo» para retirarse. Tenía 16 años. En los mismos Juegos, Mark Spitz conquistó siete oros estableciendo siete récords del mundo. Y se despidió de las piscinas a los 22 años. Le quitó «tiempo al tiempo».

Selección de coalición

Actualizado Domingo, 17 noviembre 2024 - 15:49

Hay partidos de fútbol y partidos políticos. Los disputados partidos de fútbol son metáforas deportivas de un enconado bipartidismo político. Una situación muy polarizada, que se dice ahora. Toda relación discrepante en forma, suave o áspera, de DDDD (diálogo, discusión, debate o disputa) implica una representación que, en el fútbol y en la política, persigue tener razón por medio de la victoria. El ganador, en las urnas y en el césped, siempre l

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Aroma de despedida

Actualizado Domingo, 10 noviembre 2024 - 15:59

Arrancaron en Turín las Nitto ATP Finals, que se prolongarán hasta el día 17. Entre los candidatos al título de maestro no figuran, por descontado, Roger Federer y Rafa Nadal. Pero tampoco Novak Djokovic, el defensor del cetro, a causa de una de esas lesioncitas pertinaces que pasan de molestia pasajera a achaque permanente. Cosas de la edad y los esfuerzos acumulados.

Sometidos a la crueldad del tiempo, por vez primera en los últimos 23 años, nin

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La italiana Federica Brignone brilla en el estreno de la Copa del Mundo de esquí

Actualizado Sábado, 26 octubre 2024 - 16:34

Temporada 2024-25. Con el eslalon gigante femenino arrancó el esquí en el tradicional feudo tirolés austriaco de Sölden. El triunfo de Mikaela Shiffrin en la primera manga pareció anunciar el 98º de la estadounidense, una cifra casi impensable. El segundo asalto, sin embargo, contempló una actuación extrañamente floja de la reina rubia del circo blanco. Mikaela, sin punch ni el necesario pulso, acabó quinta en la general final, por detrás incluso de su compatriota Katie Hensien.

El triunfo, el segundo en Sölden y el 28º de su carrera, sonrió a la expresiva y enérgica italiana Federica Brignone. La acompañaron en el podio la fiable neozelandesa Alice Robinson y la austriaca Julia Scheib, en su primer podio en la Copa del Mundo y de regreso de distintas lesiones. Fue baja de última hora Lara Gut, la mejor en gigante la temporada pasada, a causa de molestias en una rodilla, que le vienen de la pretemporada en Sudamérica. Prefirió no arriesgar.

Esperar la victoria número 100 de Shiffrin (29 años), que sin duda llegará más temprano que tarde redondeando un historial todavía creciente, es el principal atractivo de una campaña que tiene al suizo Marc Odermatt en la cima masculina, y a su país en lo más alto del escalafón de naciones, por delante de Austria, el otro gigante alpino. Ese viejo duelo entre naciones, con otras entrometiéndose de modo estimulante en el duopolio, pertenece al mejor catálogo del esquí histórico.

Mikaela, casada este verano con una de las grandes estrellas del circuito, el noruego Alekxander Aamodt Kilde, está cerca también, en eslalon, de su noveno Globo de Cristal. Un récord que superaría el compartido con ocho de Ingemar Stenmark en eslalon y en gigante, y Lindsey Vonn en descenso. La temporada está presidida, en la primera quincena de febrero, por los Mundiales de Saalbach (Austria). Las finales de la Copa del Mundo las acogerá, ya en marzo, la estación estadounidense de Sun Valley (Idaho).

El calendario masculino comienza asimismo en Sölden. Y, como el femenino, en una excesiva pausa, se trasladará, ya muy entrado noviembre, a Levi (Finlandia).

El mundo Indurain

El mundo Indurain

El 23 de octubre de 1989, seis días antes de las elecciones generales que renovarían la mayoría del PSOE felipista, las páginas de EL MUNDO del siglo XXI (nombre completo de la cabecera) se abrían a la luz. El mundo mundial, al que se incorporaban con declaración bautismal de universalidad y duración, era reconocible. Permanecía, en cierto modo, estable en sus grandes magnitudes. Incluso llegó a parecer incólume. Muy pronto iba a cambiar de modo radical, acelerando prematuramente el final de la centuria a partir de la década de los 90.
También el deporte español iba a variar simultánea y drásticamente. En 1988, un año antes del alborear del diario, España obtenía en los Juegos Olímpicos de Seúl un raquítico balance de cuatro medallas (una de oro, otra de plata y dos de bronce). Cuatro años más tarde, en los de Barcelona, la cifra ascendía a una insuperada 22, con una cosecha de oros (13) que duplicaba, sumadas, todas las anteriores. EL MUNDO, cercano a cumplir tres años apasionantes, debutaba olímpicamente del mejor modo posible. Había enviado a cubrir los Juegos a una nutrida remesa de redactores. Reconocía así la importancia del deporte en el desenvolvimiento del país.

Para saber más

En aquel octubre de 1989, Miguel Indurain, un ciclista español, navarro, tenía 25 años. Ya había participado en cuatro Tours, con resultados discretos, aunque en ese mismo 89 ganaría una etapa. Estaba aprendiendo y transformando, aligerándolo, un corpachón poco apto para subir los grandes puertos. En 1990 ganó otra etapa y ya fue décimo, a pesar de sacrificarse para un Pedro Delgado que sólo pudo ser cuarto. En 1991 inició la relación de sus cinco triunfos consecutivos, únicos en la historia de la bicicleta, los más importantes del casi centenar, entre ellos un oro olímpico en la contrarreloj de Atlanta?96, que acabarían adornando su historial. Cinco redactores de EL MUNDO lo acompañamos en su quinto Tour triunfal. Miguel era algo muy nuestro, amén de muy de todos.
Una España distinta descubría en él a un deportista diferente, exportable a la transformada Europa en la que el país seguía integrándose de la manera más homologable posible. Una España de la que EL MUNDO levantaba acta y daba fe, y a la que, desde la mejor tradición del periodismo más activo, riguroso y creíble, estaba contribuyendo a cambiar.

Más allá del ciclismo, que había formado con el fútbol y el boxeo el tríptico de deportes de la España inmóvil, Indurain, persona e imagen, era el deportista metafórico de la España nueva y, por así decirlo, moderna, internacional. Expresaba seguridad sin arrogancia. Superioridad sin alardes. Tranquilo hasta casi la impasibilidad, respetuoso, parco, cerebral, generoso, metódico, rompía con los arquetipos ciclistas de la cepa hispana: escaladores enjutos, intuitivos, irreflexivos. Ofrecía a todos los demás deportistas, a los que representaba desde su talla profesional y su trazo humano, un ejemplo de madurez innata e irrompible.
Luis Ocaña se le habría parecido. Pero, si bien residente en Francia, emigrante en su niñez, era conquense de nacimiento y muy español por genética. Por su interior vagaba errante no la sombra de Caín, pero sí la del 'unamuniano' sentimiento trágico de la vida. Era, en suma, opuesto a Miguelón. Le podían los impulsos y, por añadidura, había nacido en 1945, en la posguerra.

Indurain no la había conocido ni padecido sus secuelas. No arrastraba taras ni complejos. En su prestigiosa individualidad que personificaba el equilibrio y la naturalidad sin concesiones a la galería, encarnaba una especie de ideal de presencia, convivencia, competencia e influencia. Ciudadano y campeón, héroe sin evitarlo y símbolo sin pretenderlo, podría haber compartido un eslogan fundacional del periódico.

Los resultados no mienten: Pogacar, mejor que Hinault y el más cercano a Merckx

Los resultados no mienten: Pogacar, mejor que Hinault y el más cercano a Merckx

Olvidémonos de Eddy Merckx. La verdadera unidad actual de medida de Tadej Pogacar (26 años) es Bernard Hinault. Los tiempos son siempre distintos, ya se sabe. Pero de algún modo hay que establecer las comparaciones. Y, después de todo, el programa y el calendario son básicamente los mismos. Y todos los ciclistas, los de ahora y los de siempre, tienen un corazón, dos pulmones, dos piernas y deben dar pedales encima de la mejor bicicleta del momento.

Para saber más

Incluso así, es difícil llegar a conclusiones absolutas. Las relativas son admisibles como tabla de cálculo. Fechas por fechas, existen matices. Merckx nació en junio de 1945. La temporada de sus 26 años pillaba a caballo entre dos saltos temporales. Hinault es de noviembre de 1954. Hacía toda la campaña con la misma edad. Pogacar acaba de cumplir, el 21 de septiembre, 26 años. Es decir, ha hecho casi todo el curso con 25. Pero ya con los 26 ganó el Mundial, el Giro de Emilia y el Giro de Lombardía.

Por lo tanto, para no complicar en exceso el cotejo por unos meses más o menos, para concretar, pensemos en un Merckx de 26 años en 1971. En un Hinault de esa misma edad en 1981. Y en el Pogacar de 2024. Para centrar, acotándolas, las comparaciones debemos referirnos a las cumbres referenciales de las carreras ciclistas: las tres grandes rondas, los cinco Monumentos y el Mundial.

A sus 26 celebrados años, Pogacar lleva 88 triunfos, entre ellos hay cuatro grandes rondas, siete Monumentos y un Mundial. A esa edad, Hinault acumulaba 85 (tres menos que Pogacar), cinco grandes rondas (una más), cuatro Monumentos (tres menos) y un Mundial (empate). Trayectorias, en conjunto, parejas, homologables. Parece claro que Hinault es el hombre a batir por Pogacar en el futuro. Obviamente, no será fácil. Pero el esloveno se halla en disposición de superar las 10 grandes rondas del francés.

Pogacar y Eddie Merckx.

Pogacar y Eddie Merckx.MUNDO

No así en lo referente a Eddy Merckx, que a los 26 años había ganado, en la más comedida de las distintas estimaciones, 119 carreras, en las cuales figuraban cinco grandes rondas, 10 Monumentos y dos Mundiales. Acabará su trayectoria con 11 grandes rondas, 19 Monumentos y tres Mundiales.

Pogacar, por mucho que se apresure, no tiene tiempo material para superar semejante palmarés. Es verdad que ha hecho cosas inéditas, como ganar un Mundial escapándose a 100 kms. de la llegada y ganar en la misma temporada el Tour, el Giro, el Mundial y un par de Monumentos. Pero todos los grandes han protagonizado hazañas exclusivas. Hinault (dejemos aparte a Merckx), sin ir más lejos, otro gigante habitualmente solitario, ganó en Lieja en 1980 tras 80 kms. de escapada bajo un temporal de nieve y temperaturas bajo cero que hizo que llegasen a la meta sólo 21 hombres de los 174 que partieron. Dejó al segundo, Hennie Kuiper, a 9.24.

Merckx, critériums aparte, y arrollador en el campo amateur, obtuvo profesionalmente, según diversas fuentes que quizás añaden otro tipo de galardones e incluso el récord de la hora, 286 o 249 victorias. En la cifra más restrictiva, 220. Hinault, que es quien realmente nos incumbe, y por las mismas razones, 146 o 136. A Merckx, suprema jerarquía, ni siquiera se le acercan no sólo Hinault, sino los sprinters y/o los rodadores, que acumulan numerosos éxitos parciales en las pruebas por etapas o de un día. Ni Mario Cipollini, ni Roger de Vlaeminck, ni Rik van Looy, ni André Greipel, ni Alessando Petacchi, ni Freddy Maertens, ni Mark Cavendish. Ni, con virtudes complementarias, Sean Kelly, Francesco Moser, Laurent Jalabert o Giuseppe Saronni. Ni, entre nosotros, Alejandro Valverde.

Pogacar no está «en la estela de Merckx», sino en la de Hinault, que se interpone entre ambos. Es probable, pero no seguro, que Pogacar alcance a Hinault. Es prácticamente imposible que se eleve por encima de Merckx. Pese a ello, estamos ante un campeón no de época, sino de épocas. En averiguar cuáles son sus límites reside el mayor atractivo del ciclismo actual.