Marco Bezzecchi dio un golpe sobre la mesa en Portimao. Con una carrera implacable, en la que exhibió un dominio incontestable de principio a fin, demostró que las Aprilia, tal vez, pueden empezar a dar guerra de verdad el año que viene a unas Ducati que han sido las grandes dominadoras en los últimos años. Su triunfo en el Gran Premio de Portugal, el segundo en domingo en el presente curso, le permitió además asegurarse prácticamente el tercer puesto de la general por encima de un Pecco Bagnaia que, de nuevo, dio con sus huesos en el asfalto.
En Cheste, le bastará con sumar dos puntos más que su compatriota para consolidarlos, mientras que Pedro Acosta, tercero finalmente pese a su acoso final a un Álex Márquez que se encaramó al segundo escalón del podio, amenaza con relegar a Bagnaia a la quinta plaza tras ponerse solo a cuatro puntos de distancia del dos veces campeón del mundo de MotoGP.
«Lo intenté, pero morí al final, como el sábado. Hay que gestionar el ritmo de carrera, a veces nos falta al principio y otras, al final. Conocemos nuestros puntos débiles, estamos avanzando en eso y estar en el podio es una buena señal», señaló Acosta una vez terminada la carrera. «Aprilia dio un gran paso comparado con el sábado y fueron mejores que nosotros. Traté de mantenerme ahí, pero usé mucho neumático y no teníamos más. Sobre todo el delantero estaba muy gastado, pero estoy muy contento por cómo ha ido el fin de semana», explicó por su parte un Álex Márquez que tuvo que conformarse con la segunda posición tras llevarse la sprint race del sábado, precisamente, después de protagonizar un espectacular mano a mano con el murciano.
«Ha sido una carrera fantástica para mí, el sábado trabajamos muchísimo en el box para encontrar lo que nos faltaba. Tenía miedo con respecto a Pedro y Álex porque ayer iban muy rápido, pero el equipo ha funcionado muy bien. Es muy importante volver al primer escalón del cajón y quiero dedicarle esta victoria a un amigo y su novia, que acaban de ser padres», sentenció por su parte el vencedor de la prueba, un Marco Bezzecchi sencillamente exultante.
El adiós de Oliveira
La alegría del italiano, en este caso, contrastó mucho con la emoción de Miguel Oliveira. El portugués, que el año que viene competirá en Superbikes, quiso despedirse de su afición en la que, al menos por el momento, ha sido su última carrera en casa en MotoGP, en la que firmó un modesto decimocuarto puesto. En cuarto al resto de pilotos españoles, Fermín Aldeguer acabó la carrera en cuarta posición, Pol Espargaró fue décimo, Álex Rins terminó en la decimotercera plaza y Joan Mir, por su parte, tuvo que retirarse por problemas mecánicos con su Honda.
La semana que viene, el GP de la Comunidad Valenciana echará el cierre a una temporada en la que, por primera vez desde 2020, se ha registrado seis vencedores diferentes en seis carreras consecutivas: Marc Márquez, en San Marino, Pecco Bagnaia, en Japón, Fermín Aldeguer, en Indonesia, Raúl Fernández, en Australia, Álex Márquez, en Malasia y Marco Bezzecchi, en Portugal.
Los lectores no demasiado jóvenes recordarán el día en que Raúl Gonzalez mandó callar al Camp Nou. Al delantero le salieron con los años numerosos imitadores, pero hasta ahora no habíamos visto un gesto así en el mundo del ajedrez. De Magnus Carlsen, número uno del mundo, conocíamos incluso algún puñetazo en la mesa, pero esa interacción con el público no se había producido nunca. Hasta que el noruego, madridista confeso, lo hizo en la eSports World Cup, la Copa del Mundo de deportes electrónicos celebrada en Riad (Arabia Saudita), un festival del videojuego profesional. Allí el ajedrez se codeó, para bien y para mal, con el League of Legends y el Call of Duty, entre otros.
«Me enfadé al ver que animaban a Nakamura cuando me estaba ganando», explicó después el noruego sin perder el sentido del humor y consciente de que en Riad alimentar el show era tan importante como jugar con precisión. Por suerte para él, esa demostración de confianza no se le volvió en contra. El número uno del mundo, implacable en cualquier especialidad, se llevó los 250.000 dólares del primer premio y sumó un nuevo título a una colección inigualable. El repaso que le dio a Alireza Firouzja en la final fue casi humillante. Magnus incluso concedió unas tablas que pudo convertir en victoria si hubiera sido menos caballeroso.
Como en cualquier deporte importante, los petrodólares permitieron atraer a los mejores grandes maestros, con la polémica habitual sobre el blanqueo político que pueden proporcionar las competiciones de élite. Pero aquí la discusión de fondo era otra: ¿es este el futuro del ajedrez, como señaló el propio Carlsen nada más ganar su lujoso trofeo? Se supone que la idea no es sustituir al ajedrez clásico, pero en los últimos tiempos se aprecia un repunte para conseguir que el juego de las 64 casillas llegue al público televisivo, más allá de los incontables canales que cada semana surgen en YouTube y otras plataformas de vídeo.
Espectacular bolsa
Por supuesto, detrás de estos intentos solo hay dinero. En Arabia Saudí la bolsa de premios era espectacular, algo parecido a lo que ocurre con el circuito de Freestyle Chess, cuya última parada del Grand Slam tuvo lugar en Las Vegas. No obstante, hay rumores que indican que el multimillonario Jan Henric Buettner, impulsor de esta variante del ajedrez en la que se sortea la posición de las piezas, empieza a dar signos de agotamiento.
Pero ya sea como Freestyle Chess (también conocido como ajedrez 960 y Random Fischer) o como un videojuego más, llama la atención la búsqueda permanente de nuevos caminos en un juego inmortal, que quizá sigue vivo porque lleva siglos adaptándose y mutando. Mientras, la Federación Internacional parece incapaz de liderar alguna de estas iniciativas, puede que absorta en sus planes para allanar el regreso de los equipos rusos a las competiciones internacionales.
El ajedrez nunca muere, pero sufre. Lleva décadas intentando formar parte del programa de los Juegos Olímpicos; aunque tiene su propia Olimpiada, multitudinaria, no es lo mismo. Alguien pensó que los Juegos de Invierno serían más permeables y Kirsan Ilyumzhinov, expresidente de la FIDE, llegó a proponer que se utilizaran piezas talladas en hielo. No era una broma.
El ajedrez tiene unos 1.500 años de vida, casi un tercio de los cuales ha mantenido las mismas normas. Surgió internet y fue una bendición. Llegó la pandemia y se puso de moda, con el impulso añadido de Gambito de dama. Las amenazas refuerzan su mala salud de hierro y hasta los videojuegos pueden convertirse en un aliado.
Resistencia a los cambios
Por supuesto, no todos ven con buenos ojos esta pérdida de las esencias. Algunos no entienden que dos ajedrecistas sentados en la misma sala no peleen sobre el mismo tablero. Convertido en un "deporte electrónico" más, en el espectacular plató de Riad los grandes maestros rivales utilizaban ordenadores diferentes y hacían sus jugadas con un ratón. Armados con auriculares canceladores de sonido, el público podía gritar a su antojo, aunque como suele ocurrir en algunas competiciones celebradas en Arabia Saudí, muchos de ellos parecían figurantes.
Carlsen, durante una partida.ESPORSWORLDCUP
El entretenimiento estuvo a la altura, en todo caso, pero en el terreno deportivo vimos desenlaces que los amantes del ajedrez clásico no toleran, como la partida que perdió Jan-Krzysztof Duda por un desliz del ratón. El viejo tablero de madera de madera es perfecto y el intermediario tecnológico que requieren los eSports es solo un obstáculo absurdo. Como además se jugaba sin incremento de tiempo, como cuando no había relojes analógicos, algunas partidas se resolvían porque uno de los ajedrecistas movía más rápido que su rival, sin importar si la posición era de tablas muertas. Otra contradicción más: el ajedrez se moderniza eliminando justo uno de los avances que más ha mejorado el juego, los relojes digitales, que permiten añadir un segundo o más cada vez que un ajedrecista hace un movimiento.
En definitiva, la apuesta parecía diseñada para fomentar los errores, porque el drama es imprescindible cuando el público no entiende lo suficiente, como si en la Fórmula 1 sólo merecieran la pena las carreras en las que hay muchos accidentes.
"El ajedrez no es para todos"
El gran maestro danés Jacob Aagaard es uno de los más críticos: «Los constantes intentos de convertir el ajedrez en un juego para que más gente lo aprecie no me parecen lógicos. El ajedrez no es para todos. Si lo cambian para que sea así, ya no será ajedrez. Es un juego donde celebramos la brillantez; todos estos eventos de entretenimiento celebran los errores de los grandes jugadores», escribió en X.
«Que el ajedrez no atraiga a las masas es una característica, no un error», insistía el maestro John Bartholomew. «Es un juego que requiere esfuerzo constante y concentración, cualidades en decadencia secular. Es probable que el ajedrez nunca llegue a ser verdaderamente popular. Parece de mal gusto hacer grandes cambios en el juego para satisfacer a un público cada vez más voluble».
A favor de la iniciativa de los eSports, incluso sus críticos admiten que no intenta, de momento, reemplazar el ajedrez clásico. Todas las modalidades son compatibles y gran parte del público atraído por estos fuegos artificiales luego se engancha con el ajedrez de verdad. Ocurre algo parecido con los millones de personas que juegan en las plataformas de ajedrez por internet. Solo en Chess.com hay más de 200 millones de usuarios (muchos de ellos duplicados, eso sí), a los que hay que sumar (de nuevo pese a los duplicados) otros 100 millones en Lichess. Y no son los únicos lugares para jugar.
En Arabia Saudí participaron muchos de los mejores (¡ni una mujer!) y ganaron un dinero que no es fácil de obtener en los torneos normales. Mientras los dólares fluyan, estos eventos seguirán celebrándose, aunque para tratarse de una competición por equipos no parecía importarle a nadie qué escudo defendía cada jugador. En su continuo ejercicio de ensayo y error, lo único evidente es que el ajedrez se seguirá practicando, por los siglos de los siglos y aunque tenga que vender su alma al diablo.
El Valencia ha encontrado un bálsamo en la Copa del Rey para una temporada que escuece. En Ourense cortó las alas al equipo más contestón en un duelo que tuvo que madurar y que Sadiq tuvo ocasión de finiquitar una y otra vez, pero que le pusieron de cara los gallegos. [Narración y estadísticas: 0-2]
No estuvo el Valencia cómodo en O Couto. Corberán buscó activar a jugadores que o no tienen sitio en el once que pelea la supervivencia en Liga o necesita engrasarlos enrolarlos, y eso acabó reflejado una escasa fluidez de juego que les dejó a merced de un Ourense que sí tenía las cosas más claras. Sabe cómo aplastar gigantes y quiso aplicar la fórmula una vez.
Los gallegos no se sintieron intimidados a pesar de que el partido arrancó con un centro raso de Jesús Vázquez que a punto estuvo de cazar Valera. La respuesta fue una contra que Noriega acabó rematando a la media vuelta obligando a Dimitrievski. Apareció entonces Sadiq, que fue errando una y otra vez en sus testarazos, a veces desviados y otras al cuerpo del veterano guardameta Guillén. El pobre desempeño en ataque lo demuestra que el primer saque de esquina para los valencianistas llegó en el minuto 40.
Golpe de fortuna
Aunque con la amenaza del Ourense bajo control, el Valencia anduvo desorientado toda la primera parte. Ni Pepelu ni Guillamón tomaban el mando y el canterano Martín Tejón no catalizaba el ataque, con Canós desdibujado y Valera casi desaparecido. Las alocadas galopadas de Foulquier, a quien amargaba Raúl Prada, y las subidas de Jesús Vázquez eran las únicas vías de alimentación del gigantón nigeriano.
Antes de que se apreciaran cambios en la segunda mitad, el Ourense se quebró. Subió una marcha el Valencia y un centro de Martín Tejón lo empujó Fran Carmona al fondo de su propia portería. Pareció que la fortuna sonreía, pero volvió a girarle la cara cuando Sadiq se estrelló de nuevo contra el larguero.
Reparto de esfuerzos
Empezó Corberán a mover su banquillo para apuntalar el resultado y repartir esfuerzos que permitieran mantener el pico de intensidad, pero fue el Ourense el que espabiló. Ángel Sánchez estrelló un remate en el palo y a Ramos su disparo desde la frontal se le fue alto.
Pero el Valencia se guardaba la bala de Sadiq. Buscó tanto el nigeriano el gol que lo encontró en el minuto 78. Tuvo como socio a Almeida, quien le apoyó en su pelea para, trastabillado, amar un imparable disparo cruzado al palo largo. Por fin volvía a celebrar un gol dos años, cuatro meses y 11 días después. Y el Valencia ya podía respirar.
MIGUEL A. HERGUEDAS
@herguedas
Madrid
Actualizado Lunes,
18
diciembre
2023
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