Carlos Alcaraz llegó este lunes a Bolonia, donde a partir de este jueves se disputará la Final a Ocho de la Copa Davis, y se confirmaron los peores pronósticos sobre su estado físico. Después de un viaje de 330 kilómetros en furgoneta desde Turín, el número uno del mundo pasó pruebas médicas para analizar la gravedad de su lesión en el muslo derecho y, según fuentes de su equipo, es muy complicado que luche por la Ensaladera.
Alcaraz sufre una sobrecarga en el isquiotibial: no tiene una rotura grave, pero se teme que pueda desembocar en una. Este martes no se entrenará con el equipo español como estaba previsto y el miércoles se decidirá finalmente si juega o no. La selección debuta el jueves ante la República Checa y estaba previsto que su referente jugara tanto en individuales como en dobles. Una solución podría pasar por reservarlo para la semifinal del sábado o la final del domingo, en caso de que España llegue, pero el margen de recuperación es igualmente escaso.
El número uno notó el problema en el primer set de la final de las ATP Finals ante Jannik Sinner y llamó hasta dos veces al médico de la organización para que le descargara la zona y poder seguir jugando. En la segunda intervención le colocó un aparatoso vendaje. Según el propio Alcaraz, el dolor no fue el motivo de su derrota, pero con la sobrecarga cambió su patrón de juego, subió más a la red para acortar los intercambios y eso le condenó en momentos clave como el tie-break del primer set.
Al fin y al cabo, no es una lesión desconocida para Alcaraz. Hace dos años, en pleno crecimiento, una dolencia muy parecida ya le obligó a renunciar al Open de Australia y le estuvo incordiando durante meses; incluso venció en Wimbledon 2023 con un vendaje en esa zona. Esta misma temporada, una microrrotura en el muslo derecho le afectó en la final del Godó ante Holger Rune y le obligó a renunciar al Masters 1000 de Madrid.
Pasaron los minutos, uno, dos, cinco, 10, 30 minutos, y Paula Badosa seguía sentada en el suelo del gimnasio de jugadores del Melbourne Park, con su raquetero rojo Wilson por allí tirado, de espaldas a las pantallas. Al llegar, su cara era un poema y sólo su entrenador y amigo de toda la vida, Pol Toledo, se atrevió a acercarse para animarla y, sobre todo, para acompañarla. Después fue soltándose en la conversación, recordando los puntos claves de su derrota, liberando la amargura. Y finalmente, cuando llegó su rival y gran amiga, Aryna Sabalenka, recuperó la sonrisa e incluso se entregó a la broma. ¿Qué le iba a hacer?
Acababa de perder por 6-4 y 6-2 en sus primeras semifinales del Grand Slam, pero apenas podía reprocharse nada. Sabalenka fue muy superior. Su condena y su consuelo. Al llegar al vestuario, la bielorrusa la abrazó, le recordó que perdió tres semifinales grandes antes de jugar su primera final de un Grand Slam en el Open de Australia de 2023 y aceptó su lamento. «Le he dicho que era injusto que jugara a ese nivel precisamente ante mí, que era como si estuviera jugando a la Play», reveló la española, y no le faltaba razón.
Ante ella, Sabalenka fue más Sabalenka que nunca, más Sabalenka si cabe. Más allá de los dos primeros juegos, cuando cometió hasta cinco errores no forzados, y permitió a Badosa colocarse con 2-0 y 40-0 a favor, fue un vendaval, puro espectáculo. «No tengo mucho que decir. El nivel de Aryna ha sido impresionante, jugó como la número uno que es y no pude hacer mucho más para ganarla. Todo lo que tocaba se convertía en oro. Diría que ha sido su mejor partido de los últimos meses», analizaba Badosa, que al menos se llevó una promesa.
La amistad no se toca
Desde que se enfrentaron por primera vez, hace cuatro años en Cincinnati, las dos rivales han alimentado una amistad que en los últimos tiempos se ha vuelto más intensa. Residentes ambas en Dubai, suelen compartir los domingos, único día sin entrenamientos, y así lo muestran en redes sociales con el hashtag Sabadosa. Por eso al acabar el partido en Melbourne, Sabalenka no dudó en prometer que el próximo día que vayan de compras juntas por el emirato le regalaría a Badosa «lo que quiera» y ésta aceptó el presente: «Le pediré algo caro, sin duda. Han doblado el prize money [ganará 1,1 millones de euros como finalista y 2,1 millones si se lleva el torneo] así que no tendrá problemas para pagarlo».
SAEED KHANAFP
«La semana que viene volveré a estar en el top10 del ranking WTA y en los últimos meses soy una de las cinco jugadoras que más partidos ha ganado. Para mí eso es una locura, una mejora muy loca, sobre todo mental. Estoy muy orgullosa de haberme enfrentado a un desafío así y haberlo superado», confesaba Badosa sobre su resurrección, del número 140 de la lista mundial al número 10, donde aparecerá el próximo lunes. Su cambio ha sido físico, evidentemente, olvidada ya su fractura de estrés en la espalda, pero sobre todo psicológico.
En Melbourne se ha visto la versión más madura de la española, incluso en los malos momentos, como fue la semifinal de ayer. Pese a la ferocidad de su adversaria, nunca le giró la espalda al partido, siempre entera, no se desesperó en ningún momento. Si acaso, ya en los últimos juegos, soltó una carcajada después de un winner de Sabalenka que el público de la Rod Laver respondió con complicidad. «Le doy a mi torneo un nueve de nota. Un 10 ya sabéis qué hubiera sido, ganar el título, pero ha sido un nueve» aseguró Badosa.
Ahora, México y Estados Unidos
Ahora, después de un descanso, viajará a Norteamérica para disputar el WTA 500 de Mérida, en México -ya está confirmada- ,y los WTA 1000 de Miami e Indian Wells y luego será candidata a todo en la gira de tierra batida que acabará en Roland Garros. Después de vencer a Coco Gauff en cuartos del Open de Australia, sólo Sabalenka parece inalcanzable, más después de la derrota de Iga Swiatek en la otra semifinal ante Madison Keys por 5-7, 6-1 y 7-6(8).
«Es el paso que me queda por dar. Para vencer a Aryna tengo que sacar la mejor versión de mí en todo momento, jugar el mejor partido de mi vida. Con ella recibes golpes ganadores todo el rato, no te da tiempo a pararte y pensar. Te exige muchísimo», concluyó Badosa antes de marcharse orgullosa del Melbourne Park después del que ha sido el mejor torneo de su vida.
Brandon Nakashima alucina. «¡Nakashima, aquí, aquí!», le gritan unos niños después de su derrota y el estadounidense le pregunta a su acompañante: «¿Me llaman a mí?». El ambiente de club salva al Trofeo Conde de Godó de lo que podría ser un desastre. Las entradas están agotadas desde hace meses, las gradas de la pista central continúan más o menos llenas y en los pasillos todavía hay chavales entusiastas pidiendo fotos. Pero el entusiasmo ha desaparecido.
Una semana atrás, en su presentación, el director del torneo, David Ferrer, se declaraba «feliz» por la posible presencia de Rafa Nadal y Carlos Alcaraz junto a otro Top 10 del mundo, Andrey Rublev. Ahora los tres ya no están y tampoco hay jugadores españoles que mantengan los ánimos. Por primera vez desde 1989, con Ivan Lendl en pista, este viernes no hubo ningún tenista local en los cuartos de final en otra muestra de la crisis que se amaga detrás de la explosión de Alcaraz.
Sin contar a Nadal y su recuperación, no hubo nadie que respondiera a la baja del número tres del ranking ATP. Alejandro Davidovich, llamado a ser su compañero en la Copa Davis e incluso en los Juegos Olímpicos de París 2024, perdió en tercera ronda ante Dusan Lajovic, el número 59 del mundo y al resto tampoco se les podía exigir su presencia en cuartos de final. Lo intentaron Roberto Carballés y el veterano Roberto Bautista, pero cayeron justo antes ante Stefanos Tsitsipas y Cameron Norrie. Jaume Munar estuvo en segunda ronda y los otros tres españoles, los tres clasificados por invitación, Dani Rincón, Albert Ramos y Martín Landaluce, perdieron en primera ronda.
La preocupación crece entre los organizadores del torneo que atisban una dependencia de Alcaraz que no sufrían con Nadal, pues este estuvo acompañado del propio Ferrer, Nicolás Almagro, Tommy Robredo o Pablo Andújar. En el horizonte sólo se atisba el crecimiento de Landaluce y la semana pasada, en el torneo clasificatorio, un único español, Oriol Roca, de 30 años, tuvo opciones de meterse en el cuadro principal.
22 Grand Slam, 92 títulos en la ATP, cinco Copa Davis, dos oros olímpicos, más de 1.000 victorias... Rafa Nadal se retira con la mochila llena, conquistadas todas las posibles conquistas, pero, ¿Qué deja para el futuro? En cada adiós de una leyenda del deporte mundial se observan miles de niños y de niñas imitando sus gestos y también ocurre con el español, aunque su sombra es extraña. A Nadal se le puede imitar en muchos sitios, se le debe imitar en muchos sitios, excepto sobre la pista.
«Nadie va a volver a jugar como él porque no se debe jugar como él. En la primera parte de su carrera, la que construye a Nadal como mito, jugaba a cuatro o cinco metros de la línea de fondo. Lo podía hacer por su fuerza física, por su mentalidad y por la aceleración que imprimía a la bola, pero era extrañísimo, día que un caso único en la historia», analiza el periodista argentino Sebastián Fest, fundadora de la revista Clay y autor del libro Gracias: El legado de Rafael Nadal.
En sus palabras, la imposibilidad de encontrar un imitador. Mientras Roger Federer ya tiene discípulos-como Grigor Dimitrov- y Novak Djokovic triunfó con un estilo más reconocible, nadie en el circuito se parece a Nadal y posiblemente nadie lo haga. Por ser español y compartir ciertos rasgos con él, Alcaraz ha sido muchas veces comparado con él, pero su estilo de juego no tiene nada que ver.
"Su tenis no es el mejor ejemplo"
«En realidad el tenis de Nadal no es el mejor ejemplo para los jóvenes y por eso es muy difícil que aparezca alguien que juegue como él. Los entrenadores no quieren que sus pupilos le imiten porque para ello necesitarían su físico y su top spin. Pero en las academias de todo el mundo Nadal aparece como referente en cuanto a actitud. Esa capacidad de concentración, ese desempeño en cada punto sí es un ejemplo, el mejor ejemplo. De hecho Nadal nos enseñó que no tienes que ser un robot, que puedes estar nervioso y ser emocional, pero que igualmente en cada punto debes estar concentrado», apunta Simon Cambers, periodista británico que trabaja para The Guardian o Reuters y autor del libro The Roger Federer Effect, que añade: «Por raro que parezca por sus números, es más importante el legado del Nadal persona que el legado del Nadal tenista».
Kin CheungAP
Pese a la aura de sofisticación y cortesía que envuelve al tenis, la amabilidad que mantuvo Nadal en su reinado junto a Roger Federer y Novak Djokovic no ha sido siempre la norma, ni mucho menos. Nadal deja una manera de jugar única, pero también una manera de ser perfectamente imitable: sólo hay que ser educado. Si en la época de Jimmy Connors, John McEnroe, Bjorn Borg o Ivan Lendl se llevaban a matar y en la era posterior dominada por André Agassi y Pete Sampras la rivalidad también se desparramó, Nadal y sus coetáneos demostraron que las leyendas no deben alimentarse de odio.
Su relación cordial con Djokovic y, sobre todo, su amistad con Federer quedan como un paradigma sobre el que construir el futuro del tenis. Hoy, quizá por un cierto efecto rebote, se exageran las tensiones entre los tenistas, pero crece una cercanía entre Carlos Alcaraz y Jannik Sinner al abrigo de lo que construyeron los anteriores. Los dos mejores del mundo en la actualidad, capaces de compartir un viaje en avión privado, se miran sin ninguna duda en la unión entre Nadal y Federer.
La foto en la Laver Cup
«Si hablas con los tenistas más jóvenes sobre Nadal la mayoría te dicen que era buenísimo, pero no te dicen que quieren jugar como él, te dicen que quieren ser como él. Su humildad, su grandeza, su respeto al oponente... Ese es su mayor legado y en ese apartado entra, claro está, su relación con Federer. Demostraron que podías competir por los títulos más importante manteniendo el respeto en la pista, en la victoria y en la victoria», observa Howard Fendrich, especialista de tenis de la agencia estadounidense Associated Press y actual copresidente junto a Cambers de la Asociación Internacional de Periodistas de Tenis (ITWA).
«Con su palmarés puede parecer extraño y de hecho es extraño, pero para mí una de las fotos más importantes de su carrera es la que le hicieron en la Laver Cup, llorando en la retirada de Roger Federer, dándole su apoyo, por todo lo que significa», añade Fendrich que como el resto de consultados asume que no habrá otro Nadal en la pista, pero que desea que fuera de ella tenga muchos discípulos.