Carlos Sainz, ganador por cuarta vez del Rally Dakar, aterrizó el sábado en Madrid y casi sin tiempo para el respiro, acudió al Audi Center de la capital para ofrecer un repaso a sus vivencias de las dos últimas semanas en Arabia Saudí. A los 61 años, El Matador aún mantiene vive la llama de otra temporada al máximo nivel, quizá con Ford, aunque de momento prefiere disfrutar de su éxito al volante del imponente RS Q e-tron.
Acompañado de su fiel Lucas Cruz, que le acompaña en el asiento derecho desde 2015, Sainz admitió que el poso de la edad ayuda a saborear los éxitos. “Cuando eres más joven, la vida pasa más rápido, pero cuando tienes más años, te das más cuenta de las situaciones. Cuanto más veterano eres, más lo disfrutas. Y esta victoria tiene un valor muy, muy especial”, aseguró en referencia al “más duro” de su póker en el desierto.
“Este año fue muy difícil, primero tenía que recuperarme de la lesión de 2023 y analizar muy bien todo en lo que se podía mejorar respecto al año pasado. Fue un año complicadete, porque las cosas no marcharon bien ni en la Baja Aragón, ni en el Rally de Marruecos. La verdad es que afrontamos este Dakar con un pelín de preocupación”, admitió.
A la altura de Peterhansel
En la sede madrileña de la marca de los cuatro aros, Sainz hizo hincapié en la “valentía” del equipo capitaneado por Sven Quandt, que pone fin a su periplo dakariano después de tres años. De este modo, el bicampeón del mundial de rallies ha igualado un récord de Stéphane Peterhansel, hasta ahora el único en alzar el trofeo Touareg con cuatro marcas distintas. A este triunfo con Audi, Sainz añade los conquistados con Volkswagen (2010), Peugeot (2018) y Mini (2020).
El apoyo de su hijo Carlos, piloto de Ferrari en la Fórmula 1, no pasó desapercibida durante las últimas jornadas en Arabia. Lógicamente, el ganador del último GP de Singapur festejó como merecía la hazaña en el desierto, aunque su influjo no parece haber alterado en ningún modo a Sainz padre. “No soy más competitivo por los éxitos de Carlos. Siempre he sido competitivo y el día que se vaya eso, dejaré de correr”, subrayó Sainz.
“Pido a los aficionados que respeten el momento en el que decida irme, como lo decidí en los rallies. Creo que me he ganado el derecho a que se respete ese día. Si viese que sufro, no me divierto y se me sale el corazón ya decidiré, pero no lo siento así. De momento no me voy a retirar”, adelantó.
El gesto de Loeb
Uno de los mejores momentos de la convocatoria se vivió cuando Sainz admitió haber sufrido un mal sueño después de la famosa maratón de 48 horas alrededor de Shubaytah. “Me quedé dormido en el avión. Tuve una pesadilla tras seis horas seguidas de dunas, dunas y dunas; putada tras putada. Soñé que me estaba cayendo en una duna. Todo esto fue un auténtico ejercicio de disciplina”, aseveró.
En cuanto al gesto deportivo de Sébastien Loeb, quien tras su avería en la penúltima etapa recomendó a Sainz desde el terreno que aminorase el ritmo, Carlos se mostró agradecido. “Le vi un gesto, pero no sabía qué hacía realmente. El casco quitado nos hacía pensar que un problema mecánico importante, pero no sabíamos cuánto perdería. El gesto lo vi en vídeo y es de agradecer porque nos decía que tranquilos y que se había quedado allí”, comentó sobre el nueve veces campeón mundial de rallies.