Algunos ponen en duda que el ajedrez sea un deporte, pero nadie podrá negar que, en todo caso, es el más mental. Incluso un levantador de pesas, puro músculo, puede ver mermado su rendimiento por problemas psicológicos, pero lo que le ocurre al campeón mundial de ajedrez son palabras mayores. Ding Liren, de 31 años, no levanta cabeza desde que se convirtió en el sucesor de Magnus Carlsen. En realidad, el gran maestro chino logró el título cuando ya tenía problemas, nacidos de una ruptura sentimental justo antes de la gran competición de su vida.
Ding destaca por su extraordinaria humildad y eso propicia una preocupación colectiva mayor de lo normal. Su ausencia de los tableros recuerda a lo ocurrido con Bobby Fischer, quien después de derrotar a Spassky en 1972 tardó 20 años en reaparecer, con el buen juicio mermado. Con el campeón chino, la incertidumbre ha dado paso a la alarma en la ciudad noruega de Stavanger. En noviembre debería defender su título contra Gukesh, pero pocos creen que llegue en condiciones. Algunos piensan incluso que no comparecerá, aunque solo por jugar contra el indio se aseguraría un millón de euros.
El momento más triste de la carrera de Ding ocurrió el pasado domingo, precisamente contra Carlsen, en el Norway Chess. El jugador chino ya era último después de tres derrotas seguidas, algo insólito para quien tiene un récord de cien partidas consecutivas sin perder. Contra Magnus, ocurrió algo fuera de lo normal. En posición igualada, sin presión del reloj, Ding se dejó dar un sencillo mate en dos, parecido al del pasillo, que aprenden los niños cuando empiezan a jugar.
“A casi todos les ha pasado”
El mundo entero lo había visto tambalearse, pero esta vez algo se derrumbó dentro de él. Magnus, que no siempre reacciona bien cuando pierde, era incapaz de celebrar su victoria. Ding se limitó a dar la mano a su rival y a taparse la cara, una escena desoladora.
Las muestras de cariño hacia el campeón se han sucedido estos días. La húngara Susan Polgar, pentacampeona mundial, considera que el suyo es “el peor declive de un campeón durante su reinado”. También Anna Muzychuk, que participa en el Norway Chess femenino, aseguró que todos los ajedrecistas sufren “periodos difíciles de vez en cuando”.
Esto lo sabe bien el gran maestro español Paco Vallejo, durante muchos años número uno de España. En su caso, el detonante fue un conflicto con Hacienda que al final se resolvió a su favor, pero que lo llevó a abandonar la selección. “Yo sé lo que es eso y a casi todos los ajedrecistas les ha pasado en algún momento. Quizá los grandes campeones consigan evitarlo, pero incluso ellos alguna vez tienen una historia así“, cuenta el menorquín para EL MUNDO. Vallejo remarca que en el ajedrez cualquier enfermedad o distracción es letal: “Es un deporte muy cruel, que penaliza mucho los errores. Desconectas un segundo y todo se va al carajo”.
Carlos Martínez, psicólogo especializado en ajedrez, cuenta cómo es posible que Ding Liren ganara el Mundial. “Cuando pasas por un momento traumático, si enseguida te expones a un nivel de exigencia tan grande, quizá te puedas aislar un poco y centrarte en la competición. Te puede ir bien para evadirte. Allí se rodeó de personas cercanas, como su madre, y pasó momentos dubitativos, pero ganó el título y parecía como si lo hubiera superado. Después de esa tensión, el problema se hizo más patente“.
En opinión de Martínez, la buena noticia es que Ding Liren ha sido capaz de verbalizar sus problemas. “Ha contado que recibe ayuda de expertos y seguramente ha jugado en Noruega casi por prescripción. Es muy importante poner en palabras lo que sufre. Poquito a poco buscará las cosas que le gustaban y le hacían feliz. Habrá vuelto a entrenar y supongo que irá recuperando su actividad más o menos normal. Estar varios meses en el dique seco, sin entrenar ni mirar partidas, para un jugador de alto rendimiento marca una diferencia bestial“.
“Creo que competirá”
En la versión más amable de esta historia, Ding Liren está en el buen camino y, como él dice, no tiene intención de dejar el ajedrez. Queda por saber si está a tiempo de convertirse en un rival competitivo para el Mundial, que debería empezar el 20 de noviembre. “Tengo serias dudas“, admite Martínez, “aunque faltan meses y si trabaja bien, de manera constante, aún es posible”. “Creo que competirá, aunque ya veremos cómo, porque físicamente tampoco está bien”.
El propio ajedrecista asegura que se conforma con ser la segunda mejor versión de sí mismo. Un Ding Liren B aún podría dar guerra a Gukesh D, el candidato más joven de la historia, que acaba de cumplir 18 años el pasado mes de mayo. Si al final Ding no puede jugar, queda por resolver si el rival del indio sería el japonés Hikaru Nakamura, que terminó segundo el torneo de Candidatos, o habría un desempate con el gran maestro ruso Ian Nepomniachtchi y el estadounidense Fabiano Caruana, que hicieron los mismos puntos que él. En el anterior Mundial, la FIDE perdió a Magnus por aburrimiento y fue grave, pero perder a otro campeón por depresión sería mucho peor.