El guipuzcoano se inició en su deporte muy joven y, como profesional, pasó por los equipos de Fagor, Kas y Teka y fue segundo en la Vuelta España de 1975
Con Domingo (Txomin) Perurena Telletxea (Oyarzun, 15 de diciembre de 1943) desaparece el ciclista español con más victorias: 158, por delante de Alejandro Valverde (133). Tamaño número señala, por fuerza, a un sprinter. Txomin lo era: el mejor tras la estela inigualable de Miguel Poblet. Pero no solamente. No puede ser tan exclusivo especialista quien, en 1974, ganó el Premio de la Montaña en el Tour. Ni quien fue campeón de España de montaña, amén de dos veces en línea, en 1971, 1973 y 1975. Y quien se llevó la Subida al Naranco.
Además de velocista, quien acumula tan alto número de primeros puestos tiene que haber sido, necesariamente, muy longevo. Brillante como aficionado, Perurena fue profesional entre 1963 y 1979 en cuatro equipos (Fagor, Fagor Mercier, Kas y Teka), señeros patrocinadores en la historia del ciclismo español. Perurena está asociado a la mejor época de todos ellos, especialmente del Kas.
No llegó a ganar ninguna etapa en el Tour. Ni ninguna de las clásicas flamencas, no a nuestro alcance entonces. Tal “deficiencia” quizá le restó trascendencia a los ojos del aficionado posterior a sus años de vigencia. Pero no a los de sus contemporáneos, que lo admiraron por sus 12 etapas en la Vuelta y sus 31 días de amarillo. Nadie lo ha lucido tantas jornadas sin llegar a ganarla. Pero, segundo, estuvo a punto de hacerlo en 1975. Perdió la dorada prenda, a manos de Agustín Tamames, en el segundo sector, una contrarreloj de 32 kms. de la última etapa, y precisamente en San Sebastián. Gozaba de 119″ de ventaja sobre el salmantino, que lo aventajó en 133. Fueron los 14 segundos más amargos de su vida. También acabó cuarto en 1977, quinto en 1974 y sexto en 1972.
Quinto en el Mundial
Se impuso en dos etapas del Giro y terminó quinto en el Campeonato del Mundo de 1977. Le vieron vencer total o/y parcialmente carreras encastradas en el inmemorial calendario español: la Vuelta al País Vasco, la Vuelta a Cantabria, la Bicicleta Eibarresa, la Setmana Catalana. Sus mejores años los disfrutó en y con el Kas. En 1972 obtuvo 30 victorias; 20 en 1975; 19 en 1973; 16 en 1971; 15 en 1974. Todavía obtuvo ocho en 1978. Ninguna con el Teka en 1979. Y colgó la bicicleta. Más tarde, ya como director (Teka, Orbea, Artiach, Euskadi) ganó la Vuelta con Marino Lejarreta (Teka) y Pedro Delgado (Orbea).
Fue asimismo un excelente “pistard”, que, en compañía de José López Rodríguez, animó los Seis Días de Madrid (terceros en 1966).
Tiene un lugar destacado en la gran historia del ciclismo español.
En el Día Internacional de la Mujer, el Palacio de las Comunicaciones de Valencia ha acogido la presentación del recorrido de La Vuelta Femenina 24 by Carrefour.es. La ronda española, que contará con una etapa más que en 2024, comenzará el domingo de 28 de abril en Valencia y finalizará el 5 de mayo en Valdesquí. A lo largo de sus ocho etapas, la carrera visitará ocho provincias de cinco comunidades autónomas diferentes. Las ciclistas afrontarán una contrarreloj por equipos, una etapa llana, dos etapas onduladas, una etapa de media montaña y tres etapas de montaña.
Valencia, que ya cuenta con la experiencia de ser salida oficial de La Vuelta en 1996 y 2002, acogerá la contrarreloj por equipos inaugural que tendrá como epicentro la Ciudad de las Artes y las Ciencias y el Oceanogràfic. La segunda jornada, con salida en Buñol, recorrerá el interior de la provincia valenciana antes de adentrarse en territorio castellonense para terminar en Moncófar. También desde la provincia de Castellón partirá la tercera etapa, desde Lucena, antes de poner rumbo a Teruel en una jornada de media montaña. En la siguiente jornada, la carrera hará su primera incursión en la provincia de Guadalajara para salir de Molina de Aragón, antes de volver a la comunidad aragonesa en un terreno principalmente llano y vivir un final de etapa en su capital, Zaragoza.
La primera jornada montañosa de la carrera llegará con el estreno de los Pirineos en la ronda femenina. Tras salir de Huesca capital, el pelotón afrontará la subida al Alto del Monasterio de San Juan de la Peña, de segunda categoría, y la ascensión final al Fuerte de Rapitán, en Jaca. El segundo final en alto de la carrera llegará en la siguiente etapa, que unirá Tarazona, en Zaragoza, y La Laguna Negra de Vinuesa, en Soria. Una cima que con dos presencias en La Vuelta ya ha escrito las primeras páginas de su historia ciclista.
En el último fin de semana de carrera, el pelotón abandonará el territorio soriano, con salida en San Esteban de Gormaz, para volver a la provincia de Guadalajara y finalizar en Sigüenza, con unos metros finales ascendentes que pondrán a prueba la explosividad de las ciclistas.
El fin de fiesta de esta segunda edición de La Vuelta Femenina by Carrefour.es se vivirá en la Comunidad de Madrid. Primero, la salida desde el Distrito Telefónica servirá para participar en la celebración del centenario de la compañía, como hará también La Vuelta 24 en su etapa final. El pelotón pondrá rumbo a la Sierra de Guadarrama atravesando territorio ciclista, con la subida al Puerto de la Morcuera, de primera categoría, y la ascensión final a Valdesquí, también de primera categoría, que coronará a la vencedora final de La Vuelta Femenina 24 by Carrefour.es. La última ganadora fuera la neerlandesa Annemiek Van Vleuten (Movistar), que ya está retirada.
"Valencia es una provincia que conocemos bien ya que a menudo nos ha acogido en La Vuelta. Estamos emocionados con esta salida en Valencia, una ciudad que comparte con nosotros la ilusión por ver consolidarse y crecer a un evento como La Vuelta Femenina by Carrefour.es", aseguró Fernando Escartín, director de la carrera.
La Bestia desató su furia tras un ataque de Oier Lazkano y una caída de Wout van Aert. Mathieu van der Poel, en estado puro, fulminó a todos sus enemigos con una de esas cabalgadas formidables que sólo los privilegiados pueden culminar. El neerlandés se adjudicó este jueves la E3 Saxo Classic, la cita tradicionalmente conocida como Harelbeke, en la zona de Flandes, y que supone el gran aperitivo de las clásicas de los adoquines de primavera, con sus 207 kilómetros de recorrido y sus 17 cotas de pavés.
El campeón del mundo de fondo en carretera volvió a encandilar al público con una ofensiva de larga distancia. Al falta de 43 kilómetros para meta, en la entrada del emblemático tramo adoquinado de Paterberg, soltó a sus compañeros del grupo cabecero y se marchó ante la mirada impotente de sus adversarios.
Un ataque que se generó tras una maniobra valiente de Lazkano. El chaval del Movistar estuvo otra vez entre los mejores y a falta de 47 kilómetros intentó fugarse. Un desafío frustrado por la ambición del líder del Alpecin. La respuesta de MVDP coincidió con una acción desgraciada de Van Aert, que se cayó en el inicio de la rampa del Paterberg. El belga, con un leve raspón en el codo derecho, se levantó y, tras quedar descolgado, se lanzó a la caza.
Van Aert, enrabietado, aceleró en una persecución formidable, que le permitió acercase a 400 metros del maillot arcoíris. Pero su ejercicio se desinfló a falta de 10 kilómetros, cuando Van der Poel volvió a volar en los adoquines para imponerse en el primer duelo del año a Van Aert, su eterno rival desde la niñez en la carretera y en el barro del cliclocross. Desfondado, el belga terminó tercero, por detrás de su compatriota Jasper Stuyven.
VdP, que entró en la meta haciendo un saludo militar, se anotó el primer gran examen antes de afrontar el Tour de Flandes (31 de maro) y la París-Roubaix (7 de abril).
Cuando las multitudes le aclaman, le chillan y le ruegan en los largos pasillos que en cada salida se forman en el protocolo de la estampa de firmas, cuando rodean el bus del UAE Emirates, cuando le persiguen incluso en los hoteles de paso perdidos por Francia, a Tadej Pogacar se le intuye abrumado. Como los tímidos enfermizos, no sabe muy bien cómo reaccionar ante el fenómeno fan. Un brazo arriba, una media sonrisa. Él sólo es una estrella del rock encima de la bicicleta. Ahí sí, la transformación, los gestos, el colmillo, la inclemencia. El show.
En Niza, bajo el sol del Mediterráneo, tan lejos del Arco del Triunfo parisino, el esloveno se hizo leyenda. Son tantas las comparaciones con los mitos del ciclismo, los récords devorados... El nombre más repetido es el de Marco Pantani, el último ganador del doblete Giro-Tour, hace 36 años. Sólo seis más lo lograron (Coppi, Anquetil, Merckx, Hinault, Roche e Indurain), pero lo más asombroso no es conseguirlo, es siquiera imaginar intentarlo en los tiempos del ciclismo moderno, donde ya no se avanza a base de riñones y coraje, donde todo lo marca la ciencia, los vatios, los esfuerzos y los descansos. Ahí, en los laboratorios, ha sido donde se ha fraguado lentamente la reconquista de Pogacar, una maquinaria que su director, Joxean Fernández Matxin, puso en marcha el mismo día después de que, por segundo año consecutivo, Jonas Vingegaard apartara a su pupilo del triunfo en la Grande Boucle.
«Un Tour lo perdí porque me equivoqué siguiendo los ataques de Roglic y Vingegaard [Galibier 2022], el otro porque lo corrí con la muñeca medio rota y una férula», contaba en la cima de Isola 2000 Tadej tras abrochar su tercer Tour e igualar a Thijs (1913, 1914, 1920), Bobet (1953 a 1955) y Greg LeMond (1986, 1989 y 1990). «Vuelvo a ser el viejo yo. Y todavía mejor». Pero, ¿cómo lo hizo?
Es lo que Matxin llama «el backstage, todo lo que está detrás». Y, en el caso del genio de Komenda, se basa en tres pilares: aerodinámica, nutrición y rehabilitación. Los tres, como ese Joseba Elguezabal (el masajista vizcaíno) que le asiste en cada meta, tras cada esfuerzo, con acento español.
Tras la segunda afrenta de Vingegaard, con un bajón como nunca antes se había visto en el Col de la Loze, el fin de temporada de Tadej no fue todo lo exitoso que acostumbra. Apenas pudo sumar a su palmarés Il Lombardia, el último monumento del año. Ya ese octubre, en el primer pre stage del equipo en Abu Dhabi, Matxin le planteó una ambiciosa hoja de ruta hacia la reconquista: Giro y Tour. «Todo está analizado. No podíamos acomodarnos. Teníamos que controlar dónde habían estados la pérdidas y minimizarlas. Y aumentar nuestras fortalezas. Y para eso había que sacrificarse», explica el director del UAE a EL MUNDO.
El Puig
Tras las vacaciones con su novia Urska Zigar, Pogacar se puso manos a la obra. En enero ya estaba trabajando en el velódromo valenciano de El Puig, Porque ahí, en la aerodinámica, estaba uno de los puntos débiles detectados. «El año pasado nos metieron 1:38 en la crono [Combloux), son cosas que escuecen pero que te hacen despertar». El hombre destinado a mejorar aerodinámicamente a Pogacar es David Herrero, ex ciclista del Euskaltel, ahora uno de los biomecánimos más prestigiosos del pelotón. Que no sólo estudió en el túnel del viento y los track test (pista) la posición de Tadej en la cabra de contrarreloj, fue más allá. «Se trataba de ser aerodinámicos, pero confortables en la posición. Pogacar antes iba mucho más recto, más flexible. Ahora va más acoplado en momentos donde antes era erecto. Todo apoyado por el Big Data. Si vas 20 segundos con una capacidad de flujo del aire que te penetre mucho más...», explica Matxin. «Estudiamos hasta la posición en el grupo y la composición y ubicación del equipo, cómo usamos el draft (ir a rueda), saber que tú en ese momento estás recuperando y posiblemente tu rival no, él gasta más y tú menos», añade.
Herrero, que fue pupilo de Matxin en el Saunier Duval, analiza hasta «el rozamiento del material de la bicicleta, del muslo con el sillín, de un buje, de la cadena... Cuanta menos fricción haya, más rendimiento». Todo eso no dejó de aplicarlo Pogacar. En cada calentamiento y cada enfriamiento del Giro, utilizaba la bici de contrarreloj. En el mes entero que pasó concentrado en los Alpes Marítimos antes del Tour, hubo días que recorrió los puertos acoplado. Jornadas en las que, antes de partir, completaba en el rodillo rodajes suaves a 40 grados, un entrenamiento térmico para mejorar una de sus flaquezas reconocidas, el esfuerzo bajo el calor.
La siguiente para de la mejora de Pogacar es la nutrición. Y ahí el hombre es Gorka Pérez, el nutricionista español del UAE, que ya contaba en EL MUNDO cómo medía «hasta los gramos de arroz del sushi» de sus ciclistas. «Valora el gasto calórico, el gasto en kilojulios de cada etapa para analizar proteína, carbohidratos, toda la alimentación a la perfección de cada uno. Con una App que ha desarrollado, sabe perfectamente todo lo que han gastado y todo lo que tienen que comer», dice Matxin. «El chef hace el menú customizado para cada corredor. Nadie pasa hambre. En muchos casos no se pueden ni acabar la dieta, pero están convencidos de que al detalle eso es lo que necesitan para recuperar, la gasolina que han gastado».
Otro de las grandes novedades en el entrenamiento de Pogacar fue la llegada en octubre del sevillano Javier Sola en sustitución de Íñigo San Millán (se incorporó al Athletic de Bilbao) como director del grupo de entrenadores. Matxin también destaca otra pata menos visible del entorno del campeón. Se trata de Víctor Moreno, especialista en rehabilitación de la Universidad Miguel Hernández de Elche. Con una gran peculiaridad que adelanta en «un 50% los plazos de la recuperación»: el profesor se desplaza directamente a los lugares de residencia de los ciclistas del UAE. «Esto no creo que exista en ningún deporte. Cuando alguien tiene una lesión o una caída, tener que desplazarte a un centro de rehabilitación o a un hospital, es duro psicológicamente. Víctor acude a la casa de los ciclistas para que en su ambiente, con su familia, se recuperen más rápido la lesión. El año pasado estuvo en Mónaco con la rotura de muñeca de Tadej», desvela Matxin.
Todo eso, las ganas de venganza y el talento innato de Pogacar. Un cóctel para la historia del ciclismo.