Corre, corre. Y corre, corre. Y corre, corre. Y Carlos Alcaraz dijo: “Ya está, para”.
Cuando acabó su partido de cuartos de los Juegos Olímpicos de París con victoria sobre Tommy Paul por 6-3 y 7-6(7), se encerró en el gimnasio que hay en Roland Garros -en las plantas bajas de la Philippe Chatrier- y tardó casi dos horas en salir. Hasta ayer, después de cada triunfo olímpico, le tocaba ducharse rápido, fotografiarse con los fans que le esperaban e
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Hace nada, entre los primeros rayos del verano, Paula Badosa era una tenista desesperada que maldecía su suerte en una de las pistas pequeñas de Roland Garros, donde estaba a punto de perder, otra vez perder, qué hartita estaba ya de perder. Por culpa de una fractura de estrés en su espalda llevaba más de un año de calvario, de dolores y derrotas hasta llegar a caer al número 140 del ranking WTA. ¿Volvería a la élite? Aquella noche en el Grand Slam parisino parecía imposible. Ante la británica Katie Boulder, en primera ronda, lloraba sobre la pista y reclamaba al cielo unas soluciones que, de repente, llegaron. Sí, llegaron. Un milagro. O simplemente su tenis. Liberada del dolor gracias a la infiltración de corticoides que acababa de inyectarse, remontó, ganó y desde entonces es otra Badosa. Más alegre, más decidida y, sobre todo, más ganadora.
Con el título en el WTA 500 de Washington y las semifinales en el WTA 1000 de Cincinnati, en la presente gira norteamericana de cemento sólo dos tenistas, la estadounidense Jessica Pagula y la bielorrusa Aryna Sabalenka, han brillado más que ella. Pese a ser la cabeza de serie número 27, en el actual US Open entre es la séptima favorita para las casas de apuestas yankees y el lunes en primera ronda pasó por encima de la suiza Victoria Golubic con un 6-0 y 6-3. ¿Cómo se ha producido un cambio tan repentino?
"Paula ahora está recogiendo los frutos de un trabajo que duró muchos meses. Antes ni ella misma podía ver ese resultado", analiza el fisioterapeuta Roberto Martín, jefe de la clínica Ignition de Getafe y responsable de la rehabilitación de Badosa, que vivió el suplicio junto a ella. Porque desde el principio sabía que iba para largo y desde el principio sabía que en el deporte de élite no hay paciencia suficiente para cruzar por algo así.
Los detalles de su lesión.
"En el tenis la parte baja de la columna vertebral sufre mucho por la hiperextensión necesaria para el saque y los giros constantes y la primavera del año pasado Paula sufrió una fractura por estrés en esa zona, entre las vértebras L4 y L5. Si te rompes el fémur o el cúbito te puedes recuperar relativamente rápido, pero en la columna vertebral el proceso es muy lento. Ella tuvo que estar parada, reforzar toda la musculatura para recuperar estabilidad y al final del proceso, cuando la fractura estaba ya consolidada, sufrió una inflamación en esa misma zona. Fue muy dolorosa y muy limitante y ahí vivió los momentos más duros", recuerda Martín, con el WTA 1000 de Madrid en abril como peor momento en la memoria. En la Caja Mágica, en casa, Badosa quería brillar de nuevo y perdió a las primeras de cambio ante la también española Jessica Bouzas. Según ha admitido recientemente, entonces "tocó fondo".
Y sólo en Roland Garros, después de su segunda infiltración -la primera fue en marzo antes del WTA 1000 de Indian Wells-, empezó a ver la luz. "Paula trabajó muchísimo para volver. Llegamos a encadenar sesiones diarias de trabajo manual de tres horas, usamos todas las terapias posibles, desde la cámara hiperbárica a la luz roja pasando por el magnetolith, un campo magnético mucho más potente que las magnetoterapias antiguas. Ella puso todo de su parte para volver y ahora está volviendo a disfrutar de su juego", comenta Martín que formó equipo para la recuperación de Badosa con el doctor Javier Ferrato, el preparador físico David Antona o Daniel de la Serna, director clínico del Instituto Español de psiconeuroinmunología.
Porque la tenista, que ya no comía alimentos con gluten, tuvo que reajustar su dieta para evitar la inflamación de los intestinos -que repercutiría a la espalda- y hacer otros cambios en su rutina. Entre Dubai, donde reside habitualmente, y Madrid, donde estaban sus doctores, la española encontró su camino para intentar volver al lugar donde lo dejó, en aquel número dos del ranking WTA. Su palmarés asegura que el US Open no es el mejor Grand Slam para ascender -nunca ha llegado a tercera ronda-, pero ahora es otra. Más alegre, más decidida y, sobre todo, más ganadora.
"Ahora está recuperada de su lesión de espalda. Evidentemente debe seguir trabajando esa zona y siguiendo las pautas de trabajo, pero ahora puede centrarse ya en su juego y en volver a disfrutar del tenis", finaliza Martín ante la resurrección de Badosa, de su llanto hace nada en Roland Garros a su brillo estos días en el US Open.
Era su momento. Daniil Medvedev volaba durante el primer set con su plan de ataque, disfrutaba sobre la hierba de Wimbledon. Carlos Alcaraz peleaba para llevarle al tie-break, pero en esos instantes iniciales el ruso dominaba el juego, la pista, el marcador. Era su momento. Pero su carácter es intratable.
Con 5-3 en el marcador y el saque de su lado, Medvedev defendía una bola de break cuando después de un corto intercambio Alcaraz le tiró una dejada rápida. Corre, corre a por ella; corrió el ruso, pero llegó a impactar a la bola justo cuando había dado su segundo bote. Entonces hubo cierta confusión. Medvedev hizo como si no hubiera pasado nada y Alcaraz, al ver la reacción de su rival, pensaba que el punto seguía así que golpeó de derecha. Sólo la jueza de silla, la griega Eva Asderaki, interrumpió el juego. Con acierto advirtió del segundo bote y cantó el nuevo resultado: "Game Alcaraz, 5-4". Ahí Medvedev reaccionó a su manera.
Plantado en medio de la pista, sin aspavientos, miró a Asderaki y le soltó tres claros "¡Fuck you! [¡Que te jodan!]". Luego dejó ir algún otro insulto -"Bitch [Zorra]", según algunas televisiones- y se sentó en su silla sin más.
Asderaki, internacional desde 2001, con varias finales de Grand Slam a sus espaldas, llamó al supervisor del torneo y le explicó lo ocurrido. Según el reglamento de la Federación Internacional de Tenis (ITF), Medvedev podía haber sido descalificado, pero entre otros decidieron sólo apuntarle un warning por conducta antideportiva.