El central serbio fue atendido en el campo a los diez minutos de comenzar el partido y con empate a uno en el marcador
El partido Córdoba-Racing de Ferrol, de la Primera RFEF, fue detenido a los diez minutos de juego y posteriormente suspendido debido al desvanecimiento sobre el terreno del central serbio Dragisa Gudelj, quien fue atendido por los servicios médicos sobre el césped de estadio El Arcángel y posteriormente trasladado en ambulancia, ya consciente, a un hospital.
El hermano menor del sevillista Nemanja Gudelj, de 25 años, se encontró indispuesto y se desplomó sobre el terreno, con lo que entraron las asistencias para realizarle el masaje cardiovascular.
Tras cerca de diez minutos de tensión, la ambulancia se llevó al jugador consciente en dirección al Hospital Reina Sofía y después se decidió la suspensión del partido, que registraba un empate a uno, tras las consultas entre técnicos, futbolistas, equipo arbitral y dirigentes, lo que fue anunciado por la megafonía del estadio.
"Ha cambiado mucho París desde que gané el Tour: veo mucha bicicleta y mucho carril-bici", reconoció Miguel Induráin en su celebrado regreso la capital francesa, treinta años después de su último recorrido triunfal por los Campos Elíseos. El pentacampeón del Tour fue galardonado junto a Joanne Somarriba (triple vencedora de la carrera francesa) con el Premio Diálogo que promueve los vínculos entre los dos países.
"El ciclismo rompe las fronteras", aseguró Induráin. "Es lo que tiene este deporte, que la gente te reconoce cuando ganas, aunque ellos tenían también muy buenos corredores. Siempre me he sentido arropado en Francia y en Italia (doble vencedor del Giro), y lo conseguí andando fuerte en la bici y haciendo lo mío".
"Hay corredores que conectan y otros que no: los aficionados lo captan y reconocen el esfuerzo", precisó Induráin, en el momento de recordar los momentos "agónicos" de los cinco Tours consecutivos, que le valieron el título de 'El Extraterrestre'. "En su momento agradecí mucho también el apoyo de los españoles viven en Francia y que se lanzaron a la carretera para animarme".
A los Alpes y a los Pirineos regresa ocasionalmente el mejor ciclista de nuestra historia. Por París no ha vuelto a pedalear desde el entonces, aunque se confiesa "sorprendido" por la revolución de las dos ruedas que ha cuajado en la última década bajo la batuta de Anne Hidalgo: "Veo la ciudad muy ágil, he caminado por el centro y no se nota tanto la aglomeración de coches que había en mi época".
En París, los viajes en bicicleta han adelantado efectivamente a los desplazamientos en coche en el centro de la ciudad. El 11,2% de los parisinos se mueve en dos ruedas, frente a al 4,3% que lo hace en coche. El 30% utiliza el transporte público y el 53,5% se mueve a pie.
A su paso por la embajada española, en las inmediaciones del emblemático Pont d'Alma, el navarro de oro rememoró las cinco ocasiones -entre 1991 y 1995- en que salió al balcón (también lo hizo en 1996, aunque quedó undécimo) para agradecer el apoyo de sus paisanos: "Era un momento grato, después de la tensión de la carretera".
"El Tour no es solo una carrera de ciclismo, es una historia de superación", declaró por su parte la ciclista vasca Joanne Somarriba, ex campeona del mundo contrarreloj, ganadora del Tour en el 2000, 2001 y 2003 y doble vencedora del Giro. al igual que Induráin.
Somarriba rompió una lanza por el auge del ciclismo femenino y reconoció que su sueño desde niña era coronar etapas en los Pirineos. "Algo que sigo haciendo como aficionada, aunque ahora me permito el detalle de tomar un refresco tras superar un puerto", comentó.
Tantas veces no se aprecia lo que aportan los que ya estuvieron allí, los intangibles de los 'veteranos', el ADN competitivo único de tipos como Rudy Fernández, Sergio Rodríguez y Llull -fundamentales también en la última Euroliga-, ausentes en Berlín, huérfano el Madrid de sus líderes y un tanto a la deriva durante más de media hora ante el último clasificado. Sin nada en juego, con seis derrotas consecutivas, con bajas como las de Procida y Spagnolo, el equipo de Israel González compitió mucho más de lo previsto y sólo sucumbió en la orilla. Un triunfo poco alentador en cuanto a sensaciones para Chus Mateo, pero tan rico en lo deportivo: sella el factor cancha en cuartos de final y deja casi amarrado el primer puesto (de principio a fin) en la temporada regular. [79-86: Narración y estadísticas]
Porque el Real Madrid sigue siendo líder, bien lejos el resto, aunque la noche en el Mercedes Benz Arena, donde en dos meses se disputará la Final Four, no fuera para presumir. Sin el trío de veteranos y también sin Musa, en el tercer partido a domicilio de los cinco que va a encadenar, los blancos sólo resolvieron en la recta de meta, sin alardes, casi por pura inercia, impulsados por lo que fue su resorte toda la noche en Berlín: el rebote ofensivo.
Si había que reforzar sensaciones, la visita al colista no fue el lugar adecuado. El Madrid, tan pleno en Bolonia y Málaga, despejando dudas y esquivando baches, fue un espejismo de plenitud en Alemania. Un equipo a arreones, desganado por momentos, sorprendido en otros ante la osadía del Alba. Mediado el tercer cuarto, perdía de 13 (51-38), sin haber aprendido la lección de una gris primera mitad.
Rebote ofensivo
Así que otra vez se tuvo que poner manos a la obra, reaccionar en defensa, encomendarse a Hezonja y pasar el apuro. Era la segunda vez que tenía que remontar, esta vez con un parcial de 1-14, también Yabusele decisivo en la anotación y Tavares en la pintura (aunque sólo anotara una canasta). Un resurgir clave para no pasar más sudores y para no salir con la cara colorada de Berlín.
Ya el amanecer no presagió nada bueno. Los cinco primeros minutos fueron una antología del disparate, un ratito para frotarse los ojos. Tras el 9-2 de arranque, el Madrid se pasó un buen rato en 'área' contraria. Lanzaba y fallaba y atrapaba el rebote ofensivo (hasta siete). Una absurda sucesión. Erró sus 10 primeros triples (cuatro de ellos Campazzo), la mayoría completamente liberados. Y cuando se quiso dar cuanta iba 10 abajo (15-5).
Alocén y Abalde le dieron el primer alivio, un parcial de 2-14 entonces, pero el Alba siguió valiente, con su ritmo endiablado y sus triples (cuatro Matt Thomas, tres Olinde...). Y el dominio de otro gigante: Koumadje dejó una de las acciones de la temporada, un mate brutal ante Poirier. Y los alemanes, algo tiernos, sólo sucumbieron cuando, en los últimos minutos, se vieron con opciones reales de tumbar al Madrid, al líder.