Quedarán los recuerdos, a ellos y a los aficionados, de los tres partidos que jugaron juntos en los Juegos Olímpicos de París y de su complicidad fuera de la pista, pero sobre todo quedará el ejemplo: así se da un relevo. Rafa Nadal, con sus 22 Grand Slam y todo lo demás, vio cómo Carlos Alcaraz empezaba a dominar el tenis, el US Open, Wimbledon, incluso Roland Garros como hacía él, y no dudó ni un segundo: "¿Jugamos juntos?". Mil ejemplos hay en el tenis, ¡en la vida!, de reemplazos traumáticos, por una competitividad mal entendida o simplemente por envidia, y esto fue lo contrario.
Nadal le tendió la mano a Alcaraz y durante unos días, menos de los esperados pero suficientes, ambos aprendieron juntos. Cuánto le servirá en el futuro a Alcaraz en su ascenso del tenis lo visto y oído de Nadal en la Villa, en los entrenamientos, en los encuentros. Perdieron, perdieron ante una pareja de dobles de verdad, dos ex números uno de la especialidad, Rajeev Ram y Austin Krajicek, por 6-2 y 6-4 en cuartos de final del torneo olímpico, pero quizá lo aprendido valga más que un oro, que ya es decir.
Antes de la derrota de los españoles, el ruso Daniil Medvedev perdió contra el canadiense Félix Auger-Aliassime y a su pasó por la zona mixta de Roland Garros dejó una frase para el recuerdo: "Podría jugar también los dobles, pero me molesta que haya tanta gente en la pista". Eso mismo les pasó a Nadal y Alcaraz ante Ram y Krajicek. Con muy pocos entrenamientos juntos y escasísima experiencia en la disciplina del más joven, los estadounidenses se abalanzaron sobre la red y los españoles no supieron cómo empujarlos hacia atrás. En cada juego el esquema era el mismo: Nadal y Alcaraz en el fondo de la pista y Krajicek y Ram delante, esperando para volear, para machacar, para ganar. No servía tirarles fuerte, costaba horrores colarles un sólo globo... no había manera.
Un intento de proeza
Hubo instantes de desesperación, especialmente de un Alcaraz acostumbrado a inventarse decenas de 'winners' en sus partidos de individuales. El reciente campeón de Wimbledon y Roland Garros lo intentaba, lo intentaba y lo intentaba y pocas veces acertaba. Además desde el primer juego Krajicek y Ram fueron a buscarle cuando estaba en la red y eso todavía le puso más nervioso. Los estadounidenses no le tenían miedo, querían que fallara golpes a los que no está acostumbrado y lo hizo.
Sólo hubo unos minutos en los que todo fue posible porque Nadal y Alcaraz son Nadal y Alcaraz. En el segundo set, después de ser avasallados por sus rivales, con 6-2 y 5-4 en el marcador, les robaron tres bolas de break y les pusieron a todo el público de la Philippe Chatrier encima. Ahí el brazo de los expertos doblistas se encogió: sólo en la Copa Davis hubo alguna manera un ambiente tan eléctrico. Pero su veteranía primó y el encuentro se acabó.
Para la historia, un oro que se pierde, pero para el medallero español otro oro que cobra fuerza. La derrota del dobles aligera la semana de Alcaraz que si hubiera seguido adelante en los dos cuadros habría tenido que enfrentar 12 partidos en ocho días. Con molestias en el muslo y el peso de los últimos 'grandes', podría derrotarle el cansancio o incluso una lesión. Ahora, más con la mencionada derrota de Medvedev, el camino está libre. Hasta la final individual no encontrará a un adversario capaz de amenazarle y si puede descansar el único objetivo ya debe ser su triunfo.