El Real Madrid destroza al Maccabi en el extraño silencio de Belgrado

El Real Madrid destroza al Maccabi en el extraño silencio de Belgrado

Maccabi 70 Real Madrid 99

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Paliza histórica de los blancos a un rival desconectado. Con Tavares imparable y el debut en Europa de Hugo González, alargan su racha (10-0) en la Euroliga.

Tavares lucha por un balón con Colson, en Belgrado.Darko VojinovicAP

En la tristeza de un pabellón tan ardiente como la Sala Pionir completamente en silencio como si la pandemia estuviera de vuelta, en la rareza de un equipo exiliado por culpa de una guerra, uno de los clásicos con más solera y rivalidad del baloncesto continental quedó deslucido. El Real Madrid elevó sin demasiados problemas su cuenta en la Euroliga, 10-0 de carrerilla, un inicio brutal, ante un Maccabi sin empuje en las tribunas y sin corazón en la cancha. Una paliza marcada por las circunstancias. [70-99: Narración y estadísticas]

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Se podría concluir que todo quedó resuelto en los 10 primeros minutos, aunque quizá lo estuviera ya antes. ¿Cómo mantener la cabeza en el baloncesto cuando todo alrededor es incertidumbre? El Maccabi es un equipo triste y el amanecer resultó insólito.

Sin Yabusele ni Causeur, con el panorama de un calendario insoportable hasta Navidad (el jueves visita al Fenerbahçe), el Madrid deambulaba por la pista como si no tuviera rival enfrente, anotando con tal facilidad que se fue a los 36 puntos en solo el primer acto. Entre el chirriar de zapatillas y unas gradas en penumbra en las que apenas lucían unas enormes pancartas, Tavares anotaba bajo el aro sin oposición, un mate tras otro (15 puntos en un suspiro), y Campazzo surtía a diestro y siniestro ante un rival que perseguía sombras. Cuando el Maccabi quiso enchufarse a la batalla, ya tenía una losa de 19 puntos encima.

Espabiló algo, con más inercia que fe, en el segundo acto gracias al desacierto blanco desde el perímetro, al bajón con la segunda unidad –Poirier no aprovechó tantos las concesiones en ese tramo- y a la irrupción de Josh Nebo en la pintura.

Hezonja

Pero los de Tel Aviv eran un equipo en shock. Obligado a establecerse en Belgrado, lejos del calor de La Mano de Elías -impensable hubiera resultado final en ese escenario- y sin saber demasiado cómo se resolverá su porvenir si se mantiene el conflicto bélico entre Israel y Gaza, el conjunto de Oded Kattash -con el español Chema Berrocal de ayudante- no muestra el poderío que indica su plantilla, con Lorenzo Brown y Wade Baldwin como estandartes (y refuerzos como los ex valencianistas Jasiel Rivero y James Webb). Viene combinando minutos decentes con desconexiones asombrosas, aunque la semana pasada llevara al límite al Barça.

Contra el Madrid, como si Tavares fuera un muro inexpugnable, hubo pocos atisbos de remontada. A la vuelta de vestuarios, de nuevo estiraron la cuerda los visitantes, con Hezonja alargando el momento brillante por el que atraviesa, confianza para darle una preciosa asistencia por la espalda al propio Tavares. Ahí llegó un 11-0, por primera vez cerca los hebreos (54-60), ramalazos de talento de Baldwin (horrible toda la noche) y Lorenzo, aunque pronto pusieron orden Campazzo, Musa y, sobre todo, Hezonja, un 2-16 de vuelta para dejarlo todo encarrilado. El Madrid sólo perdió siete balones.

Porque todo lo demás fue un castigo que sobraba. En ese tramo extraño se produjo (además de una de las jugadas de la temporada entre el Chacho y Poirier), sin embargo, un hecho que se recordará: debutó Hugo González a sus 17 años en la Euroliga.

kpd