En la final de la Copa de Europa de 1959, ante el Stade de Reims, marcó Enrique Mateos un gol a los dos minutos de empezar el encuentro. Y, poco después, provocó un penalti. El encargado de lanzarlo hubiera sido Puskas. Pero no estaba en el campo. Le tocaba a Di Stéfano asumir la responsabilidad. Cuando se dirigía hacia “el punto fatídico”, oyó que le chistaban. Era “Fifirichi”, como llamaba Alfredo a Mateos, que le suplicó: “Saeta, déjame tirarl
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En la pista, prudencia. En el banquillo, prudencia. En las gradas, en los despachos, en las taquillas, prudencia. Incluso en las calles, prudencia. Años atrás la zona alta de Barcelona recibía el abril con carteles de Rafa Nadal en las marquesinas, las vallas y las farolas. Llegaba el torneo Conde de Godó y Nadal no sólo era el favorito, era el dueño. Hasta 12 veces levantó el trofeo, sólo en Roland Garros celebró más éxitos. Pero este año, prudencia, prudencia, prudencia.
Por Pedralbes y Sarrià, allí donde la ciudad luce bonitos jardines, anchas avenidas y pisos enormes, esta vez la imagen Nadal está acompañada por fotos de Stefanos Tsitsipas, Casper Ruud, Andrey Rublev y, por supuesto, por Carlos Alcaraz pese a su baja de última hora. Para toparse con el hoy número 646 del ranking ATP hay que darse un buen paseo por Via Augusta arriba y abajo. Si el próximo domingo Nadal vuelve a proclamarse campeón en Barcelona quizá sea extraño su escasa presencia por la ciudad, pero el pasado miércoles, en su primer entrenamiento, pocos hubieran apostado que jugaría siquiera.
Aquel día Nadal dejó sensaciones contrapuestas en la pista que lleva su nombre. Entre obreros taladrando y martillando, montando los palcos VIP para el torneo, Nadal apareció más delgado que nunca, exhibió su derecha de siempre ante el sparring David Jordà -298 del mundo- y disfrutó del tenis, pero reclamó intimidad al público y a la prensa cuando le tocaba practicar su saque. Como mucho dejó que se vieran unos ejercicios de volea.
Enric FontcubertaEFE
Si el entorno de Nadal siempre fue hermético, estos días lo fue más. No hubo pistas sobre su estado más allá de las molestias abdominales reconocidas o de las palabras de su tío y ex entrenador, Toni Nadal, en un acto en Segovia: «Tiene molestias a la hora de sacar, con lo demás ningún problema». De hecho, de aquella primera sesión en Barcelona, Nadal salió lanzando un mensaje de cautela en Instagram que todavía planteaba más dudas sobre su participación en el Godó. «Importante decir que no quiero confirmar que jugaré, ojalá que sí», escribió el ganador de 22 Grand Slam en la red social.
La mejoría de Nadal
Pero en los días posteriores la percepción general cambió. El jueves se ejercitó con todo un Top 20 del ranking ATP, el argentino Sebastián Báez, y ya dejó ver su saque. El viernes siguió trabajando junto a Alejandro Davidovich y anteayer, el sábado, venció por 6-1 a Andrey Rublev, seis del mundo, en un set de práctica. El resultado fue anecdótico porque el ruso está hundido en una crisis anímica considerable desde su descalificación del ATP 500 de Dubai y apenas se esforzó. Pero el servicio de Nadal desató la euforia. Incluso hubo un ace que levantó una ovación entre el público presente en las pistas de entrenamiento del Real Club de Tenis de Barcelona, la mayoría adolescentes.
El periodista de RTVE Ignasi Rosell, con una posición cercana al banquillo, desvelaba que el propio tenista había reconocido su entusiasmo a sus entrenadores, Carlos Moyà, Marc López y Gustavo Marcaccio. «¡Cómo estoy sacando!», le habría dicho en consonancia con lo que se veía sobre la pista. Luego se marchó a comer con su mujer Mery y su hijo, Rafael, presentes en Barcelona y por la tarde fue la mano inocente del sorteo.
Rivales jóvenes, rivales complicados
Ofreció suerte para el resto, no para él. Más allá de pensar en quien se encontraría en las semifinales o en la final, sus rivales en las primeras rondas son jóvenes con motivación y dotes en la tierra batida. El primero, el italiano Flavio Cobolli, con quien se encontrará este martes (no antes de las 16.00 horas, Teledeporte), fue campeón de dobles en el Roland Garros junior de 2020 y el año pasado se metió en el cuadro final del Grand Slam parisino para enfrentarse a Carlos Alcaraz. El segundo, el hispano-uruguayo-australiano Alex de Miñaur, está a las puertas del Top 10 de la ATP y viene de ganar su segundo ATP 500 en Acapulco.
Y el tercero, posiblemente Arthur Fils, la mayor promesa del tenis francés, de sólo 19 años, está creciendo sobre arcilla de la mano de Sergi Bruguera, su entrenador desde el invierno. Los tres pueden ser adversarios ideales para adquirir ritmo de competición. Los tres pueden ser adversarios peligrosos por su talento y motivación.
En todo caso, como Nadal ha subrayado en todos los actos en los que ha participado, irá partido a partido. Si regresan los dolores en el abdomen no forzará para evitar un parón más largo. Su objetivo era, es y será competir en Roland Garros a partir del 20 de mayo, es decir, en poco más de un mes, y entre medias no hay nada fijo. Como en cualquier momento el español podría retirarse del Godó, en cualquier momento podría darse de baja del Mutua Madrid Open y del Masters 1000 de Roma.
Con Alcaraz entre interrogantes y el tenis español en crisis -en el Godó sólo juegan ocho locales y cuatro, Martín Landaluce, Dani Rincón, Roberto Bautista y Albert Ramos, han sido invitados por la organización-, en la Caja Mágica confían en que Nadal se mantenga sano esta semana para verle jugar la siguiente. Pero no hay nada seguro. Prudencia, prudencia, prudencia.
En el Espanyol lo tienen muy claro. La entidad blanquiazul, que denunció el lunes unos tocamientos de Mapi León a Daniela Caracas en el transcurso del último derbi, posteriormente desmentidos por parte de la futbolista del Barça, apoyará al máximo a su jugadora. Hasta las últimas consecuencias. «Para nosotros, las imágenes son clarísimas, es una acción inaceptable, inadmisible y, por tanto, tenemos claro que debemos ponernos al lado de nuestra jugadora, sobre todo cuando está recibiendo insultos y menosprecios, acompañarla, estar a su lado y dar los pasos que ella crea convenientes, pero lo que está claro es que las imágenes hablan por sí solas», señala a EL MUNDO Dolors Ribalta, directora del fútbol femenino blanquiazul.
«Nosotros lo que teníamos claro es que no podemos hacer ver que esto no ha pasado, que nuestra jugadora es la víctima y que no podemos dar normalidad a acciones de este tipo, que son del todo inaceptables. Tenemos que ponernos al lado de nuestra jugadora, dejarla tranquila para que tome la decisión que crea más oportuna y poner a su disposición tanto todos los medios legales como al psicólogo del club. Acompañaremos a Daniela hasta donde ella quiera llegar, ya sea más cerca o más lejos pero, evidentemente, después de pasar por un shock así y recibir toda esta avalancha que ha recibido, lo que conviene ahora es que tome distancia, que pueda estar tranquila, que se recupere, que pueda verlo todo de forma objetiva y, a partir de allí, seguir caminando», reitera.
«Es una jugadora muy importante para nosotros, internacional por Colombia, que ha estado en el último Mundial y que nos da muchísimo en nuestro equipo. Lo que más nos interesa en este tramo final es que esté tranquila, que pueda jugar sin problemas, porque lo que le ha pasado va más allá de ser futbolista, es algo que atañe a la persona. Puedo empatizar con ella, como mujer, como deportista y como ex jugadora y puedo entender que es algo que está muy por encima de lo que es un partido de fútbol», asevera Ribalta, futbolista del equipo periquito entre 1995 y 2007.
"Sobrepasa todos los límites"
«Lo que tenemos claro es que la acompañaremos y le daremos todo nuestro apoyo. Las instituciones deportivas y de otros ámbitos deben hacer o actuar según lo que crean conveniente, es algo en lo que no podemos decidir nosotros, solo podemos decidir en lo que sí hemos hecho: el comunicado, acompañarla, protegerla, estar a su lado y defender al club. Esos son los pasos que teníamos que dar. Y, evidentemente, decir que hasta aquí, porque es una acción inaceptable, intolerable, que vulnera su intimidad, y condenar los hechos», asegura. «Es un tema que no va de colores, sino de dignidad y respeto», recalca.
«Evidentemente, es algo que sobrepasa todos los límites. En el caso del fútbol masculino, tenemos lo que ocurrió hace tantos años entre Míchel y Valderrama. La sociedad actual es mucho más sensible en todos estos aspectos, afortunadamente, porque eso quiere decir que la sociedad ha progresado, que hay un camino recorrido y que el deporte debe demostrar valores, ser un espejo para la sociedad, y que este espejo tiene que reflejar valores positivos», insiste Ribalta, quien considera que, en el caso de que la situación hubiera sido a la inversa, habría tenido tal vez una resonancia aún mayor de la que está teniendo.
«En este momento, el fútbol femenino vive el mejor momento de su historia y, evidentemente, si hubiera sido al revés, la situación para nosotros sería muy complicada en comparación con entidades que tienen una situación mucho más cómoda a nivel social. Somos un club que lucha por ocupar su espacio, que siempre ha luchado mucho en Cataluña, en Barcelona y el mundo para ocupar nuestro espacio, somos una entidad muy familiar, un club con muchos valores. Muchas veces, creo que se nos menosprecia de manera injusta, porque conocer al Espanyol es quererlo. Ante todo, queremos que nuestra jugadora, por encima de todo, sea feliz», sentencia.