El Barça se reencuentra con el Camp Nou dos años y medio después ante 21.000 aficionados

El Barça se reencuentra con el Camp Nou dos años y medio después ante 21.000 aficionados

Actualizado

Los seguidores culés tenían ganas de volver al Spotify Camp Nou. Muchas ganas. Por eso no sorprendió que las 23.000 entradas —a cinco euros para socios y diez para el público general— se agotaran rápidamente para presenciar en directo el entrenamiento abierto del Barça de Hansi Flick. Finalmente, 21.795 personas acudieron al estadio. Una hora antes del inicio, el público ya comenzaba a llenar las gradas, entre ellos numerosos niños que, con permiso de sus padres, se saltaron las clases para vivir la experiencia.

Estar de nuevo en un Camp Nou que va recuperando su forma, con un tercer graderío donde ya se asienta el cemento, era demasiado tentador como para renunciar. Y eso que la hora, las 11:00 de la mañana, no parecía la más propicia para un lleno.

Aunque era un entrenamiento, el ambiente tuvo la liturgia de un partido. Antes de que los jugadores saltaran al césped, la DJ habitual de los días de encuentro animó la espera desde la megafonía, mientras la mascota Cat recorría el lateral del campo. El speaker fue presentando a cada jugador, incluidos Pedri y Raphinha, que posaron para la foto de grupo pero no participaron en la sesión. Los nombres retumbaban en la grada, especialmente los de Ferran Torres y un Lamine Yamal que se ha convertido en el ídolo de los más jóvenes, presentes en masa con su camiseta.

Por ahora, el público se concentró en la zona del gol sur y el lateral de tribuna. La gran reapertura del Spotify Camp Nou, ya en partido oficial, podría reunir hasta 45.000 espectadores. El club maneja dos posibles fechas: el 22 de noviembre, ante el Athletic, o el 29 del mismo mes frente al Alavés, día que coincidiría con el 126º aniversario del Barça y marcaría justo un año desde la fecha inicial del retorno.

La presencia de Ter Stegen y García

En el césped, los jugadores se entrenaron con la rutina habitual. Tras una breve carrera, los porteros —con Ter Stegen ya ejercitándose con el grupo aunque sin el alta médica, y Joan García cerca de recibirla tras su lesión de menisco— trabajaron en la portería del gol sur. Mientras tanto, los jugadores de campo iniciaban los típicos rondos, herencia del legado de Johan Cruyff, ese sello que hizo del cómo una seña de identidad por encima del qué. Eric García, con una aparatosa máscara tras su fractura nasal frente al Brujas, y Andreas Christensen, ya recuperado de unas molestias, también participaron con normalidad.

En la recta final, el público celebró cada gol en los ejercicios ofensivos y aplaudió incluso los balones que terminaban en la grada. Como cierre simbólico, los futbolistas lanzaron voluntariamente varios balones al público, gesto que desató la euforia. Dos niños llegaron a saltar al campo para acercarse a sus ídolos, aunque fueron rápidamente interceptados por seguridad.

La despedida tuvo tintes de fiesta: el himno azulgrana sonó mientras los jugadores se retiraban al vestuario, acompañados por los cánticos de “¡madridista el que no bote!”. La grada tardó en vaciarse. Era evidente que los culés habían echado mucho de menos su casa durante este exilio forzoso, que por fin está a punto de terminar.

kpd