A simple vista ya se advierten algunos cambios. Desde que empezó el Open de Australia, Carlos Alcaraz saca algo más suelto, su movimiento es ligeramente distinto, parece que lo hace más fácil. Pero el análisis mecánico descubre una infinidad de variaciones. Muchos tenistas nunca cambian la mecánica del servicio que aprendieron de niños o sólo lo hacen por obligación, por culpa de problemas físicos, como hizo Rafa Nadal en el tramo final de su car
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Es diciembre en Murcia, pero qué es el frío. En una de las cuatro nuevas pistas rápidas del Club de Campo, Carlos Alcaraz y Juan Carlos Ferrero, ambos en manga corta, hacen pruebas y pruebas. De un raquetero a rebosar salen raquetas que parecen exactamente iguales y cuya diferencia sólo es apreciable para el ojo experto: en el marco interior de algunas, hay distribuidas una o varias cintas de plomo pequeñísimas repartidas por diferentes posiciones. Alcaraz escoge una, pega fuerte con su derecha, comenta sus sensaciones con su entrenador, cambia de unidad y vuelve a darle. Al final ambos acuerdan que en su Babolat Pure Aero 98, un modelo que hasta ahora usaba de serie, le añadirán una única cinta de plomo de cinco gramos en la parte inferior de la cabeza. ¿Para qué?
«Es física. Si le añades más peso a la raqueta, la bola saldrá a más velocidad. A más masa, más potencia. Ahora con el mismo movimiento, Alcaraz podrá generar más potencia», asegura Xavi Segura, encordador de la selección española de la Copa Davis o de Rafa Nadal, que advierte el culmen de la evolución de Alcaraz como pegador.
En el Open de Australia que arrancó este domingo y donde debuta este lunes ante el kazajo Alexander Shevchenko (no antes de las 9.00 horas, Eurosport y Max), el español estrenará arma para responder en pistas duras a tenistas contundentes como Jannik Sinner o Alexander Zverev y así poder ganar en el Grand Slam que abre la temporada, el único que se le resiste. La idea es que sus golpes sean más agresivos, con especial atención al resto y, sobre todo, al saque.
Una difícil adaptación en el Grand Slam
«Sacará más puntos gratis con este nuevo peso de su raqueta y el riesgo es pequeño. Al principio notará que la bola le sale un poco más, pero tiene calidad para adaptarse rápido al cambio», añade Segura. El año pasado, Alcaraz ganó el 85,5% de los juegos disputados al servicio, un porcentaje lejos del 90,2% de triunfos de Zverev y del 91,4% de Sinner. De hecho, en número de aces por partido, el español no estuvo ni entre los 50 mejores del mundo, quedándose en 4,7 de media. Su tenis nunca se ha centrado en el saque, ni debe centrarse, pero cualquier desventaja decide partidos, más en determinadas superficies.
«Hoy en día las pretemporadas apenas duran dos o tres semanas, así que imagino que era un cambio que su equipo valoraba desde hace tiempo. Aunque parezca una cosa pequeña, no ha habido tiempo para probarlo así que la primera semana en Melbourne será muy importante para Carlos. También hay que ver cómo le funcionan los cambios técnicos», explica el ex jugador Nico Almagro, hoy comentarista de Eurosport y Max, que ofrecerá todos los partidos del torneo, en referencia también a la novedad en el servicio del número tres del ranking.
Cuando empezó a brillar en el circuito ATP en 2021, Alcaraz adoptó un saque con paradas que el año pasado ya transformó para realizar una sola parada y que este invierno ha vuelto a cambiar para no hacer parada alguna. Entre el Club de Campo de Murcia y la Ferrero Academy de Villena, Alcaraz realizó ejercicio de todo tipo para elevar más su gesto y hacerlo más dinámico. Un día incluso, Samuel López, el ex entrenador de Pablo Carreño, que este año acompañará a Ferrero en la mayoría de torneos, utilizó una canasta pequeña de baloncesto atada a un palo para ayudar a Alcaraz a lanzar la bola más arriba de manera controlada.
Dominicana y Nueva York en invierno
De momento, en los dos encuentros disputados este curso, dos amistosos en Australia ante los locales Alex De Miñaur -derrota por 5-7, 6-4, 5-10- y Alexei Popyrin -victoria por 6-3 y 6-4- las novedades se notaron para lo bueno y para lo malo. Alcaraz conectó saques muy rápidos y derechas durísimas y a la vez acumuló más errores de los habituales. En todo caso fueron dos exhibiciones con todo lo que eso implica. Sólo a partir de su debut en el Shevchenko se podrá valorar el éxito del nuevo peso en su raqueta y de su nuevo servicio, con una cita clave: los cuartos de final.
Después de caer en esa ronda en Melbourne el año pasado ante Zverev, el azar le propuso al español el peor rival hipotético posible, Novak Djokovic, por lo que deberá llegar al inicio de la segunda semana en plenitud. Luego llegaría de nuevo Zverev en semifinales y no se encontraría a Sinner hasta una supuesta final. De momento, los miembros del nuevo Big 2, no se han medido en ningún partido por el título de Grand Slam, quizá ocurra el próximo domingo 26.
«Soy un chico muy ambicioso y quiero más. Australia es lo que quiero tatuarme, aunque a mi padre no le guste mucho. Ser campeón en Melbourne es mi principal objetivo para la temporada<, proclamaba Alcaraz días atrás, aún en España, después de una pretemporada de disfrute, sin sobresaltos. Al caer eliminado de las Finales de la Copa Davis de Málaga, con retirada de Rafa Nadal incluida, se marchó de vacaciones con unos amigos a Punta Cana, en República Dominicana, donde llegó a dar una clase a unos niños en el Oscar de La Renta Tennis Center, y luego realizó un pequeño tour por Estados Unidos, entre el ocio y el trabajo.
Mientras gozaba de planes como asistir a un partido de los New York Knicks en el Madison Square Garden o a una carrera de la NASCAR, completó exhibiciones ante los yankees Ben Shelton y Frances Tiafoe con más comedia que tenis. Luego ya se instaló entre Murcia y Valencia, donde pasó las Navidades -y jugó el típico partidillo de fútbol de la Ferrero Tennis Academy vestido de Boca Juniors- y empezó a entrenar los cambios para este año. Más peso en la raqueta y menos paradas en su saque para estrenarse en Australia.
Emma Coburn cuelga una foto en Instagram de un intenso entrenamiento en Gunnison, Colorado, a 2.350 metros, y nada sorprende: durante el invierno las mejores atletas se exigen al máximo en altitud y la estadounidense, campeona del mundo en 2017 y bronce en los Juegos de Río 2016 en los 3.000 obstáculos, es una de ellas. Pero hay un detalle que sorprende: hace apenas 10 días, Coburn fue madre de una niña, Betty Ann, junto a su marido y entrenador, Joe Bosshard. ¡¿Cómo?!
Contaba la piragüista Maialen Chourraut que volvió al kayak apenas un mes después del nacimiento de su hija, Ane. Relataba la saltadora Ana Peleteiro que regresó al gimnasio seis semanas después de dar a luz a la pequeña Lúa. Pero el caso de Coburn no tiene nada que ver con el de las dos medallistas olímpicas españolas: la mediofondista yankee no pasó por un embarazo, por un parto y no está corriendo durante el puerperio.
"Sorpresa, somos padres. Nuestra hija, Betty Ann Bosshard, nació hoy a través de una madre subrogada. Es una alegría que no puedo expresar con palabras y, después de años de esperarla, conocerla hoy fue como un sueño. No puedo empezar a expresar mi gratitud a nuestra increíble madre subrogada. Betty está feliz y saludable gracias a ella. Que comiencen las aventuras, Betty. Te amamos", escribió en Instagram con un vídeo adjunto donde se podía ver cómo una enfermera presentaba a la niña a sus nuevos padres.
La maternidad a través de otra mujer de Coburn -más su exposición en redes sociales- puede sorprender en España, donde la gestación subrogada está prohibida, pero no así en Estados Unidos donde prácticamente ya es una opción más para las deportistas. Mientras se alargan las carreras de las mujeres hasta alcanzar los 40 años, ya son varios los casos de atletas que han optado por un vientre de alquiler y no paran para ser madres.
Las ayudas de la WNBA
Como Coburn, la también estadounidense Breanna Stewart y su pareja, la española Marta Xargay, ambas jugadoras de baloncesto, que en 2021 tuvieron a su primera hija, Ruby, por gestación subrogada. Stewart había congelado sus óvulos y el nacimiento casi le pilló en Tokio, donde se proclamó campeona olímpica. Su caso apenas fue destacado como una anécdota en la prensa de Estados Unidos o, como mucho, como parte del éxito de un programa de la WNBA, la liga en la que compite. Desde 2020, la mayor competición de baloncesto del mundo incluye en su convenio colectivo una ayuda de hasta 60.000 dólares a las jugadoras que quieran ser madres e incluye entre las posibilidades la gestación subrogada.
"Al negociar este convenio se me ocurrió incluir opciones que muchas mujeres no tienen. Teníamos que crear recursos para empoderar a las mujeres en todos sus roles", exponía Nneka Ogwumike, ala-pívot y presidenta de la WNBPA, el sindicato de las jugadoras. Otras competiciones, como la NWSL, la liga estadounidense de fútbol, han llegado a acuerdos con clínicas de fertilidad para incluir sus servicios en el seguro de sus estrellas.
"Gritaría a los cuatro vientos que si este es el camino que tienes que seguir, no te avergüences", reclamaba Erin Andrews, comentarista de partidos de NFL y NHL, en la revista Glamour, ante el aumento del uso de los vientres de alquiler en el deporte. La gestación comercial está plenamente desarrollada en varios estados de Estados Unidos, mientras en países como Canadá, Reino Unido o Australia la subrogación sólo se permite si no hay un intercambio económico de por medio.
En España, donde la práctica es ilegal, no se conocen casos de deportistas que hayan sido madres a través de ese sistema -más allá del nombrado de Xargay en EEUU- y, de hecho, de momento sólo ha habido críticas. "¡Esta foto es de las cosas más ridículas que he visto en mi vida! Por eso esta mujer ha tenido que irse hasta EEUU para poder llevar a cabo esta ilegalidad. No acaba de ser madre, no. Acaba de comprar un bebé gracias a su estatus económico", denunciaba un año atrás Peleteiro a raíz del caso de Ana Obregón. Pese a sus palabras, la práctica amenaza convertirse en una tendencia entre las deportistas de élite de ciertos países.