Mundial de atletismo
Entrevista
La mejor mediofondista del momento, campeona olímpica y mundial, reflexiona con EL MUNDO sobre su maternidad y sus objetivos
«¿Es tu hija? ¿Qué edad tiene? ¿Cuatro? Casi como la mía, que tiene cinco. No paran, eh, a mí me deja agotada», admite Faith Kipyegon cuando observa el fondo del móvil del periodista de EL MUNDO e imaginen qué hay que hacer para agotarla.
Kipyegon es la vigente campeona olímpica, mundial y plusmarquista de los 1.500 metros, pero sobre todo, apunta, es madre. «Estoy aquí concentrada en el Mundial, y a veces me vienen a la cabeza cosas de su colegio o pregunto si está comiendo bien. Es normal. Ahora ya entiende todo y eso me ayuda. Sabe que estoy lejos de casa porque tengo una carrera, que mucha gente está viéndome y se siente orgullosa de ello. Era más difícil cuando era más pequeño. Me planteé que viajara conmigo, pero no es buena idea. Para ganar un oro se requiere mucho descanso y ella no para», apunta la mejor mediofondista del momento, que se descojona después de cada respuesta, y Google Noticias le da la razón. Hace un par de meses, el presidente de Kenia, William Ruto, recibió a Kipyegon en el palacio presidencial, le regaló una casa y 32.000 euros y su hija, la pequeña Alyn, protagonizó el acto. En pleno discurso de Ruto, agarró la carpeta donde posaba el discurso y luego estuvo graciosísima en las fotos supuestamente formales. «De verdad que no para», repite Kipyegon.
En el presente Mundial de Budapest, tras batir también el récord del mundo de los 5.000 metros, busca un doblete 1.500-5.000 que no ha conseguido ninguna mujer.
- Fue madre a los 23 años, tras ser campeona olímpica por primera vez en los Juegos de Río 2016. ¿Temió por su carrera?
- Tenía claro que quería ser madre y pensé que ése era un buen momento. Había el riesgo de no recuperarme, quizá desaparecía del atletismo. Volver fue lo más duro de mi carrera, pero también un nuevo inicio. Hasta ese momento yo corría rápido, pero después de la maternidad entendí realmente la disciplina, el entrenamiento, el esfuerzo. Ser madre me hizo fuerte, mi hija me da una motivación extra en los días difíciles. Ahora lo tengo todo más claro.
Al contrario que en España, donde se recomienda mantener la actividad física durante el embarazo y retomarla cuanto antes, en Kenia ginecólogos y comadronas todavía prescriben un descanso total durante más de un año. Cuando Kipyegon cumplió el cuarto mes de embarazo, la mandaron parar y sólo volvió a correr cuando Alyn ya tenía siete meses. Antes hubo bicicleta estática, elíptica, pero poco más. El 2018 no existe en su trayectoria. Pero en 2019 se puso en manos de Patrick Sang, el entrenador de Eliud Kipchoge, se subió a concentrarse a las alturas de Kaptagat y desde entonces es imparable. «Cuando vi a Eliud entrenar pensé: ‘Esto es lo que quiero hacer en mi vida’. Cambié mi estilo de vida, lo simplifiqué todo, me ceñí a la programación», revela Kipyegon.
- ¿Cómo es la situación de las mujeres en Kenia?
- Es una pregunta difícil. Hay desigualdades que reparar para las jóvenes. Pero mi papel ahora mismo es correr. Espero que eso sirva, ser un modelo para las chicas, para que vean hasta dónde pueden llegar. De eso hablo con mi hija. Como atleta siento el mismo respeto. El Gobierno me cuida como a Eliud [Kipchoge] o a [David] Rudisha, tengo patrocinadores. Si corres rápido no importa si eres hombre o mujer.
Kipyegon, que este domingo cruzó las semifinales de los 1.500 metros sin esfuerzos y este martes disputará la final (21.31 horas, Teledeporte y Eurosport), habla del atletismo como un trabajo, pero se le iluminan los ojos cuando se le pregunta por el fútbol. Fue su primer amor y da la impresión de que estos días, si pudiera, se cambiaría por Salma Paralluelo o Aitana Bonmatí. «¡Madre mía! Jugué hace mucho tiempo. En la escuela, de niña, pero en Kenia no tenemos fútbol femenino internacional, sólo era para divertirme. Luego gané sin zapatillas [el Mundial junior de cross en 2011] y empezó mi historia», rememora la keniana que asegura que esta temporada ya está satisfecha por batir tantos récords del mundo y que ahora todo es disfrute.
Cuesta creerla. Si está aquí en Budapest, lejos de su hija Alyn, es para ganar, cuando más, mejor.