El ciclista italiano se impuso a su compatriota Filippo Ganna y al neerlandés Marijn Van den Berg
Alberto Dainese celebra la victoria en Íscar.Manu BruqueEFE
El italiano Alberto Dainese ganó este viernes al esprint la 19ª etapa de la Vuelta a España, entre La Bañeza e Íscar, tras la que el estadounidense Sepp Kuss está un poco más cerca de la victoria final.
El italiano se impuso en la meta de Íscar a su compatriota Filippo Ganna, que fue segundo en una apretada llegada, y al neerlandés Marijn Van der Berg, que entró tercero. Lo hizo poco después de una dura caída en la que se vieron implicados cuatro ciclicistas, en un principio sin consecuencias físicas graves.
Dainese se impuso en una etapa destinada a los velocistas antes de afrontar el sábado la penúltima etapa de La Vuelta en la que Kuss podría ya prácticamente hacerse con la victoria final.
El estadounidense del Jumbo-Visma sigue liderando la general por delante de sus compañeros de equipo Jonas Vingegaard, a 17 segundos, y Primoz Roglic, a 1 minuto 8 segundos.
Los tres corredores que tienen a mano completar el primer triplete en el podio de Madrid, desde el logrado por la formación Kas-Kaskol en 1966.
El sábado tendrá lugar la 20ª y penúltima etapa de La Vuelta, de 208 km, con un recorrido rompepiernas entre Manzanares el Real y Guadarrama con diez puertos de tercera categoría.
De repente, Tim Wellens, en cabeza de la marcha cicloturista que fue la tercera etapa del Tour, miró a la derecha, charló con sus rivales del Soudal Quick Step y se marchó en solitario. El escudero de Pogacar pidió permiso y lo obtuvo del perezoso pelotón, amontonó casi dos minutos de ventaja y logró el punto para la Montaña del Mont Cassel, la única tachuela. El martes saldrá con el maillot de puntos rojos y ahorrará a su líder todo el protocolo del podio. [Narración y clasificaciones]
No fue lo único extraño que ocurrió camino de Dunkerque, una jornada teóricamente reservada en rojo para la tensión, para el viento de la costa, para las escapadas y el trabajo vibrante de los equipos de los sprinters. Nada de eso, lo más destacado del día, más allá de la victoria final de Tim Merlier (su segunda en el Tour, tras la de 2021 en Pontivy) de photo finish sobre Jonathan Milan, fue la tremenda caída de Jasper Philipsen, un tipo que sabe lo que es ganar hasta 10 veces en el Tour, por la que tuvo que abandonar.
Por tierras de la París-Roubaix, del ciclismo más salvaje, por lugares mágicos de leyendas de adoquines y barro como Orchies o Mons en Pevele, el pelotón decidió tomarse un mañana tranquila, aunque sólo fuera la tercera etapa del Tour. Tal calma que por momentos bordeó lo sonrojante, con intentos de escapada que eran casi una broma, como el que protagonizaron entre risas dos de los guardaespaldas de Pogacar, Tim Wellens y Politt. La primera hora se cabalgó a un ritmo que cualquier amateur hubiera resistido (36,2) y eso que la tormenta con la que partieron desde Valenciennes pronto quedó en el olvido.
Tim Wellens, en la ascensión en solitario a Mont Cassel.MARCO BERTORELLOAFP
Y así todavía más, un paseo hacia Dunkerque, el sopor como norma. Tanta falta de tensión que en el único aliciente, el sprint intermedio de Isbergues, todo saltó por los aires de mala manera con una caída espeluznante que se llevó por delante al sprinter más en forma del Tour. En una peligrosísima maniobra, el francés Bryan Coquard chocó con Laurent Rex y el peor parado fue Jasper Philipsen, que avanzaba tras ellos con el maillot verde. El ganador en Lille, el primer líder de este Tour, chocó violentamente con su hombro derecho en el asfalto e inmediatamente abandonó la carrera.
Fue una chispa de nervios que dio paso a otro rato de absoluto paseo. El viento de cara terminó por detener a los valientes. Y, claro, todo se desató de forma violenta a falta de 10 kilómetros. Un acelerón por el triunfo y otros dos accidentes. En el primero se vieron involucrados tanto Remco Evenepoel como Geraint Thomas, aparentemente sin consecuencias serias. A falta de 200 metros, otra tremenda caída, con Cees Bol, Renard y Penhoet implicados.
El campeón de Europa Merlier, que completó su último kilómetro a 57,9 km/h, con un pico a 66,4 km/h para ganar la etapa, levantó el puño ante la potencia de Milan. Van der Poel conserva el amarillo y el martes, camino de Rouen, la tierra de Jacques Anquetil, lo defenderá.
Evidentemente, el jurado decidió que el premio de la combatividad de la etapa quedaba desierto.
«Era la gran decisión, con qué bici empezar», expone Tadej Pogacar en el altiplano de Peyragudes, mientras sacude en el rodillo el ácido láctico de sus piernas, que han realizado un esfuerzo como si de un test se tratara, 23 minutos clavados desde el lago de Loudenvielle, 10,9 kilómetros a una velocidad de 28,4 por hora, lo impensable para cualquier mortal. Habla el tirano del Tour de los detalles de su enésima exhibición (el cuarto triunfo ya en lo que va de carrera), basada esta vez en el puro sacrificio sin más estrategias, alejado de alardes técnicos y hasta de consejos de pinganillo que le pudieran despistar de lo único que le preocupaba: «Ir a tope desde el principio hasta el final».
La gran decisión era cómo afrontar una cronoescalada en la que, tras unos primeros metros de terreno menos áspero, después de girar a la derecha en el pueblo de Estarvielle, se afrontaba un infierno, coronado por un muro rectilíneo e interminable de asfalto negro y rampas del 16% donde tantos hacían zigzag en una crono que apenas 'disputaron' un puñado de corredores. Tadej optó por lo más simple, su Colnago aerodinámica de siempre, con el característico manillar en forma de Y. Y con doble plato. A diferencia de Vingegaard, Evenepoel, Roglic o Lipowitz, no uso la cabra de contrarreloj. El danés incluso llevó el llamativo casco aero. Dio igual, en el primer punto intermedio, situado en Escadaoux, el único relativamente llano, ya marcaba el mejor tiempo el líder.
«Competimos todo el año con este tipo de bicicleta. Hicimos nuestros cálculos. Quería ir más cómodo y fue la decisión correcta. Salí sin auriculares porque la táctica era sencilla. Podía ver los tiempos en los puntos intermedios de las pancartas. Desde el primero, vi la luz verde y los cinco segundos de ventaja, lo que me dio impulso. Abrí un hueco y mantuve un buen ritmo hasta el final», explicó con detalle lo que por la mañana se gestaba en el autobus del UAE Emirates. «Siempre tenemos un plan, pero no siempre sale. Bueno, con Tadej sale más veces de lo habitual», bromeaba a esas horas de calma su director Josean Fernández Matxin.
El ejercicio de Pogacar fue de una precisión exquisita, incrementando paulatinamente su distancia con Vingegaard hasta los 36 segundos finales que ya le dan un colchón de más de cuatro minutos antes de la etapa de hoy, una de las reinas de este Tour, entre Pau y Superbagneres (con el Tourmalet a la mitad). En la última cuesta, mientras Jonas se motivaba doblando a un Evenepoel que padeció muchísimo, incluso problemas mecánicos, Tadej reconoció que «casi» explota. Explorar los límites.
Pogacar, durante la cronoescalada.Mosa'ab ElshamyAP
Sí hubo otros detalles que llamaron la atención en el esloveno. Por ejemplo, no llevaba bidón en su bicicleta (ni siquiera soportes para ello). Es decir, no le iba a hacer falta beber en el tiempo transcurrido, pese al calor reinante en los Pirineos, algo menos ayer que en la jornada previa. Tampoco había pintura amarilla en su montura, habitual cuando es la bici del líder. Reinaba el negro: cualquier gramo de más sobra para escalar. Incluso Pogacar fue sin cinta en su manillar, algo que se había visto pocas veces. «Llevaba pensando en esta contrarreloj desde diciembre; quería que todo saliera perfecto. Y en el último momento, el equipo lo gestionó todo a la perfección», concedió sobre la exhaustiva preparación.
Fueron 36 segundos al final con Vingegaard, una distancia asumible si no hubiera sido por lo sucedido el jueves en Hautacam. El danés, que guardó absoluto silencio ese día, sí que reflexionó ayer. Y se mostró más esperanzado sobre su rendimiento de lo que cabría pensar. «El jueves fue un día realmente decepcionante. Esperaba más, pero al final me quedé sin fuerzas, estaba vacío. Fue una de mis peores actuaciones. Hoy (por ayer) una de las mejores. Es bueno reaccionar así. Hice todo lo que pude», concedió. Y habló sobre que "todo ha vuelto a la normalidad», de que «el Tour está lejos de terminar» y de que seguirá intentándolo. «No he perdido la fe en mí mismo. Sigo creyendo en nivel. Todo el equipo está muy fuerte, solo tenemos que demostrarlo en los próximos días», concluyó.
El equipo de Portugal, compuesto por Iuri Leitao y Rui Oliveira, logró el primer oro olímpico en pista para su país, hazaña que se concretó en la modalidad de madison, donde la plata se la llevó Italia, el bronce Dinamarca y España sólo pudo acabar novena tras una caída de Albert Torres.
Sobre el Velódromo Nacional de Saint Quentin-En-Yvelines, Portugal se impuso en el vigésimo y último sprint, que puntuaba doble. Un agónico triunfo con 55 puntos, ocho más que la pareja italiana formada por Elia Viviani y Simone Consonni, que había dominado las tres cuartas partes de la prueba. Leitao, corredor del Caja Rural, logró la plata en omnium el pasado jueves, y junto a Oliveira, corredor del UAE, frustraron los anhelos del dúo transalpino.
España aspiraba a la sorpresa, pero la suerte resultó esquiva para Sebastián Mora y Torres, con una caída que arruinó cualquier opción de luchar por las medallas. Tras el séptimo sprint, a 130 vueltas del final, Torres y Mora figuraban en cabeza con 11 puntos. Restaba un mundo, pero las sensaciones iniciales permitían soñar con la lucha por el podio. Una madison supone muchas alternativas, momentos de mayor y menor inspiración, y normalmente la última fase de la competición resulta decisiva.
Lucha frenética
A mitad de carrera, Mora y Torres seguían fajándose en puestos del podio. La lucha sin cuartel, frenética sobre el anillo del velódromo, variaba por momentos. Japón encadenó varias puntuaciones para ascender a la zona noble, en perjuicio de España, que bajó a la quinta plaza, con su marcador estancado en 15 puntos.
En el último cuarto, Chequia empezó ganando vuelta y sumó 20 puntos que le auparon a la cuarta plaza. Italia reaccionó atacando para defender el liderato. La dupla británica perdió opciones con la caída de Oliver Wood. Se volvió loca la carrera a medida que se acercaba el final. Consonni y Viviani hacía valer una diferencia mínima sobre Dinamarca y Chequia a falta de 25 vueltas. España quedaba a 25 puntos del bronce, pero la desgracia de Torres acabó con cualquier opción.
Indignado el menorquín, con el casco roto, reclamaba ante los jueces, pero no le permitieron salir de nuevo a la pista. A 20 vueltas se esfumaron las opciones de la dupla española. Tras el incidente, Portugal ganó vuelta, sumó 20 puntos y desplazó a Italia de la primera plaza. Oliveira y Leitao dieron el golpe de mano en momento clave.