No queda nada que cocinar, las guirnaldas ya están colgadas, el cava espera en la nevera: la fiesta de despedida está lista. Los actos previos a Roland Garros, los tres torneos sobre tierra batida que Rafa Nadal había planteado como preparación, acabaron para él este sábado quizá de manera prematura, quizá de manera lógica. En segunda ronda del Masters 1000 de Roma, Nadal cayó ante el polaco Hubert Hurkacz en dos sets, por 6-1 y 6-3, y ya sólo le quedan 15 días para presentarse en París de la mejor manera.
Marcharse para siempre de la Philippe Chatrier con un título parece realmente difícil, casi imposible, pero podrá competir, lo que deseaba. Como le pasó ante en el Trofeo Conde de Godó y en el Mutua Madrid Open, su eliminación en el Foro Itálico plantea dudas sobre su nivel si no se observa el objetivo final. Ya no es cuestión de ganar y ganar; para eso estuvieron las últimas dos décadas. Ahora es cuestión de encontrarse sobre la pista, de jugar al tenis y, de alguna manera, de disfrutar. Para eso le dará el físico.
Su rostro en los últimos juegos ante Hurkacz demostraban que Nadal no estaba satisfecho, pero su encuentro no fue tan terrible como el marcador insinúa. Ante todo un Top 10 del ranking ATP, el rival más duro desde su regreso, tuvo ciertas opciones. En concreto, siete. Siete bolas de break que no pudo convertir por culpa del violento saque del polaco, pero que existieron. Si su rival hubiera fallado más -Hurkacz acabó sólo con 10 errores no forzados-, Nadal hubiera podido entrar en el partido y quién sabe qué hubiera pasado.
“No tomaré una decisión aún”
Especialmente relevante fue el primer juego del primer set. Pese a que el partido apenas duró una hora y media, ese periodo inicial se extendió hasta los 20 minutos y, en él, Hurkacz estuvo contra las cuerdas. Hasta cinco veces pudo Nadal romperle el servicio y complicarle el encuentro, pero el nueve del mundo las salvó todas. Ahí cimentó su victoria, su confianza, su juego, su temple. Como hizo ante Roger Federer en Wimbledon 2021, pese a sus malos resultados en arcilla Hurkacz elevó su tenis para fulminar a Nadal en Roma.
En rueda de prensa, el español, todavía tocado, certificó que la derrota le había dolido y llegó a plantear dudas sobre su presencia en París. “No quiero tomar una decisión aún. Hay dos caminos posibles. Creo que no estoy preparado para competir en Roland Garros por lo que he hecho hoy. Faltan dos semanas, vamos a hacer lo posible para cambiar la situación. Aunque sea difícil para mí, frustrante, me siento más cerca de intentarlo. Estoy tocadillo, pero intentaré todo lo posible estas dos semanas”.
“Hoy parece imposible ir a Roland Garros y pensar en nada especial, pero físicamente no he estado tan mal. Yo espero llegar con las condiciones suficientemente buenas y darme una oportunidad. Tengo algunos problemas, pero no suficientes para decir ya que no voy a jugar en el evento más importante de mi carrera. Veremos cómo va la cosa, cómo me siento mentalmente mañana, pasado y en una semana. Si me siento preparado, intentaré estar allí y pelear por las cosas por las que he peleado durante estos últimos 15 años”, finalizó Nadal antes de marcharse de Roma con una cerradísima ovación.
falta de evolución
Más allá de su derrota ante Hurkacz, el problema del ganador de 22 Grand Slam fue la falta de evolución. Antes de debutar en el Foro Itálico, Nadal completó dos buenísimos entrenamientos ante Francisco Cerundolo y Stefanos Tsitsipas y, después de esas prácticas, creyó que podría llegar lejos en el torneo. Entre el Trofeo Conde de Godó de Barcelona y el Mutua Madrid Open ya había aumentado la velocidad y el peso de su derecha y en el Masters 1000 de Roma tenía que ir a más.
No pasó. En primera ronda, ante el belga Zizou Bergs, estuvo lento y apenas encontró apoyos para su golpeo y este sábado ante Hurkacz nunca llegó a entrar en el partido. En todo caso, no era más que una preparación para Roland Garros. No queda nada que cocinar, las guirnaldas ya están colgadas, el cava espera en la nevera: la fiesta de despedida de Nadal está lista.