Un día corriente y moliente de la delegación española desembocó en un grato bronce para Thierry Ndikumwenayo en los 10.000 metros. Se lo arrancó “in extremis” al sueco Almgreen en una prueba ganada por el suizo Dominic Lobalu, un refugiado nacido en Sudán del Sur y que, a través de Kenia, llegó a Suiza en 2019, tras uno de esos dramas personales que en África son sangrienta moneda corriente.
Teníamos unos cuantos finalistas, pero sólo el fondista sacó fruto. En unos 1.500 dominados de punta a cabo por Jakob Ingebrigtsen (3:31.95, récord de los Campeonatos), que impuso un tranco rutinario para él e imposible para el resto, Adel Mechaal acabó quinto. Corrió siempre encerrado y no pudo, en última instancia, salir de la prisión. Sus 3:33.58 hubieran sido mejorables en otras circunstancias. Pero queda la duda de si no se desembarazó por las bravas de las cadenas porque ya iba muy cansado. El rictus lo sugería.
Los relevos no nos sonrieron. En los 4×400 masculinos, España fue quinta. En los femeninos, séptima. En los 4×100 femeninos, quinta. La gran marca de la jornada, y una de las mejores del Campeonato, corrió a cargo de Malaika Mihambo en el salto de longitud. La alemana se situó como líder mundial del año con 7,22. Fátima Diame no alzó el vuelo. Terminó octava con 6,69 y cuatro nulos.
España, con dos oros, tres platas y tres bronces, no mejoró el resultado de hace dos años, cuando en Múnich alcanzó cuatro oros, tres platas y tres bronces. Según se mire, no es mal balance, habida cuenta, cualitativamente, de la hazaña deJordan Díaz en el triple salto que lo ha elevado hasta la cima mundial y de tres récords nacionales batidos (cuatro, si contamos los dos de Jordan de una tacada). Pero los números son los números y no nos favorecen.
La proximidad de los Juegos Olímpicos hurtó al Campeonato algunos participantes de relieve. Pero, frente al extenso y ambicioso resto del mundo, este pequeño islote llamado Europa sigue ofreciendo mucho al atletismo. Nombres como Marcell Jacobs (100 metros), Jakob Ingebrigtsen (1.500 y 5.000), Armand Duplantis (salto con pértiga), Gianmarco Tamberi y Yaroslava Mahuchikh (salto de altura), Miltiadis Tentoglou (salto de longitud), Karsten Warholm y Femke Bol (400 metros vallas), Natalia Kaczmarek (400), Keely Hodgkinson (800), los lanzadores de disco y de martillo, etc., se coronaron con actuaciones y marcas perfectamente homologables al oro olímpico. En el triple salto, el duelo entre Jordan Díaz y Pedro Pichardo, dos cubanos de cuna, sí, pero asimilados europeos a todos los efectos, deparó una competición histórica. En ningún gran evento los dos primeros clasificados habían pasado de los 18 metros.
Respecto a Armand Duplantis, el récord del mundo de pértiga revolotea por el estadio cuando él está en escena. Pero esta vez no se concretó. El sueco lo intentó cuando pidió 6,25. Falló por muy poco, sobre todo en el primer intento. Pero, eso sí, con 6,10, sobrepasó por 61ª vez los seis metros. No había nadie más en la pista y era casi medianoche…
Italia, triunfadora en el medallero con 24 recompensas (11 de oro), cerró la jornada con el triunfo clamoroso en los relevos 4×100 masculinos, una especie de apoteosis con el presidente de la República, Sergio Matarella, homenajeando a sus atletas. Italia, esa Italia ferozmente, orgullosamente competitiva, volvió a ofrecer otro ejemplo, en este caso en el atletismo, de calidad y densidad de mimbres. No sólo de fútbol viven por allá.