“Con su edad yo jugaba al fútbol”, confesaba Dani Olmo en las entrañas del estadio de Colonia, como si lo que habían hecho con 21 y 16 años Nico Williams y Lamine Yamal para derrotar a Georgia y llevar a España a cuartos de final fuera otra cosa.
Él había marcado un gol, como también Rodrigo, MVP del partido, y Fabián, pero las miradas no podían separarse de los chavales de España, capaces de jugar a ‘piedra, papel o tijera’ un segundo después de volver a hacer historia. La selección ha ganado los cuatro primeros partidos por primera vez en una Eurocopa. Lo colectivo se impone a lo individual en esta selección, se encargan de repetir todos los jugadores, pero el protagonismo es de los dos endiablados extremos. Son un arma diferencial que, además, pulveriza registros.
Desde 1980 no había habido un futbolista ‘total’ en el campeonato de Europa, capaz de marcar, asistir y no errar ni un sólo pase. 44 años hasta que apareció Nico Williams para asistir a Rodrigo en el gol del empate, marcar el tercer tanto que sellaba el billete a Stuttgart y acertar cada uno de los 46 pases que intentó. Aún así, no quiere halagos.
“Vengo del barro y esto es un sueño hecho realidad. ¿Quién es el mejor jugador del torneo? No lo sé, pero yo no soy“, aseguraba al acabar un partido en el que se retó con su amigo Lamine Yamal. “Me va a tener que aguantar toda la semana, pero espero que él marque pronto”, deseó el jugador, que tuvo el respaldo de toda su familia en la grada y el detalle de regalarle su camiseta a un aficionado con la camiseta del Athletic.
Nico bailó con su amigo Lamine y ambos retan con descaro juvenil a otra pareja de alas que está volando en este campeonato: los alemanes Musiala y Wirtz. “Sin duda me quedo con Nico y Lamine”, reconocía Dani Olmo, que conoce bien a los germanos.
De los 35 disparos a la portería de Mamardashvili, el mayor registro de una Eurocopa, un puñado fueron del joven jugador del Barça, que busca el gol que le convierta en el jugador más joven en marcar. “Me lo guardo para cuartos ante Alemania”, bromeaba en la zona mixta. Y es que, como admitía Dani Olmo, con la pelota y sin ella, Nico y Lamine “son un espectáculo”.
Un empate a nada, intenso pero estéril y con apenas valor ni para el Valencia, que busca pelear las plazas europeas con recursos limitados, ni para el Mallorca, que necesita poner más puntos de distancia con la zona del peligro, algo que aplaza una semana porque la mirada está puesta en la final de la Copa del Rey ante el Athletic. Como ensayo general sí tuvo valor el empate arañado en Mestalla. [Narración y estadísticas]
Había que parar a un equipo veloz de transiciones rápidas, mucho menos maduro que el Athletic pero igual de eléctrico e impredecible. Y lo lograron sin sufrir. Al veterano Aguirre no le nubló la cita con la historia y optó por una mezcla que le garantizara no correr riesgos al tiempo que maniatar a Valencia. Eso sí, a Greif lo puso bajo palos a modo de calentamiento. La apuesta a punto estuvo de salirle cara cuando Jaume Costa cayó fulminado por un codazo fortuito en el cuello, pero el capitán, que amagó con salir del campo, se sostuvo en la orilla izquierda con solvencia y descaro.
El problema lo tuvo Baraja. A los 14 minutos perdió a Yaremchuk, héroe en la clasificación de Ucrania para la Eurocopa. Una lesión muscular que aliviaba la presión sobre los tres centrales baleares y le dejaba con menos recursos, el talón de Aquiles de un equipo férreo pero limitado de talento y de gol. Bajo una fina y constante lluvia, en Mestalla no se jugó a nada.
Pepelu encontró una grieta para filtrar la pelota al área para Hugo Duro, el único recurso efectivo, pero apareció Nastasic para atajarla. La respuesta fue un disparo lejano y sin fe de Omar Mascarell. El Mallorca comenzaba a acercarse y a encontrar tímidamente a Muriqi, que no pudo cazar un centro de Darder al segundo palo, pero lo arregló Jaume Costa rescatándolo para dejar el golpeo a Nacho Vidal.
Con el duelo trabado, Arias Ortiz señaló un penalti por manos de Mascarell, antes de salir del campo también lesionado, que el VAR le hizo rectificar. Nadie encontraba el camino para descoser al rival. El Mallorca, porque no encontraba a Larin y Muriqi empeñado en asfixiar al Valencia; el equipo de Baraja porque ni Fran Pérez, a quien se le enredaban los pies, ni Peter Federico encendían la chispa que electrificara el ataque.
Aparecen los porteros
A la vuelta del vestuario, Aguirre siguió con su plan pero fue el Valencia quien espabiló para crear la mejor ocasión: una falta de Pepelu que obligó a volar a Greif para estrellarla rozando la cruceta y que Peter, a puerta vacía, no pudo embocar. La mano del meta volvió a aparecer para despejar un cabezazo de Hugo Duro.
Sin alterar sus pulsaciones, el Mallorca tuvo la suya en un cabezazo a bocajarro de Muriqi por encima del larguero.
Se refrescaron los baleares y enloquecieron el partido hasta que apareció Mamardashvili para atajar el remate de Radonjic y de Abdón y sostener el empate a nada.
Pensar en la resistencia y el tesón es recurrir a la frase «tener más moral que el Alcoyano». Esos dos valores que acompañan históricamente al club alicantino están más la prueba que nunca. Alcoy se enfrenta al reto de retener a su equipo en el campo del Collao y con él sus 96 años de historia en el fútbol español que incluye gestas recientes en Copa ante el Real Madrid. El Alcoyano no se entiende sin su vinculación con la ciudad industrial del interior de Alicante pero puede acabar jugando a más de 50 kilómetros.
De la crisis económica que vivía el club, instalado en Primera RFEF, lo rescató hace 20 meses el empresario Juan Carlos Ramírez. Vinculado antes al Elche y al Hércules, con poca fortuna, llegó para dar un impulso que no se ha producido. Según su versión, por falta de apoyo institucional, a través de la remodelación de instalaciones, del empresariado local e incluso de la afición. Por eso, pretende llevarse al equipo a La Nucía, una localidad próxima a Benidorm cuyo equipo acaba de comprar y que juega en Tercera RFEF. Su idea es intercambiar los clubes: el Alcoyano trasladaría su sede social y competiría en La Nucía mientras que en el Collao se quedarían con un equipo forastero y fútbol de dos categorías menos.
Se trata de una maniobra que, amparada en la Ley de Sociedades Anónimas, pretende ejecutar el próximo 17 de junio en una junta de accionistas que tiene como único punto del orden del día el traslado del domicilio social del CD Alcoyano SAD. Esto es algo que la Federación no puede evitar. El máximo accionista no puede intercambiar las categorías que cada equipo se ha ganado deportivamente en el campo, pero sí las propias estructuras de los clubes en una operación sin precedentes.
«Me llevo el equipo a La Nucía porque aquí no tengo apoyos. Me llevo la camiseta y la historia, el Alcoyano no desaparece. Pero sin apoyo empresarial, institucional y social no puedo seguir en Alcoy», asegura el dueño, que llegó a verbalizar la posibilidad de enviar al club a concurso de acreedores y liquidación. «He dado más por el Alcoyano que los que se dan golpes en el escudo. Pero esto se mueve ya por dinero», advierte.
Enfrentamiento institucional
Ramírez acusa al Ayuntamiento, encabezado por el socialista Toni Francés, de haber incumplido los compromisos, verbales, que le hicieron cuando compró la mayoría accionarial del club, como la reforma del estadio o la construcción de una ciudad deportiva, y reclama un «plan de viabilidad» que incluya una dotación pública anual de 500.000 euros, el incremento del número de abonados de 1.300 al menos a 2.500 y la colaboración de empresarios. Sin este plan, el Alcoyano será un equipo de La Nucía. «Allí tengo muchas amistades que me pueden ayudar», recuerda.
En el consistorio, todos los grupos políticos han cerrado filas y se han unido en una plataforma junto a aficionados y peñas para evitar que esto no ocurra. En un manifiesto firmado este martes, incluyen el compromiso de «tramitar y aprobar de urgencia» los trámites sean necesarios para declarar al Alcoyano «Bien de Interés Cultural Inmaterial (BIC)».
Defienden desde Alcaldía que desde 2015 hay un convenio por el que se aportan 200.000 euros, pero tras el cruce de acusaciones inicial, que ha acabado en una querella al alcalde, quieren abrir una vía de negociación para evitar perder el club, a quien Ramírez le ha puesto precio: tres millones de euros. Eso sí, no podrá encabezar las negociaciones Francés, con quien no quiere hablar el propietario.
La afición reclama que estas conversaciones eviten el traslado de su equipo, porque no lo seguirán a 50 kilómetros si se desvincula de la ciudad. Es más temen que sea una maniobra que acabe en desaparición.
Bajo el lema La Moral no morirá se ha movilizado para jugar «el partido más difícil de la historia» y se echará a la calle el próximo sábado a las 17 horas. Su moral, enfrentada al dinero, es lo último que quieren perder.
"¿Cómo va a venir el Rey hasta Sevilla y no se va a presentar el Real Madrid a una final de Copa?" La tarde andaluza tuvo de todo, con los focos y la tensión esparcidos por varios puntos de la ciudad. Por un lado, el Estadio de La Cartuja, sede de la previa de un clásico decisivo en el futuro a corto plazo del fútbol español y del banquillo del conjunto blanco. En sus pasillos aparecieron a mediodía Ricardo de Burgos Bengoetxea y Pablo González Fuertes, cuyas palabras crearon un efecto mariposa que provocó una reacción histórica del Madrid, muchas llamadas, muchos nervios y, nueve horas después, la decisión definitiva: el Madrid, a pesar de un drástico enfado que le llevó a no presentarse a la previa, anunciaba que jugaría la final.
Las lágrimas de De Burgos, árbitro principal del encuentro, mentando a su hijo y a cómo le decían que tenía "un padre ladrón" dieron la vuelta al país, aunque fueron las palabras de González Fuertes, deslizando una huelga y asegurando que tenían que tomar "medidas serias" ante los ataques de Real Madrid Televisión las que echaron gasolina al fuego de la final de Copa.
La reacción del Madrid fue tan inesperada como contundente. "Suspendemos todo". A las siete menos cuarto de la tarde, media hora antes de la esperada rueda de prensa de Carlo Ancelotti, el mensaje saltaba en todos los móviles de la sala de prensa de La Cartuja. El Madrid no acudía a la previa de la final. Lo nunca visto.
"Nunca se ha planteado renunciar"
En ese momento, Rafael Louzán, presidente de la Federación, trataba de calmar los ánimos de la directiva blanca en varias llamadas de teléfono con José Ángel Sánchez, director general del Madrid. En el club blanco no entendían el show, así lo llamaban, de la rueda de prensa, mientras que la RFEF, que admitía el poco tacto de González Fuertes en sus palabras, no daba crédito a los amagos sobre no presentarse a la final. Lo consideraban una respuesta desmedida.
En ese momento, entramos en el terreno de la incertidumbre. Las voces desde el hotel NH Collection, sede del Madrid en Sevilla, eran contradictorias. Unos apostaban por no jugar y dar el golpe sobre la mesa definitivo, pero otros tenían dudas por la cantidad de aficionados que ya se habían desplazado a la ciudad.
Después de un par de horas de debate interno, a las 22:15 aterrizó en la web del Madrid el comunicado final: "El club nunca se ha planteado renunciar a jugar la final". Dicho, con muchas dudas, pero hecho.
En la RFEF esperaban el gesto de responsabilidad del Real Madrid, sin dejar de reconocer que la polémica pudo evitarse. Consideran que González Fuertes no pensó en la trascendencia de sus palabras, que el Real Madrid interpretó "en tono amenazante" y que durante horas tuvieron en vilo no sólo a la Federación, también a la Junta de Andalucía, el Ayuntamiento de Sevilla y los patrocinadores. "Todo un año de trabajo", admitían fuentes federativas. "Ha sido muy inoportuno", aseguran. La muestra de transparencia que quiere mantener la RFEF esta vez se convirtió en un problema.
Los árbitros alzan la voz contra Real Madrid TV y De Burgos Bengoetxea acaba llorando
"La venda antes de la herida"
Son conscientes en la RFEF de que el Real Madrid es muy sensible con los árbitros porque son constantes las críticas, y no sólo a través de su televisión. "Si fuera por ellos, los cambiarían a todos", advierten algunas voces. El plan de Louzán desde que llegó a la presidencia pasa por crear, de manera inmediata, una comisión en la que está representado el conjunto blanco. De cara a la próxima temporada, se conformará "un órgano de participación activa" para poner fin a las polémicas que ponen en peligro la competición. "Como las cosas sigan así, estamos a muy poco de que paren el fútbol", advierten desde la Federación.
Por eso, el pulso lanzado por el Real Madrid no podía acabar en un cambio del equipo arbitral. "¿Cómo vamos a quitar a un árbitro un día antes de la final porque lo pida un club? Es imposible", añaden. Sería una declaración de guerra a un colectivo al que Louzán necesita tener de cara. Su relación con Medina Cantalejo es fría y su continuidad al frente del Comité Técnico de Árbitros sigue en el aire. Eso lo saben algunos colegiados, que son fieles a su presidente, como González Fuertes.
Si el Real Madrid no ha provocado un cambio en el equipo arbitral, ¿qué sentido tenía lanzar este pulso? Hay una explicación que corre por los pasillos federativos. "Quieren ponerse la venda antes de la herida, por lo que pueda pasar en el campo", advierten.
Mientras, Joan Laporta apareció triunfante en la cena oficial junto al presidente Louzán y José Luis Sanz, alcalde de Sevilla. Pasara lo que pasara, el Barça había echado la tarde frotándose las manos ante un espectáculo esperpéntico. Un sainete de nueve horas que acabó como esperaba: habrá final de Copa.