La prueba se celebrará el próximo 13 de febrero. “No sé si le hace más ilusión a Pogacar estar o a nosotros tenerlo”, apuntó Momparler, CEO de la empresa organizadora del evento
Foto de familia de la presentación de la Clásica Jaén Paraíso Interior. De izquierda a derecha: Juan Ignacio Gallardo, director de Marca; Nicola Speroni, Director General de Negocio y Consejero de Unidad Editorial; Francisco Reyes, Presidente de la Diputación de Jaén; Fernando Molinero, director general de Deportes del Consejo Superior de Deportes; Pascual Momparler, CEO de Momparler Cycling; y José Vicioso, vicepresidente de la Real Federación Española de Ciclismo.ALVARO GARCÍA HERRERO
El próximo lunes 13 de febrero se celebrará la segunda edición de la Clásica Jaén Paraíso Interior, prueba andaluza de categoría UCI 1.1 caracterizada por los Caminos de Olivos, sectores de sterrato entre terrenos rurales. La marcha del pelotón por el Mar de Olivos regaló paisajes incomparables ya en 2022, y lo hará de nuevo este año con la presencia de equipos del relieve de UAE Team Emirates, Astana Qazaqstan o Movistar Team. Además, los cicloturistas podrán disfrutar el domingo 12 de febrero de la esencia de esta cita que une las Ciudades Patrimonio de la Humanidad de Úbeda y Baeza gracias a la Gran Fondo Jaén Paraíso Interior, gran novedad en el programa de un evento que será retransmitida en España por Teledeporte y en toda Europa por Eurosport.
La gran cita fue presentada en la sede del Consejo Superior de Deportes en Madrid acogió la presentación de la edición 2023 de la Clásica Jaén Paraíso Interior, así como del estreno de la Gran Fondo Jaén Paraíso Interior.
“La caravana ciclista se asemeja a nuestro mar de olivos: una hilera que nunca es acaba. Estoy convencido que quien participa en la Clásica Jaén Paraíso Interior se convierte en embajador de Jaén porque, tras centenares de kilómetros disfrutando del hermoso paisaje que tenemos, sueña con esta provincia. Nuestros caminos, montañas, calles o parques naturales hacen de Jaén un paraíso para el ciclismo. Sin lugar a duda las apuestas a estos eventos tienen una rentabilidad inmediata en cuanto a ocupación hotelera, restauración… que se suma al gran atractivo turístico que transmite la televisión”, señaló en la presentación el Presidente de la Diputación de Jaén, Francisco Reyes.
El CEO de Momparler Cycling, empresa organizadora de la Clásica Jaén Paraíso Interior y seleccionador de la Federación Española de Ciclismo, Pascual Momparler, adelantó la más que posible presencia de Tadej Pogacar en la prueba: “No sé si le hace más ilusión a Pogacar estar o a nosotros tenerlo. Estamos tirando para que no debute en otro sitio y que lo haga aquí. Ahora, hay un 80% de posibilidades. Tenemos muchas cosas que a él le van a ir muy bien. Sobre todo este año, que ha fijado Strade Bianche y Tour de Flandes como objetivos. Ha cambiado mucho material en su bicicleta y creo que la Clásica Jaén es un buen test para que lo pruebe”.
Fernando Molinero, director general de Deportes del Consejo Superior de Deportes y Nicola Speroni, Director General de Negocio y Consejero de Unidad Editorial, también estuvieron presentes en un acto conducido por Juan Ignacio Gallardo, director del diario Marca.
“Hemos conseguido que esta carrera se convierta en Clásica con una sola edición. Para que vengan los mejores equipos hay que hacer mucho esfuerzo, pero poco a poco los conjuntos UCI WorldTour se van animando para venir a nuestra carrera y eso nos dice que las cosas se están haciendo muy bien”, apuntó Momparler.
“Históricamente, Jaén es una provincia que siempre ha apostado por el ciclismo. Cuando Pascual Momparler nos presentó hace un año el proyecto de la Clásica Jaén Paraíso Interior lo acogimos con muchísima ilusión porque supone la guinda a todo el trabajo que llevamos haciendo desde la Diputación de Jaén. Este proyecto nos aporta una gran autoestima al ser capaces de crear un evento con trascendencia a nivel internacional en nuestro territorio”, apuntó Ángel Vera, Diputado de Cultura y Deportes de la Diputación de Jaén:
"¡Sólo mide 14 centímetros, sólo pesa ocho libras, pero significa que somos campeones del mundo!", clamaba el célebre locutor de la BBC Kenneth Wolstenholme mientras un muchacho rubio elevaba al cielo la copa Jules Rimet. Inglaterra había ganado por fin la Copa del Mundo en su deporte más popular y querido. El muchacho que elevaba el trofeo, una victoria alada, se llamaba Robert Frederick Chelsea Moore, Bobby Moore para el fútbol. Había nacido 25 años atrás en Barking, un suburbio del este de Londres muy cerca del estadio del West Ham. Su madre dio a luz en la estación de metro, bajo los bombardeos de los Heinkel He-111 alemanes. Al levantar esa Copa, ganada en final contra Alemania, cumplía una curiosa justicia poética.
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Aquel muchacho fue portada el 31 de julio de 1966 en la mayoría de los periódicos mundiales. Ufano, sonriente, la copa en alto, la reina Isabel II orgullosa detrás. Volvería a copar portadas el 25 de mayo de 1970, pero en una circunstancia muy distinta: circunspecto, declarando en una comisaría de Bogotá, acusado de haber sustraído un valioso brazalete de oro, esmeraldas y diamantes en la joyería del hotel donde se había alojado el equipo inglés camino del Mundial de México. El escándalo fue mayúsculo. ¿Cómo había sido posible? Moore era un tipo ejemplar, defensa de guante blanco, limpio, de gran manejo del balón en corto y en largo, correcto con los árbitros, medido en sus declaraciones. Era Caballero de la Orden del Imperio Británico, con tratamiento de Sir, amigo de la familia real, de los Beatles, orgullo del fútbol y de Inglaterra. Un perfecto gentleman convertido en alguien capaz de robar una joya en un descuido de la encargada de la tienda. No cuadraba.
La selección de los Three Lions estaba en Bogotá como parte de su plan de preparación para el Mundial inminente, al que acudía como campeona. Adelantaré aquí que su título de 1966 fue visto con reparos fuera de la isla, por los arbitrajes de que gozó y por su gol fantasma en la final. Y sobre todo en Sudamérica. El Mundial en tierras británicas produjo un distanciamiento serio en materia de fútbol entre aquella parte del mundo e Inglaterra. Brasil volvió humillada, con Pelé maltrecho por culpa de la indulgencia arbitral para con sus marcadores de Bulgaria y Portugal; Uruguay, que empezó con un empate ante Inglaterra, cayó en cuartos ante Alemania con dos expulsados después de que el árbitro se hiciera el loco cuando con 0-0 el defensa Schnellinger repelió con el puño (la foto no ofrece dudas) un balón que se colaba en el marco alemán; Argentina sufrió el mismo día la célebre expulsión de Rattín. La lectura fue: un árbitro inglés fundió a los uruguayos ante Alemania, y un alemán hizo lo propio con Argentina ante Inglaterra. De todo aquello quedó un resquemor colectivo contra Europa y sus manejos en la FIFA, contra Stanley Rous, inglés y presidente de la misma, y contra Inglaterra toda y su orgullo imperial.
Ahora la selección inglesa cruzaba el océano llevando en el equipaje la vieja Jules Rimet, que iba a ser puesta en juego en México. En el grupo repetían muchos de los campeones. El seleccionador, Alf Ramsey, era el mismo, y también estaban los señoriales Bobby Charlton y Bobby Moore. El 18 de julio aterrizaron en Bogotá, pues Ramsey había decidido completar la preparación con dos partidos ya en América, ambos en altitud, como habría que jugar en México. Primero el 20, en Bogotá, después el 24, en Quito. Y de ahí, previa nueva escala en la capital de Colombia, el viaje definitivo a México.
El grupo se hospeda en el hotel Tequendama, el mejor de la ciudad, destacado por sus comodidades, hospedaje obligado de los turistas adinerados, desconocedores de inquietantes hablillas extendidas por la ciudad, según las cuales lo habitaban las almas de los muchos suicidas que elegían el barranco sobre el que estaba construido para suicidarse. Los jugadores se ducharon y bajaron a curiosear, aburridos, por el hall del hotel. Las instalaciones incluían una joyería cuyo nombre, Fuego Verde, aludía al color y brillo de la esmeralda, riqueza nacional del país.
Charlton entró en busca de un regalo para su esposa. Le llamó la atención un brazalete de oro que llevaba engastadas esmeraldas y lágrimas de diamante. La encargada, Clara Padilla, la sacó de la vitrina, se la mostró, pero no se decidió y la muchacha la guardó. Junto a él estaba Moore y dentro de la tienda también el seleccionador, Ramsey, y Peter Thompson, uno de los suplentes. Luego salen de nuevo a pasear su ocio por el hall hasta que de repente aparece la empleada dando gritos: "¡Robo, robo!". El dueño de la tienda, Danilo Rojas, le había ordenado dar la voz de alarma, porque afirmaba haber visto desde su despacho a Bobby Moore hurtando el brazalete. Padilla le acusa y el barullo en el hall, en el que hay muchos periodistas, es tremendo. Aparece la policía, Moore se deja registrar pacíficamente y no tiene nada. También es registrado Bobby Charlton, por si habían hecho una acción combinada y se lo había pasado, pero tampoco en su chándal había nada.
Moore levanta la Copa Jules Rimet en Wembley en 1966.GETTY
Tras 15 minutos de revuelo, los curiosos se fueron desperdigando y la policía inició sus pesquisas. Ramsey y el director del hotel rogaron a los periodistas ingleses y locales que obviaran el incidente. Cumplieron todos menos un joven reportero colombiano, Germán Castro Caycedo, que publicó en El Tiempo un pequeño suelto iniciado con la posterior pérdida (o sustracción) de la cartera sufrida por Bobby Charlton, tras lo que añadía incidente en torno a Bobby Moore, narrado de forma sucinta. Castro Caycedo sería más adelante una celebridad como periodista y escritor.
Sin más problemas, Inglaterra juega el día 20 en el Campín, estadio del Millonarios, ante Colombia, y gana 0-4. El 21 vuela a Quito, donde el 24 repite victoria, ahora ante Ecuador, por 0-2.
El regreso estaba programado con escala en Bogotá, donde habrían de pasar ocho horas antes de volar a México. Alguien sugirió cambiar el plan y hacer la escala en Panamá, por si había alguna mala sorpresa en Bogotá, pero se descartó. "Quien nada debe, nada teme", vino a decir Moore, al que se consultó. Así que hicieron lo previsto y a media mañana ya estaban en el Tequendama, pasando el rato antes de ir al aeropuerto. Para matar el rato entraron en el cine del propio hotel, donde se proyectaba Shenandoah (El valle de la violencia, en español), protagonizada por James Stewart y ambientada en la Guerra de Secesión.
Moore está tan tranquilo, metido en la película, cuando alguien le toca el hombro y se encuentra con dos agentes que le sacan fuera y le enseñan un mandato de arresto por el robo del brazalete. Se arma un revuelo, se acaba la proyección. Ramsey, nervioso, comete la imprudencia de decir que Moore tiene dinero para comprarse el hotel si quiere, lo que herirá el orgullo local. Pero no hay remedio, queda detenido y es llevado a comisaría a declarar.
Faltan seis días para el Mundial, ocho para el primer partido de Inglaterra, contra Rumanía. Los compañeros quieren quedarse, pero al final se decide que la expedición ha de seguir, dejando, eso sí, a dos federativos, Denis Follows y Andrew Stephen, a los que enseguida se une el embajador, Sir Thomas Edward Rogers. Moore hace su primera declaración y le anuncian que deberá dormir en el calabozo para comparecer la mañana siguiente ante el juez. Aparece entonces Alfonso Senior, presidente del Millonarios (el que traspasó a Di Stéfano al Madrid) y de la Federación Colombiana, hombre fuerte en la FIFA. Consigue del comisario, gracias a su influencia, que el jugador pase el arresto en casa del propio Senior, admitiendo en ella la presencia de policías para su vigilancia. Al tiempo contrata para la defensa a una eminencia, Vicente Laverde Aponte, ex ministro, un abogado duro, ganador de causas difíciles. Entre tanto en Inglaterra ya es de madrugada. Las rotativas han parado tras su arranque para meter la sensacional noticia, con alguna foto del interrogatorio. Inglaterra se despierta con ese sobresalto, que durante todo el día será el tema estrella de la BBC.
Una imagen de la película 'Evasión o victoria'.E. M.
A todo esto, el juez, Pedro Mayo, era uno de los pocos ciudadanos colombianos sin menor noción del fútbol. Desconocía quién era Moore ni qué cosa era la Copa del Mundo y a preguntas de los reporteros hizo el cálculo de que el caso llevaría tres meses. Harold Wilson, el premier británico, trató el tema en el consejo de ministros y estableció desde el 10 de Downing Street una línea directa con la embajada. En México, Charlton solicita regresar para ayudar a Moore con su testimonio, pero no se le permite.
El 26 el juez hace una reconstrucción de los hechos. Ahí se enteran de por qué se ha reabierto el caso: el encargado de la tienda, Danilo Rojas, había encontrado un transeúnte llamado Álvaro Suárez que a través del cristal del escaparate habría visto a Moore sustraer el brazalete por la abertura de la vitrina. Pero ni el ángulo de visión del testigo (que resultó ser un golfante, con un historial de detenciones) permitía ver la vitrina ni los dedos de Moore, como se comprobó, podían penetrar por la ranura.
El 27, el juez toma declaración a Danilo Rojas, Álvaro Suárez y Clara Padilla delante de Laverde Aponte, al que no le cuesta mucho desmontar sus contradicciones, desde el valor de la joya, que fueron haciendo ascender de 500 dólares a 1.400 y finalmente a 4.000, a la descripción de la escena. Las presiones diplomáticas y los apremios del abogado hicieron que el juez levantara ese mismo día el arresto previo depósito por parte de la embajada del de la joya. El 28, Moore embarcó hacia México. En el amplio jardín de Senior se había podido ejercitar y hasta jugar al fútbol con los policías de custodia. Estaba en forma, aunque perdió tres kilos, por los nervios.
Moore jugó los cuatro partidos de Inglaterra, incluido el primero, ganado 1-0 ante Rumanía. La segunda jornada fue contra Brasil, que ganó 1-0 con gol de Jairzinho; al final Pelé ofrece su camiseta a Moore en lo que parece un desagravio por la escena de Bogotá. Luego se vuelca en elogios: "Es el jugador que mejor me ha marcado en mi vida, y el más deportivo". Inglaterra ganará 1-0 el tercer partido del grupo, ante Checoslovaquia, para luego caer ante Alemania 3-2, en la prórroga.
Semanas después, el juez sobreseería el caso por falta de pruebas.
Moore extenderá su carrera internacional hasta los 105 partidos, con 90 capitanías, empatando en esto con el mítico Billy Wright. En 1981 rodaría con Pelé Evasión o Victoria, de John Huston. Falleció muy joven, con 51 años, víctima de un cáncer de colon. Para entonces se había reabierto y resuelto el caso, resultando ser un autorrobo fingido por Danilo Rojas. Fue a la cárcel, pero aquello apenas trascendió. Yo lo supe allí, ya en este por un colega colombiano. Apenas se difundió, pues se consideraba vergonzoso. Clara Padilla vivía ilocalizable en Nueva York cuando se celebró el nuevo juicio.
Todos los caminos llevaron hasta el Arco del Triunfo. Nunca un equipo de París había ganado la Chanpions y aquello fue casi cono catorce celebraciones simultáneas en la Cibeles, la ciudad sacudida por una borrachera colectiva que se convirtió en un incesante río humano rumbo al arco, bajo una explosión de fuegos artificiales comparable a los de los Juegos Olímpicos.
El despliegue de más de 5.000 policías y la llegada en tropel de "lecheras" tras el 2-0 en la primera parte no sirvieron para aplacar los ánimos a miles de hinchas que se lanzaron a las calles antes, durante y después de la proeza, especialmente después del 3-0 a los pies del nuevo ídolo local, Désiré Doué,
La algarabía incicial dejó pronto sitio al alboroto. La policía confirmó al menos 81 detenciones por "alteración del orden público" y loa antidisturbios lanzaron gases lacrimógenos. El ministro de Interior Bruno Retailleau denunció la presencia de "bárbaros" entre los hinchas y pidió clama a la población.
En los Campos Elíseos, se ha detectado la presencia de "revoltosos que buscan causar incidentes" y arrojan proyectiles y fuegos artificiales a la policía. Además, varias personas han intentado entrar a pie al Periférico, la autopista de circunvalación de París, donde las fuerzas del orden han intervenido "sistemáticamente" para mantener la circulación, con otros 9 detenidos, añadió la Prefectura.
Los disturbios fueron a más a lo largo de la noche, con al menos un coche incendiado en las inmediaciones del parque de los Príncipes. El presidente de Agrupación Nacional, Jordan Bardella, fue de los primeros en alertar contra la anarquía que se instaló en las calles de París: "Como en cada fiesta popular, la capiltal de Francia se convierte en terreno abonado para la gentuza. No solo crean un grave problema de inseguridad, sino que manchan la imagen de Francia en el mundo".
ALEGRÍA EN PARÍS
"Lo mejor que pudo hacer el Real Madrid fue llevarse Mbappé para que esta rabiosa generación de jugadores jóvenes descorcharan el champán", declaraba a las puertas del bar Dada, a tiro de piedra del arco, el hincha Gerad Moreau, de 23 años. "Y chapeau para Luis Enrique, que nos ha cubierto de gloria cuando muchos le quería echar.
Gerard se sumó con tantos otros al bloqueo de la avenida de Ternes tras el delirio que estalló con el 5-0 fiNal, en medio de un pandemonium de pitidos y petardos, anticipo de la gran traca que se prolongó durante tods la noche. Nadie durmió en París y la policía vivió una noche de auténtica pesadilla.
Por razones de seguridad, las pantallas gigantes en el exterior fueron proscritas en la ciudad, a excepción del estadio del Parque de los Príncipes, donde cerca de 40.000 aficionados siguieron la retrasmisión en directo desde Munich y vibraron como si estuvieran jugando en casa.
El ministro de Interior Bruno Ratailleau, intentó aguar la fiesta en el papel del cardenal Richelieu, recordando los actos de vandalismo tras la victoria del PSG sobre el Arsenal en las semifinales y alertando contra "la hiperviolencia"..
"Parece que hay individuos que están esperando la oportunidad para dedicarse a su actividad favorita: alterar el orden público", llegó a decir el ministro, a quienes muchos señalaron cono sospechoso hincha del Olympic de Marsella, el único equipo francés que había ganado la Champions en el 1093.
El éxito sin precedentes del PSG se ha producido precisamente tras la partida al Real Madrid de su estrella Kylian Mbappé y tras repetidos y frustrados intentos con Messi y Neymar. No faltaron las lejana comparaciones con lo ocurrido en 1993, cuando el Olympic de Marsella ganó la Copa de Europa tras despedir a su estrella Jean Pierre Papin, en una curioso paralelismo con lo ocurrido con Mbappé.
"El PSG no solo tuvo que luchar contra el Inter, sino que tuvo que combatir también contra la vieja maldición francesa", escribió Matthias Gurtler en L´Equipe. "Una final parecía una frontera infranqueable, y así lo había sido para el Reims en 1956 y 1959, para el St Etienne en 1976, para el Olympic de Marsella en 1991, para el Mónaco en el 2004 y para el PSG en el 2020... Todas las generaciones habían sufrido la crueldad de llegar a la final y quedarse ahí".
Todo está listo para el desfile triunfal el domingo en el Campo de los Elíseos, con Luis Enrique en el autobús que llevará al equipo más joven en ganar una Champions. El presidente Emmanuel Macron, hincha del Olympic de Marsella, recibirá posiblemente al los héroes del PSG en el palacio del Elíseo.