La habitual encuesta de la ESPN la encabeza el griego por delante de Jokic.
Antetokounmpo, en el banquillo de los Bucks, junto a su nuevo compañero Lillard.STACY REVEREGetty Images via AFP
Reflexionaba Pablo Laso esta misma semana sobre la plenitud del que fuera su pupilo Luka Doncic y esos debates sobre si es ya el mejor jugador del mundo. “Es muy difícil porque, al final, te van a juzgar si tu equipo gana. Puedes ser el mejor jugador del mundo y no ganar un partido porque no juegas tú solo. Esto no ocurre en el tenis”, decía el técnico del Bayern de Múnich. Precisamente este jueves, ESPN ha publicado su ránking sobre los mejores jugadores de la NBA para la temporada que está a punto de empezar y en él no reina Doncic: el líder es Giannis Antetokounmpo.
Como curiosidad, ninguno de los cuatro primeros de la lista es estadounidense. Porque al griego de los Bucks le sigue el serbio Nikola Jokic, ganador con los Nuggets de su primer anillo, y después vienen el camerunés Joel Embiid y precisamente Doncic, que es cuarto.
La tradicional lista se elabora según las votaciones de un panel de expertos compuesto por cerca de 150 periodistas, editores, productores y analistas. Según ESPN, “la carrera por el primer puesto fue una de las más reñidas en la historia de NBArank, ya que la brecha entre los números dos y tres fue casi 16 veces mayor que la que existe entre los números uno y dos”.
El mejor jugador estadounidense de la lista es Stephen Curry, quinto clasificado. Jayson Tatum y Kevin Durant le siguen y el canadiense Shai Gilgeous Alexander ocupa el octavo puesto, por delante del dúo de Los Angeles Lakers, Lebron James y Anthony Davis.
Después de ganar el Giro hace mes y medio, de las infatigables 19 etapas del presente Tour (17 defendiendo el maillot amarillo), de ascender sólo ayer el Col de Vars y la elevadísima Cime de la Bonette a 2.802 metros (lo más alto de una gran vuelta), Tadej Pogacar subió a 25,3 kilómetros por hora los 16.100 metros de Isola 2000 (7,1% de desnivel medio). A pesar de que no le hacía falta por su ventaja en la general. A pesar de que Matteo Jorgenson y los restos de la escapada del día estaban tres minutos por delante. A pesar de todo, lo hizo cuatro minutos más rápido que Miguel Indurain y Tony Rominger hace 29 años.
Lo logró engullendo rivales, como poseído, dejando demasiado atrás y demasiado pronto a Jonas Vingegaard, en 38 minutos y 13 segundos. En 1993, la única meta anterior en Isola, la subida fue un kilómetro menos, y el suizo y el español lo hicieron en 41:49, cuatro kilómetros por hora más lento. Y eso que Pogacar exploró sus límites -«me quedé un poco vacío en los dos kilómetros finales y cuando apeté para pasar a Jorgenson me dejó las piernas muertas», reconoció cuando le preguntaron por qué miraba tanto atrás al final- en esta ascensión que tan bien conoce. No sólo porque resida en Montecarlo, también porque, consciente de que todo se iba a jugar aquí, pasó el mes entero entre Giro y Tour recorriendo estos puertos una y otra vez. «Fue una concentración muy dura, sin jornadas sencillas ya que teníamos que subir todos los días. Mis compañeros y yo ya habíamos hablado de las ganas que teníamos de correr esta etapa, y la hemos hecho como habíamos dicho, marcando un buen ritmo hasta el momento en que he atacado. Ha sido perfecto», dijo el líder, que al fin se abrazó (primero con mascarilla, luego ya sin ella) con su novia, la ciclista Urska Zigart, en meta.
Pero fue precisamente ahí donde se produjo la imagen del día. El larguísimo y emocionante abrazo de Vingegaard con su esposa embarazada. Las lágrimas incontenibles tras el esfuerzo, brotando del siempre gélido danés, quizá recordando en esos instantes en los que ya era consciente de que no iba a enlazar su tercer Tour seguido, el calvario que atravesó tras su accidente en la Itzulia en abril para siquiera poder intentarlo. «Volví a ver a Trine y fue un momento duro. De una forma u otra, había muchas emociones que necesitaban salir», confesó quien ya está a más de cinco minutos en la general, una distancia enorme, similar a la 2021, cuando también quedó segundo tras el esloveno.
Pogacar, feliz por su victoria.Stephane MaheAP
«Supongo que estos dos últimos años seguidos sin vencer han encendido cierto fuego dentro de mí y quiero aprovechar al máximo este Tour», pronunció un Pogacar que, aunque perdió el maillot de la montaña en favor de Carapaz, sacó bandera blanca al fin y prometió tregua para la montañosa jornada del sábado. Con su tercera victoria de etapa de amarillo, logra una hazaña no vista en el Tour desde 1984, cuando Laurent Fignon se impuso de líder en La Plagne, Crans-Montana y Villefranche-sur- Saona.
Jonas, por su parte, reconoció que en su cabeza estaba atacar en «la Bonette, a unos 10 kilómetros de la cima», pero que sus piernas «no estaban ahí» y corrió «por el segundo lugar» con Evenepoel. Eso sí, el líder del Visma no quiso poner excusas: «No estoy decepcionado con la historia que hemos tenido en los últimos tres meses. Vine al Tour a ganar».
Baloncesto
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LUCAS SÁEZ-BRAVO
@LucasSaezBravo
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