El descubrimiento de los receptores de temperatura y tacto ha iniciado una carrera farmacéutica que ya llega a los deportistas. Los parches de capsaicina, la sustancia que se encuentra en los chiles, pueden disipar el calor y mejorar el rendimiento
El maratoniano Rachik, en el Mundial de Doha 2019.GETTY
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Quizá quede en el olvido del público porque el viernes debe ganar a Alexander Zverev para clasificarse para las semifinales de las ATP Finals, pero en los días raros a Carlos Alcaraz le servirá el recuerdo de victoria este miércoles ante Andrey Rublev para venirse arriba. Si Michael Jordan tuvo su 'Flu Game', el español ya tiene el suyo. Con antibióticos aún en el cuerpo, Vicks VapoRub en el pecho, una cintilla sobre en la nariz y un pañuelo de papel en los descansos, Alcaraz consiguió contra todo pronóstico un triunfo por 6-3 y 7-6(8) que le mantiene con vida en el torneo.
Fue una prueba de madurez, quizá la definitiva. No había dudas de que el español pudiera dominar cualquier Grand Slam cuando está en estado de gracia, pero sí las había sobre su capacidad para sobreponerse a las malas sensaciones, al cansancio y, por supuesto, a un resfriado. Ahora ya no.
Antonio CalanniAP
Alcaraz encontró la manera de vencer pese a que se ahogaba, jadeaba, le costaba respirar después de cada intercambio largo. Si no podía ser el Alcaraz de siempre, no podía correr, no tenía el mejor físico de los dos contendientes, le tocaba ser otro jugador y lo fue. Un tenista con el saque como arma principal -hasta seis aces-, un tenista agresivo con la derecha -17 winners- y sobre todo un tenista infalible.
En el primer partido de las ATP Finals ante Casper Ruud, más allá de su constipado, le penalizaron sus muchísimos errores no forzados. Le faltaba el aire y por eso tenía prisa. Ante Rublev sabía que no podía ser. Aunque el ruso le intentara mover por la pista, él tenía que mantenerse firme, mandar en los puntos y definir sin fallos. Lo hizo hasta el punto de que terminó con sólo cinco errores no forzados. En todo el partido no cedió ni una bola de break, perfecto resumen.
El mal momento de Rublev
Además, Alcaraz también aprovechó la debilidad mental de su oponente. Rublev le había derrotado este mismo año en cuartos de final del Masters 1000 de Madrid, un torneo en el que acabó proclamándose campeón, pero en las últimas semanas arrastraba una desconfianza limitante. Con problemas físicos desde el US Open -explicó que tuvo un problema vascular en un testículo que casi le lleva a la amputación-, había perdido seis de sus últimos 10 partidos y se notaba sobre la pista.
Antonio CalanniAP
En el primer set tuvo la mala suerte de que tres bolas casi consecutivas le rozaron la red y eso le descentró durante muchos minutos. Cada vez que Alcaraz conectaba un buen saque o un golpe ganador, Rublev miraba a su entrenador, el español Fernando Vicente, en busca de una inexistente solución. De hecho, al final, lo único que hacía era lamentarse lo que provocó los ánimos del Inalpi Arena de Turín, que esperaba otra actitud.
En el segundo set Rublev aguantó a base de un servicio muy sólido y obligó al español a más. Ambos llegaron al tie-break donde pasó de todo. Alcaraz cedió un mini-break con una doble falta y luego sufrió dos bolas de set en contra, pero en un día así la victoria era suya. "Podría estar mejor, no mentiré. Llevo una semana sufriendo y hoy sólo quería estar en la pista y pensar en tenis, jugar al tenis. Creo que lo he conseguido", comentaba un Alcaraz muy serio, el Alcaraz más serio de siempre, después de cerrar un triunfo que quizá olvide el público, pero que él recordará siempre.
La España de balonmano no está aún clasificada para los Juegos Olímpicos de París, pero casi. Ahora sólo un derrumbe histórico este domingo ante Brasil (17.45 horas, TDP) podría dejarla fuera. La victoria este viernes ante Eslovenia (32-22) en el segundo partido del Preolímpico fue brillante por varios motivos.
En primer lugar porque ahora la selección depende de sí misma: puede ganar, empatar e incluso perder por menos de 19 goles y suyo sería igualmente el pase. En segundo lugar porque el triunfo descubrió a un nuevo líder, Imanol Garciandia, que llegó al equipo ya veterano hace apenas un año, y este viernes se descubrió gracias a su potencia en el lanzamiento. Sus seis tantos en la primera parte fueron esenciales. Y en tercer lugar porque Gonzalo Pérez de Vargas volvió a la excelencia. Después de un Europeo para olvidar, el peor torneo de su vida, el portero se resarció a lo grande con una actuación antológica en la que llegó a superar el 50% de acierto -acabó con 18 paradas de 38 lanzamientos-.
Con todo, España apenas sufrió en los primeros minutos, fruto de la tensión, y luego llegó a gustarse, a disfrutar. En cuanto lideró el marcador con los goles de Garciandia (7-6, min. 10), empezó a desplegar su juego y a correr, a correr, a correr. Un parcial antes del descanso (del 11-10 al 17-10) decidió el partido y en la segunda parte Pérez de Vargas bajó la persiana. La desesperación del conjunto eslovaco fue creciendo mientras España organizaba la celebración.