El PSG fue la tranquilidad y el Sparta, la consolidación. De temer por la eliminación, a luchar con uñas y dientes para entrar entre los ocho primeros y, de paso, quitarse unos dieciseisavos de final en el que habrá algún coco, probablemente, el vecino. Había que aprovecharse de la benevolencia del calendario. El Slovan era una banda y para terminar, tenía otra, el Salzburgo. Sólo en medio amenazaba el Leverkusen de Xabi Alonso. De momento, 10 victorias seguidas. La última, cómoda, ante los eslovacos. [Narración y estadísticas, 3-1]
Y eso que el equipo de Vladimir Weiss empezó respondón. Inerme a las cinco derrotas con cinco goleadas salvo la más o menos honrosa del Girona. De hecho, sus aficionados, unos 2.000, animaban como si se jugara la final de Champions. Después se acabó la tontería. El Atlético adelantó líneas, tanto que Lenglet jugaba muchas veces desde el pico del área rival. El Cholo le pedía incluso al francés que amagara con disparar. Y así, empujando y combinando, llegó la jugada del asado mecánico. Todo al primer toque hasta que el cuero aterrizó en las botas de Julián, que decidió poner una rosquita a la escuadra. Comenzaba el espectáculo.
O parecía, porque los rojiblancos bajaron el pistón como si el partido ya estuviera hecho. Y se les olvidaba que aún quedaba más de medio partido y, aunque no les gustase, esto era la competición más exigente del mundo de clubes. Aunque uno de ellos fuera el Slovan. Un palo en una contra con excesiva relajación atlética avisó a los del Cholo que, quizás no perder, pero un susto tonto se podían llevar si no se tomaban el partido en serio.
Así, el Atlético volvió a acelerar y Lino, a perdonar. Le está costando al brasileño ver puerta pese a su gol ante el Sevilla. En una bonita jugada de los rojiblancos, el balón llegó a las botas de Llorente que, sin presión, le puso una picadita al interior colchonero que lo intentó primero con la cabeza y luego, tras el rechace de Takac, con el pie. Agua. El que no perdona es Griezmann. Otro para su cuenta tras un centro de volea del mismo pasador. Es un puñal por la derecha. Molina va a tener un candado en su puesto de lateral derecho.
El Slovan empezaba a ver lo que podrían ser los segundos 45 minutos si los de Simeone buscaban hacer sangre. Y de repente, la tontuna. Un pie absurdo de Lenglet para hacer un penalti aún más ridículo. Gol en contra. No debería peligrar la victoria, pero… Quiso responder el Atlético pronto a ese pero. Lo hizo a través de Julián. Falló las dos que tuvo.
Griezmann, letal
Pero, insisto, el francés no falla. Suma y sigue. Uno más a la buchaca. Tranquilidad para Simeone y sofocada la rebelión eslovaca. Fue tras un poco de pinball en el área, pero qué más da.
Terminó el duelo así, porque el Atlético quiso y quizás no debió pese a un sustito postrero del Slovan, palo incluido. Los goles en esta loca nueva Champions cuentan y mucho. Y el Slovan, con todos los respetos, era el rival propicio para eliminar por completo el borrón de Lisboa. El top-8 está allí, pero hay que agarrarlo.