Un sector de los cerca de 300 aficionados de la Real Sociedad que acudieron al Coliseum para ver el partido de su equipo ante el Getafe, gritaron insultos contra el jugador azulón Mason Greenwood a quien desearon su muerte y llamaron “violador”.
Una jornada más, los cánticos en el Coliseum fueron protagonistas en un partido. Si hace dos jornadas fue un pequeño sector de hinchas del Getafe el que llamó “mono” al sevillista Marcos Acuña y “gitano” al entrenador Quique Sánchez Flores, en esta ocasión fueron los visitantes los que increparon en varias ocasiones al británico Mason Greenwood.
Al final de la primera parte se escucharon con nitidez esos gritos, a los que respondieron con abucheos y silbidos la afición del Getafe. No es la primera vez que el jugador cedido por el Manchester United escucha cánticos similares esta temporada en diferentes estadios.
Después, en rueda de prensa, José Bordalás, entrenador del Getafe, defendió a Greenwood: “Es inaceptable sea quien sea el jugador. No es la primera vez que nos ha ocurrido con Mason. Se tienen que tomar medidas igualmente, como pasó en el último partido ante el Sevilla. Es inaceptable, medidas muy serias y no tengo nada más que decir”, dijo.
Laura Ester (Barcelona, 1990) se sienta en la escalinata del monumento a Alfonso XII y saca del bolso su oro olímpico recién ganado en París. A su alrededor, turistas y chavalería disfrutan del estanque de El Retiro en una soleada tarde madrileña. La medalla y el fotógrafo despiertan cierta curiosidad en un grupo de adolescentes que flirtean, sin visos de avanzar demasiado, mientras comen cheetos. Dos de ellos se aproximan: "¿Quién es?". Respondo que es la portera histórica del waterpolo español, campeona de todo con la selección y con sus clubes, mejor jugadora de Europa hace unos años... A mitad de explicación ya sólo les interesa volver al tonteo. Ella observa la escena con total normalidad: "En realidad, cuando alguien me reconoce, me sorprende. Pienso que se ha equivocado y fijo que me confunde con otra".
Hace justo dos meses todo el país celebraba su último éxito, el mayor y el único que le faltaba, tras ganar a Australia en la final de París. Hoy paseamos media hora por un parque repleto de gente, nos sentamos en una terraza concurrida y nadie la mira. Es la realidad de la mayoría de héroes olímpicos en este país: dos semanas de atención (y presión) y cuatro años de anonimato. Ester sonríe resignada: "Suena mal decirlo, pero te acabas acostumbrando a que nadie te reconozca. Del waterpolo, como de casi todo lo que no es fútbol, se habla en los Juegos, nos exigen la medalla y luego se olvidan de que existimos. Asumimos que es así, lo injusto es que esa única vez que nos recuerdan nos presionan como si les importara este deporte. ¿No habéis estado en cuatro años y ahora, si somos cuartas, somos unas fracasadas? Eso es un poco fuerte. Desde casa se ve todo muy fácil".
La guardameta, presente de principio a fin en la época dorada de la selección, ha completado su palmarés con su tercera medalla olímpica, esta vez sí de oro tras dos platas. Ya era campeona del Mundo y de Europa con España. También de cinco Champions e innumerables títulos nacionales con el Sabadell, club que no le ha dado este verano la salida que merecía. Ahora vuelve al Mediterrani, donde empezó, para la que puede ser su última temporada. "Ahora ya sí soy campeona de todo. Con el oro y esta vuelta a casa, se puede decir que cierro el círculo, pero ya sabes cómo somos los deportistas, luego nos liamos fácil", reflexiona.
"He podido ahorrar algo"
A sus 34 años, la retirada acecha y le toca reinventarse. Lleva años preparándose para ello, es licenciada en Bioquímica y tiene un máster en Dermofarmacia, pero nada de eso ahuyenta al vértigo de quien se dedica desde la adolescencia a un deporte que exige mucho y no da demasiado económicamente. "Una jugadora del máximo nivel gana para vivir día a día como cualquier ciudadano de clase media. Yo he podido ahorrar algo porque, al estar tanto tiempo en la selección, he tenido la beca, pero si me retiro el año que viene más me vale encontrar pronto en qué trabajar porque de los ahorros vivo un año. El día que esto acabe, tienes que espabilarte".
Laura espera aclararse durante esta temporada que le queda (ya veremos si finalmente es sólo una). Se mueve entre dos aguas. Sus estudios le llaman, pero también sabe que la salida más sencilla, esa que acaba seduciendo a tantos atletas, es seguir vinculada al deporte, en su caso en el mundo organizativo y federativo. No esconde el miedo. "Empezar de cero, inevitablemente, asusta. Cualquier deportista que te diga que no tiene miedo a la retirada, al vacío del día después, miente. Puede ser más o menos en función de tu situación, pero siempre está ahí. Es un momento difícil que a muchos deportistas les afecta psicológicamente. Yo me he ido preparando, pero cuando llevas 20 años dedicándote exclusivamente a algo que te apasiona y en lo que eres de las mejores del mundo... De repente, pasas a ser una más y vienen las frustraciones y las dudas. ¿Sabré hacer algo más? Yo creo que sí, pero tengo que volver a demostrarlo todo".
Y añade una denuncia que cualquier ex deportista ratificaría: "Para la sociedad, somos un producto con fecha de caducidad. Por mucho que nos duela, es así. Hoy todo el país te aplaude y en cuanto te retiras, ya no eres nadie. Tienes que ser consciente de ello y prepararte para el golpe de realidad".
"Ganaríamos lo mismo entrenando menos"
Nos sentamos a tomar algo y, aprovechando ese anonimato ya comprobado, Ester bromea con pedirse una cerveza, pero la atleta de élite a punto de volver a la piscina aplasta el conato de rebeldía y acaba bebiendo un agua con gas: "Con la selección entrenamos siete horas diarias. Voy a echar muchas cosas de menos, pero eso te garantizo que no. Ganaríamos lo mismo entrenando menos. Pero los partidos, el vestuario... Eso es la leche".
El vestuario. Como una de las capitanas, corrió a llamar a Paula Leitón, su compañera tanto en la selección como en el Sabadell, cuando fue víctima de una campaña de odio en redes por su físico. "Nosotras tenemos doble hándicap en esta sociedad machista y futbolera: mujeres y en un deporte minoritario, pero hemos ido contra todo y hemos ganado. A veces se hace difícil. Paula es un sol de niña. Todo lo que tiene de grande lo tiene de buena persona y de valiente. Me dijo que estaba bien, que no le afectaba, que era consciente del cuerpo que tiene, se quiere así y al que no le guste, que no me mire. Es una reina, pero esos comentarios a una chica joven le pueden destrozar la vida. Es asqueroso".
La conversación nos devuelve al tema inicial, el rápido olvido de los olímpicos, desde un prisma distinto, esa sociedad futbolera de la que habla la waterpolista. Cada cuatro años, España se lleva las manos a la cabeza cuando gana muchas menos medallas de las esperadas (18 en París) y se compara con los países más similares al nuestro: las 39 de Francia, las 33 de Italia... Según el PIB de cada nación, un indicador que falla poco a la hora de aventurar los éxitos, nuestro país debería haber ganado 27. La falta de cultura polideportiva es evidente.
Incluso un boom tan positivo, analizado de modo independiente, como el del fútbol femenino despierta muchas dudas en el resto de disciplinas pues ahonda la brecha. "Se dice que gracias a ellas ahora se habla de deporte femenino y no es cierto: ahora se sigue hablando de fútbol, sólo que aún más. Ellas se lo merecen, pero más que ayudar a visibilizar el deporte femenino quitan aún más espacio a otros deportes que llevamos muchos y muchos años luchando para que se haga un poco de caso a las mujeres. Al final es muy difícil saber si España no tiene cultura polideportiva porque no se habla de ello o no se habla de ello porque no se consume", zanja.
Pedimos la cuenta, nos despedimos y Laura Ester, campeona olímpica hace dos meses, se va dando un paseo hasta el metro. Nadie la mira, pero al menos deberían escucharla: "He logrado todo lo que podía soñar, pero ahora viene la vida de verdad. Con que me salga la mitad de bien, firmo".
El Barça sigue adelante en la lucha por el título de la Liga ACB y este jueves se citó con el Real Madrid en semifinales tras repetir triunfo frente al Lenovo Tenerife (92-97) en un partido que se decidió en los últimos instantes y con dos equipos entregados hasta el final.
El equipo tinerfeño le plantó cara de nuevo al conjunto catalán en un choque con mucha intensidad que no de decidió hasta el final y donde destacaron el uruguayo Bruno Fitipaldo y el finlandés Sasu Salin, quienes suplieron la falta de acierto de Kyle Guy, hoy muy bien defendido tras su exhibición en el Palau.
El equipo de Roger Grimau, con Satoranski como jugador más destacado, se tuvo que emplear a fondo en el tramo final del choque para conseguir la victoria y se aprovechó del desgaste de los tinerfeños en los instantes finales para sellar su segundo triunfo de la serie su pase a semifinales.
Ante el buen juego inicial del Barça, con mucho acierto desde fuera de la zona y llegando a diferencias de hasta nueve puntos en el primer cuarto, el Lenovo Tenerife reaccionó bien en el segundo, buscando los puntos débiles de su rival y aprovechando las dudas de los catalanes en el rebote.
Salin fue una amenaza desde el tiro exterior, lo mismo que Fitipaldo ante un Barcelona que no encontraba su lugar en la cancha. Esto supuso que el Tenerife alcanzara su máxima diferencia en el minuto 14 tras un triple de Fitipaldo (34-28) y dos minutos más tarde a un 39-32, también con un acierto del uruguayo.
El Barça, antes de llegar al descanso logró frenar la aportación ofensiva local para llegar a la segunda mitad con un ajustado 46-44.
El descanso le sirvió al Barça y a su técnico para reorganizar sus ideas y su juego en el Santiago Martín, muy irregular a lo largo de los primeros veinte minutos. Empezó con su defensa, aunque también en ataque encontró el hombre adecuado, Satoranski que no desaprovechó sus ocasiones.
Pese a todo, el partido estaba muy igualado con un Tenerife que no se rendía e insistía, con un buen trabajo defensivo y anotando en ataque.
Y se llegó al último cuarto con todo por decidir, pero aquí le faltaron las fuerzas al Lenovo Tenerife en los últimos minutos. Se mantuvo en el partido casi hasta el final, incluso llegando a tener diferencias de cinco puntos (89-84, min.37), pero un 2+1 de Laprovittola y otro de Parker (89-90) hicieron que el Barça creyera en la victoria y aunque Sastre puso con un triple el 92-90 en el marcador, la respuesta de Satoranski y los fallos en los últimos instantes decantaron el triunfo del lado catalán.