El belga sufre un accidente sin consecuencias en los primeros kilómetros de la quinta etapa.
Evenepoel, tras su caída.LUCA BETTINIAFP
Remco Evenepoel, vigente campeón del mundo y segundo clasificado en el actual Giro, fue el protagonista de los primeros kilómetros de la quinta etapa de la ronda italiana. Muy a su pesar. La aparición de un perro en medio de la carretera, le obligó a maniobrar y provocó su caída. Después de unos momentos de incertidumbre, acompañado de varios compañeros de su equipo, el Quickstep, el belga pudo volver al pelotón sin problemas.
A simple vista no sufrió ninguna lesión, aunque pasó unos cuantos minutos gesticulando. Más allá de dolores, al parecer blasfemaba contra el dueño del perro que provocó su incidente.
En la etapa de este miércoles en el Giro, de Atripalda a Salerno, los ciclistas completarán 171 kilómetros con dos puertos de tercera categoría bajo la lluvia y el frío. El accidente de Evenepoel, de hecho, tuvo lugar después de la primera ascensión del día, Passo Serra, apenas cumplidos los diez primeros kilómetros de la etapa. En ese momento tres ciclistas, el francés Thomas Champion y los italianos Stefano Gandin y Samuele Zoccarato, ya habían tomado ventaja respecto al pelotón y habían formado la fuga del día
Ni en la más osada de las predicciones. Pero siempre la realidad supera con creces la ficción. Más en el ciclismo, en escenarios tan proclives a la gesta como el Colle delle Finestre, colofón brutal a un Giro que será recordado. El Giro de Simon Yates, una victoria tan insospechada que engrandece a los protagonistas. A los derrotados, un fracaso mayúsculo del joven Isaac del Toro, lección de vida, y del veterano Richard Carapaz, desplumados por la valentía del británico y por el movimiento estratégico de su equipo, el Visma Lease a Bike. [Narración y clasificaciones]
En la meta Sestriere, donde la victoria fue para el australiano Chris Harper, héroe desde la escapada del día, el amarillo del Visma de Yates lució para la historia. Con una ventaja enorme, de casi seis minutos, rendidos sus rivales, ahogados en sus dudas, en una frialdad que fue mortal. Porque cuando el británico, que había flaqueado el viernes, que no respondió al primer golpe de Carapaz nada más comenzar Finestre, les atacó desde su remontada al poco, fue directo a una gesta.
Su ventaja, que durante varios kilómetros de ascensión no fue mayor de 30 segundos, se amplió del todo cuando Carapaz, harto y exhausto tras sus ataques a los que siempre respondía Del Toro, paró en seco. Y ahí, el inexperto mexicano, el que tenía el Giro en sus piernas tras 11 días de rosa, no supo qué hacer. Y también se detuvo.
Yates coronó con dos minutos la Cima Coppi de este Giro y al poco encontró la ayuda de Wout Van Aert desde la escapada. Descendieron como balas, pero Del Toro y Caparaz pararon aún más. Se dispararon al pie y la ventaja se fue a los cinco minutos. Antes de comenzar la ascensión final a Sestriere, Simon Yates ya era el ganador.
El zafarrancho de Carapaz había sido brutal, una ofensiva con todo, desde las primeras rampas de Finestre. Primero aceleró su compañero Rafferty, después fue Steinhauser el que lanzó como si fuera un sprinter al ecuatoriano. Se apartó el Chalequito Cepeda y allá fue la Locomotora del Carchi, a destrozarlo todo, a quedarse mano a mano con un Del Toro que reaccionó con una frialdad asombrosa para sus 21 años. Entonces todo era un espejismo para ellos.
Chris Harper celebra su victoria en Sestriere.LUCA BETTINIAFP
Porque quedaban los 18 kilómetros de Finestre, ocho de ellos sin asfalto. Un mundo y una batalla en la que también jugaba la mente. Al poco acudió desde atrás Simon Yates, el tercero en discordia, que vio su oportunidad entre los dos latinos. Allá donde hace siete años se dejó el rosa y un Giro que tenía en sus piernas ante Chris Froome. No dudó ni un instante. Atacó y atacó hasta que se fue en solitario, mientras sus rivales jugaban al póquer.
Porque tras otro par de zarpazos de Carapaz en los que ni se inmutó Del Toro, siempre poco a poco en su remontada, con la calma de los elegidos, el ecuatoriano frenó en seco y puso la duda en su rival. Fue la llegada de Derek Gee por detrás la que avivó el ritmo, aunque Yates tenía todavía la baza de Van Aert por delante.
Y ocurrió lo insólito, Yates creció y creció y logró una ventaja de hasta dos minutos que le vistió virtualmente de rosa ante la cobardía de Del Toro, que sólo vigilaba a Carapaz y aguardaba por detrás la ayuda que no llegaba de alguno de sus compañeros. La bajada fue su condena, unos kilómetros de dudas que recordarán por mucho tiempo.
La penúltima etapa había avanzado a todo gas desde Verrès -donde Juanma Gárate, director de Carapaz, bromeaba con los posibles aliados y hasta con miembros del equipo rival como Igor Arrieta-, todavía en el corazón del Valle de Aosta, hacia las rampas del temible Colle delle Finestre, con dos cotas antes de aperitivo: Corio y Colle de Lys. La fuga, más bien pelotón delantero, constó de 31 integrantes, con Carlos Verona, Pello Bilbao y Jon Barrenetxea como españoles, pero también con Van Aert, quien, una vez más, iba a resultar clave en la victoria de un compañero, para la segunda grande de Simon Yates tras la Vuelta de 2018.
«Es una relación guay», cuenta Mikel Landa, mirando de reojo a quien, exigencias de la prensa, acaba de desprenderse de su vera. Porque el binomio que forma con Remco Evenepoel en carrera se traslada a cada control de firmas, a dúo el veterano y el novel desde el bus del Soudal Quick-Step hasta el estrado, una improbable relación que comprueba en este Tour su éxito. Camino de los 35 años, con tantas carreras a sus espaldas, con el mito del landismo ya para siempre, el vitoriano ha encontrado en el equipo belga que le firmó hasta 2025 un reto inesperado. El que puede ser el último capítulo de su carrera se podría titular: «Tutela a una estrella».
El pasado verano Mikel recibió una llamada personal de quien estaba dispuesto a afrontar por primera vez la Grande Boucle, pese a que tantos sospecharan que Evenepoel no sería capaz de soportar la alta montaña con los mejores. Y Landa, que ya en el pasado tuvo que escoltar a otros líderes -a Chris Froome en el Sky o a Fabio Aru en el Astana-, aceptó el envite de buena gana. Hoy, su líder se muestra pleno a la espera de las dos terribles etapas de los Alpes que decidirán el Tour y él, que no pierde de vista al joven belga, se sitúa tan cerca de los puestos nobles de la general que está a un paso de repetir las dos mejores actuaciones de su carrera, los destellos de su plenitud. En 2017 y en 2020 acabó cuarto, la primera vez a tan sólo un segundo del podio de Romain Bardet.
«Esta vez venía con otra idea», razona en EL MUNDO quien, además, es el mejor español en la general, siete segundos de ventaja a Carlos Rodríguez, a 27 del portugués Joao Almeida por el cuarto puesto. «El plan era el de desconectar en alguna etapa y ayudar a Remco en la montaña. Pero día a día me he ido metiendo en la general [en Plateau de Beille entró sólo por detrás de los tres «inalcanzables»] y ahora toca aguantar ahí», admite el vitoriano, quien ha estado acompañado buena parte del recorrido en este Tour por su familia.
¿Qué ha descubierto en un joven como Remco, 10 años menor que usted?
"La verdad es que es un chico muy muy ambicioso. El talento que tiene le empuja a ser así de ambicioso. Y es muy curioso. Le gusta saber cosas, mejorar. Se deja aconsejar. Me pregunta bastante cuando tiene dudas".
"Priorizaré ayudarle"
En la escala de fanatismo del presente Tour, el tercer escalón de decibelios de cada salida y en cada meta lo marca Evenepoel, el debutante llamado a interponerse en la tiranía a dos que protagonizan Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar. El tercer beatle se siente cada vez más cómodo en la Grande Boucle, hasta el punto de desafiar el segundo puesto del danés, de castigar sus supuestas flaquezas como intentó en Superdévoluy el miércoles. Este viernes, la etapa reina, será definitiva para todos. Y en la temible Cime de la Bonette (casi 23 kilómetros al 6,8% de desnivel), el punto más alto alcanzado jamás por la carrera (2.800 metros), a su vera estará seguro Landa, en su «Tour especial». «Pogacar parece que está dominando. No sabíamos muy bien cómo llegaba Vingegaard, pero es cierto que le ha dado un buen golpe en la general. Incluso en la moral. Pero creo que todavía queda Tour. El Visma no se va a dar por vencido y va a plantear una carrera dura, estoy seguro. Porque tienen que intentarlo, todo o nada. Estaremos atentos», vaticina el español, que en unas semanas, como jefe de filas del Soudal, disputará la Vuelta a España.
«Era un proyecto nuevo en el Soudal, disputar un Tour, intentar estar en el podio con Remco. De momento, estoy muy contento de cómo está yendo», explica quien no descarta ni siquiera intentar buscar la oportunidad de ganar la que sería su primera etapa (ya ganó varias en Giro y Vuelta). «Siempre que Remco me necesite, priorizaré ayudarle. Pero bueno, mientras pueda mantener esta posición o mejorarla un poco, lo intentaré, claro que sí».
¿Cómo se está encontrando en esta labor tutelar?
Me siento cómodo en este papel. Ya en el pasado trabajé para grandes líderes, pero cuando te sientes valorado y escuchado como ahora, se hace mucho más a gusto.
¿Y ya sabe Remco lo que es el landismo?
[Ríe]. No ha hecho falta explicarlo. Él ya lo va sintiendo a veces. En los Pirineos, me dice: '¡Joder! cuánta gente hay aquí animándote'.