Era un 23 de febrero de 2020, apenas unos días antes de que el coronavirus apagara el mundo. Y era el cuarto partido de Santi Yusta con la selección, con la que había debutado en otras ventanas (en julio de 2018, contra Bielorrusia, con 21 años). Ante Polonia, la rodilla izquierda del de Torrejón, una de las perlas de la cantera del Real Madrid, hizo crack en el Príncipe Felipe de Zaragoza. Rotura del ligamento cruzado. casi un año de recuperación por delante en plena pandemia.
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Aquel día salió llorando a hombros de sus compañeros. Anoche, en el Pazo dos Deportes de Ourense, lo hizo con una sonrisa que no le cabía en el rostro, ovacionado, reconocido en el medio de la pista y como héroe total de la selección. “Es un orgullo sentirme líder. Con todas las grandes estrellas que ha habido en la selección, que los niños digan mi nombre… Alienta a seguir disfrutando, a mejorar”, reconoció después de haber torturado a Eslovaquia con 46 puntos en dos partidos.
Fue en una entrada a canasta pura potencia, una de sus señas de identidad, y una mala caída seguida de gritos de dolor. Aquel 2020 era su primer año fuera ya de la disciplina del Real Madrid (antes había estado cedido dos cursos en el Obradoiro) y todo eran estupendas señales de progresión, brillando con Txus Vidorreta en el Tenerife. Tardó 10 meses en volver.
Fue un reiniciar en Yusta (después también volvió a lesionarse en el menisco), quizá el único jugador de estas ventanas en tener eso que Sergio Scariolo tanto echa de menos, balones de responsabilidad en su club en la hora de la verdad. Santi es referente ahora en el Casademont Zaragoza, con el que las dos últimas temporadas ha promediado más de 11 puntos por partido (el curso pasado fue el máximo anotador español en la Liga Endesa). Y aunque esta la comenzó un poco por debajo en cuanto a rendimiento, en los últimos cuatro partidos ha vuelto a despegar.
Pero nada en su carrera como lo de estos días contra Eslovaquia. Otro héroe de las ventanas, como antaño lo fueron Quino Colom, Jaime Fernández, Fran Vázquez… Es más, quizá ya se le recuerde para siempre como el tipo del milagro de Bratislava, una acción de las que marca carreras. Acababa Santi -fan de la cultura japonesa, sus piernas lucen tatuajes de diferentes personajes de anime- de fallar un par de tiros libres clave, pero, ya a la desesperada, anotó un sensacional triple que mantenía a España con un hilo de vida. Después, con cuatro décimas por jugar, apareció de la nada para robar el saque de fondo local y clavar otro triple, lo nunca visto. España ganó en la siguiente prórroga. “Un poco de fe y un poco de suerte”, se quitó importancia el alero.
Con toda esa confianza, en Ourense fue el referente de principio a fin. Acabó con otros dos triples para sentenciar y un total de 25 puntos y 26 de valoración, pues aportó también cinco robos, cuatro asistencias y cuatro rebotes. “Pasé lo que pasé. Y dio la casualidad de que fue aquí con la selección”, recordó el madrileño su calvario en forma de lesión, “ya el pasado”. “Siempre que vengo aquí intento dar lo mejor de mí. Esta concentración ha salido todo, he estado disfrutando en la cancha. Esperemos que siga así en mi club”, concluyó.
El billete al Eurobasket del próximo verano lleva su nombre. También el de otros como Carlos Alocén, con una historia también marcada por las lesiones y las vueltas a empezar. Scariolo lo sabe, pero quiere más de ellos. Quiere el siguiente paso en su crecimiento para que puedan derribar las puertas de un gran torneo. “Me han demostrado cosas. Es significativo lo que han hecho ambos y esperamos una continuidad de su rendimiento en sus clubes. Los dos saben los aspectos del juego que tienen que mejorar para poder ser candidatos un nivel superior. Creo que está a su alcance, en sus manos poder alcanzar ese punto a nivel físico, defensivo… de tener la convicción y la confianza para poder atacar el nivel superior”, les lanzó.