En la victoria ante Chile (34-26), un trámite, Daniel Fernández, extremo debutante, muestra que la capacidad de integración de esta selección.
lt;HIT gt;Spain lt;/HIT gt; players celebrate their victory at the group A, lt;HIT gt;Handball lt;/HIT gt; World Championship match between lt;HIT gt;Spain lt;/HIT gt; and Montenegro in Krakow, Poland, Thursday, Jan. 12, 2023. (AP Photo/Piotr Hawalej)
Sirve Daniel Fernández, piernas rápidas, cara de niño, como ejemplo. Él, como nadie, es España, esta España. Extremo izquierdo de 21 años, hasta hace pocos días nunca había jugado partidos serios de la selección y apareció en este Mundial como un relámpago. Sus tres goles a toda velocidad en la primera parte sirvieron para encarrilar la victoria ante Chile (34-26) y para demostrar la naturaleza del grupo. Después de tantos años con las mismas ideas, después de la marcha de tantos referentes, ya no importa quién sea convocado. El que llega, como Daniel Fernández, suma. El que llega, brilla.
Otra cosa es el escenario que supone un Mundial de balonmano. Y que las primeras fases no hay quien las aguante. En un deporte eminentemente europeo, con pocas ligas realmente profesionales, hay seis o siete selecciones que optan al título y la diferencia de nivel con el resto es enorme. Si en su primer partido a España le sirvió un partido notable para vencer a Montenegro, en el segundo partido no necesitó ni eso para derrotar a Chile.
Pese al desacierto, pese a las pérdidas, la inercia llevó a la selección a un triunfo que nunca estuvo en duda. En la primera parte abrió hueco con las combinaciones con Abel Serdio en el pivote y los contraataques de Daniel Fernández y después sólo hubo de mantener esa renta. Chile encontró en el central Erwin Feuchtmann, un veterano que ha jugado en Alemania, Francia o España, a un tipo acertado, entonado, dispuesto y con él aguantó, pero nunca supuso una amenaza. Posiblemente mereció un marcador más ajustado, poco más.
Para la evolución de España en el campeonato quedan las carreras de Daniel Fernández y lo de siempre: la defensa, la fiabilidad, la capacidad de Alex Dujshebaev -que en un ratito metió seis goles-… El partido en sí muy posiblemente ni contará para la segunda fase. Si Chile no gana a Montenegro el lunes quedará eliminada y sus resultados no se arrastrarán. España necesitará ganar el mismo día a Irán (20.30 horas) en otro trámite para pasar con pleno de puntos y empezar entonces, de verdad, el Mundial.
La salida se hace a la carrera y después de correr un kilómetro llega el primer obstáculo, el Skierg, un aparato que simula el movimiento de brazos del esquí de fondo. Después, otro kilómetro a pie y toca empuje de trineo, es decir, impulsar un carro pesado. Luego, otro kilómetro y arrastre de trineo, lo mismo pero al revés. Y así hasta completar ocho kilómetros de carrera y ocho ejercicios, donde también entran la máquina de remo o las wall balls, es decir, el lanzamiento contra el muro de una especie de balones medicinales.
Es el Hyrox, una nueva modalidad que está viviendo un 'boom' en España a caballo entre el running y el crossfit con más de 250 gimnasios afiliados y un referente: Pelayo Menéndez. «Es un deporte muy nuevo, pero tiene varias ventajas respecto al crossfit, por ejemplo. Es más atractivo para los corredores o los triatletas porque se basa mucho en la carrera e igualmente te fortalece muchísimo», comenta el deportista después de dar la campanada en el último Mundial en Niza. Pese a ser su debut en la élite, acabó cuarto con el mejor tiempo de siempre para un español, 58 minutos y medio. «No llevo ni dos años haciendo Hyrox, pero es tan nuevo que todos venimos rebotados de otro deporte», relata.
¿De qué deporte venía?
Del triatlón. Soy de Felechosa, un pueblo de Asturias cerca de la estación de San Isidro, y de pequeño esquiaba, pero cuando fui a la universidad empecé con el triatlón. Gané algunas carreras, pero nunca llegué a ser profesional. En 2022 competí en el Mundial de Ironman de Kona y a la vuelta no sabía muy qué hacer. Para ser mejor necesitaba un tiempo que no tenía estaba un poco desanimado. Por suerte me llegó una invitación para probar Hyrox.
De 34 años, Menéndez vive en Chicago por un trabajo que ahora desgraciadamente está de actualidad. Ingeniero de caminos, trabaja en remoto para la Universidad de Santa Cruz de California en el estudio de desastres causados por el clima. «Pero no tratamos inundaciones fluviales como la ocurrida en Valencia. Estamos centrados en la costa, en los ciclones tropicales, en las mareas. No nos encargamos tanto de predecir qué y cuándo pasará, si no de ofrecer probabilidades que ayuden a crear mecanismos de prevención o que sirvan, por ejemplo, a las aseguradoras», comenta Menéndez, que lleva seis años en Estados Unidos, donde empezó a lucir en Hyrox.
Premios considerables
En 2023 debutó como amateur en Chicago y en su segunda prueba ganó entre los aficionados en Nueva York para hacerse con un puesto en la llamada Elite 15, los 15 mejores del mundo, los que se reparten los premios. Este año, por ejemplo, quedó segundo en el Europeo, donde ganó 4.000 euros, y cuarto en el Mundial, donde sumó 5.000 más. No quiere ni pensar en dejar el trabajo para profesionalizarse al 100%, pero admite que es un deporte mucho más agradecido que el triatlón, donde la competencia era más exagerada.
En las fotos se puede ver que los que le acompañan en los podios de Hyrox suelen ser mucho más grandes que usted.
Sí, sí, totalmente. Hasta que yo empecé se creía que el Hyrox era un deporte para gente mucho más grande. Yo fui el primero en Elite 15 por debajo de 75 kilos, rompí los estándares. Estoy convencido que los futuros campeones de este deporte serán livianos, que basarán su ventaja en correr. Los pesos que usamos son exigentes, pero no son limitantes y en ocho kilómetros de carrera se pueden ganar muchos segundos.
Ahora a Menéndez le queda asaltar el podio del Mundial y participar en alguna de las pruebas que se plantean en España para el año próximo. Con Inglaterra como epicentro del deporte, España está justo por detrás junto a Francia. Pese al aplazamiento del evento que se iba a realizar en Valencia este noviembre, en el calendario próximo quedan Bilbao, Málaga y Barcelona.
La única limitación de la disciplina es que difícilmente puede practicarse al aire libre y las competiciones requieren de un espacio techado de gran tamaño, un recinto ferial -como IFEMA en Madrid o la Fira de Barcelona- o un centro de exhibiciones como el BEC. «Es entretenido y exigente y eso siempre es una buena combinación», finaliza Menéndez.
Le tiemblan los pies al gigante. La estadounidense Nike, empresa que desde hace décadas domina el mercado de las zapatillas, luce sus peores números de ventas desde la pandemia, ha dejado de marcar la vanguardia y sufre por los aranceles impuestos por su Gobierno a China o Vietnam. Es el momento de la competencia. Las alemanas Adidas y Puma lo están aprovechando, también la japonesa Asics, la suiza On, las chinas Anta o Kailas, las francesas Salomon y Kiprun y hasta las también yankees Hoka, New Balance, Brooks, Saucony o Altra. En una época de cambio y con la producción interna en el centro del debate, surge la pregunta: ¿Se puede competir en esa jungla desde España?
Tres empresas lo están intentando, aunque no es fácil. Desde Portillo de Toledo, Inca y Arnedo, poblaciones de menos de 40.000 habitantes, Joma, Nnormal y Atom intentan calzar a corredores de todo el planeta con una desventaja en común: «Nos damos poca bola a nosotros mismos».
"Estaríamos mejor vistos si fuéramos franceses"
«En muchos países defienden sus marcas, pero en España cuesta, nos falta creer en nosotros mismos. Joma tiene zapatillas maravillosas y aquí no se le da valor; en otras partes del mundo se la considera una marca excepcional. Estaríamos mejor vistos si fuéramos franceses o alemanes», considera Antonio Sáenz, responsable de Fluchos, que desde hace unos años ha desarrollado una línea deportiva, Atom, la más modesta de las tres españolas. En el último año vendieron unos 70.000 pares en 12 países con una facturación de cerca de 2,5 millones de euros gracias a su apuesta por las tiendas locales, por los precios contenidos y por la especialización. En lugar de batallar con Nike o Adidas por equipar a los maratonianos más rápidos del planeta, buscan otro tipo de corredor, como aquel que trota por la montaña o por el campo de manera ocasional.
«Si te metes en la competición debes invertir una locura en I+D. Es más fácil hacerte un hueco en la montaña, donde hay más dispersión», analiza Sáenz, parte de una tradición familiar. En La Rioja su abuelo creó una empresa, que luego heredaron su padre y sus tíos y finalmente su generación. Al ver que los zapatos clásicos perdían terreno, hace unos años apostaron por las zapatillas de calle y finalmente se sumergieron en el deporte. «La guerra arancelaria puede ser hasta positiva para nosotros. Las empresas americanas van a tener aranceles más altos para importar de Asia, que al final es donde produce todo el sector», comenta sobre los últimos vaivenes políticos.
Fabricar en España, misión imposible
Porque todas las empresas, de Nike para abajo, tengan donde tengan sus oficinas y sus centros de diseño, fabrican mayoritariamente en los mismos países: China o Vietnam. El desarrollo se hace en casa, pero el montaje se deriva a Asia. «Nosotros hacemos los prototipos en Mallorca, pero no podemos traer toda nuestra producción aquí por dos motivos. En primer lugar, por el conocimiento sobre materiales que tienen en Asia y en segundo por el volumen. Es muy difícil llegar al número de unidades de zapatillas que llegan allí. Quizá en el futuro alguien fabrique en Estados Unidos o en Europa, Salomon lo está intentando montar en Francia, pero es muy difícil», explica Sito Luis Salas, CEO de NNormal, con una historia parecida a la de Atom.
Otra empresa familiar, en este caso la mallorquina Camper, quiso dar el salto al calzado deportivo y en el camino se encontró a una leyenda: Kilian Jornet. El mejor corredor de montaña de siempre quería emprender y entre las dos partes crearon una marca que en poco tiempo se ha hecho un nombre. Con sólo dos modelos, el año pasado vendieron más de 100.000 pares en 40 países, especialmente en España, Francia y Estados Unidos. «No tenemos producción en China, pero sí en Vietnam. Si suben los aranceles tendremos que valorar cómo repercute en el consumidor estadounidense», apunta Salas, que admite que Jornet es una llave para todas las puertas. Tener un embajador así es ventaja.
"Cada año aumentamos un 25% la inversión"
Como bien sabe Joma. La compañía deportiva más grande de España, con más de 3.000 empleados, distribución en 140 países y más de 200 millones de facturación anual, patrocina al equipo olímpico portugués, a las selecciones española, italiana o croata de atletismo y a varios deportistas. También empresa familiar, con un nombre que es la unión de José María, el hijo mayor del fundador, Fructuoso López, es la única que se enfrenta a las grandes multinacionales del running con modelos de asfalto de alta gama, con placa de fibra de carbono y demás innovaciones.
«Es un mercado muy competitivo y el I+D es clave. Cada año aumentamos nuestra inversión en tecnología en un 25%», aporta Marina López, directora de Marketing de Joma, que sabe que para estar en la élite el desembolso debe ir más allá del desarrollo. Hace unos días, la empresa anunció el fichaje de cuatro atletas, los kenianos Dorine Jepchirchir, Teophilus Kipsang Yator, Reuben Mosin Mosip y Mercy Jebet Kibor, para ganar visibilidad internacional a base de victorias y récords. ¿Se puede competir en la jungla del calzado deportivo desde España? Se puede, pero no es fácil.
El téxtil 'made in Spain'
En el mercado de las zapatillas deportivas es muy difícil encontrar un modelo ‘made in Spain’, pero eso no pasa en el téxtil técnico. Hay varias empresas, de Lurbel a Taymory, de Ternua a Hoko, que producen material dentro de nuestras fronteras aprovechando la tradición de puntos como Ontinyent o Mataró.
"Nosotros hacíamos lencería pero cuando ese sector murió por los productos llegados desde Asia, nos centramos en el mercado deportivo con tecnologías propias. Ahora lo celebramos porque en situaciones de incertidumbre siempre salimos reforzamos. Producimos aquí y el 60% de nuestras ventas son aquí", explica Javi Lurbe, de Lurbel, una empresa familiar radicada en Valencia conocida por sus calcetines para correr.
"A igualdad de precio, es posible que el cliente valore que somos una empresa Española, pero como sector deberíamos ser más fuertes. Vas a las ferias y ves a los otros países ir a una, con más sinergias entre las empresas, como hacen en Francia o Italia", finaliza Lurbe.